REFORMA DE LAS LEYES, UN CLAMOR URGENTE
Yo aún tengo fe en que el culebrón Bárcenas se acabe y entren todos los corruptos en las aulas de la
cárcel. Junto a algún otro Eres tú, eres tú. Les pondría a estos ese disco de Mocedades sin parar, como castigo; y a
aquellos, a oír El gato al agua hasta que escampe, también sin descanso. Es que
estoy hasta las brevas (si llevara barbas, diría que hasta las barbas) de tales
asuntos. Pediría que ya se consumasen y dejaran energías para ocuparnos de
muchos otros urgentes. Por ejemplo, actualizar el código penal y las leyes para
que de verdad protejan a los ciudadanos honrados. Durante estos tiempos democráticos, el código
legal ha protegido, sobre todo, a los políticos –con ese todavía predemocrático
privilegio de ser aforados- y a los delincuentes. Veníamos de una dictadura,
con el complejo de culpabilidad heredado de no haber hecho la ruptura, sino la
transición. Importaba entonces mucho que las libertades políticas estuvieran
bien amparadas, no se pensó tanto en las
otras libertades más de andar por casa, como es que puedas pasear tranquilo o
entrar al Metro sin que te fuercen, y que el infractor sepa que la ley se va a
enfadar muchísimo con él; o esa otra libertad de estar dentro de tu casa –sea
más rica o más pobre, todo hogar es sagrado, como nos enseñaron nuestros
antepasados de Roma. Y, aquí en el campo de Cartagena y en la huerta de Murcia,
la libertad de trabajar tu tierra y que no te roben impunemente. Quien viola
esas libertades debería saber que la ley se va a enfadar muchísimo, que esos delitos
no son una chiquillada.
Solo de los continuos atentados contra los derechos civiles
y la libertad se ha ocupado, que yo sepa, un programa de investigación en la
tele. No hay una actuación eficaz de los políticos, responsables de poner al
día la ley, quizá porque el problema no les atañe con toda la contundencia, y
porque piensan, en el fondo, que cada uno se las apañe como pueda:
subliminarmente emiten un mensaje de que esto es el caos.
La policía y la guardia civil hacen lo posible, sin duda,
por atajar esos desmanes casi ya habituales; se quejan de que no tienen más
medios; los tienen ocupados en proteger
a los políticos, a hacerles la escolta en sus movimientos, etc. La otra tarde,
sin ir más lejos, junto al Museo de la Huerta, en una localidad próxima a
Murcia, había siete coches de policía municipal, uno de ellos cruzado en medio
de la carretera, frente a las instalaciones donde, supuse, se esperaba la
llegada de una autoridad oficial. Doscientos metros después, vi a tres
personas, caminando por el andén: empujaban
una bicicleta cargada con un gran un saco de limones. Venían, seguramente, de
la oficina, o sea, de su choriceo diario en los campos. Aquí no pasa nada.
Las leyes han de actualizarse para que los delincuentes
sepan que ir a la cárcel no es una puerta giratoria, sobre todo cuando se trata
de los delitos graves; y que cuando
están dentro no les debemos nada, ni sus
víctimas ni los ciudadanos honrados que pagan la costa de la fiesta. Han de
saber que una cárcel no es un hotel con el todo incluido, donde se está bien
calentito y bien comido (como diría el maestro José María García), sino que han
de pagarse su estancia, desayuno, comida, cena y cama; que ya está bien que
encima se la paguemos a los sin escrúpulos, como ese presunto asesino de Marta
del Castillo, o a tantos otros mafiosos, a Bárcenas y a otros más ricos que tú
y que yo. Señores padrinos, señores políticos: ¿cuándo sacarán un rato para
poner al día de hoy el código penal?
Fulgencio Martínez
ÁGORA DIGITAL 11 de SEPTIEMBRE 2013
Publicado en La Opinión de Murcia, 12-9-2013http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2013/09/12/reforma-leyes-clamor-urgente/497159.html?utm_source=rss
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