La casa de las ventanas de color naranja
Ion Minulescu
Traductor del rumano al español: Joaquín Garrigós
Ed. Báltica
LA ESENCIA DEL SIMBOLISMO (Estudio de La casa de las ventanas
de color naranja, de Ion Minulescu)
Por Alicia Rodríguez
Sánchez
Ion Minulescu, bebe de las grandes fuentes del
simbolismo; de ahí, el tono de misterio que impregna a sus obras que, junto a
las figuras retóricas, nos transporta a un mundo soñado.
Al
autor se le ha comparado con escritores de renombre internacional como Bram
Stoker o Edgar Allan Poe por la forma en la que confiere entidad a
sus relatos cortos.
La casa de las ventanas de color
naranja consta de un total de siete relatos. El siete siempre se ha asociado en literatura
como un número mágico, ya que como decía Hipócrates: El número siete
por sus virtudes ocultas, tiende a realizar todas las cosas; es el dispensador
de la vida y fuente de todos los cambios, pues incluso la Luna cambia de fase
cada siete días: este número influye en todos los seres sublimes.
La casa de las ventanas de color
naranja también es el
primer relato que ocupa la selección del autor.
Con él viajamos hasta el movimiento impresionista la casa tenía más
el aspecto de un cuadro donde un pintor impresionista solo hubiera utilizado
los colores verde, blanco y naranja (pág. 9), cuyo contraste de
colores entre los fríos y los cálidos nos transporta hasta obras conocidas como
“Terraza de café por la noche”, de Van Gogh o “Atardecer”, de Claude
Monet.
En esta historia también aparece un
jardín como si se tratase de una reminiscencia de “El jardín de las delicias”,
de El Bosco, puesto que los
vecinos tenían la idea de que el vergel que ellos conocían no había sido
modificado pero cuál fue su sorpresa para aquellas almas sencillas e
ingenuas, la pérdida del jardín significaba la de una parte de sí mismos […]
ellos no podían perdonarle el delito de haberles robado la parte más querida de
su vida […] las copas se llenaron y la amargura de las comisuras de los labios
desapareció (página 18). La sensación que tuvieron aquellos invitados fue
como si del paraíso, un lugar idílico, hubiesen viajado directamente hasta el
mismo averno.
Asimismo, tampoco debemos dejar de
lado la figura de la esposa del príncipe quien atrae al pueblo cual Nefertiti o
Cleopatra, ambas reinas del mundo del Antiguo
Egipto, ya que había en el semblante de aquella mujer algo atrayente
y fatal, algo que le impedía a uno apartar la mirada por esos mundos (página
20); lo que nos lleva a rememorar la
figura de la femme fatale, una mujer muy segura de lo que quiere con una
fuerza emocional destacada que a través de su imagen, su sensualidad y
sexualidad, logra alcanzar todos los objetivos que se propone.
En el segundo relato, “En el jardín
de mi amigo”, nos encontramos con una cantidad ingente de recursos literarios
tales como metáforas un mástil roto dibuja en el aire el gesto de una mano
pidiendo ayuda (pág. 33), símiles:
la pintura representa la naturaleza tal como se presenta ante
nuestros ojos, pero la literatura ha de ir más adelante (pág. 33).
Como si de la santa Inquisición
española se tratase, el protagonista de la historia expresa en voz alta Quema
todo lo que has escrito, quémalo antes de que nadie te lea y yo te aseguro que
te sentirás más recompensado que si hubieses cumplido por partida doble con tu
obligación (pág. 30). Debemos
recordar que uno de los principales objetivos de dicha institución era el de
lanzar a las llamas los ejemplares heréticos que contravenían la moral
cristiana de la época.
En el siguiente relato, “La
confesión de un desarraigado”, vemos las referencias explícitas a la obra El
retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, puesto que Serban, el
protagonista de la historia, comenta que hace mucho tiempo que he muerto,
tanto que casi estoy podrido de la cabeza a los pies. ¿No notas olor a cadáver? (página 44);
expresiones que conducen al lector al tópico de memento mori puesto que
toda la vida presenta una caducidad anunciada cuyos disfrutes conducen a un
final que es la propia muerte. En este sentido, la parca acompaña al
protagonista en una suerte de metáfora de vida las barcas de los pescadores,
ancladas y abandonadas, se alineaban volcadas sobre las cuadernas oscuras y
sucias como ataúdes recién desenterrados.
Aparecen también otros tópicos
literarios, unidos en simbiosis como el carpe diem y tempus fugit
ya que la muerte sigue acechándonos con mirada inquebrantable, destino
impertérrito al cual estamos condenados Qué lástima que reprimamos nuestra
juventud tan pronto y que aceleremos la muerte voluntariamente bebiéndonos cada
día un vaso de veneno (pág. 44), como si de una máxima del
movimiento bohemio se tratase sin inquietarnos por las preocupaciones
cotidianas o por conocer qué nos deparará el futuro.
Yo
también he sido en mi vida, por una vez autor dramático y he representado mi
obra en mi casa, sin ningún público, solamente con los actores (pág.
52), lleva a mi memoria otro de los tópicos literarios, empleado también por Calderón
en su auto sacramental El gran teatro del mundo, como es el theatrum
mundi en el cual concebimos la vida como un teatro cuyos protagonistas son
los seres humanos en donde su papel está predestinado; pero a diferencia del gran dramaturgo del
teatro áureo, Minulescu concibe que en muchas ocasiones la vida nos concede un
papel equivocado que no podemos representar de manera adecuada.
Podemos
encontrar también reminiscencias romanas como al emperador Nerón puesto que No
quiero que quede nada de todo lo que fue mío.
Pediré en mi testamento que me quemen y que mis cenizas se tiren al Sena
para que el agua las lleve lejos (pág. 53), a pesar de que
desconocemos dónde se encuentran los restos de dicha figura histórica.
En
“Máscaras de bronce y farolillos de porcelana” cuenta cómo su auténtico
autor había escrito la historia de quien quiso a toda costa permanecer en el
anonimato (pág. 55), como si se tratase de la autoría anónima de una
obra del Renacimiento español como es el Lazarillo de Tormes.
Toda
la historia queda plagada de figuras retóricas como metáforas lo dejé caer
de la mano […] justo como en el teatro, tras caer el telón (pág. 62),
como si la última función se asemejase al último aliento; mi sombra
parecía la manecilla de un reloj enorme que no encuentra la hora en la esfera (página
110); pronto llevaré el yate hasta otras orillas, orillas lejanas, donde
viviremos la nueva vida de los que cierran los ojos contentos de poder
prepararse para entrar en la vida sin fin (página 112), cual Caronte que
conduce las almas de los muertos al Hades, donde serán juzgadas para decidir su
lugar de descanso.
También
aparecen símiles, los centenares de pasos que se multiplican a cada momento
a lo largo del andén […] como las aguas de un río acrecentadas por la lluvia (página
80) o personificaciones El sol corría presuroso hasta una colina cercana al
cementerio, cuando se refiere al entierro del padre. Las lágrimas
diseñaban en la capa de colorete largos senderos, como las huellas que dejan
las ruedas de un carro (página 63), como si un elemento natural se
equiparase al camino que deja a su paso un vehículo y nos viniese a la mente
una imagen de un pintor surrealista.
Encontramos
también otro tópico literario como Quotidie morimur, puesto que cada
paso que damos, cada día que vivimos son pasos hacia la muerte ya que el
protagonista va en busca de una mejor vida a partir de mañana me vaya a
emprender una vida errante, donde me pierda, donde sueñe […], el que fue morirá
(pág. 69), como los populares versos de Antonio Machado,
poeta emblema español de la Generación del 98, caminante no hay camino / se
hace camino al andar.
Debemos
realizar una mención explícita a todos aquellos ecos irónicos que transportan
al lector a vivir esa burla conjunta con el propio autor las luces de las
farolas parecen ojos afectados de conjuntivitis (pág. 80).
La
muerte se concibe como hilo vertebrador de esta historia donde la parca realiza
su aparición en la figura de la amada ¡Y qué rostro de muerta tenía mi
compañera de viaje aquella madrugada! (pág. 87). Asimismo, la
pérdida material siempre lleva aparejada la vida, como un ente inseparable de
la misma ¡Y los muertos solo ven rojo, verde y violeta! A los muertos les
gusta el frío, en contraposición con una civilización antigua experta en
momificar a sus difuntos en una tarea de precisión nuestros muertos son más
felices: el frío cuesta menos que los aromas de Egipto (pág.
90). Los perfumes egipcios formaban
parte de la pasión de dicha civilización antigua, como se puede desprender de
los hallazgos encontrados en las tumbas.
El
tema anterior se encuentra unido con otro de los tópicos literarios como es Vita
flumen puesto que el transporte en el que se sube el protagonista pronto
llevará el yate hasta otras orillas, orillas lejanas, donde viviremos la nueva
vida de los que cierran los ojos contentos de poder prepararse para entrar en
la vida sin fin (pág. 112). El río nos conduce hasta la otra orilla que
separa la vida de la muerte cual balanza en un mundo de fuerzas equilibradas.
La
historia antigua aparece también en este relato en la figura de Periandro, un
rey convertido en tirano, cuya muerte alaba el propio autor Después de tener
la suerte de vivir como cualquier ser anónimo, quiero morir como Periandro (pág.
82).
En
el prefacio del relato “La corbata blanca” el autor nos aconseja leedlos por
la noche porque sino no os gustarán nunca (página 119), lo que lleva a mi
memoria el momento en el cual la escritora británica Mary Shelley, junto con su
marido y Lord Byron, contaba historias de fantasmas al fuego del hogar para
pasar las tardes de otoño debido a las inclemencias del tiempo.
La
mitología queda patente a lo largo de todos los relatos, como así lo muestra al
mencionar el momento en el que la mujer de la tienda de corbatas Y como el
viejo no se movía de su sitio, ella lo apartó, se agachó debajo del mostrador,
sacó una caja de cartón verde y la abrió con tanta precaución que, al ver esa
operación tan ridícula e inútil, me acordé de la famosa caja de Pandora (pág.
129). Al igual que con Pandora, la caja verde en este caso puede hacer que los males se instalen en la humanidad.
El
“hombre del corazón de oro” comienza con un alter ego del escritor Edgar
Allan Poe, quien en sus escasos ratos libres escribía cuentos y novelas de
misterios. La historia se basa en la
novela El retrato de Dorian Gray, pero a diferencia del autor
estadounidense, aparece un retrato de un hombre mayor a quien compara con la
escultura de Miguel Ángel, Moisés, por su barba blanca, larga y
ladeada. La historia nos lleva a conocer
el motivo por el cual le faltaba el corazón, parte que buscaba
irremediablemente como quien quiere conseguir un motivo para librarse de su
pena.
Nos
conduce a la historia de la corte de Luis XIII con el cardenal Richelieu puesto
que mandó a unos espadachines enmascarados que lo matasen y su corazón fuese
vendido a un orfebre. Desde entonces,
vaga de ciudad en ciudad, de país en país y de continente en continente para
poder reunir el oro de su propio corazón, desperdigado por distintas joyas (página
147).
El
último relato “De charla con el maligno” nos conmina a los lectores a que
reflexionemos acerca de si el relato en el que estamos a punto de inmiscuirnos
es real o fruto de nuestra imaginación en una frase que nos conduce a ello en
cualquier caso, los lectores de las líneas precedentes son libres de sonreír
incrédulos, al igual que su autor, cuando le dijeron que el hombre con cara de
mono y sombrero del café Rimanozki era el Maligno (página 213).
Desde
mi punto de vista, a través del lenguaje empleado por el escritor bien
podríamos decir que he estado tan cerca del maligno que incluso ha entrado en
mi ser y me ha guiado por las entrañas de un mundo paralelo en el cual me he
llegado a perder. Todas las
características del señor Damian, o el mismo Maligno, son las peculiares que se
le han asignado históricamente a dicha figura, a saber: se le representa con forma humana, en este
caso, en la persona de Damian; no proyecta sombra alguna, a la luz cegadora
del sol, el cuerpo del señor Damian no proyectaba ninguna sombra en el suelo (página
174); busca los lugares alejados y posee el don de la ubicuidad.
La
mitología aparece también en este relato en la historia de Ariadna me
asustaba perder el hilo de Ariadna que me ayudaría a la mañana siguiente a
bajar a la calle (pág. 211).
Incluso
tienen cabida otras obras como las mil y una noches Dentro, la villa del
señor Damian era una verdadera maravilla propia de las mil y una noches (pág.
192).
Las
figuras retóricas como símiles una campana ronca sonaba de vez en cuando,
como una voz humana que no quiere decir la verdad de una vez (página 202);
hipérboles, el traqueteo de los fusiles y las ametralladoras nos rompía los
tímpanos (pág. 203), junto con la ironía, abrí la puerta con la
ridícula precaución de una parodia de encuentro amoroso.
Los
siete relatos presentan dos realidades que se juntan cual río con su afluente,
como son la mitología y el simbolismo, que aúna todas las partes. Asimismo,
todas las historias quedan entrelazadas con aspectos históricos, lo que
confiere a todos ellos un halo de veracidad, objetivo principal del autor. El empleo de figuras retóricas dota a la obra
de una gran maestría, lo que nos lleva a un mundo paralelo en el cual el lector
debe dejarse llevar para contemplar la belleza en toda su esencia. Todo ello
puede quedar resumido en el simbolismo literario, que vertebra toda la
narración. Su objetivo estriba en la búsqueda de una belleza alejada de los
convencionalismos en una suerte de realidad superior, casi inmaterial, como es
la propia literatura.
La
maestría con la que escribe Minulescu no tiene nada que envidiar a la de otros
grandes de la literatura como Poe o Stoker. Bebe de las fuentes del simbolismo
y de los relatos breves que dejan en el lector una huella indeleble. El
lenguaje empleado nos transporta a un mundo soñado, alejado de los
convencionalismos. Unido todo con la esencia del simbolismo, nos conduce a
otras realidades paralelas con un halo de misterio en la que el lector se
convierte en partícipe del mundo creado por el propio autor.

ALICIA
RODRÍGUEZ SÁNCHEZ es licenciada
en Filología Hispánica por la Universidad de Alicante. Actualmente,
ejerce como profesora de carrera en el Centro Integrado de Formación
Profesional (CIPFP) Canastell de la localidad alicantina de San Vicente del
Raspeig. En este centro, imparte la materia de Lengua castellana y
literatura. Su primera incursión en el mundo de la literatura para adultos fue
con la recopilación medieval de cuentos titulada Las mil y una noches a
los que le siguieron otras obras clásicas españolas de autores como Larra,
Bécquer o Lope de Vega.