Joaquín Garrigós. Foto: Cortesía de Gema Benito
UNA CADENA DE CASUALIDADES
Por Encarnación García de León
Gran parte de las decisiones vitales son fruto de la conjunción de
casualidades, de itinerarios que se inician por una circunstancia inesperada.
Así me encontré inmersa en la
lectura de la literatura rumana, desconocida para mí. La descubrí,
poco a poco, desde 2009, cuando Herta Müller recibió el Premio Nobel, que la
catapultó a los lectores europeos. Reconocí también otro nombre, Mircea Cărtărescu,
nominado en años sucesivos al Premio Nobel. Me acerqué a las obras de ambos y
tirando del hilo llegué al ovillo: la prodigiosa creación literaria rumana, que
poco a poco me atrapó. Empecé a comprar libros, recurrí al préstamo
bibliotecario, a la biblioteca del Instituto Cultural Rumano en Madrid, etc, y a
superar la dificultad que suponía el acercamiento a una increíble efervescencia
literaria rumana. Lo que pensé recoger en una reseña para abrir una ventana al
mundo literario rumano, se fue convirtiendo en un libro.
Se trata de una literatura joven que se
desarrolla a partir del siglo XIX y que está enmarcada por el realismo rural,
dos guerras mundiales, la ocupación alemana primero y la ocupación rusa
después, las represalias del régimen comunista y una interesante faceta de
literatura fantástica. Según avanzaba en mis lecturas, leía, una y otra vez, el
nombre de un traductor presente en numerosas publicaciones, Joaquín Garrigós
Bueno, de quien enseguida tuve la certeza de que era capaz de ahondar en el
espíritu de cada escritor. Leí cuantas reseñas suyas, cuantas entrevistas y
comentarios encontré. Descubrí que los libros que él había traducido, a mí me
fascinaban y pensé que debía conocerlo y así fue como ocurrió, mediante la
intervención del Instituto Cultural Rumano de Madrid que nos puso en contacto.
Tuve el regalo de ser muy bien aconsejada por Joaquín, que enseguida me tendió
su mano, evitó mi desánimo cuando esta desconocida buscaba editor y me animó a
dar visibilidad a un libro que hubiera permanecido en un archivo de mi
ordenador. (Aproximación a la literatura rumana en prosa. Traducciones al
español. Amazon KDP. 2023).
A él le debo mi fascinación por la
literatura rumana y la fortuna de haber reseñado en Ágora algunas de sus
últimas traducciones: La casa de las ventanas de color naranja, de Ion
Minulescu, selección de siete relatos fantásticos simbolistas (Báltica
editorial, 2022) que influyeron en la literatura modernista rumana. La mujer
de chocolate, de Gib Mihăescu (Báltica editorial, 2022), precursora
de la novela sicológica, con alucinaciones, deseos, emociones, de gran
intensidad emocional, que describe un sentimiento de amor obsesivo e
inalcanzable, desde la referencia en el propio título al color irresistible del
chocolate, “dulce fantasía de confitería”. Y La vida empieza el viernes de Ioana
Pârvulescu (Báltica ed.
2023), cuyo argumento se occidentaliza con una historia
policíaca y fantástica, con varias voces narrativas, en el marco temporal de
finales del siglo XIX.
Su lenguaje “brillantísimo, lleno de metáforas”, es un
reto que, una vez más, su traductor supera con creces.
Nunca pensé que serían sus últimas traducciones
publicadas y que las iba a nombrar para honrar su memoria.
La prosa fantástica de Mircea Eliade fue
una de las primeras lecturas que me engancharon y he sabido que fue la puerta
de entrada de Joaquín a la literatura rumana. Así rememoraba en una nota
autobiográfica (en Vasos Comunicantes, 5
de julio de 2021) cómo en el año académico 1980-81, en la Universidad de
Valencia, se propuso aprender el idioma y ahondar en la lingüística rumana. En
1984 le obsequiaron con un libro, În curte la Dionis,
una recopilación de narraciones fantásticas de Mircea Eliade, cuya lectura le
atrapó desde las primeras líneas. Fue, sin embargo, siete años después,
cuando tras la caída del comunismo viaja a Bucarest y redescubre la colección
de literatura fantástica de Mircea Eliade, publicada
por la Fundación Cultural Rumana, al cuidado de Eugen Simion y reanuda su
lectura: “La
prosa eliadiana me conquistó, su mundo fantástico y mítico me reveló nuevos
horizontes y, finalmente, me rendí ante esa pequeña obra maestra que es La ţigănci” (La
gitana). Decidió traducir este tesoro fantástico
literario de un escritor rumano, exiliado en Francia desde
1945, en que
el régimen comunista prohibió la publicación de sus obras. Internacionalmente
conocido por sus ensayos de antropología e historia de las religiones, ya
traducidos al francés. Garrigós supo que debía traducirlo y proyectarlo fuera
de los límites de la lengua rumana. Fue un gran esfuerzo luchar con su edición,
en un mundo literario dominado por las traducciones de la literatura
anglosajona, en un país para quien la literatura rumana era desconocida. Triunfó
la perseverancia de J. Garrigós y la calidad de su traducción y la editorial
Lumen (Barcelona) publicó Domnişoara Christina (La
señorita Cristina), presentada en 1994 en la Feria del Libro
de Madrid. Ese fue el principio de una intensa labor de
traducción de novelas fantásticas, directamente de los originales en lengua
rumana (hasta ese momento, la fuente de traducción de los exiliados
vanguardistas era el francés). Eliade mantuvo en el exilio, para sus obras
literarias, su lengua rumana materna. Joaquín Garrigós sistemáticamente insistió
en traducir los textos directamente del rumano, ya que desde las traducciones
al francés y de ahí al español, perdían gran parte de la atmósfera mágica del
relato. Y expone errores tan evidentes como la palabra “burdel” en el
título de El burdel de las gitanas, que no responde a su auténtico
significado. Reflexiona sobre las interferencias francesas en algunas
traducciones que se alejan de los valores simbólicos de la lengua rumana (Joaquín Garrigós, "Mircea Eliade y sus traductores", Vasos Comunicantes 14,
2000, 11–17).
Joaquín Garrigós llegó con Eliade al
realismo, al memorialismo y a los ensayos. Descubrió, poco a poco, a
interesantes escritores, Gib Mihăescu, Mihail Sebastian, Camil
Petrescu, Hortensia Papadat-Bengescu, Denisa Comănescu, Alexandru
Ecovoiu, Max Blecher, etc., despertando un gran interés por el
periodo de entreguerras, difundiendo un universo literario, un conocimiento de
la Literatura Rumana, cuya lengua periférica, bastante desconocida, impedía su
proyección al exterior. Sus traducciones consiguieron seducir a los editores
primero y a los lectores después.
“He hecho
mi trabajo de forma silenciosa, sin esperar otra recompensa que ver el libro en
la calle y leer las crónicas favorables publicadas en la prensa literaria
española. Entonces, cuando acariciaba el volumen todavía caliente, respiraba
aliviado con la satisfacción del deber cumplido.” (Nota Autobiográfica
en Vasos
Comunicantes, 5 de julio de 2021)
Pronto empezaron a premiar su trabajo
y hay en su haber una enorme cantidad de ellos (Ver en Ágora-Papeles
de Arte Gramático, Vol. 3. Anuario 2021. De Galdós a Max Blecher),
no solo por su dedicación a la difusión de la literatura rumana (recibió la
Orden del Mérito Cultural de la Presidencia Rumana en 2004) sino también por la
calidad lingüística de sus traducciones, la profundización en el estilo de cada
autor y el estudio del elemento mítico del espacio literario de Bucarest.
“El profesor Valentín García Yebra, en su
libro Teoría y práctica de la traducción, decía que la regla de oro para toda
traducción era decir todo lo que dice el original, no decir nada que no diga y
decirlo todo con la corrección y naturalidad que permita la lengua meta. Esa
regla me la apliqué yo desde el primer momento”. (Conversaciones con… Entrevista
realizada por Alba Diz Villanueva y Felix Nicolau a Joaquín
Garrigós, con motivo del Premio de Traducción Complutense 2019 recibido por el
traductor).
Joaquín Garrigós abordó todo tipo de
traducciones, unas más difíciles que otras: libros con numerosos registros
lingüísticos diferentes (El libro de los susurros de Varujan
Vosganian), otros con un lenguaje de germanía, barriobajero y malsonante (Muerte
de un bailarín de tango, de Stelian Tănase), muchos con un lenguaje
poético lleno de metáforas y símbolos de difícil traducción e incluso un
lenguaje arcaico, correspondiente a hablantes
de periodos temporales distantes de la actualidad e incluso expresiones de un
argot ya desaparecido. Evidentemente, todas las dificultades de traducción las
superó. Cincuenta y cinco libros traducidos, de veintitrés escritores rumanos.
Y no solo se entregó a la traducción de prosa, sino
también a creaciones poéticas (Max Blecher), con la dificultad que ello
conlleva, apoyó y colaboró en revistas literarias españolas (Empireuma, Ágora),
fue director
del Instituto Cervantes en Bucarest desde cuyo puesto difundió también la
literatura española. Desde todos estos frentes abrió puertas y ventanas a la
literatura rumana.
Mi más profunda admiración.
Encarnación García de León es autora del ensayo Aproximación a
la literatura rumana en prosa. Traducciones al español (Amazon Kdp,
2023). Doctora
en Literatura Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Desarrolló su
labor docente como Catedrática de Lengua Castellana y Literatura en la ciudad
de Albacete. Cofundadora de la revista Barcarola. Revista de creación
literaria (Junio 1979). Tiene publicados varios libros de ensayos,
colaboraciones en obras monográficas colectivas sobre escritores españoles, artículos
literarios en diversas revistas. Pertenece a la AIH, que recoge sus
comunicaciones en las Actas de sus Congresos.