UNA VIDA ATORMENTADA
Abdelá Taia
El Bastión de las Lágrimas
Traducción de Lydia Vázquez Jiménez
Cabaret Voltaire, 2025, pp. 208
Por ANNA ROSSELL
Abdelá Taia vuelve a la denuncia ofreciéndonos insufribles realidades noveladas. El autor marroquí es novelista, pero su ficción pone al descubierto historias de personajes reales. Experiencias de desgarramiento de cuerpo y de alma. Vidas tormentosas y atormentadas que condicionan la existencia de quien las sufre hasta los límites.
El Bastión de las Lágrimas pertenece sin duda a este tipo de escritura que, además de dar a conocer, pretende servir de liberación para quien escribe. Liberación en la medida de lo posible, porque los tormentos que relata no pueden liberar en modo alguno a quien las ha vivido en primera persona, todo queda en la intención y en el gesto.
Su personaje principal, Yusef, un chaval que cuando comienza la novela tiene dieciséis años y al final cuarenta, es un chico gay que vive en Hay Salam, un barrio de la ciudad marroquí de Salé, en la costa atlántica, en la orilla norte de la desembocadura del río Bu Regreg. Hijo de una família pobre, de nueve hermanos, su infancia, profundamente marcada por su diferencia de niño afeminado, transcurre entre juegos con amigos cercanos afectados por el desafecto y la amenaza de la discriminación, el apartamiento, la censura y las crueles violaciones a las que se ven sometidos por su condición por los hombres adultos, casados y con hijos, a veces hasta en grupo. La ciudad de Salé, de donde el protagonista no sale hasta su juventud avanzada para emigrar a París como evasión, se presenta como una sociedad cerrada, hipócrita y asfixiante, incapaz para la ternura y el acogimiento de la diferencia. La visión social que se nos presenta es la de un lugar en el que la tradición se mantiene férrea a toda costa, a pesar de que se pone en evidencia que lo no aceptado constituye, paradójicamente, quizás hasta una mayoría. Así desfilan personajes amigos del protagonista que, por su naturaleza, se ven abocados a una vida absolutamente condicionada. Escenas estremecedoras se desarrollan en algunos pasajes que, protagonizados por hombres adultos sobre un niño, dejan entrever que la pederastia y la homosexualidad son práctica común.
La narración se desarrolla en primera persona, muy a menudo en un diálogo rememorado entre el protagonista y sus admiradas hermanas: a veces una carta dirigida a una de ellas leída en voz alta, otras veces reproduciendo un sueño en el que se conversa con la persona soñada, otras en conversación entre Yusef y su amigo de la infancia muerto, Nayib. La técnica narrativa viene a ser a menudo un flujo de conciencia o un monólogo interior.
La novela en su conjunto se nos presenta como un anhelo constante de aceptación, de cariño y acogida de quien quiere manifestarse tal como es, la esencia auténtica del protagonista. Escrita desde la madurez, a los cuarenta años, cuando Yusef ha vendido por fin la parte que le correspondía en herencia de la casa de su madre, leemos la recapitulación de una vida como la rememoración de una época desde la infancia hasta la madurez, como con la intención de pasar página de una historia que se cierra y que poco puede cambiar ya. Sin embargo la evidencia persiste de que no puede pasarse página de tanta tribulación y desgarro. Queda sólo el reconocimiento de lo que ha sido y su aceptación como algo que no puede cambiarse ni perdonarse.
Si bien la tradición aparece a menudo como extremamente opresiva, algunos aspectos se nos presentan como deseables por positivos, ciertos rituales respetados: la relación con los ancestros, las conversaciones con los muertos como sanadores, los fuertes lazos familiares dignos de ser conservados, la ventana sagrada de la baraka a la que acuden las mujeres para sanar la tristeza de sus hijos pequeños... Más allá de estos, la importancia premonitoria de los sueños, la relevancia de los recuerdos del lugar donde se ha crecido a pesar de los sufrimientos allí vividos. En este sentido es significativo el capítulo nueve, en el que se relata la Batalla de Salé, en 1260, en la cual los cristianos castellanos invadieron y saquearon Salé, con ánimo de conquista y como venganza por la invasión árabe en 711, y capturaron a tres mil de sus habitantes para enviarlos a Sevilla y venderlos como esclavos. Este episodio se nos presenta desde un victimismo que, según la novela, se mantiene hasta la actualidad con deseo de resarcimiento permanente y hasta hoy en día, que no tiene en cuenta el correspondiente sufrimiento del precedente de la población española a manos de la conquista musulmana de la península ibérica en el año 711 y que duró ochocientos años.
Abdelá Taia (Salé, 1973), es escritor marroquí en lengua francesa. Cursó estudios de literatura en la Universidad Mohamed V de Rabat, se estableció en París en 1998, donde comenzó su carrera literaria. Ha publicado, entre otros textos, además de El Bastión de las Lágrimas, las novelas: Mi Marruecos (2009, premio Cálamo), Infieles (2012), El que es digno de ser amado (2019), La vida lenta (2020), Un país para morir (2021), Vivir a tu luz (2023), todas ellas bajo el sello Cabaret Voltaire, El Ejército de Salvación (2007), Una melancolía árabe (2009), El día del rey (2011), las tres últimas por la editorial Alberdania. El autor colabora habitualmente en la prensa internacional con artículos de opinión. En 2012 dirigió su primera película El Ejército de Salvación (2013).
Anna Rossell Ibern es poeta, filóloga alemana, crítica literaria y gestora cultural. Ha publicado últimamente, en poesía, Us deixo el meu llegat per si algun dia... Oratori en XVII cants (del que hay también una edición en español), editado por In-Verso.
https://ca.wikipedia.org/wiki/Anna_Rossell_Ibern
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