ÁGORA. ULTIMOS NUMEROS DISPONIBLES EN DIGITAL

martes, 14 de enero de 2025

"Carmen Conde en la luz de sus palabras", de Francisco Javier Diez de Revenga. Artículo de José Luis Martínez Valero. Bibliotheca Grammatica/ Ensayo. Novedades /Ágora N. 30. Nueva Col. Bibliotheca Grammatica

 


       CARMEN CONDE EN LA LUZ DE SUS PALABRAS

 

 

Carmen Conde en la luz de sus palabras

Francisco Javier Díez de Revenga

Real Academia Alfonso X El Sabio

Biblioteca de Bolsillo, 164, Murcia 2024

 

 

                                                                                                                                  Francisco Javier Díez de Revenga

 

                                                                                                                     

Francisco Javier Díez de Revenga titula este libro con un preciso endecasílabo. Se trata de una guía para el interesado, que permite el acceso a casi todo lo que ha pensado y escrito sobre la escritora Carmen Conde. El texto podría decirse que es paralelo a la autobiografía del propio lector, conocimiento de la autora, prólogos, artículos de prensa, antologías, lo que ha supuesto un conocimiento y una complicidad. Modo de hacer que ofrece la posibilidad de la alusión, como si se dijese: he aquí lo escrito por la autora, que cada uno encuentre su camino, elemento didáctico que Ortega considera fundamental.

En este texto su autor ha reunido los componentes esenciales con que configurar la imagen de la escritora, poeta, ensayista, narradora, dramaturga, investigadora, y, sin duda, amante del género epistolar, lugar donde coinciden la intimidad, el saber, la duda y su proceso, que abre un trato singular con la obra, ya que, de algún modo, el lector se convierte en corresponsal. 

 


 

En el estudio de Los poemas de Mar Menor, Díez de Revenga pasa de crítico a interlocutor: Añoramos aquel Mar Menor de los años sesenta del siglo pasado…, pues un texto no sólo es lo que leemos, sino que invita a rememorar, a enriquecer el conocimiento del objeto temático del poema, no se entienda que el crítico deja a un lado su seriedad y muestra el eco de esos poemas, los molinos de viento, el paraje tranquilo en septiembre, ya alejado de los veraneantes. Esta aproximación no impide el más estricto rigor.

Sus aguas lentas, planas, a menudo como espejos, mar rodeado de campos de secano, almendros, higueras y palmeras, un paisaje que recuerda a Gabriel Miró, que describe Carmen Conde y que, el investigador, ha conocido antes de que se produjese la transformación urbanística y agraria, el empobrecimiento del paisaje, la saturación, antes de que apareciesen en el horizonte las torres de La Manga. Carmen Conde nos habla de un mar cuyos pescadores son labradores, remite a un tiempo que es semejante al de las parábolas que hemos conocido desde niños, de ahí ese sabor salino que descubrimos en la luz.

Si consideramos que un autor nunca se conoce del todo. Mientras haya lectores, seguirán existiendo, me refiero a esas diferencias que convierten sus libros en sujetos que mantienen la tensión en que sucede la lectura. Relación que nunca es algo plano, perfectamente definido, de límites inamovibles, sino que, al contrario, siempre existe otra posibilidad. No tan sólo de ser leído, sino de ser descubierto. En el caso de Carmen Conde, la correspondencia ha actuado como intermediaria. De ahí la importancia que ha tenido en estos últimos años la aparición de sus Epistolarios, especialmente el de 1936-1978 entre Carmen Conde y Amanda Junquera, así como con María Cegarra

 


 

La existencia del Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver, recuerda su participación en los cursillos del 36 para maestros, ejemplo doloroso de la fractura que supuso la guerra y sus consecuencias, con largos años de silencio administrativo. Será reconocida, finalmente, en 1978.  

La solicitud de beca para sus estudios en Bélgica y Francia a la Junta para Ampliación de Estudios, con el listado de aquellos que pueden dar cuenta de su capacidad para que le sea concedida. También frustrada por aquella guerra. 

Palabras para contener un destierro” contextualizan un claro exilio interior entre 1939-1946.

A veces nos asomamos a una cueva, la luz penetra por algunas grietas y forma caprichosas filigranas. Si la cueva fuese el conjunto de estas obras de las que Díez de Revenga da cuenta, ¿cuál podría ser su tesoro? El ingenio, el equilibrio de los versos, el acierto de la descripción, el misterio de esa sombra que la palabra nos ha revelado.

Díez de Revenga ha compuesto un libro ameno que se lee como una autobiografía, de la que es cómplice.  Pleno de testimonios, con él asistimos a la formación de la escritora, a la sucesiva publicación de textos que van a conformar una obra extensa, diversa, que muestran su capacidad creativa, su dedicación constante, su preocupación por la libertad en periodos críticos. También su lado humano, triunfos y fracasos que nunca dañaron su integridad y su dedicación. Carmen Conde demostró en un tiempo difícil que era posible ser lo que se desea y, para ello eligió la palabra. Aquí permanece su luz.  

 

José Luis Martínez Valero

                                                                                                                                                         

José Luis Martínez Valero es catedrático emérito de Literatura. Poeta, narrador, ensayista. Entre sus últimos títulos se encuentran: Sintaxis, Otoño en Babel, y Antología del 27 en Murcia, publicados por la editorial La fea burguesía. Ha sido guionista en los documentales: Miguel Espinosa y Jorge Guillén en Murcia.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario