"Lucas". Ilust. J.L. Martínez Valero
JOSÉ DE ESPRONCEDA
1808-1842
EL DIABLO MUNDO
Escuchamos la voz del autor, descreído de toda regla. El poeta se esfuerza para que su obra no parezca “poesía”. Anuncia una literatura vanguardista que no aparecería hasta muchos años después. Hoy Espronceda quizá preferiría seguir siendo Adán, aunque se llame Espronceda.
¿Qué habría sido si esta obra se nos hubiese entregado completa? Los dos fragmentos agregan esa duda que acompaña a todo texto.
Por José Luis Martínez Valero, catedrático de Literatura, poeta y ensayista
Imaginemos que José de Espronceda, ahora a los treinta y dos años, cuando acaba de publicar su obra poética, 1840, con larga experiencia política, adscrito al liberalismo, escritor romántico, adolescente refugiado en Portugal, cuyo viaje por mar desde Gibraltar, cuenta en un estupendo reportaje cargado de tempestad y calma, sed, muerte y llegada con tan escaso caudal que, tras abonar las tres pesetas de su entrada, arroja al mar las dos que le quedan porque no es propio, que alguien entre en Lisboa, maravillosa ciudad, con esa miserable cantidad. Inicia el exilio, expatriado en Londres, donde sigue a Teresa, la musa del texto que está componiendo sobre este “Diablo Mundo”, última obra, dedicado a su amigo Antonio Ros de Olano. Paris, Bruselas, entrada en son de guerra con Chapalangarra,(1) derrotado y muerto en el empeño, quizá participa en las barricadas de París, aunque no será un diestro guerrillero, sí actuará como político. Fundador de la revista El Siglo, a quien la censura elimina los textos y sólo permite los títulos, que dará lugar al contundente artículo de su amigo Larra: “El siglo en blanco”.
¿El Diablo Mundo? ¿Por qué este título? Pensemos que se le ocurre poner: “Este Mundo”, y, basta “este” para orientar al lector, esto es, hace referencia al que tocamos, el lugar en que vivimos, no hay otro. Recordaría la décima de Jorge Guillén: “Beato sillón”, en que aparece aquello de: “el mundo está bien/ Hecho”, donde el encabalgamiento reduce su significado al puro hecho, no entra en otras consideraciones. Claro que Espronceda habla de El diablo mundo, se trata de una calificación que alude al mal, porque el diablo es su portador. Así que este mundo de Espronceda, sin duda, no es otro que aquel en que asistimos a lucha entre el bien y el mal. ¿Quién vence? Porque el diablo, que nunca descansa, está en perpetua lucha con el bien. ¿Podríamos entender que no hay bien sin mal? ¿O, es mal sin bien? La presencia del término diablo intensifica este combate, quizá revela el nombre del triunfador.
El hecho de que el texto quede interrumpido por su muerte, le agrega un carácter fragmentario definitivo que contribuye a aumentar el misterio de las relaciones humanas, la naturaleza y el fluir del tiempo, principal protagonista de esta narración poética, pues el viejo será el joven, personaje que representa las ideas, acciones, dudas de su autor. Ágil en su escritura, cada estrofa equivale a un fotograma, a veces, cada verso, Imágenes que ofrecen distintos planos.
Los cantos tienen algo de guion cinematográfico. La entrada del concejal y dueño del inmueble en el que vive para reclamar la renta atrasada, la humilde habitación del viejo, presenta un aire surrealista: el viejo de la noche se ha levantado joven, desnudo, y se sorprende de la presencia de su huésped, le acaricia, salta, grita, lo abraza, todo para mostrar la inocencia, la ingenuidad del recién ¿nacido? Poco después, la persecución por la calle de Alcalá a ese salvaje, loco, que, tras hacer cierta gracia a los paseantes, será acosado como un vulgar delincuente, le arrojan piedras y barro, recuerda escena de Chaplin seguido por la multitud. La escena de la condesa con los asaltantes, y la lucha de Adán en su defensa, posee los ingredientes de un clásico del Oeste. En la taberna, el cura con la guitarra bebiendo, rodeado de majos y manolas, presenta una atmósfera costumbrista y al mismo tiempo surrealista. Se trata de efectos visuales, no cuadros estáticos. Estamos en presencia de pequeños cortos, en blanco y negro, que una vez unidos constituyen la obra. Esta capacidad para visualizar los espacios, podríamos, sin duda, relacionarla con su labor teatral.
¿Qué se propone con esta obra? Dar cuenta de un amor que reúne todos los elementos románticos. Romper con el orden establecido, el triunfo del sentimiento sobre el interés. El viejo transformado en joven, perdida la memoria, ha de aprender todo de nuevo, tiene ocasión de renovarse, lo hace comparable al “buen salvaje”, un mito romántico sobre el contraste entre la inocencia y la ley, costumbre o moral.
En la revista El Siglo, núm. 2, 24 de enero 1934, publica un artículo que titula “Poesía”, en él promulga la libertad, se abre a un mundo nuevo, revela su inquietud, el díscolo empeño en ser diferente, en reconocer que el tiempo contribuye al cambio, la obra de arte y su composición no es algo inamovible, sino cambiante, sometida al tiempo. Todo pueda ser expuesto como si se tratase de un recién aparecido, lograr que el lector descubra en el texto otra realidad:
…¿quién será el sandio preceptista que se atreva a fijar límites al genio venidero? ¿Quién el que se aventure a asegurar que no nacerá un poeta que logre interesar y conmover por otros medios no conocidos, y de cuyas obras desentrañen, a su vez, nuevas reglas futuros preceptistas? ¿Quién osará grabar el non plus ultra en el mundo moral, cuando un hombre solo bastó a borrarlo del mundo físico?
En el número 12 de la misma revista, 28 febrero 1934, presenta un artículo: “Influencia del Gobierno sobre la Poesía”, trata sobre la relación de la autoridad política con la creación, termina con estas palabras:
La independencia es mejor musa que la protección.
José de Espronceda. Retratado por Antonio Esquivel.
¿Espronceda, especie de Quijote? Es tan tópica esta posibilidad que hasta podría ser oportuna, un adolescente y desnudo, sin otra ley caballeresca que la aprendida entre rejas. Este joven que resulta del viejo, y su pérdida de memoria. Al recibir el nombre de Adán, se convierte en el primer hombre, su moral no obedece a código ciudadano alguno, sino que, tiene por mentor a Lucas, decano de los presos, padre de Salada, un ladrón. La cárcel será la escuela en la que aprende a hablar. Adán, cuando sale, expuesto a un mundo que desconoce, se siente excluido de la clase social superior, no entiende esas diferencias, aspira a poseer riquezas, sueña con ello. Su educación, la realidad, el desconocimiento de las reglas que condicionan esta sociedad, le llevan al fracaso. Optará por la emigración, como única posibilidad.
Comienza la obra con una “Introducción” que presenta a un coro de demonios, al poeta y varias voces. La poesía está destinada a tener un alcance universal
Soy ese espíritu insomne
Que te excita y te levanta
De tu nada a otras regiones,
Con pensamientos de ángel,
Con mezquindades de hombre.
Asistimos a la comparecencia de los elementos que componen el Universo. Montañas, ríos, llanuras, tempestades, mar forman un conjunto donde el hombre habita, sometido a ellas. Especie de juguete a merced de las olas.
En el Canto primero se presenta el poeta, su mesa de trabajo, fuente de inspiración:
Sobre una mesa de pintado pino
Melancólica luz lanza un quinqué,
Y un cuarto ni lujoso ni mezquino
A su reflejo pálido se ve.
Define su trabajo:
Terco escribo, en mi loco desvarío
Sin ton ni son y para gusto mío
Donde destaca su empeño por conseguir que el yo se exprese, objetivo en el que se reafirma:
Perdón, lector, mi pensamiento errante
Flota en medio de la turbia tempestad
De locas reprensible digresiones-,
¡Siempre juguete fui de mis pasiones!
Atento a la originalidad:
Siento no sea nuevo lo que digo
Que el tema es viejo y la palabra rancia;
Y es trillado sendero el que ahora sigo…
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Palabras nuevas pronunciar mi labio
Renovado sentir mi pensamiento.
Ansío, y girando en dulce desvarío
Ver nuevo siempre el mundo en torno mío
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Nada menos te ofrezco que un poema
Con lances raros y revuelto asunto,
Destaca un componente, la ironía, el libro se edita en fascículos, tal como las novelas por entregas, leemos en el final de este canto:
Caro lector, al otro canto espera,
El cual sin falta seguirá: se entiende
Si este gusta y la edición se vende.
El segundo, “Canto a Teresa”, es la presentación de la Eva, algo así como si la primera mujer, fuese la mujer amada. Toda ella delicada, ofrece mil tesoros sensuales que atraen al hombre, aunque subyace la expulsión del Paraíso, la curiosidad malsana, pervierte la relación. No hay una presentación objetiva, por el contrario, como corresponde a la época, predomina el punto de vista masculino. Se ha dicho que este Canto a Teresa, tienen valor en sí, y podría o no pertenecer al texto. Es un poema terso, luminoso, espléndido, anticipa a un Rubén Darío, padre y maestro mágico.
"Adán". Ilustr. José L. Martínez Valero
La vida marginal de Adán, tanto en la cárcel, como en su relación con Salada, son ajenas a la ley. Nos presenta la posibilidad de un hombre libre de todo compromiso social, de ahí que pueda ser clasificado como el buen salvaje. Aprecia el alejamiento de toda convención.
Cuando Adán y Eva se descubren desnudos, sienten pudor y se cubren. Comienza en ese momento la vida social que procede a ocultar ciertas partes, empieza la hipocresía. El salvaje es estimado como inocente, ajeno a este juego, compromiso social:
Vagaba en tanto por la estancia en cueros
Sin respeto al pudor, como un salvaje.
La vida urbana, que aleja de la naturaleza. La existencia de la calle, aquí la de Alcalá que atravesará desnudo, lanzando gritos y sin respeto alguno por las normas, tras el primer asombro, aquella multitud rechaza esta anomalía y arrojan piedras, barro, convierten al inocente salvaje en un proscrito. Los guardianes del orden, como ocurre en toda sociedad civilizada, lo apresan y trasladan a la cárcel. La rotunda novedad desaparece. Se ha restablecido la rutina. Lo visible se ha convertido en invisible.
Entre tanto, tras ser educado por Lucas, que conoce todas las cárceles, convertido en un majo, joven fuerte, ágil, jugador, diestro en la pelea, capaz de enfrentarse a sus enemigos. Respetado en ese mundo donde lo ha aprendido todo, por fin pese a la lentitud tradicional de la justicia española:
Situación en las cárceles no extraña
Gracias al medio de enjuiciar de España.
"Salada". Ilustr. José L. Martínez Valero
Acaba en la calle y sucede el encuentro con Salada, su enamorada. Adán tendrá que aprender muchas cosas. Siente atracción por las clases superiores, piensa que representan un mundo superior, no ya por todo aquello que puede ser comprado, sino por su capacidad para gozar de algo que en un ambiente marginal nunca podrá alcanzar.
La presencia del cura, modelo negativo, que reúne todos los defectos propios de un perdulario, asesino, rijoso. Adán, ajeno al mundo tabernario, se siente desplazado, desearía otra cosa:
No sé, siento
Una ansiedad, un tormento
¿Se trata sólo de mostrar las diferencias de clase? ¿En qué se basan? ¿Por qué esas diferencias? Adán es consciente de su posición, sin embargo, al descubrir a los otros, sus carruajes y caballos, frente a quienes van a pie, se plantea el porqué. Si proceden del mismo origen, de la misma carne y huesos, ¿hay un componente político? Por supuesto, está solicitando una igualdad, opuesta a la sociedad en la que vive. ¿Qué le atrae a Adán? El oropel, el brillo de la riqueza, lo exterior. No se refiere a formación, conocimiento, sino sólo poder adquisitivo:
Salada
¡Juntos! ¡Juntos todos! ¡Oh!, sí marchemos
Rompamos del destino las cadenas;
El mundo no es Madrid, juntos volemos
A otras gentes hallar y otras escenas.
Propone la expatriación, como posibilidad de resolver esa diferencia que le angustia. Para Salada hay otro futuro, pero no está aquí. Este es un viejo país donde todo está quieto, comparable a un pantano o ciénaga.
Se prepara el robo, organizado por el cura, con la connivencia de uno de los criados. En el diálogo aparece esta frase, la dice el Tercero:
¿Y habrá fango?
Responde el cura:
Hasta los codos
Es la condesa de Alcira
Viuda con muchos millones.
Luego, Adán, sin reparar en la presencia de Salada, contraria a este robo, dice:
Vamos pronto, vean mis ojos,
Cuando vio mi fantasía;
Toquen mis manos en fin
Los sueños de mi codicia.
En el canto VI, El retrato de la condesa dormida es sensual, abunda como en un sueño oriental la pedrería, anuncia textos modernistas. Reflexión sobre el paso del tiempo. La pérdida de la juventud.
Entre tanto, mientras todos roban, Adán contempla los cuadros, las esculturas, las obras de arte. Poco después, cuando al Condesa aparece, contempla la belleza:
Miraba, Adán, miraba la hermosura
De la gentil y dolorida dama;
Miraba luego a la cuadrilla impura
Que su belleza con su aliento infama.
Ilusionado, pone su empeño en el conocimiento, entiende que es necesario robar para conseguir situarse a su misma altura. Sin embargo, la crueldad con que tratan a la condesa sus colegas, alienta la bondad del buen salvaje que se rebela contra estos desalmados.
Comienza el enfrentamiento contra los que han sido sus cómplices. Finalmente acude la policía y huyen. En esta huida llega a una calle donde oye jarana, y junto a ella tras una ventana la chica muerta. Contraste, la madre recoge el dinero que le dan los clientes del prostíbulo, sus gestos aumentan la corrupción.
La muerte se presenta a Adán como algo desconocido, se refiere a la muerte de un inocente, no a la que resulta de peleas en la cárcel o en el palacio de la Condesa. ¿Se puede resucitar? ¿Invertir el orden establecido? Ingenuo, con dinero no se puede evitar. El tiempo no se compra. El tiempo de la vida es el destino. Finalmente, Adán y la vieja pasan a un segundo plano, quien importa, ahora, es el autor:
Mas juro, vive Dios, que estoy cansado
Ya de seguir un pensamiento atado
Y referir mi historia seguida,
Sin darme a mis queridas digresiones;
Y sabias reflexiones…
Sigue:
¡Oh, cómo cansa el orden! No hay locura
Igual a la del lógico severo;
Y aquí renegar quiero
De la literatura
Y de aquellos que buscan proporciones,
En la humana figura
Y miden a compás sus perfecciones.
Escuchamos la voz del autor, descreído de toda regla, decide intervenir para dar a la historia, la literatura, su exacta dimensión. Los hechos y su narración siempre serán diferentes. Esta intervención contribuye a un descreimiento que parece contradecir al romanticismo. Convirtiendo el texto y la emoción que produce en algo que puede ser controlado. Por otra parte, hay que romper esas unidades que han sido mandamientos. El poeta se esfuerza para que su obra no parezca “poesía”. No se trata de luchar contra Narciso, quizá porque se descubre un Narciso venido a menos. Anuncia una literatura vanguardista que no aparecería hasta muchos años después. Hoy Espronceda quizá preferiría seguir siendo Adán, aunque se llame Espronceda.
¿Qué habría sido si esta obra se nos hubiese entregado completa? Los dos fragmentos agregan esa duda que acompaña a todo texto. Pues para muchos nunca se termina, y siempre existe una variante. Otra perspectiva, completar lo aludido. Claro que, toda obra termina también en su lector.
Las ilustraciones del texto son del propio autor del ensayo, José Luis Martínez Valero, y corresponden a tres personajes principales de El diablo mundo, de Espronceda: “Lucas, el decano de los presos. Salada su hija, y Adán, el hombre nuevo”.
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