ÁGORA. ULTIMOS NUMEROS DISPONIBLES EN DIGITAL

miércoles, 20 de julio de 2022

"Lorca-Babel-Murcia". Comentario de "Otoño en Babel", libro de José Luis Martínez Valero. Por Fulgencio Martínez /Ágora digital /Bibliotheca Grammatica/ julio 2022

 


                                          LORCA-BABEL-MURCIA

                                                          

                      Comentario de Fulgencio Martínez del libro Otoño en Babel

 

  Otoño en Babel: La editorial murciana La fea burguesía ha publicado en junio 2022 este nuevo libro de José Luis Martínez Valero (Águilas, 1941). Cada escritor (hablo de los que tienen una singularidad propia y no escriben para el mercado) se forja un ente de ficción que es el lector, su lector o receptor. Tan propio como extraño al escritor, tan necesario como susceptible de ser moldeado por este;  en fin, tan diverso y tan familiar (con un aire de familia con la escritura y el mundo del autor como si fuera uno más de los poemas, fábulas o personajes de este). Es, así, el lector una herramienta, un juez y un testigo, pero, ante todo -y casi lo que importa más a la postre para el hecho creativo-,  es un tú dialogante con el escritor. Una vez construido el “lector”, la obra se puede poner en marcha: incluso aunque lo material falte aún, y tarden en llegar el libro material, editado y publicado, y el lector material, de carne y hueso.

Hay autores (como es el caso de Martínez Valero) que crean en cada libro un nuevo tipo de lector propio. En los libros de poemas que este autor publicó desde los años 80 del siglo XX hasta el fin de la segunda década de este siglo XXI -valgan estos ejemplos: Poesía (1982), La puerta falsa (2002), La espalda del fotógrafo (2003), Plaza de Belluga (2009), Puerto de sombra (2017)- se adivinaba un lector reflexivo, refinado, conocedor de esa parte de la poesía del 27 que rescataba en el poema la esencia de una vivencia. El lector, sobre esa base, apreciaba la incorporación paulatina, en la obra poética de José Luis Martínez Valero, de lo anecdótico (siempre presentado como elemento minimalista sobre el que girar la reflexión poética y filosófica, y en los últimos libros, y en algunos poemas de los primeros, incluso, social). El lector asumía, también, esa especie de distanciamiento que se da en la voz lírica, o mejor, el juego entre distanciamiento y acercamiento, pudor, en algún momento, entre el poeta y el tema y entre el lector y su creador. Como si admitiera el lector el pacto con el autor de que tras esa ironía suave había una voz muy humana y sincera. ¿Comprometida?  El tiempo ganado o perdido en leer me ha enseñado qué fútiles son los poetas y los poemas que previamente se declaran comprometidos: son estos poemas los que no dejan que el lector propio respire, le dan un clisé previo y un pin, y a otra cosa.

Sabedor de eso, los poemas de Martínez Valero invitando a la reflexión o simplemente narrando de forma minimalista una anécdota vívida, estaban llenos de compromiso y verdad, y por tanto perviven. Lo podéis comprobar en la selección antológica que incluye Luis Bagué en Composición de lugar (2016), antología publicada también en La fea burguesía, en su primer número de la colección de Poesía.

De esos poemas quiero ahora recordar el titulado “La estrella de David”, que pertenece al libro Plaza de Belluga. Allí se alude a “cierto miedo de ser señalado” como si uno llevara al descubierto esa estrella de David que marca al distinto, que marcaba al hebreo del gueto, y que, en otro contexto, como puede ser en “el tiempo de silencio” en los años en que se formó el poeta, fuera una conciencia crítica, que no podía sino estar visible al inquisidor. El miedo, pues, interiorizado, del que está libre y vigilado, es exorcizado al fin en el poema, cuya escritura libera al poeta y libera al mismo tiempo al lector. Ahí se cifra un mensaje comprometido y perfectamente codificable y descodificable en cualquier otra situación y en cualquier tiempo.

 

                                                                                              José L. Martínez Valero

 

José Luis Martínez Valero escribió y publicó, en 2015 y 2019, respectivamente, dos libros en prosa, que son antecedentes meritorios del que nos ocupa.

Daniel en Auderghem es una deliciosa obrita sobre la infancia, donde el poeta sitúa la inteligencia y la creatividad de las que a menudo carecemos los adultos. Inspirada en la actividad de sus nietos, la narración traslada un marco de actitudes favorables al desarrollo de la espontaneidad y la inteligencia infantil. Por encima de todo, es un “poema pedagógico”.

Lo que ocurre es que el autor tiene la gran habilidad, como pasa con los buenos autores, de hacer que casi olvidemos que se trata de literatura, de muy buena literatura.

Así también, en los siguientes libros. El lector ha de ir preparado ya a la ilusión óptica. Está ante literatura solamente, pero en Sintaxis (libro que es inmediato antecedente de Otoño en Babel) hay páginas de ensayo, de memorias, de poemas, incluso de crónica urbana y artística.

 

Otoño en Babel lleva a su madurez esta literatura de diseminación del autor a través de los géneros y del lector a través de los espejos que la prosa de José Luis Martínez le tiende. Una prosa doblemente cargada de lirismo y de evocación de hechos vividos y presentados ante la interpretación del vivir propio. Con la habilidad discursiva de no ocultar ese “ante”, esa línea frágil que separa los hechos y la recepción en tiempo real y en la interpretación consciente de la escritura. De modo que el libro es literatura, sí, pero es algo más. Es un libro de memorias, de evocación e historia de un tiempo determinado (este país, a finales de los años 50 y principios de los 60 del siglo XX), pero es algo más. Para ser solo libro de memorias al uso, le sobraría ese espacio frágil, esa pared, hiato o hueco, tal vez pantalla cinematográfica, donde el escritor proyecta un tiempo y nos invita a mirar a la vez que él mira e interpreta, y tal vez saca conclusiones semejantes pero nunca mecánicamente idénticas a las de su lector.

Tres o cuatro momentos “estelares” destacan en la sucesión de diálogos e historias vividas que encierra Otoño en Babel. (Anticipo, desde ahora, que el libro en cuestión, como los otros dos mencionados recientemente, podrían ser llamados “diálogos”, ya que se argumentan posiciones, se hacen preguntas y se dan respuestas y se mantiene abierto el asunto).

La primera secuencia: Lorca, finales de los años 50. El poeta Eliodoro Puche, antiguo poeta modernista y ultraísta, socialista radical en los años de la II República, que después de la guerra padeció cárcel en su pueblo, y a partir del 45 vivió en libertad vigilada, casi como un recluso en su casa, recibe la visita de un par de muchachos, a los que presta algunos libros de poesía. Los dos adolescentes, el narrador y su amigo, serán pronto “señalados” por causa de esas visitas y lecturas. (La narración se sitúa en alguno de los últimos años de la década de 1950, 1956, 57 o 58, todavía anteriores a la "rehabilitación" del poeta lorquino. El narrador, identificado con el autor, nacido como el autor en 1941, es adolescente).

                                                                                           Eliodoro Puche (joven)
 

Otoño es la palabra predilecta en los poemas decadentistas, hermosos, de Eliodoro Puche, y un homenaje implícito al poeta encarcelado y silenciado hay en el libro de Martínez Valero. Babel hace referencia a la playa de Alicante, en Benalúa, antiguo puerto o puerta (Bab-el, en árabe) de entrada marítima a la ciudad levantina. Allí, a Alicante, se trasladan la familia del narrador y este, joven que vive sin mucha conciencia el motivo de exilio, como no podía de otra manera. Solo con el contraste en lo revivido por la escritura, salta esa causalidad, como una chispa, que ilumina un lugar de la memoria del autor y de la circunstancia de época narrada. El autor no desfigura la narración psicológica con retazos de crónica trazada a posteriori. Las ausencias en el texto, los silencios, lo no nombrado, como, por ejemplo, la muerte de Eliodoro Puche, en 1964, refuerzan la verdad del relato lírico. Como en la novela de Baroja los personajes aparecen y desaparecen según estén en el foco psicológico de los intereses del narrador y de la acción. Como la vida misma. Al fin, creo que uno de los grandes méritos del libro es el de recuperar sin mixtificaciones la figura del poeta Eliodoro Puche, quien sufrió, sobre la represión y la cárcel, un infame retrato del periodista César González Ruano que le dedicó al poeta de Lorca en 1946 (“Antología”) unas “afirmaciones sensacionalistas y de mal gusto” (en palabras de Francisco Javier de Revenga, en Eliodoro Puche. Historia y crítica de un poeta”, 1980). Lo que es el drama humano: el poeta fue revalorizado a finales de los 50 por un artículo del mismo crítico que antes le hubiera humillado. (A raíz de una visita de Ruano a Lorca y a casa de Puche en junio del 59, que tendrá eco local). Como en toda dictadura (en la de Franco como en la comunista de la época, que se reforzaba en Hungría y pronto amenazaría Praga), formaba parte de la condena de alguien su muerte cívica, la destrucción de su prestigio y honor, así como su paternal reconocimiento si el verdugo se sentía finalmente “generoso” y el “muerto” suficientemente humillado y “reeducado”. Parece que Eliodoro Puche llevó con mucha dignidad, para vergüenza de los plumíferos del Régimen, ambos extremos: la deshonra pública y la reposición pública, igual que el olvido y la fama. Supongo que hoy sería igual su actitud.

Babel y por extensión Alicante es la cara luminosa, sensual, juvenil, de un tiempo de tranvías a la playa, de amistad de chicas y de chicos, de soledad y lecturas de literatura de vanguardia (novela francesa, latinoamericana, etc) frente a la ciudad de la torre, Murcia, anclada en la atmósfera eclesiástica, aunque en su Universidad el narrador, además de estudiar Lengua y Literatura, reforzará su vocación literaria y reemprenderá su dedicación a la escritura, iniciada en aquellos años de su adolescencia tan marcados por la sombra de una guerra y de la censura impuesta por los “vencedores”.

Alicante es, en esos primeros años de los 60, el encuentro del narrador con las realidades sociales e históricas: con unos españoles que volvían de Argelia, tras la descolonización de este país, los llamados pieds noirs.

La última escena que este lector destaca es, desde luego, la que puede dar el sentido del libro: el poeta, aburrido y enamorado platónico, aburrido en la ciudad dinámica y joven, decide anticipar su vuelta a Murcia, deseoso de que el azar le depare el encuentro con la chica que ama.

Águilas-Lorca-Babel-Murcia, con una escala en Alemania, cerca de Düselldorf, y unos años determinados, centrales en la centuria del siglo XX,  representan un trayecto al que el autor del libro nos invita a subir y que nos deja la libertad de que juzguemos, comparemos y llevemos en la memoria, sin temor a que un revisor uniformado nos detenga por viajar siendo menores de edad y nos mande con la pareja de la Guardia Civil o con dos pedagogos de guardia a estudiar la memoria oficial manu Boletín del Estado.

Ese trayecto configura algo así como una línea temporal, un tiempo narrativo en el libro, que se lee como una novela con el interés creciente de los sucesos narrados. Pero, también configura, dicho trayecto, una línea emotiva, de trasmisión cultural, intrahistórica profunda (la intrahistoria es también aquello que las generaciones reciben de sus maestros jóvenes y conservan como una virtud y un tesoro de agradecimientos). Las actitudes nuevas ante el mundo, la apertura al amplio y diverso desafío de la cultura, el hambre de conocimientos y experiencias fue un legado de la generación de José Luis Martínez Valero, el autor de Otoño en Babel. Él y otros profesores y escritores jóvenes, en los 70 y 80, iniciaron una alegre “revolución” y nos abrieron camino, a los nacidos en los 60 y 70, más allá del acartonado academicismo, de la repetición de los apuntes, y del pacato círculo de la retórica de un N0-DO, autocomplaciente y provinciano, que era el texto a aprender y a repetir sin un mínimo desvío en las Universidades, en los colegios, en los cines y en cualquier otra institución ocupada en aquel tiempo por el totalitarismo typical spanish.

  

Fulgencio Martínez

20-7-2022 

 

  REVISTA ÁGORA DIGITAL/ Bibliotheca Grammatica/ Julio 2022

lunes, 18 de julio de 2022

NOTICIAS SOBRE LA POESÍA DE ANTONIO RAMÍREZ CÓRDOVA/ Por Fulgencio Martínez/ Revista Ágora digital /Avance Ágora-Papeles de Arte Gramático. N. 12/ Bibliotheca Grammatica

                                                            Antonio Ramírez Córdova
  

NOTICIAS SOBRE LA POESÍA DE ANTONIO RAMÍREZ CÓRDOVA


 Dos libros del poeta puertorriqueño Antonio Ramírez Córdova nos han mostrado, si cabe con más esplendor y naturalidad, el buen momento de la poesía en español escrita en Puerto Rico. Más allá de las sombras (ediciones Tablado,  2022) es el poemario más reciente publicado de Antonio Ramírez Córdova. Sobre el reloj del tiempo (Homenaje al poeta universal Miguel Hernández en su centenario) (Mariana Editores, 2010) vuelve a estar de actualidad en 2022 por tratarse de un testimonio sincero y amoroso de la admiración hacia la poesía y hacia la persona del genio poético oriolano. 

Este segundo libro de Antonio Ramírez Córdova que comentamos se acompaña de dibujos, en portada e interior, de Brenda Rossy, es una hermosa edición, que corrobora el gusto por así decir juanramoniano de su autor: elegante, sencillo, lo que no quiere decir no elaborado sino despojado de oropel, como la palabra esencial y sentida de Ramírez Córdova.

Treinta y cuatro pequeñas estancias-poemas, presentados en numeración romana, completan la evocación y el homenaje a uno de los poetas más importantes del siglo XX en la lírica española y americana, como fue Miguel Hernández. Destaca el número de excelentes décimas dedicadas a glosar la vida, la muerte, el amor y el significado de la obra del poeta homenajeado.

De la poesía de Miguel Hernández Antonio Ramírez Córdova ha destilado, en su libro Sobre el reloj del tiempo, la última parte de la obra miguelhernandiana, Cancionero y romancero de ausencias, poemas dotados de la eficaz concisión y concentración emotiva que tienen el romance y la canción popular, y de la que ya Miguel Hernández diera muestras en algunas canciones (la primera y la última, por ejemplo) de su último libro publicado en vida del autor: El hombre acecha. (Ejemplares de este libro quedaron abandonados en un taller de imprenta de Alicante sin que el ejército republicano los custodiara y los salvara, y estuvieron al borde de desaparecer en su integridad durante la férrea barbarie franquista. Hasta tal punto la cultura solo cuenta como propaganda para los dirigentes, dígase lo que se diga: cuando no tiene utilidad, ningún bando se toma la molestia de luchar por ella por sí misma).

En el título del libro de Ramírez Córdova hay una alusión a la obsesión hernandiana por el paso destructivo del tiempo, expresada en El rayo que no cesa principalmente. La inquietud por el misterioso fluir del tiempo está también presente en la extensa obra del poeta puertorriqueño, a veces de manera insinuada y entreverada bajo lúcidas metáforas; así en Más allá de las sombras, lo detectaremos con ejemplos textuales.

Volviendo al homenaje poético a Miguel Hernández: Ramírez Córdova nos recuerda, desde el primer poema, al "poeta / partido / en mil pedazos / de angustia". "En tu / alma / la / agonía de un siglo// El corazón/ de / un coloso". (III). Recuerda algún magnífico destello de los sonetos amorosos de El rayo que no cesa, la blancura más bailable: "En el pie/ de tu dama /la blancura / más bailable.// Estrella sobre todo / de tu noche" (VII)

La voz de Ramírez Córdova se hace casi silencio y emoción entrecortada, como indican los versos de arte menor que se suceden con un ritmo de hojas que caen lentamente en otoño.

Especialmente significativo, por su belleza y por reunir además un conjunto de motivos hernandianos que casi todos los lectores conocen, este poema  XXXI:

                        Clara verdad

                        tu voz

                        en la voz,

                        de una madre

                        con la frente

                        aciaga.


                        En su regazo,

                        las extensiones

                        de una nana

                        con olor

                        a cebolla

                        y

                        en el lugar

                        de la hora,

                        la determinación

                        de un rayo

                        invisible.

 

En 2010, en aquel primer centenario del nacimiento de Miguel Hernández, libros como este, escrito y producido en Puerto Rico, impreso en Colombia, es uno de los más puros homenajes al poeta universal que fue y es el autor de Vientos del pueblo y los Poemas últimos. La palabra trasciende las maniqueas ideologías y sigue dando una alta lección de verdad, de pureza, de vitalidad, contra toda negrura, odio, y resentimiento.

Se hace díficil escoger una sola de las décimas que contienen el libro. El arte de Ramírez Cordova traza la composición barroca con maestría de vuelo rítmico, sin alardes cultistas ni artificiosa gramática, va al asunto que quiere comunicar. Cada una de sus décimas apunta un ángulo de la verdad del poeta y nos lo presenta con naturalidad en un humano espejo. 

Como botón de muestra, al fin, selecciono esta: 

                        Tu voz se la diste al viento,

                        con penumbras de pesares,

                        entre airosos limonares,

                        donde te dolió el aliento.

                        Y también tuvo tu acento,

                        tus campesinas presencias,

                        que alentaron tus querencias

                        en los sueños de tu vida,

                        convertida en larga herida,

                        por tus duras experiencias.

 

Más allá de las sombras (ediciones Tablado, 2022) está compuesto de 43 poemas breves. Algunos de ellos tan sutiles y concisos como haikus, tal el último: "Ella deslumbra / sobre la larga sombra / de su existencia". Envuelve al libro un sentimiento de elegía (la existencia y la belleza son vistas a través de la metáfora, cuando no realidad, de una celda o cárcel), pero no está exento el poemario de celebración, del canto a la dignidad, palabra clave y recurrente en el libro; también de la evocación gozosa de la vida y de la naturaleza inmarcesible, virgen, fuera del círculo de opresión. Nos gusta en especial este otro haiku: "Cada mañana se eleva / en dignidad/ cual sol naciente".

Hemos hecho notar anteriormente la sutil presencia de la mirada inquieta sobre el tiempo.

                        Pasan los días para siempre,

                        y ella

                        a la deriva.

                        Oye la fuerte voz del trueno,

                        pero siente en la noche

                        que la ilumina,

                        el resplandor de un relámpago.

                                                     (poema XXI)


    Dos haikús, levísimos e indómitos:

                        Viva presencia

                        en el fugaz presente

                        de esa prisión.

 

                         La prisionera,

                        con insólito aplomo

                        levanta el puño.


                       

 Antonio Ramírez Córdova, además de los libros referidos, Más allá de las sombras (que fue premio Internacional de Poesía Vicente Rodríguez Nietzche 2019) y Sobre el reloj del tiempo (Homenaje al poeta universal Miguel Hernández en su centenario) ha publicado libros como Humo y viento (1962, publicado en España, en Barcelona), Si la violeta cayera de tus manos (1984) Decimario para cantarle al amor (1998), Un caballo violeta para el sueño (2000), Renovada penumbra (2002), Indeclinable asombro (2011), Al pie del sigilo (2014), Dichos de Antón (2019). Es también dramaturgo, narrador, ensayista. Nació en Bayamón (Puerto Rico) en 1941. Catedrático de la Universidad de Puerto Rico, donde enseña Literatura, está considerado como uno de los poetas en lengua española más relevantes, tanto por su trayectoria como por su vitalidad literaria e intelectual, que manifiestan sus nuevos textos publicados y los inéditos.  

No olviden leer a este poeta que nos trae el verbo castellano, español, claro y como recién nacido, desde la hermosa isla de Puerto Rico, joya de nuestro idioma común. 

Hemos avanzado, en este blog, cinco poemas inéditos de Antonio Ramírez Córdova, que aparecerán en la revista n. 12 en octubre 2022. Los podéis leer en este enlace:

  https://diariopoliticoyliterario.blogspot.com/2022/06/5-poemas-de-antonio-ramirez-cordova.html 

 

FULGENCIO MARTÍNEZ

editor y director de Ágora 

 

Revista ÁGORA DIGITAL / JULIO 2022/ BIBLIOTHECA GRAMMATICA 

domingo, 17 de julio de 2022

La gandula. Diario político y literario de F. M /Julio 2022/ ÁGORA DIGITAL

 gandula de llengos | Muebles

      LA GANDULA

 

 Leyendo hace poco un artículo periodístico de Rosa Belmonte, que trataba sobre la pereza, me vino a la mente la palabra gandula, y enseguida asocié esta con un mueble que teníamos en casa (me refiero a la de mis padres en la huerta de Murcia). Le llamábamos, con trato familiar, la gandula, y era un trasto un poco pesadote pero cómodo y diseñado para echar el cuerpo y reposarlo, sobre todo en la hora de la siesta, en el largo torpor del estío; o, recuerdo ahora, en cualquier otra época del año, principalmente en las veladas era el puesto ideal para ver y a lo mejor solo oír la televisión, entre cabezada y cabezada.

Aquel viejo mueble  -no tan flexible como la hermosa mercedora forrada en cuero rojo que teníamos también- venía heredado de mis abuelos paternos. Pero la gandula era más práctica y socorrida que aquella otra reliquia mecedoril que casi siempre se erguía de adorno en el salón comedor como esperando a hacer el cumplido de ofrecer asiento a un huésped o invitado. 

La gandula, a fin de cuentas, era la más polvorilla e inquieta de todo aquel ajuar familiar, al que pertenecían no solo ella y la señoril mecedora, sino también la cama, el zafero, el arcón y las sillas y otros muebles domésticos de honesta artesanía.

"Trae la gandula, hija", "sácala, hijo, al porche", "tráela a la puerta del patio", "llévala a la sombra de la cuadra", o (incluso) "súbela a la terraza que hace allí buen fresco". La gandula aguantaba todo, desde sus maderas gruesas y su lona sufrida, y no protestaba de esas trashumancias. Se aprestaba a andar allí donde alguien de la casa quería oír la tele, a la fresca del patio, o donde madre lo ordenaba para recibir a las visitas y ofrecerles mullido asiento;  o donde quería padre echarse a dormir, las noches calurosas, al raso, en la terraza. Aunque, con el tiempo, y buscando todos avío de comodidad, aquel mueble fue desplazado poco a poco. Padre se avió un pequeño colchón. Madre, hermana y abuela, la que vivía con nosotros, se acostumbraron a las nuevas silletas plegables, fáciles de mover y que, cerradas, apenas ocupaban sitio: enseres más prácticos que aquel mazacote de gandula de secano que uno buscaba para descansar un ratico y le invitaba a quedarse dormido varias horas; mobiliario sin el aquel de la gracia de un mediano artista pero que anunciaba excursiones a la playa algún domingo; invasora novedad que arrinconó para siempre a la gandula. 

¿Para siempre?

Después de uncir el nombre con la cosa y esta con mi memoria, me viene todavía el rostro de mi madre, y el movimiento de su máquina de coser poniéndole música a las mañanas en las que la gandula reposaba frente a ella, estirada y recogida por un nimbo; tal que, ahora, me parece un trono que sigue en otro espacio sirviéndole de reposahuesos.


Fulgencio Martínez

17 de julio 2022

sábado, 16 de julio de 2022

Díptico del cementerio de los desconocidos/ Poemas inéditos de José Luis Martínez Valero. Revista Ágora digital /julio 2022/ Diario de la creación

      

    José Luis Martínez Valero, poeta, ensayista y narrador, catedrático de Literatura. Ha publicado recientemente "Otoño en Babel" en la editorial murciana La fea burguesía.



                   POEMAS INÉDITOS DE JOSÉ LUIS MARTÍNEZ VALERO

 

DÍPTICO DEL CEMENTERIO DE LOS DESCONOCIDOS

 

 

    LOS AHOGADOS

 

LLegaban del Sur,

al otro lado del inmenso desierto;

tras atravesar bosques,

violaciones, desprecios, guerras

sed y hambre

por fin alcanzaban la costa.


El sol, aquel azul inmenso,

que les acoge en las playas, las olas,

los plácidos planos con que constantes

las aguas cubren las arenas,

conmueven las algas del fondo

y golpean las escasas rocas.

 

En racimos todos sonríen,

saben que al otro lado está la abundancia.

Se colocan sobre la borda del barco,

se marean, naufragan,

sobrevuelan mares profundos,

y caen como palomas sobre el agua

donde quedan dormidos.

 

 

 

       LA TIERRA DEL VIENTO

 

Imposible poner puertas al viento

querer cerrar el paso

a los hombres, a las mujeres

y a todos los niños de ese mundo,

donde la hierba ya no crece.


Entre tanto, desesperadamente

golpean, arañan y rasgan las vallas,

quieren ser como el aire,

como las estrellas del cielo.


Ellos desearían volver por sus pasos,

dejar que el aire los arrastre

como una cometa perdida,

regresar a la casa de sus abuelos,

pero el hambre les impulsa a seguir.


Y encuentran siempre la puerta cerrada,

ese aire enrarecido de frontera,

lenguas que desconocen.

No cabéis en esta casa, les dicen,

seguid vuestro camino…


Entonces se arrojan al agua

y el agua los acoge.

Esta será su tierra prometida,

como una lágrima inmensa los cubre,

descansan entre los peces del fondo.

 

 

 José Luis Martínez Valero. 2022


Ágora digital julio 2022/ Diario de la creación.