ÁGORA. ULTIMOS NUMEROS DISPONIBLES EN DIGITAL

miércoles, 20 de julio de 2022

"Lorca-Babel-Murcia". Comentario de "Otoño en Babel", libro de José Luis Martínez Valero. Por Fulgencio Martínez /Ágora digital /Bibliotheca Grammatica/ julio 2022

 


                                          LORCA-BABEL-MURCIA

                                                          

                      Comentario de Fulgencio Martínez del libro Otoño en Babel

 

  Otoño en Babel: La editorial murciana La fea burguesía ha publicado en junio 2022 este nuevo libro de José Luis Martínez Valero (Águilas, 1941). Cada escritor (hablo de los que tienen una singularidad propia y no escriben para el mercado) se forja un ente de ficción que es el lector, su lector o receptor. Tan propio como extraño al escritor, tan necesario como susceptible de ser moldeado por este;  en fin, tan diverso y tan familiar (con un aire de familia con la escritura y el mundo del autor como si fuera uno más de los poemas, fábulas o personajes de este). Es, así, el lector una herramienta, un juez y un testigo, pero, ante todo -y casi lo que importa más a la postre para el hecho creativo-,  es un tú dialogante con el escritor. Una vez construido el “lector”, la obra se puede poner en marcha: incluso aunque lo material falte aún, y tarden en llegar el libro material, editado y publicado, y el lector material, de carne y hueso.

Hay autores (como es el caso de Martínez Valero) que crean en cada libro un nuevo tipo de lector propio. En los libros de poemas que este autor publicó desde los años 80 del siglo XX hasta el fin de la segunda década de este siglo XXI -valgan estos ejemplos: Poesía (1982), La puerta falsa (2002), La espalda del fotógrafo (2003), Plaza de Belluga (2009), Puerto de sombra (2017)- se adivinaba un lector reflexivo, refinado, conocedor de esa parte de la poesía del 27 que rescataba en el poema la esencia de una vivencia. El lector, sobre esa base, apreciaba la incorporación paulatina, en la obra poética de José Luis Martínez Valero, de lo anecdótico (siempre presentado como elemento minimalista sobre el que girar la reflexión poética y filosófica, y en los últimos libros, y en algunos poemas de los primeros, incluso, social). El lector asumía, también, esa especie de distanciamiento que se da en la voz lírica, o mejor, el juego entre distanciamiento y acercamiento, pudor, en algún momento, entre el poeta y el tema y entre el lector y su creador. Como si admitiera el lector el pacto con el autor de que tras esa ironía suave había una voz muy humana y sincera. ¿Comprometida?  El tiempo ganado o perdido en leer me ha enseñado qué fútiles son los poetas y los poemas que previamente se declaran comprometidos: son estos poemas los que no dejan que el lector propio respire, le dan un clisé previo y un pin, y a otra cosa.

Sabedor de eso, los poemas de Martínez Valero invitando a la reflexión o simplemente narrando de forma minimalista una anécdota vívida, estaban llenos de compromiso y verdad, y por tanto perviven. Lo podéis comprobar en la selección antológica que incluye Luis Bagué en Composición de lugar (2016), antología publicada también en La fea burguesía, en su primer número de la colección de Poesía.

De esos poemas quiero ahora recordar el titulado “La estrella de David”, que pertenece al libro Plaza de Belluga. Allí se alude a “cierto miedo de ser señalado” como si uno llevara al descubierto esa estrella de David que marca al distinto, que marcaba al hebreo del gueto, y que, en otro contexto, como puede ser en “el tiempo de silencio” en los años en que se formó el poeta, fuera una conciencia crítica, que no podía sino estar visible al inquisidor. El miedo, pues, interiorizado, del que está libre y vigilado, es exorcizado al fin en el poema, cuya escritura libera al poeta y libera al mismo tiempo al lector. Ahí se cifra un mensaje comprometido y perfectamente codificable y descodificable en cualquier otra situación y en cualquier tiempo.

 

                                                                                              José L. Martínez Valero

 

José Luis Martínez Valero escribió y publicó, en 2015 y 2019, respectivamente, dos libros en prosa, que son antecedentes meritorios del que nos ocupa.

Daniel en Auderghem es una deliciosa obrita sobre la infancia, donde el poeta sitúa la inteligencia y la creatividad de las que a menudo carecemos los adultos. Inspirada en la actividad de sus nietos, la narración traslada un marco de actitudes favorables al desarrollo de la espontaneidad y la inteligencia infantil. Por encima de todo, es un “poema pedagógico”.

Lo que ocurre es que el autor tiene la gran habilidad, como pasa con los buenos autores, de hacer que casi olvidemos que se trata de literatura, de muy buena literatura.

Así también, en los siguientes libros. El lector ha de ir preparado ya a la ilusión óptica. Está ante literatura solamente, pero en Sintaxis (libro que es inmediato antecedente de Otoño en Babel) hay páginas de ensayo, de memorias, de poemas, incluso de crónica urbana y artística.

 

Otoño en Babel lleva a su madurez esta literatura de diseminación del autor a través de los géneros y del lector a través de los espejos que la prosa de José Luis Martínez le tiende. Una prosa doblemente cargada de lirismo y de evocación de hechos vividos y presentados ante la interpretación del vivir propio. Con la habilidad discursiva de no ocultar ese “ante”, esa línea frágil que separa los hechos y la recepción en tiempo real y en la interpretación consciente de la escritura. De modo que el libro es literatura, sí, pero es algo más. Es un libro de memorias, de evocación e historia de un tiempo determinado (este país, a finales de los años 50 y principios de los 60 del siglo XX), pero es algo más. Para ser solo libro de memorias al uso, le sobraría ese espacio frágil, esa pared, hiato o hueco, tal vez pantalla cinematográfica, donde el escritor proyecta un tiempo y nos invita a mirar a la vez que él mira e interpreta, y tal vez saca conclusiones semejantes pero nunca mecánicamente idénticas a las de su lector.

Tres o cuatro momentos “estelares” destacan en la sucesión de diálogos e historias vividas que encierra Otoño en Babel. (Anticipo, desde ahora, que el libro en cuestión, como los otros dos mencionados recientemente, podrían ser llamados “diálogos”, ya que se argumentan posiciones, se hacen preguntas y se dan respuestas y se mantiene abierto el asunto).

La primera secuencia: Lorca, finales de los años 50. El poeta Eliodoro Puche, antiguo poeta modernista y ultraísta, socialista radical en los años de la II República, que después de la guerra padeció cárcel en su pueblo, y a partir del 45 vivió en libertad vigilada, casi como un recluso en su casa, recibe la visita de un par de muchachos, a los que presta algunos libros de poesía. Los dos adolescentes, el narrador y su amigo, serán pronto “señalados” por causa de esas visitas y lecturas. (La narración se sitúa en alguno de los últimos años de la década de 1950, 1956, 57 o 58, todavía anteriores a la "rehabilitación" del poeta lorquino. El narrador, identificado con el autor, nacido como el autor en 1941, es adolescente).

                                                                                           Eliodoro Puche (joven)
 

Otoño es la palabra predilecta en los poemas decadentistas, hermosos, de Eliodoro Puche, y un homenaje implícito al poeta encarcelado y silenciado hay en el libro de Martínez Valero. Babel hace referencia a la playa de Alicante, en Benalúa, antiguo puerto o puerta (Bab-el, en árabe) de entrada marítima a la ciudad levantina. Allí, a Alicante, se trasladan la familia del narrador y este, joven que vive sin mucha conciencia el motivo de exilio, como no podía de otra manera. Solo con el contraste en lo revivido por la escritura, salta esa causalidad, como una chispa, que ilumina un lugar de la memoria del autor y de la circunstancia de época narrada. El autor no desfigura la narración psicológica con retazos de crónica trazada a posteriori. Las ausencias en el texto, los silencios, lo no nombrado, como, por ejemplo, la muerte de Eliodoro Puche, en 1964, refuerzan la verdad del relato lírico. Como en la novela de Baroja los personajes aparecen y desaparecen según estén en el foco psicológico de los intereses del narrador y de la acción. Como la vida misma. Al fin, creo que uno de los grandes méritos del libro es el de recuperar sin mixtificaciones la figura del poeta Eliodoro Puche, quien sufrió, sobre la represión y la cárcel, un infame retrato del periodista César González Ruano que le dedicó al poeta de Lorca en 1946 (“Antología”) unas “afirmaciones sensacionalistas y de mal gusto” (en palabras de Francisco Javier de Revenga, en Eliodoro Puche. Historia y crítica de un poeta”, 1980). Lo que es el drama humano: el poeta fue revalorizado a finales de los 50 por un artículo del mismo crítico que antes le hubiera humillado. (A raíz de una visita de Ruano a Lorca y a casa de Puche en junio del 59, que tendrá eco local). Como en toda dictadura (en la de Franco como en la comunista de la época, que se reforzaba en Hungría y pronto amenazaría Praga), formaba parte de la condena de alguien su muerte cívica, la destrucción de su prestigio y honor, así como su paternal reconocimiento si el verdugo se sentía finalmente “generoso” y el “muerto” suficientemente humillado y “reeducado”. Parece que Eliodoro Puche llevó con mucha dignidad, para vergüenza de los plumíferos del Régimen, ambos extremos: la deshonra pública y la reposición pública, igual que el olvido y la fama. Supongo que hoy sería igual su actitud.

Babel y por extensión Alicante es la cara luminosa, sensual, juvenil, de un tiempo de tranvías a la playa, de amistad de chicas y de chicos, de soledad y lecturas de literatura de vanguardia (novela francesa, latinoamericana, etc) frente a la ciudad de la torre, Murcia, anclada en la atmósfera eclesiástica, aunque en su Universidad el narrador, además de estudiar Lengua y Literatura, reforzará su vocación literaria y reemprenderá su dedicación a la escritura, iniciada en aquellos años de su adolescencia tan marcados por la sombra de una guerra y de la censura impuesta por los “vencedores”.

Alicante es, en esos primeros años de los 60, el encuentro del narrador con las realidades sociales e históricas: con unos españoles que volvían de Argelia, tras la descolonización de este país, los llamados pieds noirs.

La última escena que este lector destaca es, desde luego, la que puede dar el sentido del libro: el poeta, aburrido y enamorado platónico, aburrido en la ciudad dinámica y joven, decide anticipar su vuelta a Murcia, deseoso de que el azar le depare el encuentro con la chica que ama.

Águilas-Lorca-Babel-Murcia, con una escala en Alemania, cerca de Düselldorf, y unos años determinados, centrales en la centuria del siglo XX,  representan un trayecto al que el autor del libro nos invita a subir y que nos deja la libertad de que juzguemos, comparemos y llevemos en la memoria, sin temor a que un revisor uniformado nos detenga por viajar siendo menores de edad y nos mande con la pareja de la Guardia Civil o con dos pedagogos de guardia a estudiar la memoria oficial manu Boletín del Estado.

Ese trayecto configura algo así como una línea temporal, un tiempo narrativo en el libro, que se lee como una novela con el interés creciente de los sucesos narrados. Pero, también configura, dicho trayecto, una línea emotiva, de trasmisión cultural, intrahistórica profunda (la intrahistoria es también aquello que las generaciones reciben de sus maestros jóvenes y conservan como una virtud y un tesoro de agradecimientos). Las actitudes nuevas ante el mundo, la apertura al amplio y diverso desafío de la cultura, el hambre de conocimientos y experiencias fue un legado de la generación de José Luis Martínez Valero, el autor de Otoño en Babel. Él y otros profesores y escritores jóvenes, en los 70 y 80, iniciaron una alegre “revolución” y nos abrieron camino, a los nacidos en los 60 y 70, más allá del acartonado academicismo, de la repetición de los apuntes, y del pacato círculo de la retórica de un N0-DO, autocomplaciente y provinciano, que era el texto a aprender y a repetir sin un mínimo desvío en las Universidades, en los colegios, en los cines y en cualquier otra institución ocupada en aquel tiempo por el totalitarismo typical spanish.

  

Fulgencio Martínez

20-7-2022 

 

  REVISTA ÁGORA DIGITAL/ Bibliotheca Grammatica/ Julio 2022

No hay comentarios:

Publicar un comentario