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lunes, 10 de mayo de 2021

ENTREVISTA A CÉSAR OLIVA. EL TEATRO Y GALDÓS. (continuación dossier) Galdós, detrás de su centenario. REVISTA ÁGORA-PAPELES DE ARTE GRAMÁTICO/ MAY0 2021/ avance de Ágora n. 10

 

                                                                       César Oliva.   Fuente: La verdad.

 

 

ENTREVISTA A CÉSAR OLIVA. EL TEATRO Y GALDÓS

 

César Oliva (Murcia, 1945) es ante todo un hombre de la cultura y un estudioso y pedagogo del teatro. Catedrático en la Universidad de Murcia, fundó el Teatro Universitario de Murcia, fue el primer director del Festival de Teatro Clásico de Almagro y del Centro de Documentación Teatral. Ha escrito, entre otros libros, Historia básica del arte escénico (en colaboración con Torres Monreal), Teatro español del siglo XX, La última escena, Versos y trazas. Un recorrido personal por la comedia española, e Historia gráfica del arte escénico.

Especialista en el teatro de Valle Inclán y en el de Federico García Lorca, es también autor de un lúcido estudio sobre el teatro de Galdós, con especial atención a la obra dramática El abuelo; accesible, 5 págs, en:

http://www.teatro.es/contenidos/donGalan/donGalanNum10/monografico/el-abuelo-de-galdos/pagina1.html

http://www.teatro.es/contenidos/donGalan/donGalanNum10/monografico/el-abuelo-de-galdos/pagina5.html

 


Empiezo, directamente, preguntándole: ¿Qué obra de teatro de Pérez Galdós elegiría usted para montar en un escenario hoy en día? ¿Por qué?

-César Oliva:  Posiblemente Electra, aunque le pediría a un buen dramaturgo actualizar el tema. Aunque parezca mentira, 120 años después de su estreno, el fanatismo no ha desaparecido de nuestras vidas, a pesar de que ahora sea con nuevos rostros.

 

Usted ha estudiado con profundidad lo que llama la “gramática” del teatro de Galdós.  ¿En qué medida le perjudicó el ser novelista a su escritura dramática, como opinan algunos estudiosos?

- César Oliva:  Más que perjudicarle, lo caracteriza. Galdós era un novelista que escribía teatro, como otros muchos en Europa, sobre todo, en Francia. Entonces el teatro era más importante que la novela. Se ganaba mucho más con el teatro que con la narración, al revés de lo que hoy pasa. Estaba una escala por encima en la consideración social de la literatura. Quizás Aristóteles tenga alguna culpa de ello. Claro que en su tiempo no había novelas como hoy las entendemos. Estaban dentro de epopeyas y tragedias. Esa enorme técnica narrativa que don Benito tenía le hacía creer, como le pasó a Zola, que bastante escoger diálogos, meterlos en unos espacios (decorados) determinados, reducir personajes, y ya tenía un drama. Y la escena dispone de otras reglas, otras técnicas. Chejov es el mejor ejemplo de escritura teatral moderna, y también escribió narraciones. Por eso, en algunas obras de Galdós, escritas para la novela y luego para el teatro, al autor le puede el tono descriptivo, y elige momentos de la novela prescindibles y quita otros necesarios para el conflicto dramático que quería. El teatro es otra cosa. Eso lo intento explicar en el artículo que antes citabas sobre El abuelo.

 

Hay un aspecto de la concepción del teatro como tribuna de debate social, que es compartido tanto por Galdós como por otros autores del siglo XIX y XX, pienso en Zola, en el primer Ibsen, incluso en Unamuno (como agitador de los espíritus). Es un aspecto que me parece controvertido. Por un lado, esa función la ejercen hoy otros medios audiovisuales, y cuando el teatro es portavoz de una ideología se convierte en mera propaganda intragable, como va ocurriéndole hoy a esos medios citados. Pero, por otro lado, el teatro, desde Grecia, ha sido un espectáculo de agitación social, de puesta en común de los problemas de una cultura viva. Me asegura usted que si veo una obra de Galdós no me arriesgo a bostezar como, por ejemplo, ante cualquier programa de la Sexta televisión.

- César Oliva:  Dices si veo, no si leo. La representación tiene otros valores al margen o junto a los literarios. Estoy seguro de que un Galdós en manos de un buen director y unos buenos actores sería más que interesante. Tienes razón en lo de la agitación social. Pero, en mi opinión, todo el teatro, e incluyo en él a la comedia, tiene que decir algo. No puede pasar de puntillas por los temas candentes de la actualidad. Lo que no significa que el teatro tenga que adoctrinar. Para eso está la iglesia y los partidos políticos. Tiene que hacer pensar. Francisco Nieva demostró hace tres o cuatro décadas, que Galdós se puede ver sin la capa de polvo que el tiempo inevitablemente pone sobre los textos clásicos. El problema está en que esa operación, que llamamos dramaturgia, hay que hacerla bien. En el principio de tu pregunta dabas unos nombres harto significativos: Galdós, Zola, Unamuno… añade si quieres a Valle-Inclán, Azorín y alguno más. Ninguno ha pasado a la historia como grandes dramaturgos, aunque el caso de don Ramón es para echarle de comer aparte.

 

Me daría usted un poco de luz sobre esa paradoja del teatro, más allá de Galdós, y siempre desde su opinión como experto y hombre de teatro, al que le ha dedicado toda su vida. ¿Qué papel tiene hoy el teatro en la sociedad?

- César Oliva:  El que siempre ha tenido. Ser conciencia de la sociedad. Las grandes obras españolas de los últimos años son conciencia de la sociedad: ¡Ay, Carmela!, de Sanchis Sinisterra; Las bicicletas son para el verano, de Fernán Gómez; Himmelweg. Camino del cielo, de Juan Mayorga… (hay más). Tampoco me olvidaría de comedias como Tres sombreros de copa o Ninette, de Mihura; o Bajarse al moro, de Alonso de Santos. El género ayuda más o menos, pero no del todo.

 

Actualmente he leído en prensa que ha puesto en cómic Luces de Bohemia de Valle. Galdós tiene en su obra dramática una galería de personajes femeninos fuertes, voluntariosos: Mariucha, Doña Perfecta, Casandra, Alceste, por ejemplo. Todas ellas contienen una cierta alusión simbólica a anhelos, vicios, virtudes de la España que vivió el autor. ¿Sería hoy posible acercar el teatro de Galdós a través de cómic,  o de la llamada novela gráfica, a la juventud?

- César Oliva:  Por supuesto que sí. Y los clásicos españoles. Hay excelentes cómics de las obras de Shakespeare. Al ser formatos distintos abres el abanico de posibilidades al lector. Me encantaría que después de leer mis Aleluyas de Luces de Bohemia, la gente acudiera al texto de don Ramón o para leerlo o para releerlo.

 

Por otro lado, ¿podría valorar el protagonismo femenino en la obra teatral de Galdós?

- César Oliva:  Total. Adolfo Marsillach decía que el teatro español es un teatro de mujeres. Que los grandes autores escribían más para ellas que para ellos. Y citaba a García Lorca, a Benavente, al propio Galdós, incluso a Martín Recuerda. Y la explicación que él daba es que son mejores las actrices españolas que los actores españoles, de manera que mejor escribir personajes femeninos que masculinos. Puede que tuviera razón. Electra, Casandra, Augusta Cisneros (Realidad), Doña Perfecta, Victoria (La loca de la casa), son personajes que cualquier actriz quisiera interpretar.

 

Y una tercera cosa, ¿por qué se llevaban tan mal Valle y Galdós? ¿Quién era el genio de los dos, o eran ambos?

- César Oliva:  En esto de las antipatías entre autores hay también bastante literatura. Valle le tuvo verdadera devoción a Galdós. Hay muchos testimonios al respecto. Un cuadro del novelista canario en el estudio madrileño de don Ramón lo ratifica. Hace poco leí que Almudena Grandes no había encontrado testimonios en Valle-Inclán de aquella enemistad. Es cierto que en Luces de bohemia lo llama “don Benito el garbancero”. Y más cierto que, desde que Galdós no programó en 1913 El embrujado en el Teatro Español, del que entonces era director, las cosas serían de otra manera. Incluyamos en ello la negativa de don Ramón a adaptar Marianela. Causas hay para ver una enemistad que, como la mayoría de las enemistades en el teatro, aparecen en un momento dado por causas profesionales. A pesar de lo cual no creo que la consideración que se tuvieron fuera tan negativa como parece.

 

Hay otra cuestión cultural que afecta al teatro de la época de Galdós y al de nuestro tiempo. Pienso, en la época de Galdós, en el llamado “teatro libre”, que apoyaba el texto escrito y leído; en la conjunción entre espectáculo y texto leído que era común en el siglo de Galdós (Galdós aprovecha un estreno para sacar inmediatamente el libro, incluso aprovecha el prólogo de este para explicar a los lectores y críticos los aspectos de su teatro novedosos o que Galdós pensaba que el público no estaba preparado para entender; así el prólogo a la edición de Los condenados). En fin, el teatro entonces era algo más que lo que subía a un escenario, tenía una dimensión cultural, educativa, total. Se formaba al público desde las tablas y desde las páginas de los libros. Hoy, apenas se lee obras de teatro. ¿Sería bueno recuperar ese complemento de la lectura del libro de teatro?

- César Oliva:  Estás hablando de los cambios sociales y culturales en un siglo. Son muchos. Ya decía antes que el teatro estaba por encima de cualquier manifestación artística. Si Valle quería estrenar era para ganar dinero y ser famoso. Y vender sus libros, incluyendo los dedicados al teatro. Hoy bien sabemos que la industria editorial va por otro camino. Nada que ver. Soy pesimista al pensar que se pudiera animar el teatro escrito. La Asociación de Autores de España lo intenta con enorme coraje, y no deja de sacar textos escritos actuales. Y otras instituciones colaboran a ese empeño de que pervivan los textos dramáticos que difícilmente se estrenan. Pero es minoritario, como dices. Todo en cultura hoy es minoritario, pero no por ello vamos a cejar en el empeño de darlo a conocer. Lo minoritario tiene una importancia enorme, pues es consciente de su limitación. Nadie en teatro quiere competir con Belén Esteban o con un Madrid-Barsa. No merece la pena. Dicho esto, añado que no veo síntoma alguno de lo que algunos agoreros pronostican: el fin de las artes escénicas. Las artes escénicas cambiarán, ya lo están haciendo, pero seguirán. ¡Vaya si seguirán!

 

Personalmente, llevaba mucho tiempo sin leer teatro, hasta el verano pasado en que he leído varias cosas de Albert Camus, pero, sobre todo, Los posesos (después me metí a leer la novela de Dostoievsky en que se inspira). Me di cuenta de la belleza de la obra teatral cuando se lee atendiendo al ritmo interno (de la acción, de la exposición filosófica, del clímax), lo cual requiere una lectura concentrada, casi ininterrumpida, a diferencia de la novela, cuyo ritmo más lento se impone al lector sin mucho esfuerzo y a pesar de las interrupciones de la lectura.

Vuelvo casi al principio de la entrevista, ¿qué obras de teatro de Galdós recomendaría usted leer y por qué?

- César Oliva:  Creo que está suficientemente indicada al principio. Pero ya que insistes, además de Electra se podrían revisar obras como Realidad, Casandra, La loca de la casa (ya hizo una interesante versión Juan Antonio Hormigón), Voluntad…, eso sí, todas con profundas versiones. En mi opinión encuentro más valor en las novelas de Galdós que el teatro. Se podrían hacer estupendas series de televisión con la Tercera Serie de los Episodios Nacionales o con la trilogía El doctor Centeno, Tormento y La de Bringas. Nada que envidiar a producciones inglesas tan interesantes como Los últimos zares o La casa de las miniaturas.

 

Entrevista a César Oliva. Por Fulgencio Martínez. Huesca, 6 de abril 2021

 

 

 POÉTICA Y TEATRO. RECOPILACIÓN • Fundación Juan March

P.S. recomendable leer su conferencia Poética y teatro, en: https://www.march.es/conferencias/poetica-teatro/detalle.aspx?p0=2&p1=17

Fuente: Fundación Juan March

 

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