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jueves, 6 de febrero de 2025

LA DIOSA RAZÓN, LA SORPRENDENTE NUEVA OBRA DE LOS HERMANOS MACHADO. Por Enrique Baltanás. Homenaje a los Machado. Avance de Ágora N. 30. Nueva Col. Febrero 2025

 


 

LA DIOSA RAZÓN, LA SORPRENDENTE NUEVA OBRA DE LOS HERMANOS MACHADO

 

 

Por Enrique Baltanás

 

 

Las primeras noticias que tenemos sobre La diosa Razón datan de 1935, fecha en la que respondiendo a la pregunta acerca de qué obras tienen en preparación ambos hermanos la mencionan. Así, por ejemplo, cuando el periodista Pablo Suero entrevista a los hermanos en el Café Varela de Madrid (hacia finales de 1935 o principios de 1936), Antonio responde:

“Trabajamos ahora en una Madame Tallien que tal vez se titule La diosa Razón. Huelga toda explicación, dado el título. Veremos qué destino podemos darle.”

Incluso podemos adelantar el inicio de su escritura al 15 de junio de 1934, si nos atenemos a la fecha que figura en la copia del manuscrito de José Machado.

La separación a partir de 1936 de ambos hermanos (Manuel en Burgos, Antonio en Madrid) impedirá acabar la obra, que, sin embargo, se encuentra perfilada y casi concluida y que ahora gracias al denodado esfuerzo de los editores, Rafael Alarcón Sierra y Antonio Rodríguez Almodóvar, que han debido enfrentarse a una maraña de manuscritos y papeles sueltos en que la obra estaba diseminada, nos es dado leer y disfrutar.

Digamos de entrada, sin embargo, que no podemos compartir la afirmación de los editores de que esta “pudo ser la obra teatral más arriesgada y quizá más importante de cuantas escribieron a dúo Manuel y Antonio Machado.” Arriesgada puede que sí en el sentido que enseguida veremos. Pero no la más importante. Falta el conflicto humano y no hay un buen perfil psicológico de los personajes. La acción transcurre tan rápido que no da lugar a detenerse en las motivaciones de los personajes. Lo que sí es desde luego es la obra más política de Manuel y Antonio Machado. Porque lejos de centrarse en los amores y desamores de Susana de Montalbán (la Teresa de Cabarrús de la Historia), la obra se ocupa de un conflicto político en un proceso de transformación revolucionaria. Todo parece indicar que la Revolución Francesa, el Terror y la época de Thermidor, no son sino trasunto de la convulsa situación de España en aquellos días, con la revolución de Asturias y primeros presagios de la agitación que desembocaría poco después en la Guerra Civil. Esto desde luego no ha escapado a la perspicacia de los editores cuando afirman:

“...no hay que descartar que los Machado pudieran transparentar en su escritura, consciente o inconscientemente, algo de la preocupación que ellos mismos sentían por la deriva que la II República Española estaba tomando, en aquellos dos últimos años decisivos, los del bienio negro y lo que se veía venir, con la íntima zozobra que les podía producir un posible paralelismo con aquel tiempo brutal del drama que estaban escribiendo.”

Para nosotros, sin embargo, no hay duda alguna de que los Machado se estaban refiriendo, mediante la Revolución francesa, a la situación de España en aquellos días. Aunque los editores den por buena la expresión bienio negro, acuñada por la izquierda, a nosotros no se nos oculta la agitación y la violencia en que vivía España en ese momento, y no precisamente por culpa del gobierno.

Sin duda se trata de la obra más política que escribieron los Machado, dado que no hay conflicto amoroso alguno: Susana Montalbán, la protagonista femenina de la obra, cambia varias veces de maridos o de amantes sin que esto le produzca nunca la más mínima inquietud o zozobra, y además esos cambios están siempre relacionados con la postura política que adoptan sus parejas.

Así por ejemplo, cuando se despide de Tallien, su pareja hasta entonces, las razones son políticas. Tallien aún confía en la Revolución, de la que Susana ya no se fía en absoluto, pues ella avizora y desea otras posibles salidas. El diálogo entre ambos constituye el meollo de la obra. Ella apuesta claramente por Bonaparte, descartando una vuelta a la monarquía por el momento, aunque advirtiendo que

“Todo pueblo es en el fondo un niño y para un niño lo mejor será siempre un padre. Pero te equivocas, Julián. No se trata ahora de eso.”

Ante los ruegos y súplicas de Tallien, Susana descarta por completo la continuidad de la Revolución y así cuando Tallien le dice que la Revolución era la Libertad, ella responde que la Revolución “No era ya más que la guillotina. El pueblo sin guía, que sólo sabe destruir”                                                                                                                            

Los Machado no eran historiadores, eran dramaturgos. Y como tales escribieron una historia de ficción basada en hechos reales. Esos hechos no son sino los de la Revolución Francesa. Y por tanto abordan dramáticamente un proceso revolucionario. ¿Y por qué eligen ese tema precisamente? Sospechamos que ello fue por el paralelismo que podía encontrar con la España del momento, donde también se vivía una situación prerrevolucionaria e incluso francamente revolucionaria, con la espoleta de los acontecimientos de Asturias de 1934. Recuérdese el discurso de Gil Robles en las Cortes del 16 de junio de 1936 en el que enumera las cifras de la subversión violenta (puede encontrarse en internet).

Y los Machado no fueron los únicos en apreciar semejanzas entre la España de los años 30 y la Francia revolucionaria. Wenceslao Fernández Flores le hace decir al protagonista de su novela Una isla en el mar rojo: “Había renunciado a leer Maria Antonieta porque los prolegómenos de la Revolución francesa eran tan parecidos a los de la roja nuestra que aumentaban mi obsesión en vez de aliviarla; la misma claudiación de las futuras víctimas con los futuros matadores, la misma crueldad humana, mentiras manejadas como catapultas, cobardías tendidas como puentes... No quise seguir.”

Tal vez el contenido de La diosa Razón pueda sorprender a bastantes lectores de la obra, sobre todo teniendo en cuenta que Antonio fue luego un perfecto cómplice, probablemente a la fuerza, del gobierno rojo del Frente Popular. Pero para nosotros el sentido de la obra está meridianamente claro.

Cuando Tallien la acusa “¡Vuelves a la Restauración!”, Susana responde “Eso menos aún. Eso no puede volver ahora tampoco.” Y Tallien: “Entonces, Bonaparte. La dictadura”. Y Susana asiente. “Acaso. Sí, ¿por qué no? Porque esto se va también.” La obra acaba con un breve diálogo entre Susana y Josefina y un edecán que anuncia: “¡Señores, ha llegado Napoleón Bonaparte!”

Curiosamente, la obra casi prefigura a lo que en España después sería el llamado “Régimen del 18 de julio”, presidido por un dictador militar (como Napoleón) que no era una mera vuelta a la antigua política de la monarquía anterior sino que estaría dotado de una fuerte impronta social. En este sentido La diosa Razón nos aclara mucho sobre el verdadero pensamiento de ambos hermanos sobre la situación política de España en aquellos trascendentales momentos.





                                                                                                           Enrique Baltanás. Fuente: El aforista.
 
 
Enrique Baltanás (Alcalá de Guadaíra, Sevilla, 1952) es profesor de Literatura Española en la Universidad de Sevilla, poeta y ensayista. Ha publicado, entre otros estudios sobre la obra de Manuel y de Antonio Machado, el libro Antonio Machado. Poeta de todas las Españas.
 

 
Es autor de los ensayos: Los Machado. Una familia, dos siglos de cultura española, Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2006. Y La obra común de los hermanos Machado, Sevilla, Renacimiento, 2010.
 

 

Entre sus poemarios publicados destacan:

El círculo del tiempo, Valencia, Pre-Textos, 1995.
Las señales del fuego, Sevilla, Qüasyeditorial, 1997.
Medidas provisionales (Poemas escogidos, 1994-2004), Prólogo de Antonio Rivero Taravillo, Sevilla, Renacimiento, 2004, col. “Calle del Aire” núm.75.
El argumento inacabado, Ferrol, Sociedad de Cultura Valle-Inclán, 2005, Colección Esquío de Poesía
Trece elegías y ninguna muerte, Sevilla, La Isla de Siltolá, 2010.
 
       Se encuentra incluido en varias antologías, entre ellas, en La escritura plural. 33 poetas entre la dispersión y la continuidad de una cultura (Selección de Fulgencio Martínez. Prólogo de Luis Alberto de Cuenca, Ars poetica, Oviedo, 2019).

Es también autor de obras de narrativa y de aforismos, y ha publicado traducciones de poetas, entre otros, de J. W. Goethe (Poemas del amor y del conocimiento, Sevilla, Renacimiento, 2006).

 

 

viernes, 20 de diciembre de 2024

APUNTE PARA CELEBRAR EL CENTENARIO DE LA PUBLICACIÓN DE "NUEVAS CANCIONES" (1924), DE ANTONIO MACHADO. Por Fulgencio Martínez. Avance Ágora N. 30. Nueva Col. Homenaje a los Machado

 


 

 

APUNTE PARA CELEBRAR EL CENTENARIO DE LA PUBLICACIÓN DE NUEVAS CANCIONES (1924), DE ANTONIO MACHADO

 

                              Por Fulgencio Martínez

 

 

                                            dedicado a mi profesor de Literatura, Venancio Iglesias Martín

 

Se han cumplido en este 2024 cien años de la primera edición de Nuevas canciones. El acontecimiento casi ha pasado desapercibido.

La ocasión nos animó a volver a leer el texto de Antonio Machado, con ojos y orejas prestos, como el que escucha una melodía por primera vez.

El libro fue ampliado en el número de sus poemas en la edición de las Poesías completas de 1930, y es a ese conjunto al que nos referiremos. Su nexo con otros textos machadianos, como los Cancioneros apócrifos de Abel Martín y de Juan de Mairena, se encuentra marcado en las sucesivas ediciones de las “Poesías Completas” del poeta sevillano (tal como las hemos leído anteriormente en distintos momentos). También, con textos de Los complementarios, el libro íntimo, no publicado en vida del autor, donde fue anotando Machado reflexiones, ideas y esbozos de poemas. Seguimos en estos apuntes la edición de Manuel Alvar y Pilar Celma, Poesías completas, Antonio Machado (Espasa-Calpe, 2006; primera edición de 1975).

Lo primero que nos llama la atención en la obra es la obsesión por la serie. Prácticamente todas las entradas poemáticas consisten en una agrupación seriada de poemas. Ya sean canciones neopopulares, proverbios o sonetos, descubriremos ese rasgo serial. No debe ser, por consiguiente, una característica anecdótica tal afán de ordenación. Sería interesante (y daremos, luego, algunas pinceladas sobre el tema) analizar en qué medida la seriación corresponde a la esencia o la forma de los poemas presentados en Nuevas canciones. Nos aventuraremos a decir en qué aspecto, creemos nosotros, ese rasgo serial perfecciona o, por el contrario, detrae efectividad poética a los textos encerrados y agrupados en dicho marco. Pero, quizá, lo más interesante es, previo al análisis, entender el por qué elige el poeta esa presentación. Cualquier intento de comentario ha de ceñirse siempre, creemos, a la coherencia del texto pensado por el autor.

Dicho ensayo de entendimiento quizá nos llevaría a más complejas cuestiones sobre el poeta Machado en el tiempo concreto en que reunió los poemas que conforman el ciclo de Nuevas canciones. Se ha dicho (así lo reproduce Enrique Baltanás, en su libro Antonio Machado, poeta de todas las Españas), que Machado no escribía libros, sino poemas. Sus libros publicados -y Nueva Canciones es en realidad el tercero, o el cuarto, si tenemos en cuenta la segunda publicación de Soledades (Soledades. Galerías y otros poemas)- reúnen, más bien, ciclos de su escritura poemática, ciclos diferenciables, aunque no estancos, muy ligados, a su vez, a la biografía del poeta, tanto la externa como la espiritual e intelectual. (Nuevas canciones es, por cierto, el último también de sus libros publicados en edición independiente -luego recogido y ampliado, como dijimos, en sus sucesivas Poesías completas). Ciclos de Soledades, de Campos de Castilla, de Nuevas Canciones, de los cancioneros apócrifos, de los poemas a Guiomar y de los poemas de la guerra.

          Visto el libro Nuevas Canciones desde esta perspectiva secuencial, reparamos también en que no nos encontramos con una obra cenital, y que, a pesar de que el poeta compaginaba desde 1917 la poesía con la prosa, su dedicación al verso fue constante hasta casi sus últimos días. En prosa habría de darnos -aparte de otros textos, artículos y sus reflexiones en Los complementarios- un gran libro, quizá el mayor de la prosa filosófica del siglo XX en español: Juan de Mairena, cuya primera parte apareció en agosto de 1936.

          Quiere esto significar que no estamos, con el poemario Nuevas canciones, ante un autor en fase terminal o falto de inspiración, como en alguna medida se ha dado a entender. Es cierto, en nuestra insegura opinión, que la sombra de Soledades, su primer libro, planea sobre todo lo escrito con posterioridad por Machado. Es imposible no comparar con su primera y genial obra poética lo que éste escribió después. Incluso, después de Nuevas canciones, vienen textos tan increíbles como De un cancionero de Abel Martín, o los sonetos del ciclo de Guiomar, que se mezclan con el ciclo de la guerra, como, precisamente, el que se inicia con el verso: “De mar a mar entre los dos la guerra” (Incluso, el soneto dedicado a Líster es una pieza literaria inmensa, que demuestra que el compromiso político ni quita ni pone rey en cuanto a la belleza y la verdad de un poema).

          Sin embargo, es presumible que, en torno al año de publicación de Nuevas canciones, Machado pasara por una de sus crisis. La necesidad de publicar los poemas encerrados en el marco de la serie denota cierta inseguridad, parece ser; aunque también, de esa inseguridad el poeta acertara a hacer virtud.

          Unas palabras de María Pilar Celma nos ponen en la pista: “El tiempo parece hacer efectiva la amenaza que ha gravitado sobre toda la obra de Machado. En Soledades el poeta había sugerido que lo que realmente le asustaba del paso del tiempo y de la muerte era la pérdida de la memoria”. (Poesías competas, Austral. Espasa-Calpe, op. cit. p. 513).

         

          El uso de la serialidad en la presentación textual de las composiciones responde (así lo creemos) a esa inquietud profunda del Machado que siente lejos sus vivencias (de Soria, de su infancia y juventud, de su esposa muerta, Leonor) y trata de retenerlas a través de una especie de monumento objetivo. Las composiciones se agrupan en un marco consistente en una cifra, un número (tanto las de corte neopopular -aquí, las canciones, y los mismos proverbios, que se vinculan con la tradición paremiológica popular-, como los sonetos, donde recrea -con menos originalidad- una tradición poética culta. (Por cierto, que la obsesión por la cifra está también presente en la numeración romana de los poemas en sus Poesías completas).

 

          En Campos de Castilla el poeta había introducido ya los cauces de comunicación poemáticos que tienden a la objetivación: formas del reportaje donde el yo, no se anula, sino que se quita del foco: como la panorámica, la mirada desde la altura, en “A orillas del Duero y otros poemas “geográficos”; el documento folklórico (romance -“La tierra de Alvargonzález”- o recreación de la canción lírica popular, incluso de un proverbio o sentencia: recordemos que ya en este libro -sección de “Proverbios y cantares”- se encuentra una sentencia tan machadiana, y tan esencial a la filosofía del poeta: “Todo pasa y todo queda, / pero lo nuestro es pasar, / pasar haciendo caminos, / caminos sobre la mar." O: “Bueno es saber que los vasos / nos sirven para beber; / lo malo es que no sabemos / para qué sirve la sed.”).

 

Y antes, incluso, en Soledades, en la serie titulada “Consejos”, nos entrega uno de los proverbios que pueden definir la filosofía del poeta posterior, del ciclo los apócrifos y del mismo libro Juan de Mairena:

Moneda que está en la mano

quizá se deba guardar:

la monedita del alma

se pierde si no se da.

 

Se podría decir que el uso de la serie y la numeración de los fragmentos de una composición atraviesa toda la obra de Machado (como se podría decir también que Machado es, de raíz, un poeta filósofo inspirado en un fondo de sapiencia popular en todos sus libros).

Volviendo a la objetivación en Campos de Castilla, incluso el ciclo breve de poemas a Leonor post mortem, donde hay una vena de intimismo lírico y de emoción apenas contenida, son, en cierto modo, reportajes o retratos íntimos que intentan captar y retener lo fugaz en la memoria.

 

          Pero es, sin duda, en Nuevas canciones, donde la necesidad de objetivación (que no excluye, como creemos haber explicado, el tratamiento del yo poético, sino que hace adoptar hacia éste una perspectiva de “observador”; aunque no nos guste esa palabra, y preferiríamos encontrar otra: quizá, “paciente”, o “existente”) se alía con la serie y la numeración en un grado casi de frente imbatible contra el olvido.

          Creemos que la seriación, desde el punto de vista formal y del efecto poético, hace perfeccionar los grupos de poemas de las canciones, casi en todas las composiciones. Destacamos, por su extraordinaria belleza, estos ejemplos:

          De “Canciones del alto Duero”: (presenta 6 fragmentos)

 

             IV

         

En las tierras de Soria, 

          azul y nieve,

leñador es mi amante

de pinos verdes.

¡Quién fuera el águila

para ver a mi dueño

cortando ramas!

 

             V

Hortelano es mi amante,

tiene su huerto,

en la tierra de Soria

cerca del Duero.

¡Linda hortelana!

Llevaré saya verde,

monjil de grana.

 

El contraste, la repetición y variación de palabras en la estructura de los fragmentos intensifica el placer fónico e ideal; la imaginación lectora recupera sones e imágenes de un mundo casi mítico, unido a la belleza y dignidad del trabajo humilde.

 

En los sonetos, en cambio, es más dudoso que se aprecie ese efecto intensificador. Sin embargo, sí en los “Proverbios y cantares”. Pensamos que, aparte de la delicia de fragmentos cancioneriles como este otro, que no nos resistimos a citar:

                    II

Ya había un albor de luna

en el cielo azul.

¡La luna en los espartales,

cerca de Alicún!

                    (Viejas canciones)

 

o este “haikú” adaptado a la copla andaluza, ¡hermosísimo!:

        II

Junto al agua negra.

Olor de mar y jazmines.

Noche malagueña.

                    (Canciones)

         

fragmentos, que valen por sí mismos y que pueden leerse al margen de la seriación y de su marco; los “Proverbios” son las piezas mayores del libro Nuevas canciones, y están en la cima de la poesía machadiana (lo que es decir, de la poesía universal de todas las épocas y lenguas).

Hoy es siempre todavía.

                   

 

El ojo que ves no es

ojo porque tú lo veas;

es ojo porque te ve.

 

Nunca traces tu frontera,

ni cuides de tu perfil;

todo eso es cosa de fuera.

 

Busca a tu complementario,

que marcha siempre contigo,

y suele ser tu contrario.

 

Son algunos ejemplos…. (Respectivamente, los seriados como VIII, I, XIV y XV). Si se leen consecutivamente, según el orden de la serie, creemos que surten efectos sorprendentes, pero también si cambiamos el orden (el lector puede elegir el suyo) o si los leemos independientes. Máxima genialidad en la composición; y en la belleza y en el contenido que repercute en la conciencia lectora.

 

Café Alt Berlin, Huesca, 18-12-2024

 

 


Fulgencio Martínez edita la revista Ágora-Papeles de Arte Gramático. Ha publicado en diciembre de 2024 Carta partida. Exposición temporal 2 (Ars poetica, Oviedo). Es autor de varios trabajos sobre la filosofía de Antonio Machado.