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jueves, 28 de mayo de 2020

LA BANDA DEL FRAP Y EL FASCISMO DE IZQUIERDA. diario político y literario de FM / mayo/2020

COBRADOR DEL FRAC vs ICIRED | Mucho más efectivo ICIRED sin duda.
LA BANDA DEL FRAP Y EL FASCISMO DE IZQUIERDA

Fascismo de izquierda es una expresión acuñada por el filósofo Jürgen Habermas para referirse a esa modalidad de fascismo que, en la Alemania de su tiempo irrumpía, en la vida pública e institucional, y especialmente universitaria, con una violencia a veces de baja intensidad pero, otras, con resultados sangrientos pero siempre con el procedimiento terrorista de imponer, por coacción y terror, una opinión a la mayoría. 

Lo puedes leer en la Wikipedia, en la entrada “fascismo de izquierda” (adelántate a comprobarlo, antes de que lo quiten, pues hasta la Wikipedia se ha convertido en campo de batalla):
“El primero en usar el término «fascismo de izquierda» (linker Faschismus) fue Jürgen Habermas, un sociólogo y filósofo influenciado por la Escuela de Frankfurt. Utilizó el término en la década de 1960 para alejar a la Escuela de Frankfurt de la violencia y el autoritarismo de los terroristas de izquierda. Habermas, cuyo trabajo enfatiza la importancia del discurso racional, las instituciones democráticas y la oposición a la violencia, ha hecho contribuciones importantes a la teoría del conflicto.”
El fascismo, tradicionalmente asociado a la ideología de extrema derecha, mutó a mediados de los 60, fueron los teóricos de la acción directa, de la violencia y la agitación en la calle y en cualquier foro de la vida pública, en la opinión incluso en el arte, los que, adoptando técnicas ya usadas por nazis, fascistas italianos y por Stalin, de propaganda y de justificación de la violencia “buena” (la “revolucionaria”) frente a la mala (la de derecha, reaccionaria y golpista) sembraron una semilla que, con el tiempo, fue envenenando a parte de la opinión pública democrática, sobre todo, en la opinión de la izquierda y en ese público adolescente, cada vez más vasto y no ligado ya a una edad física: ese público que necesita, psicológicamente, la categorización bipolar, simplificadora del mundo, entre una zona de malos y otra de buenos. Los ideólogos de aquellos grupúsculos violentos, terroristas, tuvieron el acierto propagandístico de infiltrarse en ese mundo adolescente, incluso actuar con el rostro y la figura de algunos de esos adolescentes airados contra la sociedad injusta, explotadora. El resultado es que la gente normal, los no violentos, las víctimas de ese terror, fueron vistas, por una buena parte de la juventud más activa e inquieta, como representantes de un orden caduco y de una generación mayor contra la cual se estaba justa y pacíficamente en desacuerdo en otras muchas cuestiones vitales. 

El terrorismo de los 70, en España, tiene, además, como todos sabemos, otro contexto: el de la dictadura de Franco. Hay burros que justifican hoy cualquier asesinato, incluido el de un policía de 21 años, como el que cometió la banda del FRAP  en el 73, porque esa violencia se perpetró en un contexto de dictadura, no equiparable a la violencia terrorista ejercida en un contexto de democracia. No han leído esos nada de la historia de Europa y no saben, o no quieren que se sepa, que Hitler y su partido cometieron muchos atentados y actos terroristas en un contexto democrático. También la violencia “revolucionaria” de grupos de fascistas de izquierda se hacían en un contexto democrático como era la Alemania Federal de la época de Habermas. 
No solo la ETA, organizaciones como el FRAP, fueron organizaciones terroristas, que ejercieron la extorsión, el robo, además de la matanza, la tortura y el desollamiento en algunos casos de sus víctimas, en un contexto predemocrático, democrático o posdemocrático siempre serán eso: terrorismo, fascismo (llámase de izquierda, como otras organizaciones terroristas fueron fascismo de derecha).
Que nos nos confundan a los que no somos fascistas. La ETA y el FRAP en absoluto lucharon por la democracia, ni por nada (básicamente ejercían el terror como profesionales del mismo), pusieron todos los obstáculos que pudieron al cierre de la dictadura de Franco (ellos sí que vivían bien contra Franco), pusieron trabas y asesinatos en la mesa contra la transición democrática, atentaron contra la democracia una vez ya instaurada en el 78. Aunque el FRAP acabara oficialmente disolviéndose ese mismo año, su relato, igual que el de ETA, continuó y ahora rebrota de nuevo, con oportunismo, aprovechando el chantaje que hacen los fascistas de izquierda al Gobierno.

Una cosa es que el señor padre del ingrato vicepresidente no pueda ser acusado de asesino, otra que no formara parte de una organización terrorista. “Frapero” como escribe su propio hijo,  a quien le endosó su orgullo fascista de izquierda . La banda del FRAP, brazo armado del Partido Comunista marxista leninista, fue creada por el siniestro Julio Álvarez del Vayo, jefe de los sicarios comunistas durante la guerra de España, estalinista primero, luego maoísta y albanés, en la era post-Kruschev, en la que el comunismo soviético se quitó de encima el estalinismo (con sus armarios llenos de muertos, léase campos de concentración y genocidos incluidos, además de asesinatos selectivos de cualquier oposición, incluido el asesinato de uno de los líderes de la revolución de Octubre: Trosky). Esa purga antiestalinista propició el eurocomunismo de Carrillo y la apuesta del PCE por una transición democrática en España.
Contra este propósito del verdadero Partido Comunista español se oponían, entre otros, el Partido Comunista marxista y leninista (en mis tiempos mozos, mi generación descreída ya les decía: machistas leninistas), su brazo armado, la banda del FRAP, y el señor padre de tan ingrato hijo.

Nada de un luchador por la democracia, y las libertades. El padre del sujeto estaba en la cárcel cuando dirigentes del FRAP se dirigieron con armas blancas a una concentración que celebraba un Primero de Mayo clandestino. Mataron a un joven policía de 21 años, hijo de mineros, eso fue el inicio de una “carrera” gloriosa desde el 73 hasta la disolución del FRAP, en el 78. Algunos se escondieron durante unos años, otros se camuflaron y pasaron a organizaciones democráticas tanto del PSOE como del PP. Eran aún, a principios de los 80 en Madrid, conocidos algunos que habían salido de la clandestinidad. 

Los tres fraperos condenados, que antes de morir el dictador fueron ejecutados, junto a otros asesinos de ETA, no debieron morir. La democracia hubiera debido tener la oportunidad de juzgarlos y condenarlos.

No fueron héroes de la democracia, sino sus enemigos. Así, que no nos vendan el relato ahora, de ser combatientes tan guay a los que les debemos la democracia y la bolsa. No. No les debemos nada, a fascistasunos ni fraperos, ni a cuantos fascistas de izquierda pusieron palos en la rueda a la democracia, los que nunca han perdonado ni se han arrepentido (Ahora ya por fin salió la verdad del muñeco: “podemos”, minúsculo,  no salió” del 15M sino del resentido hijo de un frapero, de un fascista de izquierda).

FULGENCIO MARTÍNEZ 
28 mayo 2020


NOTA.
wikipedia ha repuesto la entrada anterior a las modificaciones de ayer, al parecer: Blanco y en botella, si uno pertenece a una organización terrorista,  uno no es santa Teresa de Calcuta. Pero quien justifica la violencia con cualquier fin, es violento y si, además, pertenece a una organización terrorista, lo coherente es que uno asuma que se es terrorista, no cantaor de saetas, por ejemplo.

"El Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) fue una organización terrorista123española de ideología antifascista y con vocación frentista creada en 1973, a finales del régimen franquista, por el Partido Comunista de España (marxista-leninista), con la colaboración del exministro republicano Julio Álvarez del Vayo y su grupo, la Unión Socialista Española. Utilizó la violencia con el propósito de crear un movimiento popular en España. Tres de sus militantes fueron parte de los cinco últimos fusilados por la dictadura el 27 de septiembre de 1975. El FRAP se disolvió por orden del PCE (m-l) en 1978."
https://es.wikipedia.org/wiki/Frente_Revolucionario_Antifascista_y_Patriota


A LOS AFICIONADOS A LEER Y DOCUMENTARSE CON  MÁS RIGOR Y DISTANCIA ACADÉMICA: VÉASE EL ESTUDIO DE ANA DOMÍNGUEZ RAMA, UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID:
LA VIOLENCIA "REVOLUCIONARIA" DEL F.R.A.P DURANTE EL TARDOFRANQUISMO.


Observa, de entrada, en el título, cómo, a diferencia de los escritores de la historia superficiales, la autora no asume sino entre comillas el término revolucionaria. Porque es un término de parte, contaminado ya de ideología, no ciencia. Intenta ser una escritora de historia.

https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&ved=2ahUKEwjn1JWb3dfpAhVvBGMBHT68B2gQFjACegQIAxAB&url=https%3A%2F%2Fdialnet.unirioja.es%2Fdescarga%2Farticulo%2F3313030.pdf&usg=AOvVaw3ikN4A6NugJ0-9yb6XvJkF


De ese estudio, extraemos el párrafo siguiente (que espero sirva para introducirnos en una reflexión inagotable y apasionante, en beneficio de la memoria, sin dogmatismos, pues nunca se llega a aprender nada):


"De todos los grupos que actuaron durante el franquismo puede decirse que sólo el FRAP, con pretensiones de extensión estatal, llegaría a despleglar acciones de "guerrilla urbana" asociadas al universo político de la Guerra Civil, es decir, influenciado por el recuerdo histórico de la contienda y con intenciones de establecer lazos de continuidad con la lucha antifascista de los conflictivos años treinta. De este modo, el antifascismo, cuya expresión más significativa de su dimensión internacional fue precisamente la Guerra Civil española, hacía las veces de referencia identitaria entre la militancia del PCE (m-l) y la del FRAP, una referencia que implicaba, asimismo, una especie de legitimidad a la hora de ejercer lo que se concebía como  una violencia de respuesta, de "autodefensa" "  (LA VIOLENCIA "REVOLUCIONARIA" DEL F.R.A.P.  DURANTE EL TARDOFRANQUISMO.  p. 401. Ana Domínguez Rama.)
 
La llamada Guerra civil fue, en realidad, una lucha entre fascismos contrarios (el estalinista y el fascismo complejo de Franco, nacionalcatólico y aliado con el fascismo italiano y el nazismo) Con un foco internacional, donde poco importaba la muerte de muchos españoles que creían luchar por su idea de España. Lo de guerra civil despista un poco, aunque también lo fue (y para siempre será digno de estudio filosófico su caso, dentro de la especie de la guerra ideológica interpretada como guerra civil  por las propagandas de uno y otro bando).

Ese desapego de las vidas de los que viven y conviven, más o menos con problemas, en este país, el utilizar sus pasiones como campo de juego de un conflicto ideológico, tan estúpido como, desgraciadamente, pesante en la historia de España y de Europa, es el resultado del fascismo de izquierda que ha accedido al gobierno de una país como España, tan inestable en sus fundamentos, y tan precioso y duradero pese a todo como la hermosa Venecia creada sobre la espuma del mar.

Hoy, los políticos discuten por el relato, como si la pandemia fuera solo un decorado de teatro, y atentos solo a representar su argumento, hacen la guerra del relato. 

Tienen un coco que es Vox, necesario como contrapeso en el otro polo fascista, el de la derecha; y quizá logren que la sociedad llegue a creer como el padrenuestro que les debemos a los fascistas de izquierda la libertad y la democracia que hoy "disfrutamos". (No importa otra contradicción, la de que hasta hace dos días, eran enemigos del régimen democrático del 78; afirman que fueron sus muñidores; son ellos los combatientes y gudaris antifascistas quienes, con atentados y violencia autodefensiva, liberadora, cómo no, de los pueblos sujetos al fascismo (o que mañana, u hoy, pueden caer en sus manos) nos quitaron a Franco y quienes por eso tienen derecho a todo el poder. No desean que la gente les vote y piense y decida si su política es buena o mala para atender a las necesidades de la gente; no, eso es una débil reminiscencia democrática. Ellos "deben" gobernar con poder absoluto, con el santo objetivo de combatir una causa tan maligna como el fascismo (del adversario y del propio que proyectan en el adversario), como hicieron ayer, como hacen hoy, y como harán siempre. Y así nos luce. 


Los medios masivos han dado información sobre la supuesta acusación contra el honor del señor padre del vicepresidente, pero creemos que ese tema personal no es lo que debería interesar a la reflexión. Sino el de profundizar en el análisis sobre la violencia con supuestos fines políticos, y precavernos de la tentación de volver a justificarla o a pasar inadvertidos sobre ella. 
Sería bueno que algunos pidieran perdón aprovechando esta ocasión. El padre parece que se justificó. Leemos en la información del blog maldita. es: https://maldita.es/malditobulo/2020/05/28/frap-padre-pablo-iglesias/

Pablo Iglesias reconoció ser “hijo de un militante del FRAP” en una columna publicada en Público en el año 2012, pero su padre dijo que estaba encarcelado el día que mataron a Fernández Gutiérrez, y una sentencia judicial le dio la razón en 2019.
Tertsch fue condenado a indemnizar con 15.000€ al padre de Iglesias por "intromisión ilegítima y vulneración del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen", según la sentencia a la que ha tenido acceso Maldita.es. En ella, se aclara que el padre de Iglesias fue implicado “sin prueba alguna en un delito grave, no existiendo constancia de que el actor realizara otros actos que dar publicidad a la convocatoria de una manifestación en la que se produjo la muerte de un policía”.










La sentencia que condena a Hermann Tertsch recoge que, durante un juicio celebrado cuando tenía 19 años, Francisco Javier Iglesias explicó que “formaba parte de organizaciones pro FRAP, añadiendo que cuando se constituyó éste formalmente lo abandonó por desacuerdo”. Maldita.es no ha podido verificar esto último de forma independiente.
Como decimos, el propio Pablo Iglesias escribió en una columna publicada en Público que era "hijo de un militante del FRAP".


También es buena ocasión para hacer memoria de las víctimas, y como la mejor manera de hacerlo es individualizar y nombrar a una, que representa a las víctimas del FRAP, en este caso; recordemos al joven subinspector de policía, de 21 años, leonés, hijo de mineros: JUAN ANTONIO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, primera víctima  de la banda del FRAP; el suyo es un asesinato aun sin aclarar y del que no ha habido una condena ni un culpable; como con tantos crímenes de ETA, aún abiertos, o no sé si archivados hoy.
Fue asesinado a puñaladas en la calle del Doctor Mata, cerca de la calle de Santa Isabel, próxima a la calle de Atocha en Madrid; en una emboscada premeditada, cuando atendía a la orden de dirigirse a dispersar la manifestación "ilegal", según el Régimen, del Primero de Mayo en  la plaza de Antón Martín.

Recogemos esta información del artículo Una historia de la policía:
http://cnpjefb.blogspot.com/2016/11/1973-asesinato-del-subinspector-del.html

martes, 8 de noviembre de 2016


1973. Asesinato del Subinspector del Cuerpo General de Policía Juan Antonio Fernández Gutiérrez

Don Juan Antonio Fernández Gutiérrez, Subinspector de segunda del Cuerpo General de Policía, moría asesinado a puñaladas en la calle del Doctor Mata, esquina a la de Santa Isabel, en las proximidades de la calle de Atocha, cuando, en acto de servicio, acudía con otros compañeros a desarticular a unos manifestantes que esgrimían banderas rojas, con la hoz y el martillo, el funcionario fue derribado al suelo y apuñalado con saña. Recibió varían cuchilladas, una de ellas mortal de necesidad. Era la primera vez en la historia de España que hacía acto de presencia publica por medio de una acción violenta y terrorista, la siniestra banda marxista FRAP (Frente Revolucionario antifascista patriótico), asesinado a un funcionario de policía.



Organizaciones izquierdistas clandestinas, encabezadas por el FRAP, habían convocado con motivo del 1 de mayo, a una manifestación ilegal que tendría como escenario la plaza de Antón Martín y zonas aledañas. La Policía había montado un dispositivo de Vigilancia y de protección. Minutos antes de la hora señalada comenzaron a aparecer en diversos puntos de la capital grupos de manifestantes, en especial por las calles de Santa Isabel. Lope de Vega y glorieta de Embajadores, entre otros. Concretamente en la calle de Santa Isabel en su confluencia con la del Doctor Mata, alrededor de unos ochenta manifestantes, que portaban banderas rojas y daban gritos y consignas de corte subversivo, atrajeron la atención de varios inspectores de Policía, los cuales acudieron con la intención de dispersarlos. Lamentablemente los funcionarios cayeron, en una emboscada, pues se el grupo al que perseguían se diluyó, apareciendo de improviso otro grupo más reducido, que iba armado. 

Subinspector Fernández Gutiérrez


El “piquete”, Integrado por gente muy joven, llevaba barras de hierro y cuchillos de monte, varios de los cuales iban atados, a modo de bayoneta, a uno de los extremos de las barras. Cuando los policías se encontraban a poca distancia, y sin que en ningún momento hicieran uso de sus armas, fueron agredidos con fatales consecuencias. El sub inspector Juan Antonio Fernández Gutiérrez recibía una cuchillada en el hemi tórax izquierdo a la altura del corazón, mortal de necesidad de la cual fallecía a los pocos minutos de su Ingreso en la Ciudad Sanitaria Provincial Francisco Franco. El señor Fernández Gutiérrez, de veintiún años de edad y uno y medio de permanencia en el Cuerpo, natural de León, hijo de un minero y estudiante de segundo curso de Medicina, fue atendido inmediatamente por el Jefe de guardia del Servicio de Cirugía del mencionado centro hospitalario y por su equipo. Pese al masaje cardíaco que se hizo sin pérdida de tiempo y a la traqueotomía que se practicó el servidor del orden, este falleció en la mesa de operaciones


En el mismo centro eran ingresados Bienvenido López García, inspector de tercera, que fue objeto en el quirófano de tres intervenciones, ya que ha sido herido de arma blanca en la espalda, en el bajo vientre y en el brazo izquierdo; otros dos Inspectores que sufrían lesiones de menor importancia y el conductor, policía armado, Faustino Penabad Castro, quien, encontrándose en el interior del coche oficial, fue apuñalado por la espalda. Los Inspectores estaban adscritos a la Brigada Regional de Investigación Social de la Jefatura Superior de Policía de Madrid. 


El ministro de la Gobernación, Tomás Garicano Goñi, y el director general de Seguridad, Eduardo Blanco Rodríguez, acudieron a la Ciudad Sanitaria Provincial Francisco Franco nada más tener conocimiento de los hechos para interesarse por el estado de los heridos.

Entierro del Subinspector Fernández Gutiérrez

El funeral por el joven inspector se celebró en el salón Canalejas de la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol y fue presidido, dentro de una gran tensión, por el vicepresidente del gobierno Almirante Luis Carrero Blanco que impuso sobre el féretro del malogrado servidor del orden la medalla de oro al mérito policial. A la salida a la calle del ataúd que iba envuelto en la bandera Nacional, un clamor unánime se extendió por toda la Puerta del Sol ¡A hombros¡ ¡A hombros! Un furgón que estaba esperando para conducir el féretro a tierras leonesas se quedó vacío y el ataúd del inspector fue llevado a hombros por innumerables compañeros desde la Puerta del Sol a la Plaza de España. Aquello se convertiría en una insólita manifestación pues al llegar a la calle de Preciados, de súbito comenzaron a aparecer en las solapas de cientos de asistentes al sepelio las placas-insignias distintivas del Cuerpo General de Policía. Miles de ciudadanos se fueron sumando al cortejo y la repulsa a los asesinos y a la debilidad del gobierno fue en aumento con gritos contra el comunismo y a favor de Franco, las fuerzas del orden, Ejército con Arribas y Vivas a España. Se cantó varias veces el Cara al Sol y la manifestación se disolvió sin incidentes en la plaza de España donde el féretro de José Antonio Fernández fue introducido en un furgón que le llevaría por carretera hasta León donde sería enterrado.
Carlos Fernández Barallobre.

miércoles, 27 de mayo de 2020

Quaestiones quodlibetales (3). Sigue la cuestión anterior y reflexiona sobre el "Juan de Mairena". Diario político y literario de FM. Revista Ágora digital mayo/2020

Disaster's tweet - "Con las primeras hojas de los chopos y las ...

QUAESTIONES QUODLIBETALES 
(diálogos de Tomás Santo y Ulises Martínez)


en la cuestión anterior se planteó si había que celebrar el 14 de abril...




(3) SIGUE LA CUESTIÓN ANTERIOR Y REFLEXIONA SOBRE EL JUAN DE MAIRENA

Despierta, ahora, niño. No para de sonarte el whatsap y me impides leer... Ya sabes que, como Acedo, no me gusta perder el tiempo “mientras se pone dulce la mañana / y me espera un libro”.

Ya... Son... son mis amigos que me envían memes para felicitarme por el 14 de abril, fecha que este año en Murcia, mi tierra, coincide con una de sus fiestas populares más típicas, el Bando de la Huerta. Claro que, con el coronavirus, no habrá tal bando en la vía pública, ni los jóvenes holgarán libérrimamente. Pero mis amigos son gente de ingenio: no se arredran, y celebrarán desde sus casas, de forma virtual...el bando republicano.

Mis amigos saben que yo me he sentido republicano de corazón, alguna vez. He salido a la calle con una bandera tricolor de la república española, en una ocasión por jugar, y en otra un poquillo más en serio, sumándome a una manifestación republicana en Murcia, la tarde en que se anunció la abdicación del rey Juan Carlos I. Ahí que iba yo con un rótulo de cartulina donde ponía CALLE DE LA REPÚBLICA, un rótulo azul de esos que se compran en las tiendas de souvenir cerca de la Plaza Mayor de Madrid. (La foto, en la que salía yo bien visible sosteniendo en mis brazos levantados sobre la multitud el dichoso rótulo, salió en ABC, y mis compañeros del instituto me esperarían el lunes para mostrármela. ¡Tierra, trágame!).

La manifestación terminó en la Glorieta, y allí subieron al estrado representantes de grupos que se decían republicanos (venidos de Valencia y Cataluña) y todos clamaban contra España y la monarquía, pero, sobre todo, contra el Estado español. Reclamaban no tanto la república española sino más autonomía, más autonomía (aún no, directamente, autodeterminación). Más autonomía. ¡Vaya empanada!, pensé. Si deberían estar agradecidos a esta monarquía tan laxa, que les ha permitido subvertir la idea de un estado descentralizado, vertebrado, que diría Ortega y Gasset, para que funcione más ágil en lo administrativo, pero fuerte y unitario en lo político. Con cabeza y centro y con buenas terminales periféricas con agilidad administrativa y decisión en cuestiones políticas no substanciales que descarguen la labor central. A diferencia de la federal Germania, donde hay muchos vagones (Länder) y una sola locomotora; aquí en España hay 17 locomotoras y un vagón en vía muerta. Todo lo que significa un estado fuerte republicano lo han convertido en una posición marginal.

Fui a aquella manifestación republicana, y salí menos republicano de lo que nunca me hubiera podido imaginar. Mi idea cordial de la república, sin embargo, permanecía de algún modo viva. Solo que aún tenía que pasar la prueba de enterarme bien qué fue históricamente la segunda República. Si seguía sintiéndome cordialmente republicano, indagué en mi interior, era porque veía esa idea engarzada con un tiempo histórico real y una forma de Estado real, como fue la República del 14 de Abril. Y esa República, precisamente, tuve que reconocer más tarde, fue acosada, golpeada, mentida y traicionada por bandos y capillas de todas las ideologías e instituciones; no sólo una parte del Ejército que dio el golpe en el 36, no solo la Iglesia, o más exactamente, sus jerarquías reaccionarias y algunos curas valetudinarios o asustados; también en el 34 los comunistas y parte de los socialistas que pretendieron dar un golpe a la democracia (eso que llamó la propaganda “revolución de Asturias”), golpe que pretendía extenderse a toda España y que atajó a duras penas el gobierno legal de la república, a costa de graves consecuencias posteriores, entre ellas la propaganda continuada de dialéctica “revolucionaria” y del odio entre españoles (aunque, vista la historia desde el posfranquismo, tal como nos la han enseñado, puede parecer que el Partido comunista y los socialistas de Largo Caballero, el Lenín español, como lo llamaban las Juventudes, fueron siempre víctimas). Y ya es de sobra sabido qué otros traidores tuvo la segunda república española (anarquistas, políticos regionales, secesionistas, grandes fortunas burguesas, empresarios y banqueros, y suma y sigue por el bando que tires...carlistas, latifundistas, lumpen, comunistas prosoviéticos, anticomunistas, falangistas, demonios y hasta cartujos).

En un texto de Machado, del 37, en la segunda parte de Juan de Mairena, escrita ya durante la guerra, el poeta muestra su entusiasmo por la tercera República, la República del 16 de febrero del 36, la verdadera república impulsada por el frente de izquierdas. ("Lo que hubiera dicho Mairena el 14 de abril de 1937"). Machado escribe "tercera república" y no tercera legislatura. El texto está lleno de transmisión cordial, emana bondad y grandeza de alma, además de sencillez y sinceridad.

Es éste uno de los textos más trágicos de todo el siglo XX español. Le he dado muchas vueltas; años atrás, hace ya más de cinco, estaba a punto de concluir una tesis, que pensaba publicaría en libro, sobre el Juan de Mairena de Machado. Una vuelta más y cada vez se me hace más grande el estupor ante el texto de Machado, se me abre como una claridad pesada, una conclusión que creo Machado sacaría también al final de su vida; y que todo español de esta generación ha de llevar sobre sí, como una carga.

¿Cómo Machado pudo renunciar a la república del 14 de Abril? ¿Es el maestro también uno de esos iluminados sectarios que hoy se llaman de izquierda, sin querer ver ni leer en la historia de su país y en la del mundo, la cual enseña lo cerca que está de ser un suicidio permitir que minorías de totalitarios se apoderen del nombre de la izquierda para hacerse poco a poco más fuertes y tratar de destruir el mismo sistema que da juego a izquierdas y derechas y finalmente instaurar un régimen de partido único, una dictadura? 

El estado de guerra imponía extender una conciencia de lucha a todos, incluidos los filósofos, razona así Machado, avanzado el libro Juan de Mairena: "porque la guerra la hemos hecho todos y es justo que todos la padezcamos; es un momento de la gran polémica que constituye nuestra vida social; nadie con mediana conciencia puede creerse medianamente irresponsable".

¿Dónde hiciste la guerra? Preguntarán luego aquellos jóvenes mandados al frente, "hacer la guerra" no en el sentido de responsabilizarse de su causa. Machado recoge una poco vaga fraseología marxista. La propaganda pide unión tanto de los intelectuales como del pueblo, en defensa de unos ideales. Y la unión se alcanza a través de una culpa compartida. La guerra es la continuación de una polémica social previa (esta conclusión es la peligrosa), de ideas, de posiciones de interés (no dice lucha de clases, pero la lectura de la guerra desde los términos dialécticos es obvia). La falacia de la conclusión para que no se note, ha de apoyarse, como saben aun los escolares marxistas, en una verdad también obvia y que apenas se discute por lo general: en este caso, la gran polémica que es la vida social con sus antagonismos de intereses entre privados y entre colectivos; lo cual no implica mecánicamente una salida de guerra. 

La guerra es un fracaso de la política, de los valores éticos, perfilará sucesivamente Machado. (Pero la guerra es un acto positivo de la voluntad, un querer la guerra, no es fracaso de nada, sino una voluntad de poder que afirma la guerra y ve una ganancia en el robo por encima de cualquier mal que suponga su decisión. Eso cualquier escolar lo sabe, cualquier Maquiavelo de pueblo, cualquier político, cualquier marxista o cualquier nietzscheano. Pero, siendo esa una verdad general sobre la guerra, ¿vale también para una guerra civil? No, precisamente no, dirá Machado. Ahí está el busilis de la cosa).  Machado irá desmontando el belicismo animal, cínico, de tipo marxista, que era el pie forzado con el que partía para concitar la conciencia de lucha y la superioridad moral sobre el adversario (continuamos en la guerra luchando contra los explotadores). Y poco a poco, Juan de Mairena elabora un pacifismo que, paradójicamente, viste con mejores armas al guerrero: las de la razón, la conciencia y la del amor. Dirá finalmente que la guerra es el crimen más estúpido, el crimen más imperdonable ante Dios y ante los hombres y, sin embargo, no tiene conciencia de estar desmoralizando a sus lectores; porque estos ya entendían que estaban recibiendo un alto servicio moral. Machado habla a cada uno, no a los hombres en general ni a los soldados, su ojo no abarca a los colectivos que resisten en la retaguardia ni a los batallones que luchan en la vanguardia.

Machado no vio en la contienda fratricida el enfrentamiento entre ideologías totalitarias (a menudo enfrentadas dentro de la misma zona);  pero sí un drama humano individual que tenía además una raíz metafísica y cuasireligiosa, con un fondo atávico cultural. (Por imponderables atávicos de este país, atávicos por largamente presentes en su Historia, retorna de vez en cuando la lucha. La República, nada más que un episodio de la guerra atávica entre los que no tienen perdón y prolongan su desespero. Reconocerlo puede ser el fin de la beligerancia y el empezar a reconocerse entre hermanos. Es destacable que Machado, salvando la distancia en el análisis y la terminología, coincida con la historiografía posterior generalizada, que acuñó la expresión "guerra civil" para denominar a la guerra del 36).

Su pasión hacia la república era equivalente a su repulsa de la monarquía y de la persona del rey (al que dedica la metáfora "repugnante lombriz de caño sucio"). También se puede decir que su republicanismo era tan grande como su repugnancia del catolicismo: "La palabra que más me repugna es: catolicismo, no por lo que significa, sino por el repugnante empleo que se hace de ella".

Su republicanismo y su laicismo, en todo caso, eran menos que su humanidad, su comprensión del otro, su inclinación a la tolerancia, sevillano de inteligencia fina y autoirónica siempre a la escucha del imperativo moral en él, que, como a Sócrates, le impulsaba a procurar el bien y a ejercer como medio una espontánea pedagogía: "Todo hombre (escribió) necesita ser lo que es para hacer lo que hace. Y viceversa. Es una sentencia de mi maestro -habla Juan de Mairena a sus alumnos- la cual, aceptada, podría llevarnos a un exceso de tolerancia Yo no os aconsejo que la adoptéis como norma ética. Pero conviene que no la olvidéis nunca, si no queréis cometer graves injusticias".

El Machado librepensador, krausista, idealista y demócrata, antiguo alumno de la Institución Libre de Enseñanza, cediendo el testigo de la razón a un bando en exclusividad.... Si leemos bien el contexto, otras partes de Juan de Mairena (la mejor prosa filosófica española) nos daremos cuenta de que no es así, de forma gruesa. Aunque en algún apunte ¿circunstancial? (pero todo el libro lo es, afectado por la circunstancia de la guerra) adule a Stalin y su dictadura de los trabajadores, en un contexto, eso sí, crítico con la no intervención de las democracias en el conflicto español. Machado asume los valores marxistas por cristianos; rusos, les llama. En la tradición de los novelistas rusos. El amor al prójimo, la justicia social van tejidas, para él, a la espiritualidad, a la defensa de lo mejor de la cultura de Occidente, síntesis de socialismo y cristianismo evangélico.

Valora a Cristo entre sus modelos de humanidad e, irónicamente, por ser de esos contados buenos maestros que lo son porque no intentan enseñar, no cometen el error del principiante de retórica, de predicarle al convencido, y con el que no lo está, no abusan de la retórica para persudirlo: "La humanidad produce muy de tarde en tarde hombres profundos, quiero decir hombres que ven un poco más allá de sus narices (Buda, Sócrates, Cristo); los cuales no abusan nunca de la retórica, no predican nunca al convencido y son, por ello mismo, los únicos que han tenido alguna virtud suasoria (...) Son hombres de buen gusto, dotados siempre de ironía, nunca pedantes -ni siquiera escriben-, rara vez a la moda y a los cuales, porque nunca pasaron, hay siempre que volver". 

Qué lejos está su idea del hombre de la imagen de la cartelería gráfica de la guerra. De la imagen del hombre de hierro de uno u otro bando. Más bien, parece un personaje liberal, decimonónico y de clase media urbana, extraído de una novela de Galdós o de un cuento de Clarín, hasta podríamos imaginarle su defecto de ser "ateneísta".  Porque hay un sentido de ateneísta, discutible, del que no se implica y gusta las discusiones de gabinete.

Pero el libro de Machado está escrito pro un bando en la guerra; desde la convicción de Machado de defender la república, o lo que quedara de ella, apoyando la posición de aquellos que en parte la habían traicionado anteriormente y que a la altura del año 37, en plena guerra, se autoproclamaban sus únicos defensores al mismo tiempo que la vanguardia de una tercera república sin duda de corte prosoviético, totalitario, absolutista, nada parecido a la Constitución republicana.

Y a ese clavo se agarró Machado, porque, sin duda, a esas alturas de la guerra no había otra posibilidad; solo los comunistas tenían orden y alguna disciplina (tener una orden, venga de donde venga, es importante para actuar en una dirección, la de combatir contra el enemigo); eran la única “esperanza” después de haber sido los que en parte llevaron a la república a la desesperanza. Pero mejor estos que “los nacionales”, totalitarios también y más fieros, si cabe; los “rebeldes” amenazaban con cumplir lo que los comunistas no habían podido hacer en el 34: derrocar la república con un golpe sangriento.

Machado vive esa contradicción, aunque humanamente se vuelca en la defensa de la república a través de su pluma. Pasa a Valencia, luego a Barcelona, arropado por el Partido Comunista, y sigue luchando con sus escritos. Leen un texto de Machado en el Congreso de la paz, celebrado en París; apoya  y participa en el II Congreso de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, en Valencia. (Antifascistas... era un nombre aún no tópico para aglutinar a los defensores de la república desde diversas posiciones, algunas contrarias a los prosoviéticos y a la intelectualidad comunista oficial. Un buen nombre propagandístico, que tanto éxito aún tiene... Tanto como “anticapitalista”, otra máscara bajo la que se esconden algunos totalitarios.)

Juan de Mairena es un libro de retórica. De alta retórica. Irónicamente se presenta como tal, y cumple con la ironía de ser lo que parece. Un libro de tan buena retórica, tan lleno de excelencia filosófica y literaria, que como un truco de mago nos vela su finalidad (propagandística) y su misma argamasa de razonamientos persuasivos. Machado, como todo escritor, es consciente de que sus escritos son algo más que sus palabras: son, también, lo que la gente quiere hacer con ellas. Y, a veces, ese sentido social de lo escrito, en circunstancias concretísimas, se antepone a todo lo demás en la conciencia del autor.

Juan de Mairena no es un libro de literatura (y también lo es), no sólo es el mejor libro de filosofía española (y también): es un libro de propaganda republicana, un vademécum de retórica apolegética del frente republicano. Una especie de Ciudad de Dios agustiniana, donde la causa de un bando es exaltada por la superioridad moral, espiritual y por la continuidad de la cultura de un pueblo (el español) y de la transmisión de unos valores humanistas y cristianos occidentales. No podía ser más alta la apuesta moral e intelectual. Y de ahí el valor del libro para insuflar moral de victoria o de resistencia en la retaguardia y para defender la república española ante el mundo y atraer a las figuras de la intelectualidad internacional. Machado no nos da un libro de vulgar propaganda marxista ni un catecismo de generalidades antifascistas y anticapitalistas, ni una pedrada contra el otro bando, la otra España o anti-España de Franco. Eso hubiera sido un mal entendimiento de la propaganda, de la alta propaganda, por así decir, que se basa en convencer al contrario y en apelar a valores comunes y universales. Machado se anticipó a Manuel Azaña al proponer al final del Mairena la reconciliación y el perdón. Nadie está libre de pecado, se comete una doble falta cuando se niega al otro, una falta cristiana y otra socrática, al no reconocer al otro como interlocutor que pueda aportar su razón, su verdad. Como dijo el mismo Machado en sus versos: “¿Tu verdad? No. / La verdad./ Y ven conmigo a buscarla./ La tuya, guárdatela?”. Esa obsesión machadiana por el otro, por el complementario. Así el poeta dice, en “Proverbios y cantares”: “El ojo que ves no es /ojo porque tú lo veas;/ es ojo porque te ve”.

Machado no está fuera del tiempo. Se presenta a través de sus propios rasgos nacidos de una circunstancia y a menudo "tan ahincados al presente" (para decirlo con palabras del propio pensador).

Su pensamiento, su ética, su humanidad en fin, resaltan más por ello. Su "memoria" me hace reflexionar sobre la mía, y sobre el alcance, ciertamente modesto, de saber;   porque nunca se aprende o, como Machado nos enseña, se aprende a no engañarnos creyéndonos más de lo que somos: unos seres tan ahincados al presente, tan a ras de suelo que apenas levantamos la mirada sobre la hierba. 

Casi al final del libro Juan de Mairena, escribe:
"La guerra es el crimen estúpido por excelencia, el único que no puede alcanzar perdón de Dios ni de los hombres. Quiero decir, que de ningún modo puede perdonarse ni a quien la provoca ni a quien la prepara". 

Cuando pienso en la falta de memoria histórica de los españoles actuales (yo incluido) me tapo la nariz. Han llamado memoria histórica a una memoria segregada. Memoria de unos o de otros sobre una parte de los unos y de los otros. No se quiere mirar a la realidad de los hechos históricos, solo a la interpretación política parcial. Cuántos en las cunetas murieron por fuego amigo, de uno y otro bando; cuántos fueron al exilio antes del exilio, huyendo de la ira de su propio bando; cuántos de un bando murieron asesinados por sus propios camaradas: cuánto sectarismo, cuánto odio, en unos y en otros, odio de propios contra propios y contra extraños, en tiempo de guerra y después de la guerra.

¿Fue la república una época de luces? Hoy en día no lo tengo tan claro...

Bueno, después de esto, está claro, ¡uf!... (suspiró mi maestro)... cuando un español se pone a hablar... ¡Concha!, no me has dejado leer nada, pero te he prestado con gusto mi oreja para que te oyeras tú mismo todo lo que querías decirte. Y, ahora, pienso que sigues sin respuesta a la cuestión planteada, y a otras muchas. Y me alegro, porque eso me dice que eres un hombre.

Fulgencio Martínez