Fascistasunos reunidos con dos de la aldea de Sánchez |
BILDU ROMANCE DE SÁNCHEZ
Asombrados, escuchamos a un ministro de Bolsonaro, durante una sesión del Gobierno de Brasil que la 1 de Televisión española ha tenido la valentía de darnos a conocer a los españoles; decía el ministro, con ánimo de aportar: aprovechemos que ahora está ocupada la prensa con el problema sanitario y cambiemos las leyes.
Sería una pieza digna del Pulitzer si algún medio español, como el citado anteriormente, se hubiera metido en la sala donde pactaron los proetarras de Bildu y el gobierno de Sánchez, y nos hubiera rescatado una frase como aquella del ministro de Bolsonaro, con ánimo de aportar.
En su manifestación única en la tele, este sábado 23 de mayo (Sánchez ha inventado la manifestación de un único manifestante que siempre es él) el Presidente ha dado buenas a la nación; rectificándose por enésima vez, anuncia que habrá temporada turística este verano, cuando una ministra de su Gobierno había ya sentenciado al sector turístico hasta septiembre y el mismo Gobierno había anunciado que se endurecerían las restricciones al acceso de los turistas a través de los aeropuertos de España.
Todos saldremos a tiempo para disfrutar la calor de España, ya no habrá "desescalada asimétrica" y aunque Torra, en Cataluña, lo quiera o no lo quiera, tendrán los catalanes sol y turistas. Lo quiere Dios.
La derecha, y peor la extrema, está desobedeciendo a la auctoritas sanitaria (que solo él sabe quién es) y las derechas, en fin, tendrán la culpa si hay reescalada, porque anteponen a la salud de los españoles sus agendas políticas.
Los Torra, los traidores históricos a la república española de la Esquerra, y los vascuences acomplejados por el latín, esos, no. Esos grupos regionales tienen bula para pedir que se les dé prioridad a sus misas reivindicativas/lucrativas, y a su rito, en la parrilla de la tele nacional.
Todos saldremos a tiempo para disfrutar la calor de España, ya no habrá "desescalada asimétrica" y aunque Torra, en Cataluña, lo quiera o no lo quiera, tendrán los catalanes sol y turistas. Lo quiere Dios.
La derecha, y peor la extrema, está desobedeciendo a la auctoritas sanitaria (que solo él sabe quién es) y las derechas, en fin, tendrán la culpa si hay reescalada, porque anteponen a la salud de los españoles sus agendas políticas.
Los Torra, los traidores históricos a la república española de la Esquerra, y los vascuences acomplejados por el latín, esos, no. Esos grupos regionales tienen bula para pedir que se les dé prioridad a sus misas reivindicativas/lucrativas, y a su rito, en la parrilla de la tele nacional.
Sánchez, que es cada vez menos previsible, ha asombrado a propios y extraños con un pacto secreto con el Coronabildu, una organización malota de carácter pseudopolítico que predomina en el País Vasco y se favorece de una acomplejada democracia contra la cual sus referencias etarras pusieron bombas hasta ayer, y que continúa pervirtiendo las elecciones democráticas con acoso a los representantes democráticos de partidos que intentan hacer mítines en Euskadi. Fascismo "legalizado" en versión Batasuna ¡pobre de mí!, o sea, fascistasunos.
Con ellos se entendió Sánchez, el argonauta, para asegurarse su prórroga del estado de alarma, a cambio de derogar íntegramente (sic) la ley laboral vigente. ¿También los ertes, que vienen de esa ley? (Muerto el perro, se acabó la rabia, sobre todo, si esta no se pueda pagar).
Los sindicatos, las organizaciones de empresarios tal vez no existan ya en España, ni tienen nada que decir. Pero, los que integramos un sindicato, como yo, afiliado a Comisiones Obreras, sí tenemos algo que decir a estos nihilistas, tantos como Sánchez: copias de Sánchez Sánchezquevansiendoyademasiados.
Los sindicatos, las organizaciones de empresarios tal vez no existan ya en España, ni tienen nada que decir. Pero, los que integramos un sindicato, como yo, afiliado a Comisiones Obreras, sí tenemos algo que decir a estos nihilistas, tantos como Sánchez: copias de Sánchez Sánchezquevansiendoyademasiados.
Yo no me reconozco como afiliado de un sindicato, y como afiliado de Comisiones, en el silencio casposo de quienes callan ante este barbarismo que tenemos en la Presidencia del Gobierno. Apoyar en Bildu cualquier ley progresista es tener un gran sentido del humor, o, lo que no me parecería del todo mal, estar bajo los efectos de un romance y tener los ojos en otro mundo.
Sánchez en su mani del 23 a la que aludí, esas manis de un solo manifestante que sigue siendo él, también ha anunciado que España, a partir de una fecha que no ha explicado por qué razón es esa la elegida, y no antes ni después, guardará luto oficial en memoria de los fallecidos por el coronavirus. Y acto seguido ha dicho, con cara sonriente ha dicho, a preguntas de la prensa, que todos saquemos pronto el bañador y hagamos planes vacacionales. Es tan profundo, que me da vértigo. Un nihilista en persona: nunca hubiera soñado con ver un especimen así, fuera de los libros de Dostoievsky.
Sánchez bis. |
Sánchez se ha olvidado de dar, hasta hoy, el pésame a las víctimas y familiares: una a una, con una simple llamada o como estimara conveniente (que otros no lo hayan hecho, no es excusa para un líder como él). Son entre treinta y cuarenta mil las víctimas de una pandemia que ha afectado a España de forma más cruel que a otros países, y eso ha sido durante el Gobierno de Sánchez, por dormirse y creer, como el otro con el chapapote, que eran hilillos de contagios: al menos tendrá algún sentimiento de culpa o de responsabilidad. Pero me temo que lo mucho a veces no nos deja hacer lo poco. Sánchez ha querido echarse a la espalda las víctimas de ETA, a las que tendrá que dar explicaciones, algunas excusas o alguna palabra de perdón, por haber caído en amor (ciego amor) con los bilduetarrunos.
He escrito arriba que Sánchez era cada vez menos previsible, pero matizo: en lo particular, pues en lo general ya se le ha visto el juego que maneja de ponerse al frente de todo lo que se mueva contra este país, tener de aliados a todos los grandes formadores o deformadores de opinión que previamente han estigmatizado como fascista o, peor, con el miedo a ser tachado de fascista, a los que usando la cabeza se les oponen; porque saben que muchos españolitos, sobre todo votantes de izquierdas, se humillan ante una lógica tan gruesa, una falacia disyuntiva tan poco sutil; y hasta en muchos casos, la agradecen, pues les ahorra pensar en matices, por un lado, y por otro, les refuerza con un chute su identidad líquida. Ese juego es el que a Sánchez le da ahora buen resultado. Mañana, puede ser otro. No creáis, politólogos, amigos míos de esa izquierda sentimental en que yo también perdí mi tiempo, y especialmente mis amigos de verdad catalanistas, no penséis que Sanchez llegó por convicción a esa estrategia exitosa. No. Solo vio que era el único modo de conseguir su poder personal, y de la necesidad contingente hizo una bandera que está dividiendo, por desgracia, a todo el país, más dañinamente que aquellos que, con razón o sin ella, pero con cierta lealtad a los españoles y a sí mismos, quieren separarse. Así que donde vaya Sánchez, donde admitáis a Sánchez, irá la división Sánchez con Sánchez.
¿Por qué gente honrada y amable expresa en voz alta una simpleza técnica, de llamar facha a todo el que se opone al Gobierno? No por simple ruindad, tampoco por ruina intelectual sobrevenida de improviso. Se trata de que por ahí, por él o por ella, ha pasado la división Sánchez (la división mediática sanchula).
Cuando se trata solo de aquellos que viven en el barrio de Salamanca, parece que lo tienen más fácil. Además, les viene en ayuda la expresión: ricos. Son los ricos, los fachas. Todo a una. (Hasta un pobre político, de bajo nivel, ha dicho: son los señoritos, pero eso no cuadra bien, porque había alguna señora... o señorita, en las manifestaciones contra el Gobierno).
Lo tienen algo difícil cuando la protesta se extiende por otros barrios, algunos obreros, y por otras ciudades. Pero ahí está la Puerta de Alcalá: la clave es que llevan una bandera de España, la constitucional. Luego, también son fachas. (¿Absurdo, no? Sí, queridos marcianos, en este país llevar una bandera o cualquier seña de identidad nacional, te estigmatiza).
Difícil será justificar el descrédito del manifestante antigobierno cuando entre los que protestan no haya uno que lleve la bandera de España. Simplemente, uno que no esté de acuerdo en los nombres que ponen a las cosas; yo sugiero que lleve la bandera de la Unión Europea, o, mejor, de la ONU, y no hable en español, que eso de hablar en español, decir viva España y llevar la bandera es lo que da argumentos al Gobierno de España contra los malos españoles, los que se oponen a Sánchez, los fachas. (Extraño país, que diría Gabriela Mistral. ¿Surrealista? No, de psicoanalista).
Pero entonces ¿en qué quedamos son fachas o no todos los que no se callan ante el mandarín único del mal llamado gobierno o garabato?
Ante esta duda viene a ayudarnos, por nuestra mala suerte, el único ser que, en el mundo, queda limpio de tacha moral (según confesión propia): se llama Rufián. Le llamaban ayer los suyos botifler, pero él ha hecho después y sigue haciendo como que no iba con él el insulto. Pues sí, este botifler de pecho limpio dice que son fachas los que protestan contra el Gobierno. Ya salimos de dudas. Y el presidente Sánchez puede suspirar, aliviado.
No son fachas aquellos con los que pacta y a los que acude para que le ayuden a sostener su tesis (de gobierno), que es ninguna, salvo el oportunismo más descarado. Pero Gabriel Rufián coincide con el plan previsto. Los españoles de bien no quieren a los fachas. Pero un español de bien no llama facha a nadie porque opine lo contrario a lo mío, sino al que mata, extorsiona, elimina la libertad, se comporta como totalitario y aspira a todo el poder y a la autocracia de partido único. Si hay que llamar a alguien facha, pónganse en la cola muchos de los puros que están en o cerca del Gobierno. Hay que recordarle al guionista de Sánchez que no tiene el derecho de propiedad intelectual sobre nada.
He oído ya decir a algunas personas: yo no soy facha, pero estoy en contra de este Gobierno de Sánchez y de sus recortes a la libertad. Pronto se irá extendiendo esta libertad de expresión. Yo no soy facha pero votaré contra este Gobierno y a favor de que su actuación sea juzgada en tribunales de justicia, y estaré votando al partido que exija esa digna reclamación de muchos españoles. Ejerceré mi derecho a un voto de castigo.
Si antes no me quitan el derecho al voto.
He escrito arriba que Sánchez era cada vez menos previsible, pero matizo: en lo particular, pues en lo general ya se le ha visto el juego que maneja de ponerse al frente de todo lo que se mueva contra este país, tener de aliados a todos los grandes formadores o deformadores de opinión que previamente han estigmatizado como fascista o, peor, con el miedo a ser tachado de fascista, a los que usando la cabeza se les oponen; porque saben que muchos españolitos, sobre todo votantes de izquierdas, se humillan ante una lógica tan gruesa, una falacia disyuntiva tan poco sutil; y hasta en muchos casos, la agradecen, pues les ahorra pensar en matices, por un lado, y por otro, les refuerza con un chute su identidad líquida. Ese juego es el que a Sánchez le da ahora buen resultado. Mañana, puede ser otro. No creáis, politólogos, amigos míos de esa izquierda sentimental en que yo también perdí mi tiempo, y especialmente mis amigos de verdad catalanistas, no penséis que Sanchez llegó por convicción a esa estrategia exitosa. No. Solo vio que era el único modo de conseguir su poder personal, y de la necesidad contingente hizo una bandera que está dividiendo, por desgracia, a todo el país, más dañinamente que aquellos que, con razón o sin ella, pero con cierta lealtad a los españoles y a sí mismos, quieren separarse. Así que donde vaya Sánchez, donde admitáis a Sánchez, irá la división Sánchez con Sánchez.
¿Por qué gente honrada y amable expresa en voz alta una simpleza técnica, de llamar facha a todo el que se opone al Gobierno? No por simple ruindad, tampoco por ruina intelectual sobrevenida de improviso. Se trata de que por ahí, por él o por ella, ha pasado la división Sánchez (la división mediática sanchula).
Cuando se trata solo de aquellos que viven en el barrio de Salamanca, parece que lo tienen más fácil. Además, les viene en ayuda la expresión: ricos. Son los ricos, los fachas. Todo a una. (Hasta un pobre político, de bajo nivel, ha dicho: son los señoritos, pero eso no cuadra bien, porque había alguna señora... o señorita, en las manifestaciones contra el Gobierno).
Lo tienen algo difícil cuando la protesta se extiende por otros barrios, algunos obreros, y por otras ciudades. Pero ahí está la Puerta de Alcalá: la clave es que llevan una bandera de España, la constitucional. Luego, también son fachas. (¿Absurdo, no? Sí, queridos marcianos, en este país llevar una bandera o cualquier seña de identidad nacional, te estigmatiza).
Difícil será justificar el descrédito del manifestante antigobierno cuando entre los que protestan no haya uno que lleve la bandera de España. Simplemente, uno que no esté de acuerdo en los nombres que ponen a las cosas; yo sugiero que lleve la bandera de la Unión Europea, o, mejor, de la ONU, y no hable en español, que eso de hablar en español, decir viva España y llevar la bandera es lo que da argumentos al Gobierno de España contra los malos españoles, los que se oponen a Sánchez, los fachas. (Extraño país, que diría Gabriela Mistral. ¿Surrealista? No, de psicoanalista).
Pero entonces ¿en qué quedamos son fachas o no todos los que no se callan ante el mandarín único del mal llamado gobierno o garabato?
Ante esta duda viene a ayudarnos, por nuestra mala suerte, el único ser que, en el mundo, queda limpio de tacha moral (según confesión propia): se llama Rufián. Le llamaban ayer los suyos botifler, pero él ha hecho después y sigue haciendo como que no iba con él el insulto. Pues sí, este botifler de pecho limpio dice que son fachas los que protestan contra el Gobierno. Ya salimos de dudas. Y el presidente Sánchez puede suspirar, aliviado.
No son fachas aquellos con los que pacta y a los que acude para que le ayuden a sostener su tesis (de gobierno), que es ninguna, salvo el oportunismo más descarado. Pero Gabriel Rufián coincide con el plan previsto. Los españoles de bien no quieren a los fachas. Pero un español de bien no llama facha a nadie porque opine lo contrario a lo mío, sino al que mata, extorsiona, elimina la libertad, se comporta como totalitario y aspira a todo el poder y a la autocracia de partido único. Si hay que llamar a alguien facha, pónganse en la cola muchos de los puros que están en o cerca del Gobierno. Hay que recordarle al guionista de Sánchez que no tiene el derecho de propiedad intelectual sobre nada.
He oído ya decir a algunas personas: yo no soy facha, pero estoy en contra de este Gobierno de Sánchez y de sus recortes a la libertad. Pronto se irá extendiendo esta libertad de expresión. Yo no soy facha pero votaré contra este Gobierno y a favor de que su actuación sea juzgada en tribunales de justicia, y estaré votando al partido que exija esa digna reclamación de muchos españoles. Ejerceré mi derecho a un voto de castigo.
Si antes no me quitan el derecho al voto.
Fulgencio Martínez
23-5-2020
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