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martes, 29 de septiembre de 2020

Entrevista a Fulgencio Martínez. Por Ada Soriano y José Luis Zerón Huguet. Publicada en www.lasnuevemusas.com/ septiembre 2020

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 https://www.lasnuevemusas.com/fulgencio-martinez/

 

En el enlace de arriba, pueden  leer una entrevista, que firman los poetas Ada Soriano y José Luis Zerón Huguet, al escritor Fulgencio Martínez, director de la revista Ágora. La entrevista fue realizada a mediados de septiembre de 2020 y publicada en la página Las nueve Musas. Trata sobre la filosofía poética del autor y sobre dos de sus libros, de reciente publicación; uno de poesía, Línea de cumbres (ed. Adarve, Madrid, febrero 2020) y otro de narraciones breves: El taxidermista y otros del estilo. (Diego Marín editor, 2019).

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Fulgencio Martínez desde sus cumbres. Texto de Presentación del libro "Línea de cumbres". Por José Luis Martínez Valero

 


FULGENCIO MARTÍNEZ DESDE SUS CUMBRES

 

 

Línea de cumbres 

Fulgencio Martínez

Ed. Adarve, Madrid, 2020

 

Este libro no es difícil, es distinto. Está hecho como si se tratase de un juego, el autor escribe (fragmentos) y, al cabo de unos años, los reúne. El lector se ve obligado a leer despacio, a releer, porque el libro, al principio, desconcierta. Se trata de un libro en movimiento, pleno de palabras desligadas, apenas repetidas, que cristalizan en espléndidos poemas.

Estamos habituados a que los libros, tengan argumento, ya sea autobiográfico o temático, Estos poemas independientes, si es que fuera posible, como apuntes, tienden a ampliarse, así los hay que contienen otros poemas y también otros que podrían contener un libro. Esta síntesis, poema de poemas, lo convierten en una especie de diario, pág, 58:

 

Este diario es para ti. En una

barca de hoja de palma

te lo envío.

 Espero que las corrientes bravas

no lo despidan pronto 

que al menos un rumor te llegue al alma…

 

La mayor parte de los poemas están dirigidos a un interlocutor,  amor, que ha reordenado su vida. Una vida que, habiendo quedado desocupada, había dejado de escribir, de ahí que en el poema FIDES (poción mágica) aparece la recuperación del humor y la reflexión que nunca lo han abandonado. En el poema, a modo de poética, este libro contiene más de una, dice el poeta:

 

Toda la fe en la escritura vuelve

en la escritura misma

cuando estamos a punto

de renunciar.

 

Ya he dicho que este libro se mueve, lo vemos cómo se va haciendo, porque nace de un periodo de perplejidad,  desencuentro, que ahora, se transforma en cambio. El camino no es fácil, sino múltiple, dudoso, tortuoso. Fulgencio nos coloca en su  encrucijada. ¿Qué camino ha elegido? Tenemos una certeza, El poeta, este poeta al que conocemos bajo diversos nombres, elige  siempre  el más difícil, un camino que se parece  al destino. Cuando seguimos con el poema nos traslada a la imagen marina que comprende una visión cósmica, el hombre es gota, minúscula porción de vida, de la vida que es mar:

 

Toda la mar abraza  

a esta única gota que se hace cuenta

de la vida.

 

Tras esta consideración, volvemos al motivo primero: la escritura:

 

mirándome la mano  

en lo oscuro, pasa un río de ceniza.

 

El autor se ve a sí mismo, mientras escribe; este hacer sólo es  posible sobre el pasado, la memoria. La escritura impone ese curso de ceniza, la palabra permanece como  resto de lo que se ha querido decir:

 

Un ápice de deslumbramiento mágico.  

Un fondo de rocío bulle a ráfagas…

evoca el cielo nocturno estrellado.

 

Se trata de elementos positivos, ya no se refiere a la escritura cenizosa gongorina, especie de museo de cera, procedente de la erudición y la lectura, libro de libros. Estamos ante el deslumbramiento, esa ráfaga de luz que descubre aquello que se mantenía oculto. El rocío, gotas frescas, que anuncian la mañana, el nuevo día, y, por último, el cielo, las estrellas, donde permanece el misterio y la música callada.

Por fin vamos a encontrar el interlocutor necesario, que ha reconvertido el escenario poemático:

 

Por verlo contigo valió la pena 

deambular como un ciego muchos días.

 

Dos soledades que se complementan. ¿Dónde nos llevarán? Estamos destinados al conocimiento, esta relación es un compromiso, de ahí que exponga su decisión, Sabe por Sócrates que el hombre está destinado a reflexionar, reflexión que nos lleva a la verdad. Así dice:

 

Que nadie se equivoque: no elegimos.

Tan sólo se decide perseverar o no.

 

Se trata de una declaración que rompe con el tópico existencialista: estamos condenados a elegir; opone el fatalismo. Un encuentro entre el determinismo y el libre albedrío, una cuestión teológica. Recordad: La vida es sueño. Entonces, si no elegimos, todo consiste en perseverar. Que podría referirse a la vida, pero también a la escritura. Lo que equivaldría a que el escritor esta determinado y condenado a proseguir enlazando palabras.

Tras esta declaración teorética, el poeta se sirve de la imagen del niño:

 

Los ojos del niño se divertían

cazando en un estanque

sus pensamientos, como ahora yo

sobre la hoja verde que gira en blanco.

 

Presenta, el tiempo del niño y el tiempo del adulto, es machadiano. El niño en el estanque, el adulto en la hoja. El niño y el adulto se divierten, ¿se trata de un juego? Entonces ¿la escritura es un juego? Puede que sí; jugamos para distanciarnos de la rutina, no hay que olvidar que el juego es una abstracción de la vida social, luego las palabras y las composiciones que resultan, podríamos considerarlas como un juego. Juego que nos divierte, pero sometidos a unas reglas. Ensayamos así la posibilidad de decir.

La hoja, que podría haber sido de papel, es ahora una auténtica hoja de menta:

 

Hoja de menta, delirio de olor 

que nos quita el relente del aliento

y nos dora con ilusión los frutos  

extraños que dejamos en la sombra

madurar. Los fantasmas sin sonido.  

Los versos en los que se labra el alma

su vuelo sobre el olor a podrído…

 

Esta hoja que dulcifica la voz, dora los frutos, y esos fantasmas sin sonido que constituyen la escritura, más los versos con los que sobrevolamos una realidad podrida, entre Shakeapeare y Quevedo, quizá más quevedesco.

Después agrega:

 

que nadie se confunda, que lea bien, 

Que nadie añada: “y su mortaja”.   

Por verlo contigo valió la pena 

deambular como un ciego muchos días.

 

Como final repite la clave del poema:

 

Que nadie se equivoque, no elegimos.  

Tan sólo se decide perseverar o no.

 

 

 

   


 JOSÉ LUIS MARTÍNEZ VALERO es poeta, ensayista, narrador y catedrático emérito de Lengua y Literatura. Sintaxis (Ed. La fea burguesía) es una de sus últimas obras publicadas.

lunes, 14 de septiembre de 2020

"La apuesta", de Dionisia García. Una lectura de Ángela Mallén. Bibliotheca Grammatica/Poesía. Revista Ágora digital/Cuaderno de Vacaciones, septiembre2020


Este último tramo de la vida no se puede desperdiciar" | Noticias La  Tribuna de Albacete
 Dionisia García. Fuente: La tribuna de Albacete.

La apuesta, de Dionisia García

-Una lectura de Ángela Mallén-

 La apuesta (La rosa profunda): Amazon.es: García, Dionisia: Libros

(LA APUESTA, Dionisia García. XXX Premio de Poesía Barcarola
Nausícaä . Colección La Rosa Profunda. Albacete 2016. 66 páginas. 12€)


Llevar la oscuridad dentro del pecho / despierta la pasión por lo ignorado”. Con estos versos pensativos abre su nuevo poemario la poeta Dionisia García. Y recuerda con ellos la divisa de los antiguos alquímicos: *Obscurum per obscurius, innotum per ignotius, que Marguerite Yourcenar utilizó como epígrafe en la segunda parte de su novela Opus Nigrum. Así como M. Yourcenar hace que su protagonista, Zenón, sufra los avatares del siglo dieciséis desde la búsqueda de una ascética del conocimiento; Dionisia García nos plantea también, con su profundidad lírica, una apuesta emocionante y arriesgada: el recorrido intelectivo y anímico desde la sombra hasta la claridad. Ya en el preludio, nos entrega la poeta las claves para interpretar su poemario: apelar, siempre esperanzados, a los sentidos atentos, al vivir generoso y a la experimentación tenaz (“Quizá sea una forma de conciencia / mirar cuanto nos cerca, con luz pródiga, / y encontrar el reflejo del ansiado destino”). Pero no es hasta los últimos versos del último poema, cuando se nos desvela la clave final: sólo en libertad es posible la búsqueda, tanto en la vida como en la eternidad: “Si libertad yo alcanzo, seguiría la búsqueda. De Ti no me despido”. 

Alcanzar, abrir, ser, caminar, mutar, crecer, arar, insistir, esperar, despertar, agradecer, ver, apostar, indagar, confiar, comunicar, avivar, compartir, volar, recordar, aclarar, buscar, fundar, alcanzar... Si reunimos las acciones que recorren estas páginas, vemos que todas ellas son coherentes con una propuesta hacia la luminosidad y la trascendencia. Un propósito creyente, una confianza. 

Y es que el aparato sensorial de la poeta Dionisia García se rige según una legislación tan armónica y crea un microcosmos tan ordenado, preciso y pulcro que, si el lector entra en sintonía con su poesía, el tiempo del mundo y la experiencia de vivir cobran un placentero significado que se mece en los sentidos.  Su voz que crece en nosotros como la hierba en la orilla de un río: “Varear la corteza para que esponje el limo, /a su debido tiempo, porque la tierra sabe, / y vendrá el sembrador, con su mano granada, / mirando cada surco. Y se abrirán las nubes, / las madres de la lluvia, para que todo sea”. 

Todo su poemario se lee a ritmo lento, de caminante contemplativo y reflexivo. Versos alejandrinos, de discurso sosegado, que nos permiten respirar en sus hemistiquios. Pero también heptasílabos o endecasílabos rumorosos, apacibles. La voz de Dionisia García, dorada y madura como los cereales de una conciencia fértil, nos va desmenuzando, desbrozando el camino, en un susurro y en un canto que nos alerta ante la belleza. “Detente instante / en este vaso ancho / que alberga las anémonas…. Que mi pasar no quede, / pero sí la belleza de las cosas”. 

Diríase que hay empeño en la palabra poética cuando ésta se alía con la luminosidad para evidenciar lo ensombrecido, y con la sonoridad para alegrar lo silente, y con la ligereza para elevarse sobre la pesadumbre de las cosas. “Asómate a las aves, al mundo de los astros. / Nadie pudo abarcar tanto prodigio. / del festín de las flores, ¿quién ha llegado al límite? / No dejemos atrás a los insectos con su armonía dulce, / ni árboles como hombres, que al mirarlos te miran”. 

Diríase que hay tesón en la palabra poética cuando ésta se elige en función de su hondura por la necesidad de expresar un pensamiento que fluye de la serenidad. “Fíate de esa luz intermitente. / La lucha es el portal del vencimiento. / Solo la plenitud será posible / si nosotros queremos que amanezca”. 

Diríase que hay riesgo, cuando se deposita esa palabra sobre la experiencia pura para añadirle a ésta un significado que la acerca a aquello que sea lo primigenio y lo transcendente. “En mi vida de ahora busco con decisión, / más todo está vallado, intransitable / como si no existiera quien estuvo…    El hombre solo acepta lo posible, / cuando su mente acoge y ven sus ojos. / Alguien fundó la luz, el firmamento, / y sabe por qué quiso la espera confiada”. 

Diríase que hay empeño, tesón y riesgo. Pero, sobre todo, diríase que hay compromiso en la palabra que escribe y convoca Dionisia García. Por eso, por todo eso, la suya es la palabra que apuesta por la vida y también por su trascendencia.



“Reales son los trigos del verano,
los pájaros que pican el fruto de la higuera;
la mirada precisa del amor…

Apostar es la fuerza, el inocente impulso
que ilumina esa estancia de paciencias,
un refugio mayor que nos redime,
y ayuda a caminar entre consuelos”.



Queda pues bien logrado el propósito de la poeta en este poemario orientador y alquímico, en el que la luz, ese espectro de partículas elementales, nace dentro de sus páginas e ilumina nuestro camino.

ÁNGELA MALLÉN



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*A lo oscuro por lo más oscuro; a lo desconocido, por lo más desconocido