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martes, 1 de septiembre de 2020

CON BUEN ÁNIMO, POR UN TRABAJO SEGURO. DIARIO POLÍTICO Y LITERARIO DE FM/ Ágora digital septiembre 2020


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CON BUEN ÁNIMO, POR UN TRABAJO SEGURO

Artículo publicado en el periódico LA OPINIÓN el 2 de septiembre de 2020:
https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2020/09/02/buen-animo-trabajo-seguro/1141780.html


La sociedad tiene un problema con los profesores, con los profesores de Bachillerato y con los profesores de Bachillerato en situación de riesgo por el covid. Intentaré explicar las tres cosas.
Respecto al colectivo de profesores (que incluye a maestros, profesores de Primaria y Secundaria), el problema es que un profesor tiene una cualificación muy por encima de lo que se le exige a un cuidador de guardería. Ello deriva en situaciones de incomprensión mutua entre la sociedad y el profesor, al que se le supone una vocación pedagógica que sistemáticamente es frustrada por la realidad de que los centros escolares, desde los 6 hasta los 16 (o si se apura los 20 años) son prioritariamente espacios donde se custodia a los niños mientras los padres “concilian” o no. Así, las expectativas que los padres, la sociedad, la dirección de los Centros y los responsables de las políticas de educación tienen sobre la pedagogía chocan a menudo con la conciencia profesional y la formación del profesorado. La pedagogía es lo que se hace en el tiempo de juego mientras los niños y adolescentes tienen el privilegio de ser atendidos, gratis o a un precio módico, por canguros de lujo, que son los maestros y profesores, con titulación universitaria y años de másteres y oposición.
Con los profesores de Bachillerato aparece un agravante del problema. El Bachillerato, tanto el obligatorio como el superior o voluntario, es un tertium non datur, una “tierra media”, una guardería que atiende a chicos y chicas, y, sobre todo, a partir de 2º ciclo de ESO, pensada para adolescentes que no quieren estudiar, simplemente. Mantener guarderías gratuitas para mayores de 14 años hasta a veces los 19 es prácticamente ruinoso para cualquier país; además el objetivo de favorecer la conciliación laboral de los padres y las madres ya no es tan perentorio como en el tramo de edad de los 0 a los 12 o 13 años; por lo que estos niños viven una situación de tierra de nadie, de far west, de anarquía, pese a lo cual algunos, muchos incluso pese a lo mal del medio, salen adelante, con su esfuerzo, con suerte, con la neurosis de los profesores que trabajan cada día sin renunciar a exigirles pese al ambiente de laisser faire y de aprobado general de que se parte. Todos tienen que titular, ya se sabe.
¿No va siendo hora de replantearse los efectos secundarios negativos que tiene esa concepción de la educación como guardería para facilitar la conciliación gratuita, o sea, pagada con los impuestos de todos?.
Vestir a un santo para desvestir a otro. Un país serio no puede permitirse destruir el sistema educativo como se ha venido haciendo en España. Quien esto escribe tiene más de 30 años de profesión, y bien lo sabe. Aunque a los profesores no se nos pregunte nuestra opinión, que sepan que la tenemos, muchas veces solo por experiencia podríamos decir algo. Curiosa esta paradoja: en la era informática actual confiamos en algoritmos, en máquinas que deciden por nosotros registrando numerosos datos y extrayendo una respuesta a un problema basándose en reglas de experiencia. Sin embargo, en la educación, pero no solo en la educación, la voz de la experiencia, la consulta a la huella que nos dejan los años de profesión en la docencia o en cualquier faena o aspecto de la vida, es relegada, apartada por mecanismos adanistas y políticas abstractas.
Y finalmente, vengo a lo más concreto, en tiempos de covid (aún no estamos en la posguerra, o en el poscovid como dicen aquellos que no reparan ya en la semántica y normalizan una epidemia de tercermundismo semántico que ya se hizo extensiva con el “confinamiento” y la “nueva normalidad”. Oí que muchos estuvieron “confinados”, yo estuve en cuarentena en casa; no apartado en islas o lugares remotos y exóticos, no tuve tal suerte. Y luego, no caí en la “nueva normalidad” enamorado de la moda juvenil o en el postcovid).
¡Cuando vamos a enterarnos de que estamos en medio del covid, no en el postcovid, y que hemos de exigirnos y exigir a los gobiernos responsables el cumplimiento de medidas que favorezcan la seguridad, mientras vamos en medio de un incendio! EPIs, control de la temperatura, etc,  las empresas han de aportar las medidas y las empresas públicas, ejemplarmente, han de aportarle a sus trabajadores los medios para que puedan cumplirlas.
Los profesores de riesgo, a los cuales la Consejería de Educación y Cultura de la Región de Murcia les ha reconocido con un informe de reconocimiento médico laboral, no pueden tener menos protecciones, en caso de que hayan de ser presencial su trabajo, que los médicos. Todos recordamos como a éstos se les lanzó a una cacería, con bolsas de plástico, en vez de EPIs. Los profesores tampoco son héroes, algunos son solo amigos de sabios o simplemente gente que lee (más que la media, incluso en vacaciones), y que pueden instruir a otros porque se instruyen a sí mismos.

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La Ministra delega en las Consejerías autonómicas, y estas en los Centros, el implemento y seguimiento de las medidas. (Nadie ha hablado de cómo se reflejarán en el régimen disciplinario de los mismos, y qué comportará su incumplimiento irresponsable tanto por parte de la Administración, de los alumnos y padres tanto como de los profesores y del conjunto del personal laboral de un Centro).
La preocupación por esos docentes y demás trabajadores especialmente sensibles en contexto de covid, no debería ser olvidada por la sociedad. Ellos tienen una huella de experiencia importante. Deberían aumentarse las precauciones para protegerlos. Ya sé que la responsabilidad del Centro no es poner todas las medidas (como EPIs, mascarillas, pantallas faciales, mamparas, toma de temperatura, desinfección diaria del puesto de trabajo, test periódicos de covid,etc ) sino de la Consejería de Educación (en este caso) que debe proteger a sus trabajadores. No se está haciendo esto.
Con el mejor ánimo, por un trabajo seguro.


Fulgencio Martínez
Profesor de Filosofía y escritor


Murcia, 1 de septiembre de 2020

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