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viernes, 17 de enero de 2025

Renovación de la poesía española. "Bajo el cadáver del poema", libro de José Antonio Pamies. Artículo de Fulgencio Martínez. Avance de Ágora n. 30. Nueva Colección. Bibliotheca grammatica /Poesía



Renovación de la poesía española. "Bajo el cadáver del poema", libro de José Antonio Pamies

 

La editorial granadina Averso ha publicado recientemente un nuevo libro de José Antonio Pamies: Bajo el cadáver del poema. Hemos seguido a este joven autor (siempre joven para quien esto que escribe) desde que se presentó, en 2007, al Premio Internacional de Poesía Andrés Salom y quedó finalista. Por mor de la economía, en dicho premio solo se pudieron publicar las obras ganadoras en cada una de sus primeras tres convocatorias, en las que el único galardón consistió en la edición del libro.

    José Antonio Pamies ha evolucionado mucho, como poeta, desde aquellas calendas, pero no ha olvidado nunca, y así lo hace constar en el background que acompaña a sus obras, aquella distinción modesta que le otorgamos: finalista de un premio de verdad para poetas noveles, donde no había enchufes ni cuota de paridad de género, ni nada que desvirtuara la rosa.

    En 2022 publicó el poeta alicantino (Cox, 1981) un libro que marca una clara senda en su obra, Las ruinas de la Aurora. (Ediciones Agoeiro. Libro también finalista en el VIII Certamen de poesía "Poeta Juan Calderón Matador"). Me voy a detener en este libro porque en él se marcan un punto de inflexión y una pauta que culminan en el más reciente, Bajo el cadáver del poema.

     Pero déjenme citar antes otros títulos poéticos de este autor, que merece mejor conocimiento por parte de los lectores y críticos. Entre 2012 y 2014 publica Campos de hielo, Afonías y Diario nómada, que obtuvo el II Premio internacional de poesía Círculo de Bellas Artes de Palma de Mallorca; y en 2017 gana el I Premio Internacional de poesía "Málaga, Ciudad del paraíso" con En el umbral del día. (1)

 

 


Volviendo a 2022 y al libro Las ruinas de la Aurora, destacaríamos la confirmación del poeta en la línea de poesía en que se quiere situar, la poesía de la Generación del 50; especialmente, Brines y Ángel González, maestros tras los que se encuentra la lectura atenta de las obras de Luis Cernuda a partir de su exilio en los 40 del siglo XX; esa pauta reflexiva, dialogante, de poesía directa y de intimidad con el lector posible, ávida de un imposible casi: la comunicación con un alma gemela, posiblemente aún no nacida, un lector, mi semejante, mon frère. La poesía que entiende que el lector al que se dirige la obra está aún por nacer, o quizá no exista, sino en un plano desplazado a lo imaginario, o en una dimensión, digamos, vertical, a una secreta y honda resonancia entre espíritus de siglos y mundos diversos... Créanme: no se trata de ningún disparate, ni hay en ello desdén al público masivo y contado de los libros de actualidad. Lo que hay en estos poetas rebeldes, sin ninguna clase de aspaviento, eso sí, es una vuelta al origen de la modernidad, una relectura, al fondo, de Charles Baudelaire, el gran iniciador de esa senda en que la poesía se adentra a contrapelo de su época.

    José Antonio Pamies dedica un lúcido texto ("Antecedentes", pp. 11-15, op. cit.) a hacer un balance de su poética, en la que reconoce, sin ambages, la influencia de los poetas que ha leído. 

    "Las primeras lecturas de poesía que recuerdo fueron de Miguel Hernández, Antonio Machado, Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez o Charles Baudelaire. (...) Finalmente me quedé instalado durante largo tiempo en la poesía de Luis Cernuda, cuyas obras completas se convirtieron prácticamente en mi libro de cabecera". Cita, a continuación, Pamies a Valente, Hierro, Gil de Biedma, Brines, a González (de este poeta asturiano y de Brines extrae sendas citas que preceden al libro Las ruinas de la Aurora). La lista se alarga con poetas modernos y románticos, Eliot, Pound, Auden, Rilke, Hölderlin, etc. Pero lo importante es, sobre todo, la reflexión que acompaña a estos reconocimientos: "La literatura -dice Pamies, en el lugar citado- es un mapa interconectado de influencias, la avidez por descubrir lecturas que coincidan con uno mismo en un momento determinado hace que un libro o un autor te vaya conduciendo a otro, y así sucesivamente. En esa espiral de voracidad literaria, lectora y escritora, el joven poeta corre el riesgo de perder de vista aspectos de la realidad. Esto me sucedió a la edad de veintidós años, por azares del destino llegó a mí una gran cantidad de libros de una persona que había fallecido. (...) El nivel de lecturas que llevaba iba acompañado de una frenética producción de poemas, (...) esto (...) hizo que perdiese de alguna manera la noción de la realidad. Pasado el lance salí fortalecido de esta experiencia ...(que) supuso un punto de inflexión respecto a dejar de vivir la literatura, y especialmente la poesía, como algo secreto completamente ajeno a la vida diaria. Y también me hizo reflexionar... (que) quizá apostar en términos absolutos por la poesía, tal y como yo lo venía sintiendo por entonces, no era un destino tan ideal como pensaba."

    Perdonen la larga cita. Muy interesante este paso que recoge la reflexión de un joven poeta en crisis, una crisis quizá necesaria para acceder a un cambio de piel y para fortalecer debajo de ella las mismas venas poéticas que corren ya con el aporte de la vida. Vida y biografía no tienen el mismo comienzo. En el caso de la biografía de un poeta, nunca se sabe el punto cierto, antes o después, en vida o fuera de ella.

    Los poemas de Las ruinas de la aurora, todos con título, son el primer intento de un paso que culmina, a mi entender, muy depurado, en este Bajo el cadáver del poema.

    Al poeta le ha servido otra influencia, más pasajera, la de Luis García Montero, para dirigirse al lector con ese guiño y esa música un poco hueca que caracteriza a este poeta retórico, el Campoamor de los poetas jóvenes durante un par de décadas (finales de los 90 y principio del siglo XXI. Hoy convertido en poeta oficial de la cosa nostra). 

 

Bajo el cadáver del poema es, en el fondo, una reflexión sobre el lenguaje. Esta es una de sus virtudes (en la línea de depurar y volver a la temática de la Generación del 50, de los poetas que hicieron el gran esfuerzo por buscar nueva expresión en poesía, antes de que sus inquietudes se convirtieran en fórmula y maniquí donde colgar laureles). El poemario contiene 44 textos (numerados del 43 al 0, inversamente al cuenteo progresivo). No presentan títulos los poemas, que se dotan de cierta independencia, como fragmentos de un ciclo, o también, de una especie de diario que nunca hubiera sido escrito, donde (aludiendo a la cita de Leopoldo María Panero(2) que antepone el autor al libro) aloja ideas, pensamientos, como brasas de un cigarro sin consumir, que se acumulan con otras, hasta desaparecer...

 


También, la otra cita, del poeta valenciano César Simón, es significativa, como expresión de un cansancio nihilista: "He venido a decirte que todo da lo mismo. / Vivir es finalmente un duro encuentro / en un lugar vacío". Los ecos del Cernuda nihilista, ácido, divertido, un poco surrealista, "He venido para ver semblantes / amables como viejas escobas", están al fondo, pero apagados; predomina, como en el Cernuda del exilio, la voz íntima, desengañada.

    Elegir unos u otros poemas de este excelente bouquet se nos hace tarea grata, porque ello nos lleva a releer y a gozar, otra vez, de la belleza y la profunda música de la poesía de José Antonio Pamies: así, en texto 39.

 

        Aún no duele el porvenir

        bajo la sombra de tus ojos

        cansados de observar vacío,

        sin embargo algo leve pesa

        sobre la placidez del sueño,

        donde la noche nos acoge

        dando tregua a la vida.

        Ha transcurrido el día

        y en su urgencia de fuego

        se ha esfumado la realidad,

        nada termina en su morada

        que no podamos olvidar

        al declinar la tarde (...)

 

                             (fragm. p. 15.)

 

    En este primer grupo de poemas, del 43 al 31, predominan los temas de la tarde, como revisión de la vida y conciencia del vacío y la nada; pero también, los pájaros,  el lenguaje, la niñez, son temas que apuntan a los poemas posteriores, mollares, del libro.

    Citaré dos breves textos, fundantes, en estas dos tendencias enfrentadas:

             

            32

 

Lenguaje,

llama muda en el desierto

de las cosas sin nombre,

arde la luz de junio

junto a los recuerdos dormidos

del ser y de la nada.

 

     

        31

 

Jazmín cansado y derrota

en la baranda del tiempo,

apoyado solo jugabas

cuando el sol de la infancia,

y todo era azul, rumor de olas,

como aquel amor de sus ojos

que se fue oscureciendo

junto al mar de la vida,

pena abierta, memoria

de este dolor sin nombre

que el salitre evoca

al caer la tarde.

 

    En otros poemas se desdobla la voz poética, y gira sobre sí, en una afirmación de la necesidad y la urgencia del poema:

 

    30

Si el verso aparece

y el poema te llama,

no lo dejes pasar.

 

Él no espera,

se debe al puro instante. (...)

 

La conciencia de la continuidad del morir en los momentos cotidianos da valor, en esta poesía, al instante, al que se liga esencialmente el acto de escribir, el poema....

 

21

 

Cualquier día

podemos morir

sobre esta misma cama,

hoy todavía

nos disponemos a dormir,

o eso creemos siempre. (...)

 

    Poco a poco, al lector -es mi caso, al menos- le convence la idea de esa cuenta atrás numérica....de esos números decrecientes que, a falta de otro título, presentan los textos. Y se dice que en un libro de poemas nada es casual, ni nada ha de sobrar o darse por añadidura...

 

    La voz madura, con desdoblamiento incluido, en los poemas finales, primeros numéricamente, como si todo ese esfuerzo viniera ya dictado por esa orden interna:

 

2

 

Donde pongas el corazón,

pon también la vida.

De lo contrario

no hagas nada, quédate quieto.

En cualquier caso

nadie te exime del error:

el futuro es

la verdadera trampa.

 

 

1

 

Destapo la costumbre

de las horas iguales,

ellas fingen vivir en paz

como un sano mecanismo

con el que atravesar los días,

pero el poema es un hacha

que parte el fondo

de esta noche oblicua, (...)

 

    El poemario culmina con estos tres o cuatro versos:

 

0

 

agradeces a la vida

        su tictac

comprendiendo el ritmo

del tiempo en cada cosa. 

 

                        (p. 55)


Bienvenida esta poesía de José Antonio Pamies, sencilla y difícil, inquieta en su profundidad, como todo lo que nace de un joven venero que se mantiene renovado. También, al final, como deuda de lector con la poesía de verdad, he de agradecer aquello otro que transmite: sosiego.


    sosiego al que ya nadie aspira

    y en el que, de algún modo,

    quisieras quedarte a morir.


                    (12. p. 42)

 

 

 Fulgencio Martínez

editor de la revista Ágora-Papeles de Arte Gramático

17-1-2025, Huesca.


 ______________

Notas

(1) En este mismo blog recomendamos un artículo de Esther Abellán Rodes sobre ese libro.

cfhttps://diariopoliticoyliterario.blogspot.com/2021/08/comentario-al-libro-de-poemas-de-jose.html

(2) La cita del libro Last river together, título de resonancia cernudiana ("Un río un amor"): 

Fumo mucho. En el cenicero hay ideas y poemas y voces...



Más información sobre el libro de J. A. Pamies Bajo el cadáver del poema:

https://aversopoesia.com/libro/bajo-el-cadaver-del-poema/


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