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miércoles, 26 de marzo de 2025

Una cadena de casualidades. Por Encarnación García de León. Avance de Ágora N 32. Nueva Col. / En homenaje a Joaquín Garrigós

 

      Joaquín Garrigós. Foto: Cortesía de Gema Benito

 

UNA CADENA DE CASUALIDADES

 

Por Encarnación García de León

 

 

Gran parte de las decisiones vitales son fruto de la conjunción de casualidades, de itinerarios que se inician por una circunstancia inesperada.

Así me encontré inmersa en la lectura de la literatura rumana, desconocida para mí. La descubrí, poco a poco, desde 2009, cuando Herta Müller recibió el Premio Nobel, que la catapultó a los lectores europeos. Reconocí también otro nombre, Mircea Cărtărescu, nominado en años sucesivos al Premio Nobel. Me acerqué a las obras de ambos y tirando del hilo llegué al ovillo: la prodigiosa creación literaria rumana, que poco a poco me atrapó. Empecé a comprar libros, recurrí al préstamo bibliotecario, a la biblioteca del Instituto Cultural Rumano en Madrid, … y a superar la dificultad que suponía el acercamiento a una increíble efervescencia literaria rumana. Lo que pensé recoger en una reseña para abrir una ventana al mundo literario rumano, se fue convirtiendo en un libro.        

 Se trata de una literatura joven que se desarrolla a partir del siglo XIX y que está enmarcada por el realismo rural, dos guerras mundiales, la ocupación alemana primero y la ocupación rusa después, las represalias del régimen comunista y una interesante faceta de literatura fantástica. Según avanzaba en mis lecturas, leía, una y otra vez, el nombre de un traductor presente en numerosas publicaciones, Joaquín Garrigós Bueno, de quien enseguida tuve la certeza de que era capaz de ahondar en el espíritu de cada escritor. Leí cuantas reseñas suyas, cuantas entrevistas y comentarios encontré. Descubrí que los libros que él había traducido, a mí me fascinaban y pensé que debía conocerlo y así fue como ocurrió, mediante la intervención del Instituto Cultural Rumano de Madrid que nos puso en contacto. Tuve el regalo de ser muy bien aconsejada por Joaquín, que enseguida me tendió su mano, evitó mi desánimo cuando esta desconocida buscaba editor y me animó a dar visibilidad a un libro que hubiera permanecido en un archivo de mi ordenador. (Aproximación a la literatura rumana en prosa. Traducciones al español. Amazon KDP. 2023).

 

A él le debo mi fascinación por la literatura rumana y la fortuna de haber reseñado en Ágora algunas de sus últimas traducciones: La casa de las ventanas de color naranja, de Ion Minulescu, selección de siete relatos fantásticos simbolistas (Báltica editorial, 2022) que influyeron en la literatura modernista rumana. La mujer de chocolate, de Gib Mihăescu (Báltica editorial, 2022), precursora de la novela sicológica, con alucinaciones, deseos, emociones, de gran intensidad emocional, que describe un sentimiento de amor obsesivo e inalcanzable, desde la referencia en el propio título al color irresistible del chocolate, “dulce fantasía de confitería”.  Y La vida empieza el viernes de Ioana Pârvulescu (Báltica ed. 2023), cuyo argumento se occidentaliza con una historia policíaca y fantástica, con varias voces narrativas, en el marco temporal de finales del siglo XIX. Su lenguaje brillantísimo, lleno de metáforas”, es un reto que, una vez más, su traductor supera con creces. 

 

Nunca pensé que serían sus últimas traducciones publicadas y que las iba a nombrar para honrar su memoria.

La prosa fantástica de Mircea Eliade fue una de las primeras lecturas que me engancharon y he sabido que fue la puerta de entrada de Joaquín a la literatura rumana. Así rememoraba en una nota autobiográfica (en Vasos Comunicantes, 5 de julio de 2021) cómo en el año académico 1980-81, en la Universidad de Valencia, se propuso aprender el idioma y ahondar en la lingüística rumana. En 1984 le obsequiaron con un libro, În curte la Dionis, una recopilación de narraciones fantásticas de Mircea Eliade, cuya lectura le atrapó desde las primeras líneas. Fue, sin embargo, siete años después, cuando tras la caída del comunismo viaja a Bucarest y redescubre la colección de literatura fantástica de Mircea Eliade, publicada por la Fundación Cultural Rumana, al cuidado de Eugen Simion y reanuda su lectura:La prosa eliadiana me conquistó, su mundo fantástico y mítico me reveló nuevos horizontes y, finalmente, me rendí ante esa pequeña obra maestra que es La ţigănci (La gitana). Decidió traducir este tesoro fantástico literario de un escritor rumano, exiliado en Francia desde 1945, en que el régimen comunista prohibió la publicación de sus obras. Internacionalmente conocido por sus ensayos de antropología e historia de las religiones, ya traducidos al francés. Garrigós supo que debía traducirlo y proyectarlo fuera de los límites de la lengua rumana. Fue un gran esfuerzo luchar con su edición, en un mundo literario dominado por las traducciones de la literatura anglosajona, en un país para quien la literatura rumana era desconocida. Triunfó la perseverancia de J. Garrigós y la calidad de su traducción y la editorial Lumen (Barcelona) publicó Domnişoara Christina (La señorita Cristina), presentada en 1994 en la Feria del Libro de Madrid. Ese fue el principio de una intensa labor de traducción de novelas fantásticas, directamente de los originales en lengua rumana (hasta ese momento, la fuente de traducción de los exiliados vanguardistas era el francés). Eliade mantuvo en el exilio, para sus obras literarias, su lengua rumana materna. Joaquín Garrigós sistemáticamente insistió en traducir los textos directamente del rumano, ya que desde las traducciones al francés y de ahí al español, perdían gran parte de la atmósfera mágica del relato. Y expone errores tan evidentes como la palabra “burdel” en el título de El burdel de las gitanas, que no responde a su auténtico significado. Reflexiona sobre las interferencias francesas en algunas traducciones que se alejan de los valores simbólicos de la lengua rumana (Joaquín Garrigós, "Mircea Eliade y sus traductores", Vasos Comunicantes 14, 2000, 11–17).

 

Joaquín Garrigós llegó con Eliade al realismo, al memorialismo y a los ensayos. Descubrió, poco a poco, a interesantes escritores, Gib Mihăescu, Mihail Sebastian, Camil Petrescu, Hortensia Papadat-Bengescu, Denisa Comănescu, Alexandru Ecovoiu, Max Blecher, etc., despertando un gran interés por el periodo de entreguerras, difundiendo un universo literario, un conocimiento de la Literatura Rumana, cuya lengua periférica, bastante desconocida, impedía su proyección al exterior. Sus traducciones consiguieron seducir a los editores primero y a los lectores después.

 “He hecho mi trabajo de forma silenciosa, sin esperar otra recompensa que ver el libro en la calle y leer las crónicas favorables publicadas en la prensa literaria española. Entonces, cuando acariciaba el volumen todavía caliente, respiraba aliviado con la satisfacción del deber cumplido.” (Nota Autobiográfica en Vasos Comunicantes, 5 de julio de 2021)

 

Pronto empezaron a premiar su trabajo y hay en su haber una enorme cantidad de ellos (Ver en Ágora-Papeles de Arte Gramático, Vol. 3. Anuario 2021. De Galdós a Max Blecher), no solo por su dedicación a la difusión de la literatura rumana (recibió la Orden del Mérito Cultural de la Presidencia Rumana en 2004) sino también por la calidad lingüística de sus traducciones, la profundización en el estilo de cada autor y el estudio del elemento mítico del espacio literario de Bucarest.

El profesor Valentín García Yebra, en su libro Teoría y práctica de la traducción, decía que la regla de oro para toda traducción era decir todo lo que dice el original, no decir nada que no diga y decirlo todo con la corrección y naturalidad que permita la lengua meta. Esa regla me la apliqué yo desde el primer momento”. (Conversaciones con… Entrevista realizada por Alba Diz Villanueva y Felix Nicolau a Joaquín Garrigós, con motivo del Premio de Traducción Complutense 2019 recibido por el traductor).

Joaquín Garrigós abordó todo tipo de traducciones, unas más difíciles que otras: libros con numerosos registros lingüísticos diferentes (El libro de los susurros de Varujan Vosganian), otros con un lenguaje de germanía, barriobajero y malsonante (Muerte de un bailarín de tango, de Stelian Tănase), muchos con un lenguaje poético lleno de metáforas y símbolos de difícil traducción e incluso un lenguaje arcaico, correspondiente  a hablantes de periodos temporales distantes de la actualidad e incluso expresiones de un argot ya desaparecido. Evidentemente, todas las dificultades de traducción las superó. Cincuenta y cinco libros traducidos, de veintitrés escritores rumanos.

Y no solo se entregó a la traducción de prosa, sino también a creaciones poéticas (Max Blecher), con la dificultad que ello conlleva, apoyó y colaboró en revistas literarias españolas (Empireuma, Ágora), fue director del Instituto Cervantes en Bucarest desde cuyo puesto difundió también la literatura española. Desde todos estos frentes abrió puertas y ventanas a la literatura rumana.

Mi más profunda admiración.

 

 


 

 Encarnación García de León es autora del ensayo Aproximación a la literatura rumana en prosa. Traducciones al español (Amazon Kdp, 2023). Doctora en Literatura Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Desarrolló su labor docente como Catedrática de Lengua Castellana y Literatura en la ciudad de Albacete. Cofundadora de la revista Barcarola. Revista de creación literaria (Junio 1979). Tiene publicados varios libros de ensayos, colaboraciones en obras monográficas colectivas sobre escritores españoles, artículos literarios en diversas revistas. Pertenece a la AIH, que recoge sus comunicaciones en las Actas de sus Congresos.


 

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