ÁGORA. ULTIMOS NUMEROS DISPONIBLES EN DIGITAL

miércoles, 26 de marzo de 2025

Carta a Joaquín. Por Inés Mesonero. Avance de Ágora N. 32. Nueva Col. / En homenaje a Joaquín Garrigós

 

                                                  Inés Sánchez Mesonero

 

 

CARTA A JOAQUÍN

 

 

POR INÉS MESONERO

 

 

 

Era París París te fuiste a dormir tarde, ¡Oh! Sumergirse en la almohada

En tu sueño de casa, en tu sueño auténtico, en tu sueño de cera.

Y solo en la madrugada cuando los rayos del sol con su límpido espectro

Irrumpieron por las ventanas con espadas en el espejo

Con olor a gasolina, ruidos de motor y pasos sonoros en la calle

Sólo entonces tu alma al husmear la luz se animó un poco

Y tú la sacaste a tomar el aire como un perrito, a pasearla por las calles desconocidas

En la madrugada blanca y clara de París.

 

 

En estos últimos años estoy escribiendo más cartas de despedida de las que me gustaría, y eso que solo las escribo a los seres queridos. Por suerte, no estoy leyendo en voz alta estas palabras, porque últimamente se me está emborronando demasiado el mundo de tanta lágrima.

El fragmento al principio forma parte del poema de Blecher preferido de Joaquín, que él mismo tradujo hace unos años, y cuyo libro me dedicó con estas palabras, que creo que resumen a la perfección nuestra amistad:

“Para ti, Inés, que rezumas poesía, un libro imprescindible. Con todo el afecto del traductor”.

Creo que saludar de esta tierra a Joaquín con esta poesía es una buena manera de desearle una buena vida etérea, y recordarnos que el futuro es ruidoso por incierto, pero blanco y claro porque encuentra su equilibrio y la vida sigue. Joaquín ahora está en un lugar lleno de sol y blanco, que todos desconocemos y al que todos llegaremos.

Hace seis años, en un día de junio, cerca de la fecha de su partida en 2024, conocí a Joaquín Garrigós, en la misma feria y en el mismo parque en el que el Instituto Cultural Rumano le organizó un homenaje durante la charla en la que debía participar él pocos días después de despedirse.

Como en otras ocasiones, insisto en que mi vida no sería la misma sin la labor de ACEtt, que tanto me ha aportado y enseñado. Precisamente a partir de la lista de la asociación, habíamos quedado en aquella Feria del Libro de Madrid, en el Retiro. A mí me daba mucho respeto quedar con un señor tan mayor y para más inri, una eminencia de la traducción. Recuerdo que era un día muy soleado y todo tenía un aura de oro. Paseábamos, charlábamos sobre nuestra vida y me narraba la preciosa historia de la lengua y la literatura rumanas, como haría en muchas ocasiones más tarde. En un momento dado, me topé con un ensayo que quería desde hace tiempo, El himen y el hiyab. Yo, avergonzada por pasarle un objeto con una palabra de esa parte del cuerpo femenino en la portada, se lo enseñé de refilón. Al poco le pregunté cuál de sus traducciones era su preferida y así fue como nos encaminamos a buscar Corazones cicatrizados, de Max Blecher. Cuál fue mi sorpresa, tras pedirle que me leyera su fragmento más amado, cuando oí una narración sobre un hombre moribundo, delgado, con el miembro débil y afeado por las curas de yodo. Se le llenaba de emoción la boca al pronunciar el nombre de “Quitonce” y describir esa escena tan cruda y dura, que para él era pura humanidad, que Blecher había convertido en belleza mágica con sus pinceladas realistas.

Ahí entendí que Joaquín no era un «señor mayor» cualquiera. Como fui conociendo, era un hombre lleno de sabiduría, de experiencias de vida y una pasión por la cultura rumana y la traducción que me hacían soñar siempre.

Para mí, Joaquín era como la hormiga que construye un hormiguero, como la araña que teje hilo a hilo transparencias que brillan al reflejo de la luz cuando caen gotas de agua en ella. Eso eres y serás para mí, un collar de perlas translúcidas escondido bajo la camisa, que sacar y con el que iluminarme en los días oscuros.

No creo que me equivoque al afirmar que nos apreciábamos mutua y profundamente tanto de amigos como de colegas. Era mi fuente más fiable para mis dudas filológicas, mi mentor, el cual me animaba a seguir escribiendo poemas y artículos y luchar porque mi nombre apareciera junto al suyo en los textos sobre Blecher. Siempre muy generoso.

La labor que ha hecho como humanista, artista y difusor de la lengua y la cultura es un gran legado que deja al mundo. Me quedo eternamente agradecida de poder haber compartido estos cinco años de vida con él en la tierra.

Y recordemos que la muerte solo es muerte cuando es olvido, y tenemos la suerte de tener una gran herencia de Joaquín. Gracias por todo. Te quiero y te voy a echar mucho de menos.

Para cerrar, dejo un fragmento de este poema cuya traducción del inglés me pidió, pues aparecía en la antología de relatos de Ion Minulescu que iba a editar con Báltica Editorial y, no solo deseaba que la traducción fuera directa al castellano desde el inglés, sino también que yo me encargara de darle vida.

 

A menudo el Poniente ha cantado para mí,

ha habido voces en lagos y ríos,

y piadosos árboles han hablado, Dios, de ti:

y no lo oí. ¡Oh! Ábreme los oídos.

 

Muy feliz de haber abierto ojos y oídos en tu compañía, Joaquín.

 

 

 

Inés Sánchez Mesonero es traductora literaria, correctora, redactora y profesora de idiomas. No solo eso, sino que también imparte talleres de traducción de cómic, especialmente en institutos. Reside en Zaragoza y sus lenguas de trabajo son el castellano, el italiano, el francés y el inglés, aunque también ha estudiado portugués y rumano. 

Su campo de especialización es el cómic y el álbum infantil ilustrado; además, trabaja con novela y poesía y en ocasiones participa en mesas redondas. Por otra parte, forma parte del proyecto europeo de traducción literaria CELA, antes como traductora del italiano y ahora como mentora, y, en sus ratos libres, escribe poesía y relato y pinta con acuarela. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario