Joaquín Garrigós (1º izq), Varujan Vosganian (1º derecha) junto a otros dos intelectuales rumanos (centro).
DOS HISPANOS EN LA DACIA
por Ángel Luis Abós Santabárbara. Doctor en Historia
Existe una relación especial entre Hispania y la Dacia o Romanía-Rumania puesto que dicho territorio fue conquistado por Marco Ulpio Trajano, emperador de origen hispano nacido hacia el año 56 según unos historiadores en Itálica -la actual Santiponce sevillana- o en alguna población cercana o campamento militar ya que su padre llegó ser general. El otro, nacido en Orihuela, Alicante, en 1942, Joaquín Garrigós Bueno, director del Instituto Cervantes en Bucarest ha sido el traductor más brillante de la literatura rumana a nuestro idioma. Precisamente su dolorosa pérdida en 2024 motiva el merecido homenaje de la revista de crítica y creación literaria ÁGORA al que me uno como amigo personal y admirador de su obra.
Antes de realizar la semblanza del emperador Trajano y su relación con la Dacia es necesaria una breve introducción sobre el significado del término Imperio como régimen político establecido en Roma por Cayo Julio César Octaviano, aclamado Augusto por el senado. En su origen, imperium expresaba la capacidad de mando militar que poseían los cónsules y pretores romanos. Definía el poder de dichos magistrados de dirigir el ejército en la guerra y que eran aclamados con el calificativo de imperator tras alguna victoria especial. La formación de su gobierno, que después se denominará Principado, se realizó a través de un conjunto de determinaciones legales para dar base jurídica a su poder personal. En el proceso de acumulación de magistraturas y poderes sobresalen dos años claves. En las sesiones senatoriales de enero del 27 a.C. Octaviano devolvió al senado y al pueblo sus poderes extraordinarios como triunviro, declaró solemnemente la restauración de la República y expresó su deseo de abandonar la política. Esta estratagema le sirvió para fortalecer su poder, ya que el senado le confirmó en sus prerrogativas y le otorgó el gobierno de las provincias imperiales mientras el senado gobernaba las denominadas senatoriales. Además, se le concedió el apelativo de Augusto o sea consagrado por la divinidad y por lo tanto “persona sagrada”. Tras el fracaso de la conjura para asesinarle el 23 a.C. el senado le otorgó la potestad tribunicia perpetua; el imperium proconsulare maius et infinitun et auctoritas que le confería la supremacía sobre el resto de magistraturas ya que mantuvo formalmente las instituciones republicanas que quedaban vacías de todo poder de hecho. Había nacido el Imperio como poder monárquico a pesar de que jamás se utilizó el término rex. Los poderes que detentó quedaron plasmados en las esculturas que le representan como general victorioso y legislador supremo.
Para enmarcar la figura de Marco Ulpio Trajano es necesario retrotraerse a la guerra civil del año 68 que puso fin a la dinastía Julio-Claudia a la que pertenecieron los cinco primeros emperadores romanos: Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. En el 69 fue sustituida por la dinastía Flavia encabezada por Vespasiano aclamado emperador por las tropas en Alejandría por sus victorias. El apoyo de las legiones acantonadas en las provincias hizo que el Senado ratificara mediante la lex de imperio Vespasiani los poderes otorgados por el ejército frente a las cohortes pretorianas que habían dominado la ciudad hasta ese momento. Al conceder a todas las ciudades de Hispania el ius latii y promover la entrada en el Senado de miembros de las oligarquías municipales y provinciales, en especial de Occidente, facilitó que las legiones controlasen el poder político desde entonces en connivencia con los senatoriales.
A Vespasiano le sucede en el poder su hijo Tito que en el año 70 toma, saquea Jerusalén y destruye el templo levantado por Salomón símbolo de la independencia judía generando la diáspora hebrea por todo el Mediterráneo. Domiciano, su hermano y sucesor, continúa la buena administración de su dinastía y la integración de las provincias en el Imperio. En ese momento, el emperador concentraba en sus manos los poderes supremos originariamente republicanos: militar, ejecutivo, legislativo, judicial, fiscal y religioso ya que era declarado pontifex maximus. Sin embargo, los emperadores debían contar con la aclamación del ejército, el reconocimiento del senado, encargado de conceder el imperium y la tribunitia potestas otorgada por los comicios, puramente formales, del pueblo de Roma. Ese era el trípode que sustentaba y definía el ámbito de competencia militar y civil del emperador. No obstante, a lo largo del imperio existieron varias maneras de acceso al poder: la herencia directa -dinastía Julio-Claudia muy influida por las mujeres y la dinastía Flavia-, la elección del mejor mediante la adopción que comienza con el consenso entre los senatoriales y el poder imperial. La fórmula entra en vigor por primera vez cuando el anciano emperador Nerva, sin descendencia directa, adopta al prestigioso general Trajano como el más idóneo para gobernar. Desde el año 98 será emperador hasta su muerte el 11 de agosto del 117 en Selinunte, en Cilicia (actual Turquía) al volver de la guerra con los partos. Posteriormente, serán las legiones quienes impongan a la mayoría de los emperadores.
Trajano, primer emperador nacido en una provincia del Imperio, fue tan respetuoso con el senado que este le concedió el título de Optimus prínceps. Su talante queda reflejado documentalmente por las cartas en las que Plinio el Joven, gobernador de la franja costera del mar Negro denominada Bitinia y el Ponto en la actual Anatolia turca, envió a Trajano sobre el trato que debe darse a los cristianos y las respuestas del emperador.
Las acusaciones a los cristianos se referían al presunto delito de negarse a ofrecer sacrificios a los dioses del panteón romano incluido el culto al emperador. Al conocer las denuncias contra los cristianos Plinio observa que se les acusa de “prácticas inocuas, de supersticiones”. No obstante, sus reuniones ocultas pueden degenerar en sedición contra el poder romano. En el momento en que escribe no existía una persecución oficial y sistemática contra los cristianos. No había órdenes imperiales para ser buscados y perseguidos. Pero al ser denunciados obligaba a Plinio a una acción judicial máxime cuando era un magistrado conocedor de las leyes. Por otra parte, el no adorar a los dioses se consideraba ateísmo y la obstinación y contumacia de los cristianos podía considerarse una amenaza al orden romano. Todo ello lleva a Plinio a preguntar a Trajano:
1. ¿Qué debe hacer en los juicios a los cristianos denunciados ante él ya que no existe edicto alguno contra ellos por parte del poder imperial?
2. ¿Deben los jóvenes ser tratados de forma diferente a las personas mayores?
3. ¿Negar ser cristiano es suficiente para el perdón?
4. ¿Es el nombre de cristiano suficiente para condenar al acusado o se trata de los crímenes asociados con el cristianismo?
En otra de sus misivas Plinio relata la forma en que organiza los juicios. Primero pide información sobre cómo fueron acusados: si mediante un escrito anónimo u otra forma. A continuación, pregunta por tres veces si el acusado es cristiano, previa amenaza de muerte si seguía confirmando sus creencias y no abandonaba su culto. En cuanto a sus sentencias, Plinio establece tres categorías:
1. Si los acusados negaban haber sido cristianos, debían ofrecer incienso a los dioses romanos, a la imagen del emperador y maldecir a Cristo ya que los cristianos verdaderos no eran capaces de hacerlo en opinión de Plinio, por lo que quedaban libres de toda culpa.
2. El mismo procedimiento se aplicaba a los que decían que alguna vez habían sido pero que habían abandonado el cristianismo ya que no era obligatoria la práctica de la religión del estado ni el culto al emperador al no existir ley alguna que lo ordenara en esos momentos.
3. Aquellos que confesaban por tres veces ser cristianos y no se retractaban ordenaba que fueran ejecutados, excepto si eran ciudadanos romanos en cuyo caso los remitía a Roma para que resolviese.
Trajano había prohibido todas las asociaciones políticas ya que consideraba que podían “ser caldo de cultivo potencialmente perjudicial para el Imperio” y Plinio en sus cartas concluye que el cristianismo se estaba extendiendo por las ciudades y aldeas poniendo en peligro la sociedad romana, pero que era imposible frenarlo.
El emperador, tras confirmar el procedimiento judicial utilizado por Plinio, ordena no buscar a los cristianos para someterlos a juicio y no permitir las delaciones anónimas. Si los acusados niegan ser cristianos y no se niegan a adorar a los dioses deben ser perdonados. Sólo si los acusados practican el cristianismo deben ser castigados.
Plinio, antes de sus correos con Trajano, había sido autor del panegírico al emperador exageradamente laudatorio. Junto a las cartas del gobernador de Bitinia, un monumento conmemorativo nos permite conocer la faceta militar del emperador hispano que llevó al Imperio a su máxima expansión en Oriente: la columna sobre la conquista de la Dacia levantada en el año 113 d.C. en el grandioso foro denominado de Trajano en Roma.
Detalle de la columna trajana
La columna, de unos 4 metros de diámetro y una altura de 40, está rodeada en espiral por una cinta de 200 metros en 155 escenas y alrededor de 2500 figuras en bajorrelieve que narra la historia de la conquista, entre ellas los puentes sobre el Danubio merced a la avanzada ingeniería romana. Terminaba en un pedestal cúbico decorado en sus cuatro caras por escudos, cascos y panoplias y otros útiles relacionados con el arte de la guerra. El pedestal, donde se colocó una urna de oro con sus cenizas a pesar de que estaban prohibidos los entierros dentro de la ciudad, estaba coronado por una estatua dorada del emperador que desapareció y fue sustituida en época medieval por una escultura de San Pablo. En su fuste, compuesto por 17 tambores de mármol que aloja una escalera de caracol que conduce hasta la cúspide, se narran los episodios bélicos que se desarrollaron en la Dacia entre los años 101 y 107.
Cuando Trajano llega al poder los límites de la expansión romana ya estaban marcados por la propia naturaleza: el océano Atlántico en Occidente, la barrera del Rin-Danubio y el frío en el norte, los desiertos del Sahara-Arabia y su calor extremo al sur. Únicamente la expansión podía continuar por Oriente ocupado por el poderoso reino de los Partos, actual Irán.
La necesidad de plata y oro, abundantes en la Dacia, llevó a Trajano a franquear el Danubio cerca de su desembocadura en el Mar Negro con el fin de sufragar la guerra con los partos de la que se verá obligado a desistir.
La guerra contra los dacios obedecía al mismo impulso que había llevado a Roma a expoliar las riquezas de todos los territorios ribereños del Mediterráneo (su Mare Nostrum). La superioridad bélica, tras siglos de guerras por el dominio del Mediterráneo en busca de trigo con que alimentar a la plebe romana y recursos mineros- plata, oro, cobre, plomo, hierro y mercurio- para su expansión en una Italia deficitaria de dichos metales se impuso a la bravura de los soldados dacios que tenían por costumbre suicidarse ante sus dioses al ser vencidos en combate como hizo su rey Decébalo.
Una vez conquistada, Trajano organizó la Dacia como provincia romana, acantonó población de otras provincias del Imperio en especial hispanos produciéndose una mezcla cultural del latín hablado desde el siglo II con restos del dacio antiguo dando lugar a la lengua latina denominada rumano muy influido por las lenguas eslavas de su entorno.
Dieciocho siglos después de la muerte de Trajano, nace Joaquín Garrigós Bueno y en 1991 se crea el Instituto Cervantes. Cuatro años después el presidente Felipe González inaugura el centro de Bucarest en la capital rumana. En 2006 toma posesión del Instituto Cervantes de Bucarest Joaquín Garrigós, licenciado en Filología Hispànica y en Derecho. Enseguida comienza su encomiable labor en pro de la cultura española junto a la difusión de la lengua neolatina merced al profundo conocimiento del idioma hablado en Rumanía. Entre sus numerosas distinciones destacan la Orden del mérito cultural de la Presidencia Rumana y la concesión de Doctor honoris causa por la Universidad Vasile Goldis de la ciudad de Arad.
Joaquín Garrigós ha traducido alrededor de cincuenta obras de escritores rumanos dando a conocer su literatura en España y los países hispanoamericanos. Entre los escritores traducidos destacan Emil Cioran, Norman Manea, Camil Petroscu y sobre todo Mircea Eliade (1907-1986). De creencia ortodoxa, formó parte de la organización fascista y antisemita “Guardia de Hierro” de lo que se arrepintió al trasladarse a la universidad de Chicago. Filósofo, historiador de las religiones y etnógrafo, sus obras literarias pertenecen a los géneros fantástico y autobiográfico destacando La noche de Bengala e Isabel y las aguas del diablo. Su teoría filosófica gira alrededor del eterno retorno que considera los mitos no solo conmemoraciones sino hierofanías o manifestaciones de lo sagrado en un mundo en las que participan los creyentes. A esa teoría corresponden obras como El mito del eterno y la noche se San Juan traducidas al español por Joaquín Garrigós con sus correspondientes anotaciones.
La difusión de la obra de este pensador ha merecido la Medalla Conmemorativa “Mircea Eliade” de la Presidencia Rumana y en el 2019 recibió el Premio Complutense de Traducción Literaria “José Gomez Hermosilla” en su III edición. Entre sus últimas obras traducidas, incluidas notas, destacan Al principio del fín de Adriana Georgescu, publicada por Ediciones Xorki (Madrid 2018) y El balneario de Alexandru Ecovoiu publicada por Editorial Verbum (Madrid 2019).
La integración de Rumanía en la Unión Europea, junto a Francia, Italia, España y Portugal ha aumentado el predominio de las lenguas neolatinas en dicha organización con alrededor de 205 millones del total de 450; es decir el equivalente al 45% de la población de la Unión, sin olvidar que la mitad de los vocablos ingleses tienen raíces latinas y que la nomenclatura científica se expresa en latín. El idioma ha favorecido el flujo de población rumana hacia España en los últimos años como ciudadanos de la Unión Europea. Los vuelos entre los dos países son diarios desde las seis ciudades españolas de mayor población. Su integración ha sido tan completa merced a que alrededor del 70% de los vocablos y su fonética son coincidentes entre los dos idiomas.
En cierta medida la Unión Europea, unión física-geográfica, cultural, política -con grupos lingüísticos especialmente vinculados como los latinos y germanos – tiene su origen en la incorporación de dichos territorios al Imperio Romano: desde Portugal a Grecia, incluida la Galia, Bélgica, Germania y los países danubianos. Podemos afirmar que el Imperio Romano y su unidad cultural está en la base de la actual Unión Europea.
Por todo lo dicho es digno de ser valorado muy positivamente la labor de traducción de calidad de escritores españoles conocedores en profundidad del idioma rumano sus relaciones fónicas, morfológicas y léxicas con el español favoreciendo el conocimiento de la cultura rumana por el mundo hispano y de la cultura hispanoamericana por Rumanía y ayudando a la integración de ambos países dentro de la Unión Europea.
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