Hola, sobrevivientes, en el brillo de una noche sin luna, bajo un mechero... Os saludo de nuevo, en este nuevo curso 2013-2014. Hoy refletamos a alta mar nuestra bitácora. Tenemos preparados ya nuevos artículos de crítica literaria, con nuestros colaboradores (Anna Rossell, Fulgencio Martínez, etc), nuevas páginas del diario político y literario, y nuevas entregas de la antología actual de poesía española (pronto, David Pujante, Maximiliano Hernández, etc), y os daremos pronto nuevas de la publicación impresa de la revista Ágora: Monográfico especial dedicado a la escritora Dionisia García. Sin olvidarnos de las colaboraciones de nuestra revista Ágora digital mensual y sus boletines.
Para abrir boca, os dejamos esta lección inaugural del curso: un artículo del Diario político y literario que apareció ayer en la columna Un día es un día, que publica Fulgencio Martínez en el diario La Opinión de Murcia (3-9-2013). Muchas gracias al director de opinión de ese periódico, Ángel Montiel, por permitirnos de nuevos lanzar nuestras coces, si somos burros, pues lo somos....y críticos, independientes, alumnos de Valentía.
DIARIO POLÍTICO Y LITERARIO DE FULGENCIO MARTÍNEZ, DONDE SE HABLA DE LO DIVINO Y DE LO HUMANO. TEMPORADA 2/1.
La Opinión de Murcia (3-9-2013)
Un día es un
día
Lección inaugural (aprendiendo
de Cervantes)
El soneto al túmulo del rey Felipe II en Sevilla, siempre lo he
tenido por una de las muestras de poesía antológica y por uno de los más
desgarrados ejemplos de libertad en la poesía.
Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla;
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?
Una voz crítica, desengañada, penetra a través de los endecasílabos en el ánimo del lector actual:
Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla;
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?
Una voz crítica, desengañada, penetra a través de los endecasílabos en el ánimo del lector actual:
Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!,
Roma triunfante en ánimo y nobleza.
La voz del propio Miguel de Cervantes bajo una doble máscara: la de este soldado guasón que bromea a costa de las vanidades mundanas:
Apostaré que el ánima del muerto
por gozar este sitio hoy ha dejado
la gloria donde vive eternamente.
Y la máscara autoirónica del miles gloriosus, un valentón, que podía ser un resentido y pobre soldado del Tercio, o un Luisillo Bárcenas chulito y retador de la moral pública de hoy en día.
Esto oyó un valentón, y dijo:
«Es cierto cuanto dice voacé, señor soldado.
Y el que dijere lo contrario, miente».
Cervantes utiliza el recurso, bien aprendido en Erasmo Elogio de la locura, bien usado en la primera parte de su Quijote, y genialmente transformado y superado en valor literario y analogía filosófica, en la segunda parte del libro, que expone toda la perplejidad del Barroco. Es aquí, en este soneto con estrambote, tan célebre por su forma, el recurso a usar al malo, al outsider, a la locura o insensatez del bravucón para expresar la verdad moral del poeta, su queja universal y su desengaño ante un país de fantasmas, de monumentos vacíos; se sabe, la Historia lo confirma, que no llegó nunca a enterrarse al monarca Felipe II (muerto en 1598) en esa 'máquina insigne'.
Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
La vanidad no distingue clases sociales ni ideologías, afecta por igual a vivos y a muertos, es común a todos los tiempos y países, aunque suele residir la mayor parte del año en España y en sus reyes.
Ahora que se inicia el curso escolar, os dejo aquí mi lección inaugural.
Fulgencio Martínez
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