Un día es un
día
La feria olímpica
Estaban en Buenos Aires, con el billete de ida y vuelta pagado por ti y por mí. A última hora, informó la radio, se unió la princesa Letizia, haciendo un sacrificio impagable, renunciando a su giornata privada en fin de semana. Allí estuvo el Príncipe, y la corte de los presuntos políticos, el presidente de la Asamblea madrileña-marbellí y la alcaldesa, señora de Aznar (sic). Y a aquestos se sumaron un puñado de deportistas, que no viajaron tampoco como de gratis o polizones, y no fueron a nado a Argentina, donde se decidió la sede olímpica de 2020, no, iban también pagados a mi costa de contribuyente español, vergüenza para quien la tenga, dice el refrán.
Un país con casi el 30% de parados, y sin contar a los que tienen disponible un minijob de salario irrisorio, y a los que se han marchado de España, con talento y juventud para correr en otras pruebas olímpicas: las de vivir con dignidad y dedicación al ejercicio de sus talentos y para aquello en que se han formado (hemos formado, también, con el esfuerzo de todos) en universidades y centros españoles; emigrados de lujo en un país desastrado. Informó hace una semana el jubiloso Gobierno (jubilado de responsabilidad patriótica) que se cuentan 31 parados menos (ni uno más) en las listas del INEM (oficina de empleo) y, sin embargo, ha corrido hacia abajo la afiliación a la Seguridad Social, cotizan menos trabajadores cada día en esta piel de burra, llamada España, antes piel de toro. ¿Cómo se come eso? ¿Quién sostiene la bolsa de las pensiones, la reserva de futuro?
Mientras tanto, derrochan a platillo y a bombo los gobernantes, los mismos que la población considera como uno de los problemas principales de este país. Cuando uno de los mayores problemas es, precisamente, el control y la sospecha sobre los que han de resolvernos los problemas, es decir, sobre estos políticos de panza.
En la Asamblea de Madrid se pusieron de acuerdo, unánimes, PP y PSOE, en pedir la candidatura de Madrid para 2020. Unos tienen a su Bárcenas y a su Mariano inerme, y otros a sus Eres y a su Elena de Troya y Rubalcaba, más que inermes, zonzeras.
Entre tanto, los periodistas, sobre todo, de la sección de Deportes, se frotan las manos. Viva la candidatura de Madrid, a ver si sale niño y no niña, a ver si ganamos la nominación. Los medios, interesados en hacer su agosto, implican en un rumor expectante y absurdo a los ciudadanos de este país, a los que nos traía al pairo, en su mayoría, en su inmensa mayoría, el fallo de ese premio.
Menudo consorcio de unos que hacen la feria con el nombre sagrado de Olimpia (ay, si los griegos levantaran otra Marathón contra estos farsantes del COI, donde se heredan los cargos, de padre a hijo: ay, Samaranch). Y estos otros, bienerrantes, confusos, sin ninguna patria, estos políticos españoles que viven no en el limbo, en sospecha, pero hacen que no se enteran. Y la Casa Real ¿no arde, ya? ¿Qué dice el Rey de este nuevo despilfarramiento, farra oficial, barra libre a políticos que nos han llevado en la ruina a la ruina? ¿Batiremos todas las marcas, de estupidez y bancarrota?
Una mínima consideración, señores, a los que viven como piojos, a los que trabajan y no les dejan, a los parados, a los obreros, a todos aquellos que pagamos con nuestros impuestos estos viajes imaginarios, esta cancillería podrida, estas maniobras de propaganda y distracción.
Fulgencio Martínez
9 de
diciembre, 2013. Publicado en La Opinión de Murcia.
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