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martes, 17 de septiembre de 2013

Isla Correyero o el movimiento sin fin. Antología actual de poesía española.1. La escritura plural/12. Revista Ágora



                                                            Isla Correyero. Fuente: Muestra de poesía hispanoamericana



                   Isla Correyero o el movimiento sin fin



ANTOLOGÍA DE POESÍA ACTUAL ESPAÑOLA. LA ESCRITURA PLURAL/12
             Poemas de Isla Correyero


           
                 LÍMITES
                                             

Necesitamos testimonios que enciendan en nosotros
el recuerdo de lo más profundo.

Cuando éramos niños teníamos un margen de conciencia
dedicado al Resplandor.

Podíamos ver más allá de los nombres y las cosas. Arder de
amor por los pobres y los muertos. Visitar regiones
invisibles atravesando las azules tinieblas de las
habitaciones.

Traíamos de aquellos límites –siempre frágiles– descalzos
los pies, una peligrosa tristeza y extrañas imprecisiones en
el vocabulario.

Y, cerrando los ojos, volvíamos a ver con claridad lo que
habíamos penetrado
y descansábamos, como dormidos, en el regazo de nuestra
madre
que nos creía y jugaba con nosotros, otra vez, a retirarnos
de la muerte.



                                                                                                                      Crímenes (1993)



                   TODOS NOSOTROS
  
Todos nosotros que debutamos
en la vida con una tara irremediable,                                                                                
que deseábamos tanto y habíamos 
obtenido tan poco, que con tan 
buenas intenciones, tan mal 
acabamos…Todos nosotros.
          Jim Thompson

Todos nosotros.
Los que nacimos rechazando la política y las leyes.
Los orgullosos.
Los que sabíamos que extraían de nuestra percepción la libertad.

Todos nosotros.
Que crecimos en pueblos y en ciudades aún azules.
Que fuimos incalculables niños instintivos y lunáticos.

Todos nosotros.
Viajeros.
Los que atravesamos la oscuridad del sexo y la habitamos.
Los buscadores de belleza.
Los que probamos las exóticas sustancias y vivimos en el cine y en la noche.

Todos nosotros.
Generación, tribu, conjunto de perdedores que imaginamos que la ruina era el más alto honor.

Todos nosotros.
Los desterrados ahora de aquel grupo.
Los olvidados, los oscuros, los ausentes.
Los abandonados y los destruidos.

Todos nosotros.
Los que ya no soñamos. Los que somos compradores de todo.
Los arrasados por el dinero y por las guerras.

Los que ahora somos impenetrables asesinos blancos.
Los que contemplamos la luna desde el cielo.

                                                                                                              Crímenes (1993)


28 de septiembre de 1993


Inclino la cabeza para que nadie sepa que ya no soy humana.
Debemos pasar inadvertidos.
Todos los enfermeros provenimos de una raza de autómatas.

Afuera, llueve sobre la Clínica.
Un polvo pegajoso, negro y denso, cubre los coches y los impermeables.

Dentro, cada gramo de antibiótico es aplicado con indiferencia.
Un buscador de oro recorre la zona de los mortuorios.

Los científicos vacían a los animales.
Ya no conozco a nadie que pueda ser humano.
¡Hay tanta muerte y tanto olor a muerte!

Esta mañana han enterrado a un mono y a un hombre…
Aquí sólo existe la lluvia negra de la muerte en los pasillos.

                                                                       Diario de una enfermera (1996)


Las limpiadoras

                             19 de Mayo de 1995


Impasible, dura, triste, preservada del desprecio,
asisto a la limpieza de la habitación.

Las dos mujeres, imantadas por el ojo negro
de la bolsa van echando cucharas, frascos,
peladuras de fruta, pan y sombras.

Nada llama su atención. Los enfermos son otra
basura en movimiento.

¡Oh, vosotras, a quien no puede el dolor de
los escombros,
la picadura de la melancolía,. el tiempo de la angustia!

Salen hablando, riendo,
se pierden por el pasillo de los pasos perdidos.

Han marcado la habitación con el olor boreal de la lejía.

Mi padre, paciente y distinguido, domina todo
el reino de la madrugada.

Mi uniforme de enfermera le limpia el corazón.

                                                                                  Diario de una enfermera (1996)


Para quién escribo
                      10 de octubre de 1995


Mi hijo de diez años me ha preguntado para quién escribo.
Mi palabra sale de la afonía de una guardia, de un sufrimiento crónico.
Escúchame, Paolo, yo quisiera escribir para todos los que sufren en esta larga galería de la muerte.
Para los que lloran por el clima y desfallecidamente caen entre las sábanas mojadas.

Para las madres que nunca acaban de perder al hijo estremecido y permanecen a su lado las horas eternas de las tinieblas.
Escribo para los ancianos sin sucesión ni campos de manzanas que llaman solitarios a los timbres temblando por su incontinencia.
Para el bálsamo de su inmovilidad escribo en el lavatorio de sus heces.

Escribo, Paolo, para las alas fosfóricas de la guadaña que pasa cada noche sobre el piso noveno y deja caer su cucharón de palo para comerse al más ausente.
Para los hijos, escribo, los hijos que fuman los cigarros amargos a escondidas y lloran lágrimas nerviosas porque aún no han accedido a la soberanía de la enfermedad.
Para las hermanas levísimas que besan en los labios y en los dedos la amarilla delicia de la fiebre de su hermano.

Dulce niño que no comprenderás ahora estas palabras que levanto:
Para los enfermos atados a las camas que ven las rápidas transformaciones de la luna y las tortugas.
Para las esposas continuas que sólo van a casa a lavarse el olor y la vertiginoso lucidez de los zumbidos.
Escribo, Paolo, para el amante que no podrá entrar a besar a su amado y que sufre llamándolo, sin voces: amor mío, amor mío.
Escribo, Paolo, para valorar el trabajo de las limpiadoras que renuevan el hospital y el ruido de la orina.
Para los delicados y sorprendentes celadores, las voladoras cocineras, los peluqueros ágiles, los dóciles suplentes.
Para las enfermeras azules de la eternidad y sus ayudantes, los médicos humildes.
Para los estudiantes que vienen a devorar la enfermedad con su infantil y entusiasmado volumen de primero.
Para la paciencia y la misericordia escribo.
Para declarar que el olor de los medicamentos y las deyecciones percipitan las tragedias.
Para los transplantados, los locos, los quemados, los absortos en el estrabismo de la muerte.
Querido niño azul, yo escribo para los animales que trabajan en el ovillo de la hierba y nunca acaban de vagar por el animalario.
Y sobre todo, sobre todos los seres de este mundo, yo escribo para él, tú ya lo sabes, para él, que se ha ido en esta primavera y se ha llevado todo mi derrumbado diccionario de la medicina.
                                                                  Diario de una enfermera (1996)


Pero se mueve


¡Oh médicos malditos!
No me digáis que me he quedado huérfana.
No me digáis que ha muerto mi vertiginoso.
No.

Mi mano lo acaricia desde el cerebro a la uña azul del pie, mi mano con la suya, terriblemente fría, deja pasar el aire y se convierte en pasadizo de humo.
No está inmóvil ni frío.
Yo veo como se mueve la ventana y él se mueve desde lo hondo de mis ojos,

se mueve para mí, se mueve con los pájaros que vienen del ensueño.
Tiene el temblor de una tormenta negra, la constante temperatura de la piedra en la casa.
Su lecho dolorido me dice que él existe, su colchón empapado de nieve y de saliva, de sangre levitando sobre las cuatro patas.
Él existe y se mueve.
Va a exigirme un compacto de Sibelius, está pidiendo pan y se levanta, de lo invisible a la arrogancia de su miopía, me está pidiendo la velocidad para volverse.
Y ahora está de pie, cerrando la ventana.
Ha vuelto a mi dulzura, a mi diálogo de histérica, vuelve la furiosa función del miocardio, vuelve de las flexibles tablas de la justicia.
Ha vuelto para mí.
Toco su pecho.
Me veis: Hablo de él como si nada hubiera sucedido.
¡Oh médicos malditos!
                                                                                         Diario de una enfermera (1996)


PONTE DE RODILLAS, TÍO

Ponte de rodillas y dime que no me has olvidado.
Ponte de rodillas tío y pídeme perdón.

Como cenizas como metal como ciruelas negras
me he transformado sobrellevando el paso de tu sombra.
Te he visto al alba con una cadena de palidez
en torno de tu inmovilidad
y he permanecido en una silla de leche y de madera
mientras te miraba la enfermedad del corazón
y el temblor respiratorio que tienes tío.

Violentamente preparada y desmedida
me he levantado de mi muerte y mi deseo
para desplomarme ante tu indiferencia.

La cantidad de destrucción que me has causado tío
es como un saco de piedras atado
a mi brazo derecho.

He acumulado venganzas y pasiones que no son de este
mundo. Solitarias y desobedecidas.

Mitigar mi dolor es tan imposible
como una conspiración en contra tuya.
Mis enemigos
son tus más patológicos amigos.
Si trabajo es por ti tío
y tú jamás has resucitado mi trabajo.

Sin resurrección y sin aliento sigo
a pesar de la calcinación en que me has devorado
y hecho humo.

Pon distancia entre tu gris vestidura
y mi ascético espacio
y déjame respirar cruzando el mundo

definitivamente tío pidiéndome perdón
soltándome
como a una perra
alada.

                                                         Amor Tirano (2002)


CINTA DE MOEBIUS


Yo vengo de perder una batalla de la vida
y otra más y otra más y otra.
Pero mi espíritu está indemne
y aún puedo saltar sobre todas las pérdidas
aunque sé que sin más flexibilidad
   y menos exactitud que
en los 20 ó 25 metros de edad que tuve
y ahora ya no tengo más que predicciones 

  presagios de lo que va a ocurrir
según veo a los tipos que se acercan a mis ojos
según huelo sus preocupaciones
según cómo se empeñan en agradarme
    o en desagradarme.


Eso veo. Ya lo tengo claro estoy preparada para perder
y distinguir cuál será la ventaja que yo saque
   o cuál la captura
qué parte de mi corazón se llevará
quien me persiga y observe
cuánto soy de vulnerable.
Lo tengo claro todo eso de las pérdidas y las
ganancias afectivas o las otras
y no me importa perder el beneficio
porque yo vengo de una habilidad de penitenciarías
y en los correccionales en donde estuve
siempre me dejaron muy exactamente claro
que el modelo de mi conducta
iba derechito a los peligros y que ganar
   en ellos
sería una suerte ingrata para mí.


De todos modos a veces he ganado
una chuchería una bola o la pieza de un zapato.
Y una vez sólo una vez gané
algo complicadamente bueno algo grande y
prodigioso que ahora con los años
valoro más que nunca.


Pero hoy ya sé que no volverá
la buena estrella ni el azar a mi vida
porque mi sublevación y mi trastorno están
conspirando para que me hunda:

Y a eso no le pondré freno ni me doblegaré.

Ya tengo bastante con mi suficiencia para el dolor
y una superioridad colérica para subsistir

y todavía asombrarme de cómo
entre el perder y el ganar
he preferido siempre la sutil y constante ingenuidad

que producen las pérdidas.

Así como si esto fuera un dulce
me ahorro el terror del desengaño.

                                                        Amor Tirano (2002)





ISLA CORREYERO es el movimiento sin fin de la poesía y la vida, como esa cinta de Moebius que da título a un poema suyo. Ha escrito guiones para cine y televisión, además de dedicarse intensamente a la escritura poética. Formó parte de la antología Ellas tienen la palabra (Hiperión, 1997), seleccionada por Noni Benegas y Jesús Munárriz. Obtuvo dos años antes el premio de poesía “Ricardo Molina”. Es autora, entre otros libros de poesía, de Cráter (León, 1984), Lianas (Madrid, 1988), Crímenes (Madrid, 1993) y Diario de una enfermera (Madrid, 1996) y La pasión (Madrid, 1998). Además, ha escrito otros tres poemarios inéditos: Los avasallados, Gotas de cera y Coño azul. En 1998 publicó una valiente antología de jóvenes promesas que irrumpían en la calma y la caspa del fin de siglo poético: Feroces. (DVD, Barcelona); aunque faltos algunos de ellos del impulso que Isla les suponía, supuso aquel libro una elección por otra aventura.

La propia poesía de Isla Correyero ha seguido construyéndose en el dolor y en el seguro margen de su talento original y fecundo; fuera ya de las etiquetas de “poesía hecha por mujeres” o de “poesía de la conciencia” (devenida autoamorosa), que la crítica ciega le infligió a esta excepcional poeta.

 

                             Bibliografía


Obra poética de Isla Correyero

. Cráter, Colección Provincia, León,1984.
. Lianas, Hiperión, Madrid, 1988.
. Crímenes, Ediciones Libertarias, Madrid, 1993.
. Diario de una enfermera, Premio Ricardo Molina, Huerga y Fierro, Madrid. 1996.
. La Pasión, Finalista Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo, 1999. Grabados de Luis Arencibia, poema final de Juan Carlos Mestre, Madrid, Exlibris Ediciones, 1998.
. Amor Tirano, Premio Hermanos Argensola 2002, ed. DVD, Barcelona 2013
Ha publicado, además, la plaquette Como cuando coges una trucha en las manos (Ed. Piratas, Fuenteheridos, 1998).

Antologías

. Las diosas blancas. Ramón Buenaventura. Hiperión, 1985.
. Ellas tienen la palabra  Dos décadas de poesía española. Antología. BENEGAS, Noni y MUNÁRRIZ, Jesús. Madrid: Hiperión, 1997.
. FEROCES, RADICALES, MARGINALES Y HETERODOXOS EN LA ÚLTIMA POESÍA ESPAÑOLA. Isla Correyero. DVD  BARCELONA. 1998


               

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