Todos los días
Paco Carreño
Ed. Casus Belli (Madrid, 2021) (1)
https://www.agapea.com/Paco-Carreno/Todos-los-dias-9788412205015-i.htm
(1) El libro se presenta el viernes 1 de julio de 2022 en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Bullas (Murcia), intenvendrán el poeta y autor del libro, la editora Carmen Abad, el filósofo Ignacio Castro y Fulgencio Martínez, editor de Ágora.
A continuación, reproducimos íntegro el estudio de Fulgencio Martínez, en que se basará su presentación del libro.
Paco Carreño, autor de Todos los días. Fuente: Alt autores
GÉNESIS DE UNA COSMOLOGÍA EN TODOS LOS DÍAS, DE PACO CARREÑO
Voy a hablar del libro Todos los días de Paco Carreño exponiendo mi propio proceso de lectura y experiencia de la lectura (tratando de que esta pudiera ser, no ejemplar, sino un término de comparación para que otro lector construya la suya...; y repara que acaba de salir la palabra construir, importante en este libro de Paco Carreño, como veremos). Habría otro método a seguir: podría elegir los poemas que más me han gustado y profundizar en ellos por medio del análisis. Ambos métodos me gustan, uno más genético y comprehensivo y el otro más analítico y concentrado. Podría incluso intentar una mezcla de ambos. En cualquier caso, se trata de encontrar con vosotros algo en común, que nos permita discrepar o incluso coincidir.
Encontrar, otra palabra a tener en cuenta. Poeta es que el encuentra, no el que inventa, ni siquiera el que busca; poeta es el que encuentra: ya veremos qué quiere decir esto, fuera de los tópicos.
Paco Carreño me envió un ejemplar de Todos los días a finales de diciembre de 2021, con esta dedicatoria personal que, con su permiso, comparto, porque veréis, dice: "Espero que encuentres en estos poemas algo de lo que yo he creído encontrar".
Comprenderéis que después de esa dedicatoria tan inteligente uno arda en deseos de leer el libro. Lo que el poeta y autor ha creído encontrar anuncia algo, cuya posesión sabemos del poeta, por la confesión o confidencia que nos hace, y anuncia algo más, que se deja entrever en el “he creído” que antepone a "encontrar", quizá una fe o convicción. Pero, además, un tercer elemento: esa posesión, y a lo mejor esa convicción, puede ser también hallada en, encontrada con, compartida por los lectores. (Aquí, "Hasta las preposiciones saben a vocativo", como diría Carreño).
Si se tratase de un tesoro, el creer haber encontrado del autor nos confirma indirectamente en su existencia y nos invita a encontrarlo nosotros, y, otro matiz, quizá nos necesita como testigos, peritos o cómplices del encuentro.
Hábilmente el poeta implica al lector, lo lleva y le previene, le da una activa participación en el poemario, hábilmente también, desde el espero que encuentres del inicio de la frase le pone en alerta y le llama a usar sus capacidades. No ha de flotar su lectura como sobre una cáscara vacía.
Principio de opinión crítica
Mi primera impresión de Todos los días es que es una colección de poemas,
una colección poética sorprendente (como dije ya en una nota publicada en el blog de Ágora). Junto a extraordinarios poemas de la angustia cotidiana, el autor en otra mayoría de poemas fuera de tiempo muestra su conexión con la naturaleza. Versos límpidos, con un pulso misterioso, sencillo, tras el que se adivina la luz recién nacida y el aire del Noroeste murciano, íbero y mediterráneo.
En comunicación personal le escribí al autor estas palabras, que ratifico públicamente:
te felicito por tu libro... Me ha sorprendido... Me ha gustado en su totalidad, tanto los poemas en ritmo más largo, de inquietud, rebeldía o introspección donde el yo se expresa, como en aquellos otros, breves y en metro corto, donde el yo es testigo. Me reafirmo en mi gusto por ese grupo de poemas, amplio, que conectan de una forma clara, como bien presenta la cita de Nietzsche, con el orden bello, necesario, de la naturaleza. Hay algo que sugieren y que el lector percibe, y eso es una poesía muy honda. Me gustan también los poemas finales donde evocas a tu hermano. Hay poemas como “Día de la tierra cuadrada”, que no me canso de leer. Eso es poesía. Enhorabuena, por esta obra de gran maestría y aliento.
El libro es una colección, dije antes. Mejor diré (en términos de música) una suite de poemas. Pero, una colección, no es nada peyorativo; en mi primera lectura reconocía ya tres capas o hilos. Un tapiz está formado por muchos hilos, y es una colección, incluso un cúmulo de figuras.
En mi primera lectura me fijé en esto y en las dos o tres figuras o grupos de figuras, y en varios hilos que me parecían más importantes.
Pero no capté el sentido, la intención o al menos la pulsión de la obra, de la construcción, la colección en progreso: eso es lo que brevemente quiero exponer ahora. Y para ello empiezo sentando hipótesis y revisando el libro da capo y hasta el rabo o final. Espero no aburrir, y no ser todo el tiempo aburridopedante.
Al libro hay que preguntarle. Encontrar es lo que queremos, ¿pero, qué?, lo que el poeta ha encontrado es lo que más interesa, es nuestro norte hermenéutico, no dar una lectura inventada y ajena al autor.
Ab initio
Creo que podemos ver en el libro dos juegos de tensiones, que nos ayudan a abrir su compresión; es como si leemos en la infancia lo que será la persona madura, estas tensiones están en el premundo del libro y nos sirven para ver cómo, luego, se funden y crean otras figuras, y nos llevarán a las puertas de ver cómo poeta y libro alcanzan su palabra, su tono: 1) La primera, afecta a crear el espacio y perspectiva del libro. Es la tensión que va del Comienzo, del mirar Desde Arriba, del impulso al espacio de movimiento y dirección, al hondo, a la oscuridad, al pozo, a la profundidad (como el día, por cierto, que va desde la aurora al crepúsculo). Como todos los días. Además del título del libro de Carreño, nos recuerda aquí esta tensión, que empieza desde arriba y cae y se reinicia, el verso magnífico de Claudio Rodríguez "Siempre la claridad viene del cielo", de su libro Don de la ebriedad.
Podríamos ejemplificar esta tensión (que no genera una verdadera antítesis, ni síntesis, sino que paradógicamente está condenada a reproducirse para superarse) con meras citas de términos poemáticos esenciales en el inicio del libro: "águilas" (del poema "Alto día" (p. 31)), nubes, vuelo, pájaros; frente a profundidad, fondo, pozo, peso, "...fondo / lleno/ de estrellas deshechas" (dice el poema "Un día de peso"). (p. 28). (1)
2) La segunda afecta a la voz; tú es la forma de dirigirse el poeta a sí mismo (hasta llegar al poema "El Día de los brindis", en que comparece un hermano, y por contraste la forma yo). Pero eso será más adelante. En los inicios del libro una voz impersonal o el "nosotros" aún impersonal, es lo frecuente, pero poco a poco el poeta se perfila y distingue dirigiéndose a sí mismo como a un tú. (Dejando aparte los dos textos de presentación, que no llevan título ni mención a la palabra "Día", en el primer poema, titulado "Un día antes" se lee: "La noche, funda de tu sombra" (...) ) (p. 14) (2)
Esos dos juegos de tensiones (que afectan al espacio y a la voz en los tanteos del libro…, que son como el inicio de un mundo, de una cosmología personal) dan pronto cancha a un tercer juego de tensiones que marcan ya dos temáticas esenciales del libro: la naturaleza y lo humano.
3) Por un lado, el poeta encuentra la corriente neutra de la naturaleza, lo eterno, sin angustias, lo divino, lo completo, aunque quizá no aún, a falta de la palabra que lo pinte o lo hermosee. Y por otro lado, el mundo humano, el mundo de la vida: das Leben ist eine Baustelle, se lee en el enigmático poema "Día del callejón" (p. 18). La frase en alemán quiere decir: La vida es una lugar en construcción, una obra. Obra no en sentido de arte, ni algo construido ya, sino en el sentido cotidiano cuando decimos "He visitado una obra, o hay una obra junto a mi casa". Un lugar en obras, en el tránsito a ser una casa, un castillo o una iglesia o una oficina. No es aún eso que llaman los alemanes Gestalt, figura. Pero sabemos que es algo que está levantándose como morada (Baus). Dice José Luis López Aranguren que ethos, para los griegos, significaba, en su primer sentido, morada, hábitat o refugio, antes ser el término del que derivaría ética. Un poeta al que admiro, Luis Bagué Quílez, dio a uno de sus libros este hermoso título Página en construcción.
De ethos como morada, hábitat, se pasó a ethos como morada interior, yo moral o conciencia, carácter, personalidad, que se va construyendo con nuestros actos (como dijo Aristóteles en su Ética a Nicómaco). Igual que la vida y la escritura literaria, poética, el yo se construye; más aún, no deja de construirse; y visto desde fuera, como si dijésemos desde el espacio, objetivamente, es un lugar de construcción, una obra. Mi abuelo me llevó a ver una obra siendo yo muy pequeño. Cada acción ahí tenía un sentido, cada cual hacía su faena propia... y ninguno (salvo uno ausente, el arquitecto, tenía el plano y la finalidad de la obra en construcción). Algo así pasa en la vida, como nos viene a sugerir el libro de Paco Carreño, y este poema en concreto, de forma enigmática: como salidos de una cárcel hemos de construirnos una nueva vida cada vida, cada día quiero decir.
Sin embargo, no hemos de perder de vista lo necesario, el orden divino, lo que está abierto y en lo que moramos, básicamente. Eso divino, la naturaleza, también puede unirse con la construcción, por medio de la palabra. Es la tarea del poeta construir "perspectivas", lugares, paisajes, modos de morar y habitar en lo abierto. Carreño llegará, en su libro, "Día de nuevo" (p. 62) a incorporar esta nueva relación. De modo que la tensión entre la naturaleza y lo humano se puede decir que llega a resolverse y produce, a mi entender, los más singulares poemas a partir de la mitad del libro.
Sugerida ya la génesis de la cosmología en Todos los días, voy ahora más de prisa anotando algunas consideraciones sobre el libro, sometido a esta especie de escáner o disección que quiero compartir con vosotros. Mi valoración del libro de Paco Carreño ya está expuesta arriba. El libro se abre con la dedicatoria textual, donde basta la sola mención de los nombres:
Belindo, Alfonso, Carlos, in memoriam
y con la cita de Nietzsche:
“Quiero aprender cada día a considerar como belleza lo que tienen las cosas de necesario” (Cita de La gaya ciencia, que sigue a otro título del mismo filósofo en su periodo optimista: Aurora).
Y un paratexto lo cierra: con estas palabras del filósofo Ignacio Castro: “Carreño nos recuerda que lo divino es al fin y al cabo el pulso de un día cualquiera”.
a modo de preludio
Le siguen dos textos presentación sin título ni
mención a días: el primero, un
poema breve en prosa, anuncia en lo formal este tipo de poemas en prosa, en los
que Paco Carreño demuestra una soberana maestría. Es uno de los mejores del
libro. En su brevedad, se insinúa la temática de la muerte frente a
inauguración, comienzo /llamada, vocación en definitiva de dar la palabra a la
vida: el siguiente texto, también sin título, es un poema en verso libre, en
metros cortos, que prefigura la poesía concisa ajustada, contemplativa de la
naturaleza. Pero en ambos poemas se nos preanuncia un trasfondo del libro,
resultado de una angustia vívida. “Hasta las preposiciones saben a vocativo”,
dice en el primer texto. (p. 11) (3) Y en
el segundo: “aquí están las heridas/ toda profundidad/ una sabiduría que no
deja de sangrar. (p. 13)
Tres secuencias o pulsos
Distingo en el libro tres secuencias: Una primera secuencia: desde el poema “Día de todos” a “Días de sed” (pp. 25-42). Dejando aparte el enigmático poema al que he hecho ya mención,”Día del callejón”, el libro comienza a tener entidad con el poema “Día de todos” (p. 25). “Formamos parte / de una obra inacabada”, se nos dice, implicándonos. Otro poema “Más día que nunca” (p. 30) nos advierte que “el temblor está fuera” donde “canta la ceniza su dispersión”. El poeta ha hecho ya su voz. Y ya puede decirnos, en el poema “Recíproco día” (p. 32) que: “Cada rostro es el fondo del universo”. Hasta llegar ahí recordemos las tensiones que el poeta ha de afrontar para generar su palabra, su cosmovisión.
Un mundo se ha prefigurado pero en él aún falta la solidez de un yo. Dice el poeta, en esta especie de confesión de fracaso en que concluye esta primera secuencia y propiamente la génesis de su cosmología, dice, en el poema “Este día no se parece a nada (p. 36): “No consigo ver mi rostro reflejado en las aguas”. La duda viene a turbarle, en el poema “El día de los juramentos” (p. 38.):”¿Y ahora, qué palabra poner?”
La segunda secuencia o corte se inicia con “Días de sed” (p. 42), este es uno de los poemas que yo destacaría más en el libro. Junto con el siguiente: “Un día en Colonia” (p. 43), que termina así con este impresionante verso: “al final de la tierra, veremos, sin añoranza, el principio de la tierra”
Esta secuencia es redonda, la palabra del poeta asume el riesgo y acierta a dar voz a lo humano escindido y a la muda naturaleza.
Otros poemas excelentes: “Exactamente un día” (p. 51) donde el árbol y el viento conciertan.
El poema “Día de nuevo”, (p. 62), como anuncia en la cita de Gide antepuesta al poema, trata de cómo el paisaje se hace al paso que avanzamos.
Como el camino del poema de A. Machado: “Caminante, no hay camino, / se hace camino al andar”. El país no existe más que a medida en que nos aproximamos y el paisaje se va mostrando delante de nuestra marcha. (A su modo, también la naturaleza es Obra en construcción, en este poema se barrunta una síntesis entre naturaleza y hombre).
Y llegamos a dos poemas cumbre del libro, los siguientes que quiero destacar: “El día de los brindis” (p. 64): “Por ese río que no termina de pasar…/ por las piernas convertidas en tijeras de podar caminos, …. por las casas que están a punto de caer / y se apoyan en una común debilidad… por una mujer, / por un jardín cerrado / por mi hermano, /por mi copa llena de admiración.”. Ya indiqué que es este poema donde se hace presente el poeta en primera persona, a través de un yo seguro, que no queda ya en segundo plano, y que dialoga con el tú de las múltiples realidades que le convocan. /Mi hermano, mi copa llena de admiración/ estos mi, posesivos cariñosos, profundamente afectivos, son marcadores de exposición mayor, plena, del que habla. Qué curioso el lenguaje: los adjetivos posesivos cuando expresan cariño dicen lo más puro y desnudo, como cuando decimos mi hijo, mi profesor, mi pueblo, mi hombre, mi mujer, mi nación: el matiz de la prosodia, de la entonación, dice mucho a los que oímos la lengua, no solo la comprendemos.
“Día de las señales” (p. 70) es un maravilloso poema en prosa, erótico, de amor y gozo, donde el poeta celebra a la amada, ”las maravillosas señales de tu existencia: un lunar en la pantorrilla, orejas de duende, ojos de almendra, pelo de ciruela”, y se congratula de que está “hecha con el pan de los pájaros, con el carbón de los cielos, con las flores desconchadas”
La tercera secuencia comienza con el poema “Otro día” (p. 111) y discurre hasta el final del libro. En esta secuencia o tiempo la tensión que domina los poemas es la del amor-celebración frente a la elegía, el sentimiento de dolor y la constatación de la muerte. En lo formal, es curioso que en todos estos poemas, que surgen para completar la creación ya alcanzada al final de la segunda secuencia, aparecen espacios en blanco, grandes, llamativos, entre los versos, en el mismo desarrollo del poema. Parecen silencios largos, cansancios, caídas, pausas de la respiración, pero el lector intuye que son también parte del significado del poema, unos golpes en la establecida cosmología. Entre los poemas de esta última serie magnífica se hace difícil elegir uno. La reflexión sobre la muerte, la elegía al hermano generan versos entrañables. “Día de las derrotas” (p. 106), un poema complejo, constata el fracaso ante la muerte si esta la asumimos como derrota puntual que se lo lleva todo y no la vemos como un compañero de lucha que hemos afrontado en largo historial de victorias unas veces y derrotas otras, vicisitudes, luchas y superaciones que es precisamente el vivir. Si tuviera que elegir un poema, destacaría “Día de la tierra cuadrada”, (p. 112) uno de mis tres favoritos del libro Todos los días, poema que tiene este inefable final
Y yo cada mañana
por la aurora pierdo
la batalla de la aurora.
Este poema escapa a la comprensión lógica, creo, como todo gran poema que es expresión máxima de una emoción que supera al poeta. Tiene un aire clásico, horaciano, como lo tienen muchos poemas del libro, y no puedo evitar acordarme, por él, del célebre “carpe diem” de la Oda 11 del poeta latino Horacio. Mientras hablamos, huye la edad envidiada. Coge el día y no estimes nada del mañana.
“Sé prudente, bebe buen vino y reduce
las largas esperanzas
al espacio breve de la existencia. Mientras hablamos,
huye la hora envidiada. Aprovecha el día, no confíes en el mañana” (tr. Germán
Salinas. He tomado prestado este fragmento más amplio de la oda horaciana. Aunque yo donde dice hora envidiada, traduciría la edad (aetas) envidiada, o directamente, la juventud. De ahí la derivada al "collige virgo rosas", de Ausonio, Garcilaso, Ronsard y de tantos poetas).
Y Pessoa escribió “coge el día, porque eres él”.
Somos el día, Todos los días, esa sucesión de días y vida y victorias y derrotas.
Eso es, Paco Carreño, lo que yo he visto en tu libro, lo que he encontrado. Y sobre todo, por supuesto, he encontrado a un poeta. Decir poeta es decirlo todo, lo máximo. “Poeta y... " ¡no!. Poeta es lo que Cervantes, Goethe, Nietzsche, García Lorca quisieron ser y por lo que quisieron ser recordados. “Solo soy un poeta”, Blas de Otero) En este oficio, como a veces en la vida, uno avanza quitando y despojándose de esas “Y” adherentes, accidentales.
No es fácil, y todos somos muchas cosas hasta llegar a ser lo que somos. Paco Carreño tiene ya un gran camino avanzando con este libro para ese atributo desnudo de ser poeta.
Aventurando
Voy terminando. Os he invitado a acompañar mi lectura: por un lado a ver la génesis de una cosmología personal en Todos los días y por otro, a seguir cómo ese poemario-mundo se desarrolla a través de lo que he llamado tres secuencias o pulsos. La colección o suite de poemas encierra, como creo haber señalado, una progresión, una serie de secuencias que llevan las tensiones preliminares a una síntesis personal, a encontrar el poeta la palabra propia. Los poemas por mí elegidos como centrales serían “Días de sed”, "Día de las señales” y “Días de la tierra cuadrada”. A estos tres, que representan también, en mi gusto, lo mejor poéticamente del libro, añado otros tres: “Día de todos”, “Día de los brindis”, y “Un día en Colonia”.
No puedo despedirme sin compartir con vosotros mi curiosidad. ¿Qué es lo que ha encontrado Paco Carreño en este libro?
Creo que ha encontrado a sí mismo, sus raíces, su identidad, su pueblo, su gente. Como poeta ha encontrado su justificación, su encaje, la pieza que le completa la vida en ese encuentro o mejor reencuentro emocional con aquellas cosas que le han llegado al alma o, como diría Machado de Soria, acaso ya estaban en el fondo de ella, del alma.
Encontrar es encajar… requiere que lo encontrado (A) encaje con el que encuentra (B). Cada encontrar-encajar es, por tanto, único y distinto según la persona y el modo en que ha vivido todos sus días. No puede encontrar de igual manera una persona que otra. Cada uno encuentra desde su background, su fondo, su carrera vivida (Me gusta este término clásico de carrera de la vida, más que aquel otro). Paco Carreño que ha hecho gran parte de su carrera fuera de su pueblo, Bullas, ha vuelto con este libro para quedarse o, lo que es lo mismo, para que Bullas, incluso si mañana desapareciera, existiera en este libro. Cuidemos a este poeta.
FULGENCIO MARTÍNEZ
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NOTAS (ALGUNOS POEMAS DE TODOS LOS DÍAS, DE PACO CARREÑO, DESTACADOS EN EL COMENTARIO)
(1)
UN DÍA DE PESO
La conciencia de los pasos
estriba
en ir alargando la caída
tanto como pueda ser profundo
el pozo
donde las piedras esperan
que alguien
las arroje aún al fondo
lleno
de estrellas deshechas.
(2)
UN DÍA ANTES
La noche, funda de tu sombra, esconde
letras de un alfabeto que no termina de aparecer.
Suenan sílabas que rodaron como miembros
de un cuerpo inminente.
Con ojos que no son ojos ni lo serán
bebes palabras sedientas de forma.
(3)
Condenado a unir la muerte con la inesperada ceremonia de inauguración, en la triste fiesta de lo que empieza, ahora que todo se ha convertido en llamada y hasta las preposiciones saben a vocativo, cuando me duelen los pájaros y mi martes de nacimiento detiene las semanas.
ÁGORA DIGITAL JUNIO 2022 / ESTUDIOS DE POESÍA ESPAÑOLA
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