CO-LECCIÓN ÁGORA. EN HOMENAJE A ANDRÉS SALOM
MIRADAS
(Al Mar Menor)
en homenaje a Andrés Salom de quien guardo muy grato recuerdo de tantas conversaciones en aquellas lejanas tardes de Murcia, y dedicado a nuestra tierra y al Mediterráneo, al que él pertenecía. Son siete miradas al Mar Menor, y en realidad es un solo poema en partes.
David Pujante
Creo que estos poemas requieren unas palabras previas. Hace unos días me recordaba un amigo que o lo «otro» habla por medio de nosotros o debemos callarnos. Como decía Hofmannsthal a propósito de D´Annunzio: mediadores, o somos mediadores o no somos nada. Esa es mi sensación ante los extraños poemas que suceden a estas palabras de aviso, y que las piden. Durante toda mi vida he visitado el Mar Menor, casi que he nacido en el Mar Menor. Es el mar de mi infancia, de mis veranos, con sus caballitos y sus estrellas de mar ya perdidos (¿fueron solo fantasía de niño?). Yo me adentraba en su paisaje, en sus aguas, en las montañas que lo rodean, en sus islas, como entorno natural de mi disfrute. Quizás por esa natural presencia, nunca me había impresionado tanto como ahora (y ese es mi misterio) cuando con los años me he visto impelido a escribir estos poemas. Vuelvo a menudo allí, y de repente una mirada, en principio aparentemente vacua, se convierte en cauce de un reconocimiento que parecía negarse hasta ahora. Me he convertido en mediador ¿de qué? No sé bien. Lo que sea lo «otro» está solo en el poema, en cada poema nacido de esas miradas momentáneas, en momentos tan distintos de los días sucesivos junto a ese mar tan moribundo como hermoso.
I
AMANECER NUBOSO
Se enturbia el cielo en tanto
que abre los senderos de la tierra;
y extiende el mar: la lámina
despierta en la mañana
puro zinc, que se envuelve
de brisa suave y joven.
Quiere el día venir,
andar por sus caminos,
quemar sus pocas horas.
Y la Naturaleza saluda esta verdad, tan repetida
siendo nada.
II
AMENAZA
Calderilla dorada, el sol apenas
luce y el mar amaga quererse retirar, marchar, ¿a dónde?
Mar adentro lo empuja el fuerte viento.
No hay montañas, hay sombras de montañas.
Y no suenan los pájaros, tan solo
suena un murmullo de expectante dana.
III
PRIMERAS HORAS DE LA TARDE
Tan luminosa está la tarde abierta
que no hay colores en el horizonte.
Es blanco sofocante el verde mar.
Blanca la nube y blancos los confines.
Blanco el azul difuso de los cielos.
Y ni es blanco, que es pura luz que ciega.
Acontecer. Feroz hierofanía.
IV
MEDIANOCHE EN EL MAR
A esta hora no hay velas, no, no hay velas
sobre el negro azulado
donde clavos de luz
se hunden, solamente en la mirada.
Son cínifes, luciérnagas
de mar, atravesando
en el silencio oscuro,
transcurriendo en incógnito viaje,
como todos viajamos por la vida.
V
SOL DE LA TARDE
¿Qué gusanos de luz
afloran a las aguas de la laguna en calma?
Sol disuelto en los húmedos destellos,
a las dos de la tarde de este apacible otoño.
Con una irisación permanente, ese brillo
prolifera en miríadas
bajo el aire en silencio.
Luz que nada descubre,
ni en la arena del agua ni en el cielo.
Que es solo luz, que ofusca la razón
para hacernos más lúcidos, más calmos,
más ensueño de vida,
en tanto nos circunda y nos abraza
tanta serenidad balanceada.
VI
GÖTTERDÄMMERUNG
Cuatro nubes cabalgan al ocaso
con sus bridas de lumbre.
¿Qué pezuñas de viento
se mojan en la sal de la laguna?
Las montañas reclaman el silencio
al canto vesperal de las gaviotas.
Las manos de los dioses de las sombras
extienden la negrura como un manto
y encienden las luciérnagas del sueño.
VII
OCASO CON LLUVIA
Se ha humedecido el gris de la tarde ventosa.
Y aunque haya viento, impera el reposo.
Las sombras de las islas, como cetáceos quietos,
escoltan la quietud del mar difuminado.
Todo anuncia que el mundo también desaparece,
se esfuma, como el hombre, aunque más lentamente.
David Pujante (Cartagena, 1953). Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Valladolid, cuenta con una extensa producción académica y ensayística en retórica y literatura comparada.
Su trayectoria poética comprende los libros La propia vida (1986), Con el cuerpo del deseo (1990), Estación marítima (1996), La Isla (2002), Itinerario (antología, 2003), Animales despiertos (2013), El sueño de una sombra (2019), Galería (antología, 2020) y 21 odas de invierno (2023).
Su poesía ha sido traducida al italiano, al francés, al griego, formando parte de diferentes antologías como Cinque poeti spagnoli (Roma, 1987), Ágora (París, 1995), Poesie autografe di autori spagnoli contemporanei (Rímini, 2006) o Tre poeti murciani (Roma, 2013).
Su obra académica comprende los libros De lo literario a lo poético en Juan Ramón Jiménez (1988), Mímesis y siglo XX. Formalismo ruso, Teoría del texto y del mundo, Poética de lo imaginario (1992), Un vino generoso (Sobre el nacimiento de la estética nietzscheana: 1871-1873) (1997), Belleza mojada. La escritura poética de Francisco Brines (2004), Eros y Tánatos en la cultura occidental. Un estudio de tematología comparatista (2017), Oráculo de tristezas. La melancolía en su historia cultural (2018), junto con numerosos libros en colaboración y artículos publicados en editoriales y revistas de ámbito internacional.
La Academia Hispanoamericana de Buenas Letras le concedió el Premio Dámaso Alonso (2018) a la totalidad de su obra académica y poética.
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