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jueves, 21 de diciembre de 2023

ANDRES SALOM, IN MEMORIAM. Por Mariano Sanz Navarro. Ágora en homenaje a Andrés Salom. N. 23. Nueva Col / Invierno 2023 Primera Parte.

 

                                       Mariano Sanz Navarro

 

 

ANDRES SALOM, IN MEMORIAM

 

                Por Mariano Sanz Navarro

 

 

La Cartagena de los años sesenta era una ciudad oscura, atrasada, sucia, poblada en gran medida por militares y curas, en la que la actividad industrial se reducía al valle de Escombreras y a la anticuada Bazán. Una ciudad que el visitante de hoy no reconocería en sus calles limpias, en sus restos arqueológicos bien conservados y bien expuestos, en sus museos, en su ambiente festivo y desenfadado, en su actividad industrial y agrícola que la hacen un polo de atracción para los que de tarde en tarde decidimos regalarnos con un día de asueto junto al mar que echamos de menos desde tierra adentro.

Aquella de los sesenta fue la que yo conocí asistiendo a las clases de peritaje industrial en la vetusta y destartalada escuela, primero en la Alameda de San Antón y después en el paseo de Alfonso XIII, hoy convertida en prestigiosa universidad.

Muchos años después, tomé contacto con Andrés Salom o Pau Cocoví ―nunca supe bien a cuál de los dos nombres debía atenerme―, por más que el segundo sonara a mote de clandestinidad en la que había pertenecido durante largas épocas de su vida. El encuentro fue en la trastienda de la librería Athenas, regentada por el padre de mi buen amigo —y famoso bajista—, Antonio Fidel, donde sosteníamos jugosas tertulias un grupo de amigos. La curiosidad me llevó a bucear entre los montones de cachivaches y cajas de libros que convertían aquella trastienda un tanto lóbrega en una especie de cueva de Alí Babá de la ilustración. Di con los restos de una colección de libros de poesía editados bajo los auspicios del padre de mi amigo. Entre ellos, uno de los primeros, si no el primero de los publicados por Cocoví, unos poemas que me impresionaron vivamente. Luego supe que la editorial Azarbe le había publicado otro: Los días de más allá del tiempo, en 2005. Pasaron los años y el tiempo que todo lo adereza a su gusto y conveniencia, hizo que volviera a encontrarme con Andrés en amenas veladas del Sur, el emblemático bar pilotado por “Antoñico” (Antonio Rubio Pacheco) al que acudía Salom-Cocoví en compañía del también poeta cartagenero Antonio Marín Albalate, y de otros, entre los que destacaba por su verbo declamatorio y fluido el cocinero-poeta Juan Acebal.

Allí se departía, sobre lo divino y lo humano, con la variada fauna de artistas de todas las disciplinas que eran asiduos. Recuerdo el talante amable y dicharachero de Salom, al que escuchábamos con respeto. Bromista sin acritud, hombre viajado, conocedor del mundo y de la literatura, se expresaba a la altura suficiente sin resultar pedante. Amante de la caza y de los toros (actividades que hoy resultarían poco ejemplares), cuyos avatares relataba con gracejo, conservaba un aire pícaro y burlón que hacía sonreír a las muchachas de cuya edad lo alejaban decenas de años. Autodidacta, albañil en sus inicios, devino en flamencólogo destacado, colaborador de diversos periódicos y revistas en cualquiera de las múltiples facetas que cultivaba.

A veces la conversación tomaba derroteros políticos y salían a la palestra sus viajes por Europa, donde emigró en su juventud, los periodos carcelarios a causa de su militancia de hoz y martillo, sus desencuentros permanentes con la justicia en los años de represión, a los que se refería con rotundidad reivindicativa, pero con una ira ya atemperada por el tiempo. Cuando la noche entraba en profundidades, salía su vena francesa y se refería a la letra de aquella canción de Jacques Brel (del que era buen conocedor), y entonaba con voz un tanto aguardentosa las palabras de La canción de Jacky: “quisiera ser por una hora Beau, beau, beau et con a la fois”.

Ahora que me aproximo a su edad, el recuerdo de aquellas tardes en el Sur me reconforta y alegra pensando que quizás me sea dado, en un futuro al que me aproximo sin ansiedad, la suerte de retomar aquellas tardes de charla en el Parnaso de los poetas donde sin duda habita Cocoví, al que quizás me sea permitida la entrada sin más mérito que mis buenos deseos.

 

 

Mariano Sanz Navarro (Murcia, 1943) Ingeniero Técnico Industrial. Licenciado en Historia. Ha publicado: Desde el Asilo (IJK Editores, Murcia, 2000); Cuentos truculentos (Diego Marín Ed., Murcia, 2001); Viaje por el Sahara Occidental, El Badía, (Diego Marín Ed., Murcia, 2006 y  Ed. Mrabbi Rebbu, en Árabe, Rabat, 2009); Recuerdos del Sahara y otros relatos (Ed. Dédalo, Barcelona 2012); El Comisario Soto (Ed. Raspabook, Murcia, 2016); Relatos de Trab-el-Bidan (Raspabook, Murcia, 2017); Vampiros y otros relatos, Ed. MurciaLibro, 2017); Un Djinns en la mochila, con Marisa López Soria (Ed. La Equilibrista, Barcelona, 2019); Un escorpión en el brazo (Amazon, 2021); Los otros (Amazon, 2022).

Blog del autor: http://marianosanznavarro.blogspot.com.es/

 

 

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