ANDRÉS SALOM… EN DISTANCIAS CORTAS
Por Paz Martínez
“Mandad, contadme entre los vuestros. Saldré, si os empeñáis, de madrugada; quemaré los coturnos y volveré a ser héroe. Padeceré el incesto, el complejo de Edipo, la Ley, la meningitis… Y si es vuestro deseo, padeceré también, sin decir ni jota, los zarpazos de mi ansia de ternura.” A. S.
Fui, literalmente, a por él. Andaba yo, desde hace tiempo, procurándome mi particular incursión en el “selecto” ambiente flamenco del panorama murciano y esa noche, en el teatro Romea, Andrés ejercía de maestro de ceremonias. Quedamos para el café del día siguiente. Conectamos al instante…y a partir de ahí fue un no parar. Me convertí en su alumna favorita, también presumí de ser su voz, recitando su poesía. Con su gracia y su paciencia, entendí el origen de los distintos palos del arte flamenco, comencé a distinguir cuando un desplante del bailaor domina el silencio, cuando el aire se raja por las tonás. Aprecié, como el más exquisito manjar, el contoneo de la bailaora mimbreando su cintura o cuando la voz de la rondeña nos sabe a tomillo y azahar. Le recuerdo, sentado a mi lado, transmitiéndome el “pellizco” ante el quejío del cantaor…se levantaba de la silla, igual que ante un zapateado en prodigioso compás. Compartíamos afición y placer por la vida...Andrés era especialista en saberla aprovechar. Tenía muy buen sentido del humor, era alegre, seductor (amaba a la Mujer), respetuoso… encantador.
Hace ya casi tres décadas de ese primer encuentro, pero mi maestro sigue vivo en mí. Tanto fue lo que aprendí de él, del que siendo aún niño fue porquero, yunquero, albañil… poeta que presumía no haber aprendido a leer hasta bien cumplidos los dieciocho años. Pero un mal día (Andrés aún disponía de su artículo semanal en el diario La Opinión) me comunicó su voluntad de retirarse a una Residencia…”. Has decidido retirarte a que te devore el oso?”, le recriminé enfadada…Andrés tímidamente asintió, esbozando una sonrisa.
En mis visitas a San Basilio, su nueva residencia, me recibía con los brazos abiertos…leíamos poesía en torno a una cerveza o un “bombón”, incluso se permitía (a escondidas) fumarse un cigarrillo. Nunca dejó de escribir, aparte de leer a Cernuda, Federico, o a cualquiera de sus autores favoritos. Le gustaba leer en francés o en su catalán/mallorquín. Su buen amigo, Francisco Torrella, profesor de microbiología de la UM, en sus asiduas visitas, le ponía al tanto de la actualidad y también le proveía de artículos en el idioma que compartían.
Poco a poco, las paredes de San Basilio, lucían adornadas con su poesía, no podía evitar escribir, escribir… Si una auxiliar o enfermera le caía simpática, Andrés la premiaba con el mejor piropo o le dedicaba un poema. “¿Son palomas zuritas o arcangélicas biznietas de vestales?... La impoluta blancura de su indumentaria, su sonrisa de luna de poniente e ingravidez de pájaro dormido, nos hicieron pensarlas de procedencia onírica; pero a la luz del día y fuente acreditada, convinimos que aquello no había sido un sueño, sino apenas esguince de un pez en su elemento, sorprendido… Descendamos a la máxima cota de humildad posible para besar sus manos enguantadas de azul y de caricia.” San Basilio, A. S. 2016.
Jamás asomó a su rostro un atisbo de tristeza, queja o frustración. Descansaba, dormía bien gracias a la relajación que aprendió en su tiempo de presidiario, guiado por un compañero de celda, su maestro japonés. En la serenidad del hombre sabio se refugiaba mi querido amigo. No puedo imaginar el desconcierto que sentiría en la época del obligado aislamiento que le tocó vivir en soledad. Un diecinueve de octubre de hace tres años, Andrés, silenciosamente, nos dejó. No…no nos fue posible despedirnos, pero tengo la certeza que él sabía que su memoria en mí, por siempre vivirá.
Paz Martínez
Paz Martínez es dramaturga y directora de teatro. Comienza su andadura teatral con el grupo Nauta, dirigido por Juan Antonio López. Con él interpreta, entre otros, "Pacha Mama", o "Hécuba" de Eurípides. Bajo la dirección de Piriz Carbonell, encarna a María en "Lamentos de la Virgen Madre al pie de la Cruz". Al tiempo, ejerciendo como directora, lleva a escena a Molière, con "El avaro"; a Cervantes, con "La Cueva de Salamanca"; o a Jean Genet, con "Las criadas".
También adapta, en una particular versión, a "Yerma" de F. García Lorca, obra que más tarde dramatizó para el Ballet lo Ferro. Con esta versión, "Lunas de Arena", viaja a Chile bajo la dirección de María Dolores Ros. Y para este mismo ballet - llevó a cabo otras dramaturgias: "Las Cervantas" y más recientemente, "Las Picassianas".
Otras obras suyas como autora y directora son: "Mi vida la decido yo", "En el nombre de Eva", "Frustradas", o "Clandestinas". Tiene actualmente sobre el escenario su obra "Mujeres y su Picasso" representada en diversas ciudades españolas y en el extranjero.
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