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martes, 12 de diciembre de 2023

SOBRE EL DUELO AMOROSO: UNA PERSPECTIVA POÉTICA (Marisa López Soria, En consideración te escribo, Difácil, 2023). Por Lola Linares Clavero. Revista Ágora-Papeles de Arte Gramático. N. 24. Nueva Col. /Artículos/ El Mono Gramático

 

 

SOBRE EL DUELO AMOROSO: UNA PERSPECTIVA POÉTICA

(Marisa López Soria, En consideración te escribo, Difácil, 2023)

 

 

                    Por LOLA LINARES CLAVERO

 

 

El poemario de Marisa López Soria, En consideración te escribo, se publica originalmente en el año 1995, cuando gana el Premio Fundación Emma Egea; sin embargo, vuelve a ser rescatado y reimpreso en 2023, momento en el que se añaden, además, una serie de poemas nuevos e inéditos que no se encuentran en la primera edición. La obra, que se divide en tres secciones, «Poemas en consideración», «Poemas de ira y escarnio» y «Ex/ ordio», consta de 67 poemas y se inscribe dentro de la tradición hispano greco-latina que canta la pérdida del ser amado y la ruptura amorosa. En este sentido, la autora construye un yo lírico que, cargado de ironía y un humor amargo, nos hace partícipes del lance amoroso a través de una escritura que rebosa elegancia, pulcritud y una fuerte personalidad literaria: «cuarenta y seis poemas / te escribo / colmados de perlas orientales / —las que más brillan— / y al trazo va un rencor sin abolengo / ni lógica / —ya sabes— / vulgar nacido de las tripas» (p. 55). De tal modo, ya el primer poema que abre la obra («Consustancial»), compuesto por un solo verso, nos advierte acerca de lo que nos vamos a encontrar durante su lectura: «Acíbar trae la mandrágora» (p. 15). La mandrágora, planta con forma humana asociada al mundo esotérico, mágico e, incluso, a lo erótico, tiene su propia leyenda: de ella se decía que lloraba y gemía en el momento de ser arrancada. Altamente tóxica, además, para el ser humano, simboliza, pues, el dolor y la amargura «consustancial(es)» a todo fracaso amoroso.

 

 

                                        Marisa López Soria. Fuente: La opinión.

 

En consideración te escribo se erige como una obra que no pretende guardar la buena memoria del amado, antes bien, cabe mancillarla, deshacerse de la impostura del otro, reclamar la propia subjetividad: «No podrás ser aquí queda advertido / una ascendente escala / ni joya alguna / anémona, barca o membrillo / […] El grito diamantino que me guía / quiere que se derrame el vino» (p. 16). En este sentido, mención especial merece el poema «Rangos» donde el yo lírico de López Soria utiliza el espejo animal para caricaturizar los vicios y los defectos humanos: «Hay leones que ejercen su majestad / rugiendo. / Otros, en cambio, no son leones / —suerte de somnolientos depredadores— / son codiciosos copuladores / burladores de hembras […]» (p. 30). Del mismo modo, el dolor también aparece reflejado a través del icono de ciertos animales que, en el mundo humano, poseen una imagen colectiva precisa, como es el caso de la rata, letal transmisora de enfermedades como la peste: «—Mañana arreglaremos este asunto. / Y una rata gigante me ha mordido.» (p.37); el pez, que sufre la asfixia inminente fuera de su entorno, no sin un tinte agrio e irónico: «Mal que me pesa / fuera del agua / aleteo a bocanadas / como pez crepuscular» (p.44); o el aullido del lobo, símbolo del lamento y la soledad.

 

Asimismo, lo dañino de la otredad masculina queda esbozado en «Envite» de manera hiperbólica, y con una buena dosis de cáustica, a través de una naturaleza hostil y destructiva: «conozco la historia de aquellos diez mil último años / —enfermedades, plagas, lo adverso— / […] Más peligroso eres que todos los desastres / medidas de seguridad no existen. / Por cierto / en proporción / no reúnes condiciones de habitabilidad» (p.28).

 

 

                                                     Marisa López Soria. Fuente: Wikipedia


El poemario de López Soria recoge una infinitud de perspectivas y se presenta como un canto variopinto que aborda la escala de los sentimientos humanos en toda su complejidad. Por los versos de Marisa López Soria transitan un millar de percepciones y sensaciones que la poeta capta, como una gran pescadora de perceptos y palabras, a través de un azuelo fino y preciso. De tal modo, se hacen explícitas emociones tan profundas y contradictorias como la rabia («ardor y furia se revuelven huyo hacia atrás / así te odio mejor», p.38) y la nostalgia por lo perdido, como en «Cese de actividad» o en «Delicadezas»: «Fenicia me llamabas cuando echabas las cuentas. / ¿Te acuerdas? Un buen día / el desahucio» (p. 33); aparece el reproche socarrón («Hace falta el talento de echarlo a perder todo», p. 56), el insulto («bufo te me quedaste», p.57), la ofensa y la urgencia por expulsar el recuerdo de las delicias del amado del fuero interno («Colmado el manjar para mí / hasta gritar: basta lo que se daba / sal de mi biografía», p. 62). Por otro lado, acerca de la posibilidad inexorable del desastre amoroso, se muestra la mítica intuición femenina formalizada en la figura de la madre y en los quehaceres asociados tradicionalmente a las mujeres: «Cruz y luz —dijo mamá— / una labor con hilván está llamada al desgarro» (p. 46).

 

Pero especialmente interesante es la voluntad de desprendimiento, de catarsis y de liberación que yo el lírico emprende y manifiesta en distintos momentos a lo largo de toda la obra, plenamente consciente de lo que significa el acto de olvidar y, en definitiva, de romper con un ideal: «desasir y desfollar / la costumbre de querer a una gran vaca sagrada» (p. 47); en poemas como «Éxodo al mal menor», «Perentorio» o «Remembranza» cobra una gran importancia la idea de «desechar al otro» por medio de imágenes muy plásticas y metafóricas, como arrojar un ramo de magnolias por un vertedero o el hecho de «precipitar al otro» por el propio poema, jugando así con el elemento visual y lingüístico. En otras ocasiones, la rabia, la tristeza, la nostalgia o el descrédito —entre otros sentires y pesares— son los motores que empujan al yo lírico a sublimar su duelo mediante el arte hasta agotarlo («alto sería / negar que conocí, o / viví / muerto el perro. Haré la obra pía maniquea / seré la mala yo.», p.40) para conseguir, por fin, la meta ansiada del dominio del yo, libre del yugo del otro: «señorío de mi boca sin tu nombre» (p.88). En definitiva, la pluma de López Soria adquiere, pues, una función catártica o liberadora o, por decirlo en términos más nietzscheanos, hay una sublimación del exceso dionisíaco —en este caso un desbordamiento del dolor proveniente del instinto amoroso— a través de lo apolíneo, en este caso, la ejecución del arte poética. La cita de Marguerite Yourcenar que aparece, a modo de exordio, al principio de la obra así nos lo muestra: «No hay amores estériles, y es inútil tomar precauciones. Cuando te dejo, llevo dentro de mí el dolor como una especie de hijo horrible».

 

En este sentido, se hace explícita la conciencia metalingüística del yo lírico acerca del lenguaje como instrumento que opera al servicio de la construcción de la realidad y de la identidad, así como de las infinitas posibilidades que este ofrece. De tal modo, observamos cómo la autora se recrea en el proceso de escritura y encaja palabras y poemas casi como si fuera un juego divertido —cómoda y dueña de su oficio—para adornar, superar y edificar su propia realidad: «El lenguaje nos permite / quebrar albores / flotar contracorriente / esquivar —es alegórico— / salvaguardar / sostener —demos gracias— / un discurso aventajado y superador / de lo perecedero efímero / o lo que nunca fue» (p.41). En «Metodología del verbo», se habla sobre la imposibilidad de que la palabra dé en la diana de la verdad objetiva o en el centro de lo exacto, puesto que esta misma se articula en función de la necesidad expresiva del propio sujeto, que nunca elige de modo inocente, tanto más cuando se trata de escritura poética: «las palabras son juicios del pensamiento / asociadas a muy variables sentidos / símbolos vacíos de contenido / las cantan claras pero también embaucan / […] desproporcionadas causticas bárbaras / […] con tendencia para asociarse a la sinrazón / al atropello de sentimientos / a menudo / ajenas ellas al intelecto» (p.39). En esta misma línea, el yo lírico reflexiona sobre los patrones y deseos aprendidos para comenzar a deshacerse de ellos, cimentando, así, sus propios valores y anhelos. Al respecto, López Soria arremete contra los finales felices de los cuentos de hadas y nos ofrece un destino distinto al habitual: «Oh, épica inspiración / el príncipe depuesto en rana / […] Marcó la fantasía / —pretender lo invisible y lo cierto— / […] —adiós al embeleco— /aliviador futuro de mi reino /formidable es el invento sin ti y el uso del pretérito», p.67). La sátira al género literario popular y a la construcción de los relatos, en general, viene a remarcar la diferencia individual del yo lírico, que se enfrenta a la realidad terrena con rebeldía frente a la estafa sideral del cuento: «Todos los cuentos tienen la misma construcción / la misma pretensión el mismo esquema / de universalidad. La aurora / animales que hablan / vencer o conseguir / amores imposibles simbólicas imágenes / […] Yo sólo quiero acabar tu relato / —de trazas provincianas— / y dejarte morir en cualquier página» (p.77).

 

Para concluir, no queremos dejar de hacer mención uno de los poemas de la obra («Punto de vista») que más nos ha cautivado a nivel estético y estilístico, así como por la relevancia del tema que trata: hablamos de la idealización del otro y, por defecto, de la propia idealización de la relación amorosa y de la identidad del yo lírico, sujeta a la coexistencia del otro amado. En este sentido, hay una consecuente caída del yo poemático ante el deseo paradisíaco frustrado y ante la cruda realidad que se impone. Así nos lo relatan los versos de López Soria: «y sin embargo / podíamos haber sido / símbolos de lo vivo / Calixto y Melibea / un discurso del arte / la fama íntima / magníficos hexámetros fluyendo de la boca / pero elegimos» (p.29). A este respecto, el aforismo de Nietzsche «El engaño en el amor» en Humano demasiado humano (vol. II) parece describir de forma emblemática el contenido de este aspecto fundamental que preside toda construcción amorosa y que la voz lírica de López Soria ha sabido condesar de forma excepcional: «Así, pues, uno rompe el espejo, se imagina transferido a una persona a la que admira, y entonces goza de la nueva imagen de su yo, aunque la designe con el nombre de otra persona, y todo este proceso no ha de ser autoengaño, egoísmo, ¡extravagantes de vosotros!» (2007, p. 24).

 

 

         Lola Linares Clavero

             UCAM – Universidad Católica de Murcia

mdlinares@ucam.edu

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

LOPEZ SORIA, M. (2023). En consideración te escribo. Editorial Difácil.

NIETZSCHE, F. (2007). Humano demasiado humano. Volumen II. Madrid: Akal.

 

 

                                                   Lola Linares Clavero


Lola Linares Clavero se graduó en Filología Hispánica por la Universidad de Jaén. Actualmente, cursa el programa de Doctorado en Estudios Literarios Hispánicos por la misma universidad. Concretamente, se centra en las corrientes poéticas de finales del siglo XX y principios del siglo XXI. Además, combina su labor investigadora con la docencia universitaria en la UCAM, donde imparte clases de Didáctica de la Lengua y la Literatura.

 

 

 

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