ENSAYO
COLECCIÓN TEXTOS ÁGORA
LA POSMODERNIDAD EN LA NARRATIVA BREVE DE RAYMOND CARVER Y AUGUSTO MONTERROSO
Alba
Saura Clares
Universidad
de Murcia
RESUMEN:
La posmodernidad es un campo amplio
que continúa planteando en la actualidad numerosas incógnitas y nuevas
propuestas estéticas. Con el fin de adentrarnos en los recovecos posmodernos,
este artículo busca analizar uno de los géneros que quizás mejor ha recibido la
estética posmoderna, la narrativa breve. Para ello, realizaremos un estudio
comparativo entre la obra de dos autores paradigmáticos dentro de este género,
el hondureño Augusto Monterroso (1921 y 2003) y el americano Raymond Carver
(1938 y 1988), con el fin de delimitar las características propias de la
posmodernidad que encontramos en La oveja
negra y demás fábulas (1969) y Movimiento
perpetuo (1972) de Augusto Monterroso y Cathedral
(1983) de Raymond Carver.
Palabras clave: Posmodernismo;
Augusto Monterroso; Raymond Carver; Narrativa breve.
ABSTRACT:
Postmodernism is a widespread scope that continues today proposing many
questions and new aesthetics theories. In oder to research postmodern ideas,
this essay analyzes one of the genres
that has best received perhaps postmodern aesthetics, the short story. For
this, we will perform a comparative study between the paradigmatic work of two
authors in this genre, Augusto Monterroso (Honduras, 1921 - 2003) and Raymond
Carver (United States, 1938 - 1988), to define the characteristics of
postmodernism found in La oveja negra y
demás fábulas (1969) and Movimiento
perpetuo (1972) by Augusto Monterroso and Cathedral (1983) by Raymond Carver.
Keywords: Postmodernism; Augusto Monterroso; Raymond
Carver; Short Story.
1.- La narrativa breve como escenario idóneo para el desarrollo posmoderno
La posmodernidad es un campo abierto y, en ocasiones, difuso. Aunque mucho se ha escrito sobre sus preceptos y características, todavía queda por ahondar en este movimiento artístico que se encuentra en plena efervescencia y cuyos recovecos y posibilidades resultan tan numerosos. Siendo aplicable a distintas y variadas propuestas artísticas y culturales, los numerosos lenguajes que son partícipes de la posmodernidad generan, en ocasiones, características específicas de cada género. De la pintura a la literatura, de la filosofía al cine, de la arquitectura a la escultura… nos encontramos con cuantiosas posibilidades que parecen reclamar un estudio pormenorizado de sus formas.
Acoger
un campo tan amplio como es la propia literatura, con sus diferentes
posibilidades genéricas, y querer aplicar ante ella las propuestas posmodernas
puede resultar, incluso, arriesgado, pues el teatro, la lírica o la narrativa
mantienen a su vez lenguajes convergentes y enfrentados, lo que hace necesario
una lectura pormenorizada en cada uno de sus diferentes ámbitos.
De esta
forma, a través de este artículo hemos querido limitar el campo de estudio a
las formas narrativas posmodernas y, dentro de ella, cerrar el círculo aún más
y asimilar la estética posmoderna con la creciente proliferación de las formas
narrativas breves, en ese campo tan amplio y que necesita todavía de estudio y
análisis en profundidad como es el del cuento, el relato breve o el
microrrelato, entre otros.
Estas
nuevas propuestas narrativas parecen haber proliferado, al igual que la
posmodernidad, en torno a las diferentes crisis que el hombre vive con la
entrada del siglo xx.
Como
afirma en la introducción de su afamada obra La condición postmoderna el crítico Jean-Françoise Lyotard, sobre
el objetivo de su estudio:
…
tiene por objetivo la condición del saber en las sociedades más desarrolladas.
Se ha decidido llamar a esta condición «postmoderna». El término está en uso en
el continente americano, en pluma de sociólogos y críticos. Designa el estado
de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas del
juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo xix. (Lyotard,
1987: 5)
De
esta forma, las transformaciones sociales y las crisis que ha supuesto el siglo
xx, en torno a los cambios o
caídas de los grandes pensamientos como el capitalismo, el marxismo, o las
grandes Guerras Mundiales, ha generado un estado de inestabilidad que ha
encontrado nuevas vías de escape y nuevas propuesta:
En
la sociedad y la cultura contemporáneas, sociedad postindustrial, cultura
postmoderna, la cuestión de la legitimación del saber se plantea en otros
términos. El gran relato ha perdido su credibilidad, sea cual sea el modo de
unificación que se le haya asignado: relato especulativo, relato de
emancipación. Se puede ver en esa decadencia de los relatos un efecto del auge
de técnicas y tecnologías a partir de la Segunda Guerra Mundial, que ha puesto
el acento sobre los medios de la acción más que sobre sus fines; o bien el del
redespliegue del capitalismo liberal avanzando tras su repliegue bajo la
protección del keynesismo durante los años 1930-1960; auge que ha eliminado la
alternativa comunista y que ha revalorizado el disfrute individual de bienes y
servicios. (Lyotard, 1987:
33)
Movido
por ello, dentro del campo de la narrativa se ha generado una ruptura con las
formas tradicionales, donde el cuento breve y el microrrelato son ejemplos
claros, evidenciando esas transformaciones tanto en forma como en contenido,
como veremos a lo largo de esta disertación. Como explica Hernández Mirón en su
estudio sobre esta materia:
Siguiendo
las coordenadas de la metanarrativa de Lyotard, la consolidación del
microrrelato supondría la liquidación definitiva de los grandes relatos, la
desaparición de los discursos totalizantes que pretenden ofrecer desde
distintas perspectivas respuestas absolutas a cada una de las cuestiones
planteadas. (Hernández Mirón, 2010: 4)
O,
como también analizará en sus estudios sobre el cuento posmoderno
Andrés-Suárez: «Los grandes relatos son suplantados por pequeños relatos, que
se nutren tanto de referencias al patrimonio cultural literario y mítico que
llegan a convertirse en reescritura de mitos o de tópicos literarios». [Andrés-Suárez
(2007: 29 citado en Hernández Mirón, 2012: 4)]
Así,
se nos muestra que las propuestas narrativas anteriores ya no encuentran cabida
en las necesidades del nuevo pensamiento y la nueva estética de la
posmodernidad. La instantaneidad y rapidez de la actualidad, la rutina, las
nuevas problemáticas, la inestabilidad vital, el inconformismo, la vida
anodina, la expresividad del nuevo siglo… necesitan de nuevas propuestas
literarias.
Para
analizar en profundidad los cambios que sufre el género narrativo y las nuevas
creaciones artísticas posmodernas dentro del campo de la narrativa breve, hemos
elegido dos autores paradigmáticos dentro de este ámbito que, con dos poéticas
narrativas enfrentadas, dan cuenta de las nuevas visiones literarias de la
posmodernidad. Este es el caso del hispanoamericano Augusto Monterroso (1921 -
2003) y del estadounidense Raymond Carver (1938 – 1988), gracias a los cuales
podremos adentrarnos en distintas cosmovisiones posmodernas, con numerosos
puntos comunes, que nos harán vislumbrar las características de este género en
sus nuevas propuestas dentro de la posmodernidad.
Ambos
autores han supuesto una gran aportación a la literatura en general y al
crecimiento del género narrativo breve en particular y hoy en día se han
convertido en autores canónicos, ensalzados por la crítica y los lectores. Este
hecho también forma parte de la propia condición posmoderna, como afirma Linda
Hutcheon al hablar de la metaficción historiográfica, concepto sobre el que
trabajaremos más adelante: «[Metaficcion hitoriográfica] tanto reafirma como
desautoriza esos mundos y su construcción. Eso explica que novelas
postmodernistas hayan sido con frecuencia número uno. Su complicidad garantiza
su accesibilidad». (Hutcheon, 1988: 200)
Monterroso,
por su parte, ostenta el privilegio de ser el padre del microrrelato más breve
de la historia (título que después han disputado otros autores). Su maestría
literaria le ha aportado numerosos premios y reconocimientos, a la vez que ha
gozado de gran popularidad por parte del público lector. Así lo analizará
Francisca Noguerol:
“El
dinosaurio”[1],
creación de una línea tan alabada por la crítica como glosada por escritores
que admiran su concisión, intensidad y capacidad de evocación. Baste decir que
se ha convertido en texto canónico para los estudios de la metaficción,
categoría fundamental entre las más recientes corrientes literarias. (Noguerol, 2004: 72)
En
cuanto a Raymond Carver, ha conseguido un gran reconocimiento por su obra
narrativa, con una producción no demasiado extensa de libros de relatos entre
los que destacan Will you please be
quiet, please? (¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?) de 1976; What we talk about when we talk about love
(De qué hablamos cuando hablamos de amor) de 1981; Cathedral (Catedral) de
1983, el libro sobre el que versaremos nuestro estudio; y Elephant (Elefante) de
1988. El reconocimiento de crítica, así como su popularidad, aumentó cuando sus
relatos fueron adaptados al cine con títulos como Shortcuts, dirigida por Robert Altman, Everything goes de Andrew Kotako o Jindabyne de Ray Lawrence.
Sus
propuestas narrativas nos permitirán ahondar en el subgénero del relato breve y
comprender la nueva estética posmoderna de la que se hacen eco sus cuentos, a
partir de La oveja negra y demás fábulas (1969) y Movimiento
perpetuo (1972) de Augusto Monterroso y Cathedral
de Raymond Carver.
2.- LOS TEMAS DE LA NUEVA ESTÉTICA POSMODERNA: INTERTEXTUALIDAD, DECONSTRUCCIÓN, HIBRIDISMO Y PARODIA
Es
posible que el elemento más destacado y sorprendente al leer los cuentos de
estos dos autores sea la apariencia de que nada ha ocurrido, unido a la
sensación que prevalece en el lector de haber sido partícipe de un extracto de
vida, de una reflexión existencial poderosa, de haber espiado la intimidad de
unos personajes casi desconocidos para nosotros que representan a cualquier
persona en cualquier lugar.
Cuando
nos enfrentamos a los cuentos de Carver y Monterroso observamos una ruptura
clara con la tradición anterior, aunque en dos propuestas diversas.
Pensemos que Monterroso y Carver
provienen de tradiciones literarias diferentes, aunque cercanas en algunos
aspectos. De esta forma, volver la vista a sus antecedentes inmediatos es
hacerlo a una gran producción que pasa por muy diversos estilos. No se puede
leer a la posmodernidad sin comprender los antecedentes (que en el caso de Monterroso
es conocer la literatura desde la tradición clásica grecolatina) y ser
partícipes de ellos, para poder comprobar los cambios establecidos y evocar las
nuevas posibilidades que estos autores nos abren.
Hernández
Mirón opinará sobre la producción del microrrelato posmoderno:
Ofrecen estos microrrelatos, con una construcción narrativa
mínima, temas sin un hilo conductor que los vertebre, pluralidad de voces
contradictorias, imágenes fugaces y huidizas, que son contempladas desde las
más variadas perspectivas, etc., y presentan unas cosmovisiones del mundo que
se oponen a las precedentes. (Hernández
Mirón, 2010: 4)
Esto
es lo que comprobamos en los cuentos de Monterroso y Carver. Se trata de
relatos brevemente esbozados, donde no se profundiza en la psicología de los
personajes, sino que nos muestran un retazo de una vida cualquiera, con un
final abierto que se dirige a un lector que debe ser capaz de vislumbrar las
numerosas posibilidades y mundos diversos que el relato propone.
Así
ocurre en las dos obras de estos cuentistas que más puntos en común presentan, Movimiento perpetuo (Monterroso, 1972) y
Cathedral (Carver, 1983). Aunque un
análisis de la temática que vertebran ambos libros de relatos puede resultar
dificultoso, vamos a intentar plasmar algunos puntos en común que nos den
muestra de la posmodernidad en el ámbito del relato breve.
En
primer lugar, en estos dos libros de relatos nos encontramos, en muchas
ocasiones, con lo que podríamos denominar retazos de historias. No sabremos
nada de la vida de unos personajes que nos son casi desconocidos y que el
relato no busca presentarnos física o psicológicamente en profundidad. Rompiendo
con el relato tradicional, no existe un hecho trascendental en la vida de
muchos de los personajes que justifiquen la escritura del relato; se trata casi
de fotografías, de instantáneas narradas que sitúan su flash sobre un
personaje, nos descubren ciertos aspectos de su vida, pero no presentan un hilo
argumental, una trama destacable.
Pensemos,
al respecto, en relatos de Raymond Carver como “Careful” donde el reencuentro
de Inez y Lloyd, un matrimonio separado, se desarrolla en torno al tapón del
oído que el hombre tiene y que la mujer ayuda a quitar, quedando pospuesta
cualquier otro tipo de conversación que el lector aguarde y veladas las
intenciones de Inez de visitar a su antigua pareja.
Esto
también ocurre con relatos de Monterroso de Movimiento
perpetuo como “Tú dile a Sarabia que digo yo que la nombre y que la
comisione aquí o en donde quiera, que después le explico”. Tras este extenso y
paródico título, se esconde la fotografía a un alto cargo de una empresa. No
sabremos más datos de su vida ni el porqué del problema o la ansiedad que
parece presentar. Todo eso nos lo oculta el relato, dejándonos espacios en blanco
que nosotros debemos rellenar, planteando quizás el vacío rutinario, la
infelicidad por alcanzar una escala de poder, la falta de comunicación… u otros
aspectos que, realmente, no son más que opiniones y reflexiones personales del
lector, ligeramente mentadas por el autor, nada más.
Lo
que quieren mostrar los relatos de estos escritores es un análisis de la
cotidianeidad con todas sus dificultades y vicisitudes. Pensemos que el
posmodernismo significa cambios fundamentales económicos y tecnológicos, en una
sociedad que algunos filósofos y estudios han catalogado de postindustrial. La industria ha
dejado de ser el motor principal de las economías más avanzadas, pero esto no
ha traído mejoras para el obrero medio, sino, como muestran muchos de estos relatos,
también dificultades.
Esta
nueva sociedad se ha visto volcada en el mundo del relato, provocando un cambio
en la concepción del mismo; se está reflejando a esa sociedad postindustrial,
el vacío que expresa, sus vicios e inquietudes, en una visión llena de desidia.
Se trata de críticas feroces a una sociedad que avanza, pero sin sus
habitantes, que los deja que luchen por vivir o que desesperen, por ello muchos
se lanzan al alcoholismo en los relatos de Carver como vía de escape para un
mundo que nos les interesa.
Sin
embargo, ante esta nueva sociedad, tendremos dos propuestas diferentes de
enfrentamiento a ella en el mundo del relato breve, la de Carver y la de
Monterroso. El estadounidense, partícipe para muchos de lo que se ha denominado
como «realismo sucio», habla de la vida cotidiana en sus relatos, desde la
visión oscura o abatida de sus personajes.
Se trata de relatos donde los protagonistas son la clase obrera; no
ahonda en una crítica realista que haga luchar o despertarse a sus protagonistas
a una nueva decisión vital, sino que los plantea en sus anodinas vidas, para
fotografiar a una sociedad posmoderna para él abatida, que sigue luchando para
continuar y sobrevivir, nada más.
Así,
la problemática social será una constante en su obra. Pero no está tratada de
manera frontal, sino que se deja ver en los recovecos de las vidas que nos
presenta: despidos, falta de dinero, la inactividad humana, la incapacidad de
decisión, el cansancio, la desesperación, el abatimiento…
En “Vitamins” leemos: «I had a job
and Patti didn´t (…) She said she needed a job for her self-respect». (Carver,
1993: 85). O En “The Bridle”: «Sandy´s husband had been on the sofa ever since
he´d been terminated three months ago». (Carver, 1993: 31).
El
trabajo también será visto, desde otros aspectos, como el sacrificio, lo único
que queda en la vida de esta clase media que nos presenta Carver. Lo vemos en
el pastelero de “A Small, Good Thing”, con una jornada laboral de dieciséis
horas para salir adelante, o en el protagonista de “The Compartment”, que
gozará de seis semanas de vacaciones tras años sin descanso.
Se
hacen eco de esta situación algunos relatos de Monterroso de Movimiento perpetuo como “El paraíso”,
donde aparece la figura de un funcionario que reflexiona, entristecido, sobre
el aburrimiento que le produce su trabajo y cómo desearía poder tener tiempo
para esas cosas de la vida que para él supondrían un paraíso, especialmente la
lectura: «… te sumerges en una lectura profunda, maravillosa, interrumpido tan
sólo por tus propios impulsos...». (Monterroso, 1996: 137)
Los
problemas laborales presentados como el abatimiento social del trabajo que no
lleva a la felicidad de los personajes se unen, generan o comparten en estos
relatos con la temática de las relaciones de pareja. Se trata de relaciones
turbulentas en la mayoría de ocasiones, marcadas por las dificultades. Por
ello, en todo el libro de Carver nos aparecerán matrimonios o parejas que están
separadas, que ya lo han estado e intentan su reconciliación u otras que
presentan graves problemas o están próximas al divorcio; así ocurrirá en
“Feathers”, “Chef´s House”, “Preservation”, “The Compartment”, “Vitamins”,
“Careful”, “Where I´m Calling From”, “Fever” o “The Bridle”; es decir, en un
total de nueve relatos en un libro compuesto por doce. O también se observa en
los relatos de Monterroso como “Rosa tierno”, “Bajo otros escombros” o “La vida
en común”, donde va más allá analizando el peso de la vida que generan los
familiares alrededor de una persona.
Además,
varios de estos relatos, como “Vitamins” y
“The Bridle”, nos presentan parejas que se encuentran en una gran
crisis; el relato es partícipe de un momento en el que uno de los personajes
parece vaticinar el final irresoluble, pero se tratará de un final que nunca
conoceremos y que el autor no nos presentará, sólo nos dejará entrever. Así lo leeremos en “The Bridle”: «If you had to wear this thing between
your teeth, I guess you´d catch on in a hurry. When you felt it pull, you´d
know it was time. You´d know you were going somewhere». (Carver, 1993: 195)
También
lo encontraremos en Monterroso en textos como “Homenaje a Masoch” y en su protagonista
divorciado, o en la relación turbulenta que mantienen los personajes de
“Movimiento perpetuo”, que han entrado en un eterno retorno de celos y
reproches que los conduce de nuevo a sí mismos.
La
incomunicación será otro elemento común ligado a lo que estamos analizando. En
la mayoría de relatos de Carver, es una constante entre los personajes que poco
a poco ven cómo sus vidas van venciendo ante el abatimiento y la incomunicación
de la pareja, que se presenta como el gran mal del nuevo siglo. Es algo que
observamos en relatos del escritor norteamericano como “Feathers”, “Careful”,
“The Bridle” o “Cathedral”, así como en el relato de Monterroso “Rosa tierno”.
A
estas problemáticas se une el alcoholismo, que parece erigirse como la única
salida para los personajes de Carver, ante su desdichada vida. En casi todos
los relatos predomina el alcohol y los problemas que el mismo genera. Los
personajes actuarán borrachos y desinhibidos, lo que les conllevará muchos de
los problemas que tienen.
Otra
nota destacable en ambos escritores es la presencia de elementos
contemporáneos, como las marcas precisas y reconocibles de bebidas,
instrumentos o máquinas, que acercan la historia aún más al lector posmoderno, universalizando
los hechos narrados.
En
ambos autores nos enfrentamos ante relatos que quedan impregnados de una
aparente tensión. El desconocimiento hacia los personajes y la trama
aparentemente intrascendente nos hace esperar una acción por parte del
protagonista en algún momento de la historia. Pero en los relatos posmodernos
el narrador no opina o juzga, ni finaliza sus relatos, sólo presenta a la
sociedad posmoderna, con sus defectos, su realidad, en la desesperación por el
paso del tiempo y la pérdida de interés vital.
Pero
si estamos observando aspectos de las temáticas posmodernas que principalmente
vemos en la obra de Carver, la visión de Monterroso caminará, en muchos de sus
relatos, por otros recovecos. Del «realismo sucio» nos acercamos a la parodia y
al juego intertextual complejo. El autor hondureño satiriza a sus personajes,
jugando con ellos, pero siempre con un aire de tierna burla desde su estilo literario.
Sin embargo, cuando atisbamos elementos paródicos en Carver, siempre están
llenos de una risa malévola, de un humor negro que forma parte de la dureza de
la vida. Recordamos, al respecto, “Preservation”, relato en el que, cuando el
marido llega a casa recién despedido, su esposa le anuncia un «Happy
Valentine´s Day».
Por
otro lado, en la obra de Monterroso también encontramos aspectos que destacan
como una constante posmoderna, como es la pregunta hacia el propio arte, la
metaliteratura en este caso; muchos son los relatos de Monterroso que dialogan
con el propio hecho de escribir, con la figura del escritor o con su capacidad
de creación. Es lo que ocurre con “Fecundidad”[2],
“Cómo me deshice de quinientos libros”, “La brevedad”, “Obras completas”[3], “El
Mono que quería ser escritor satírico”, “El Mono piensa en ese tema”,
“Paréntesis” o “El Zorro más sabio”[4].
Además,
es destacable la presencia en la obra monterrosiana de la confusión de la voz
del narrador personaje y las vivencias personales del propio autor, de manera
que se quiere crear la ilusión de una falsa confluencia entre ambos y una
cercanía mayor con el lector; se trata de un juego, el de la confusión de la
realidad y la ficcionalidad del relato, que destaca dentro de la posmodernidad.
Un gran ejemplo de esto es “La brevedad”, donde el narrador se pregunta sobre
la inconformidad del ser humano y cómo a él, que ha nacido como escritor de
relato breve, le hubiera gustado crear otros mundos: «Lo cierto es que el
escritor de brevedades nada anhela más en el mundo que escribir interminables
largos textos». (Monterroso, 1996: 147)
Sin
embargo, la narrativa más posmoderna de Monterroso se puede vislumbrar en el
otro libro de cuentos que aquí vamos a analizar, La oveja negra y otros relatos, donde se presentan propuestas
sumamente diferentes a las que anteriormente hemos observado del propio autor y
de Carver. Si en los otros libros sus propuestas narrativas estaban más
cercanas, en este libro anterior de Monterroso encontramos una visión diferente
dentro de la estética posmodernista.
Así,
en La oveja negra y otros relatos se
reúnen una serie aspectos que definen a la obra de arte posmoderna y que se
articulan con suma soltura en los cuentos monterrosianos. Entre ellos, destaca
el uso complejo de la intertextualidad (sobre el que también dirigiremos
nuestra mirada en el apartado dedicado a la figura del lector) que es el
configurador de todo el libro en su conjunto, el cual está articulado como un
libro de fábulas posmodernas, que releen las propuestas clásicas de vertiente
esópica (“La oveja negra”), así como los mitos traídos de los textos
grecolatinos (“La tela de Penélope o quién engaña a quién”) y las historias
bíblicas (“La fe y las montañas”), los absorbe y reinterpreta, generando nuevas
propuestas y lecturas – siempre con la parodia como telón de fondo
indispensable-, que aporten una nueva visión a la tradición. Además, a través
de estas renovadas fábulas, Monterroso es capaz de criticar a la sociedad
contemporánea y reírse de ella. Parece haber aprendido la lección de uno de sus
personajes, “El Mono que quería ser escritor satírico”, y utilizar a los
animales o personajes míticos como medios para criticar todo y no ser
enjuiciado por la sociedad de su tiempo, para conseguir la burla y la sátira
que desea.
Por
otro lado, también es destacable la propuesta que realiza Monterroso, puesto
que responde a una característica posmoderna como es la interpretación de
mundos ficticios donde lo imposible y lo fantástico intervienen o coexisten con
el mundo cotidiano. De esta forma, los personajes de sus renovadas fábulas
parecen salir de la tradición clásica y asentarse en la realidad cotidiana, de
manera que puedan leer a Shakespeare, conocer las propuestas de Darwin, (“El
sabio que tomó el poder”), ver la televisión («el cable»), hablar en una rueda
de prensa (“La Tortuga y Aquiles”), haber vivido la II Guerra Mundial (“La
honda de David”)…
También
son relacionables, dentro del juego intertextual que genera Monterroso, las
ideas que plantea Linda Hutcheon sobre la metaficción historiográfica, de las
que aquí nos valdremos[5]. En
primer lugar, la metaficción historiográfica expone las convenciones del mundo
novelístico y tanto reafirma como desautoriza esos mundos y su construcción. En
la obra de Monterroso, el autor está retomando fielmente las convenciones
propuestas por las fábulas esópicas, como la presencia animal a partir de la
prosopopeya, la aplicación de actitudes humanas, pero acompañadas de sus
características animales (algo que Monterroso explotará enormemente para el
juego paródico), a la vez que recompone las fábulas, juega con ese mundo y lo
reutiliza a su antojo.
Además,
otra de las cuestiones que plantea Hutcheon es que se trata de textos de
carácter autoreflexivo (pues conocen su naturaleza fabulística y se juega a
partir de los preceptos y las características de las que cada animal goza desde
la antigüedad), a la vez que presenta y reivindica eventos y personajes
históricos o literarios, como ya adelantábamos anteriormente, como Napoleón Bonaparte, Catulo o Gregorio
Samsa, como muestra de ello. A esto se une el juego con refranes o cuestiones
humanas que han acontecido coetáneamente a la escritura de Monterroso, como la
pérdida continua de la Fe (“La Fe y las montañas”) o afirmaciones de un mundo
actual que desautomatizan la idea de la fábula clásica como «decían que qué
buena Rana, que parecía Pollo». (Monterroso, 1996: 208)
Como
explica Hutcheon:
La
problemática posmodernista de la cuestión del conocimiento histórico es una
reacción contra la apropiación neo-conservadora de la historia para sus propios
fines (…). Cuestionar tan sólo cómo podemos conocer el pasado es socavar la fe
ciega en (o un deseo por) la continuidad y la certeza. (Hutcheon, 1988: 209)
De
esta forma, Monterroso está aportando nuevas propuestas, releyendo la tradición
occidental y sus mitos que son, finalmente, parte de la historia arraigada a
nosotros e indisoluble de la sociedad occidental. Rompiendo estos esquemas,
está planteando la ruptura con los pensamientos totalitarios, cuestionando y
poniendo en duda los textos, a la vez que propone y plantea la idea de que
pudieron existir vías diferentes para la interpretación histórica, como existen
para los mitos y elementos culturales occidentales. De forma paródica lo
explicará en “Gallus aureorum ourom”, donde leemos:
«Contemplad
vuestra obra. Habéis matado al Gallo de los Huevos de oro», dando así pie a una
serie de tergiversaciones y calumnias, principalmente la que atribuye esta
faculad al rey Midas, según unos, o, según otros, a una Gallina inventada más
bien por la leyenda. (Monterroso,
1996: 227-228)
Sobre
Monterroso, ha apuntado un estudioso de su obra como Tenorio:
Monterroso
va más allá de estos límites y plantea una crítica que refleja la crisis de los
valores literarios de la Modernidad. (…) se propone una lectura que, por una
parte, subraya lo posmoderno como condición, no como periodo; y, por otra, se
concentra en la relación entre metáfora e ironía como ejes de la condición
posmoderna en su cuentística». (Tenorio,
2003: 97)
Hemos,
por tanto, esbozado durante este apartado la complejidad temática que presentan
estos dos autores con sus relatos posmodernos, que con estilos diferenciados en
algunas de sus propuestas, realizan ambos una crítica a la sociedad y sus
nuevos valores, una relectura de la tradición clásica a nivel histórico y
estético y una presentación de la nueva sociedad y los problemas que plantea.
3.- El lector modelo: elemento esencial en la narrativa breve posmoderna
El
acto comunicativo (y la literatura, por tanto) cuenta, como bien es sabido, con
diversos elementos: emisor, mensaje, receptor, canal y código.
A
lo largo de la historia de la literatura, ha habido una importancia mayor por
algunos de estos elementos como el emisor, por ser el creador de la obra artística,
o el mensaje, la obra en sí misma; sin embargo, las nuevas teorías han vuelto
la mirada hacia la importancia del receptor, el lector que recibe cada texto,
sin el cual el acto comunicativo literario resultaría imposible.
Tratándose
de textos posmodernos, la figura del lector resulta indispensable. Los
entresijos para la comprensión del propio relato, así como los complejos juegos
intertextuales, reclaman un tipo de lector cercano a las nuevas técnicas
posmodernas: el lector modelo, siguiendo aquí la terminología que propondría
Umberto Eco[6],
es una figura palpable y necesaria; los autores posmodernos como Carver y
Monterroso han construido la imagen de cuál sería el lector ideal de sus
textos, aquel capaz de enlazar los títulos, rehacer y componer las obras de
finales abiertos e inacabados y captar las intertextualidades y las parodias
generadas.
Como
explicaría Hutcheon:
La
parodia – a menudo llamada cita irónica, pastiche, apropiación o, simplemente
intertextualidad – es considerada comúnmente un fenómeno que se halla en el
centro del postmodernismo, tanto por los detractores como por los defensores de
este último. En lo que respecta a los artistas, se dice que el Posmoderno
implica una «exploración del revoltijo iconográfico del pasado» (Burgin, 1986a,
50) de manera que muestre la historia de las representaciones sobre las que su
parodia llama nuestra atención. (Hutcheon,
1993: 187)
El
título es una de las partes del relato que con la llegada de la posmodernidad
ha adquirido mayor importancia. Muy al margen de ser un elemento añadido, su
presencia resulta esencial para la configuración del relato, pues el título
genera una metáfora, parodia, juego o la clave para vislumbrar la luz ante
estos relatos que vagan en las tinieblas de un no-final.
Pensemos,
para asimilar la función del título, en algunos relatos que encuentran en él la
clave de su esencia. En Carver, normalmente, destacan un hecho insignificante
del relato, que cobra importancia conforme avanza el mismo: “Chef´s House”
funciona como metáfora, la misma de la que se hacen partícipes en el propio
texto: ellos son felices dentro del entorno de la Casa de Chef donde están
pasando las vacaciones y la pérdida de este espacio desmorona a Wes y vaticina
un posible regreso al alcohol. “A Small, Good Thing”, traducido al español como
“Parece una tontería” es uno de los relatos más impactantes; la muerte de
Spooky cambia la vida de sus padres y convierte al título en un juego: lo que
parece una tontería, el diálogo de los padres con el panadero y la entrega
altruista de unos bollos de canela con el fin de animarlos en su dolor, se
articula como un elemento que los distancia y rescata de su tragedia.
“Vitamins” actúa como metonimia pues en sólo una palabra plasma toda una
problemática social: mujeres que viven vendiendo vitaminas por las casa para
ganar algo de dinero. “The Bridle” mantiene un diálogo entre la brida que
sujeta al caballo y que lo insta a partir hacia algún lugar con la misma
necesidad que está surgiendo en la protagonista de huir de una relación
matrimonial desesperante e infructuosa. O “Cathedral”, el título que da nombre
también a la colección y que representa la metáfora de la confluencia de dos
mentalidades, el encuentro con el otro, las nuevas experiencias, los pequeños
hechos que te salvan de la rutina cotidiana, ante la bella imagen de construir
mentalmente una catedral. Y así podríamos continuar con el resto de relatos.
En
otra vertiente, los textos de Monterroso de La
oveja negra y demás fábulas articularán en la mayoría de ocasiones la clave
paródica (el juego con la fábula, la ruptura con la tradición y la crítica
social) y el intertexto del relato. Así ocurre, por ejemplo, en “El Mono que
quiso ser escritor satírico”, que recuerda a los títulos esópicos y plantea la
nueva mirada posmoderna; “La tela de Penélope o quién engaña a quién”, que
reformula la relación matrimonial de estos personajes míticos y el recurrente
adulterio de Penélope; “El Burro y la Flauta”, que reinterpreta la moraleja
clásica; o “Gallus aureorum ouorum” que juega con la Historia y la literatura
al cambiar la idea de la gallina de los huevos de oro; entre otros.
También
es destacable la figura del lector en el trabajo con las complejas
intertextualidades con las que juega Monterroso. En primer lugar, parece estar
exigido un conocimiento de las fábulas tradicionales, puesto que muchos de las
parodias generadas en estos relatos forman parte de una desautomatización de la
tradición esópica, como observamos en “El Búho que quería salvar a la
humanidad”:
De
modo que algunos años después se le desarrolló una gran facilidad para
clasificar, y sabía a ciencia cierta cuándo el León iba a rugir y cuándo la
Hiena se iba a reír, y lo que iba a hacer el Ratón de campo cuando visitara al
de la ciudad, y lo que haría el Perro que traía una torta en la boca cuando
viera reflejado en el agua el rostro de un Perro que traía una torta en la
boca, y el Cuervo cuando le decían que qué bonito cantaba. (Monterroso, 1996: 196)
También
se construye una compleja red mítica en textos que ya hemos mencionado como “La
Tela de Penélope o quién engaña a quién”, donde es necesario conocer la
tradición homérica para captar la desautomatización que el relato realiza con
una Penélope entregada al regocijo de los amantes.
De
sumo interés son textos como “La cucaracha soñadora”, un micrrorelato que está
releyendo a la vez La Metamorfosis kafkiana
con el cuento filosófico “El sueño de la mariposa” de Chuang Tzu, así como una
reflexión sobre la confluencia de mundos paralelos en la confusión del sueño,
una recurrencia posmoderna:
Era
una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha
llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un
empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha. (Monterroso, 1996: 206)
De
esta forma paródica, Monterroso está articulando la estructura de caja china,
común en las propuestas posmodernas, donde los diferentes mundos confluyen uno
dentro de otro y el nivel ontológico es coincidente. Así, el personaje real
Franz Kafka se confunde con su creación, Gregorio Samsa, y a la vez son
partícipes de un nuevo mundo de ensoñaciones creado por el autor hondureño.
Esta
complejida intertextual también se genera en los relatos en los que Monterroso
está releyendo a Homero o los mitos clásicos, ya que en ellos el autor está
precisando con obligatoriedad de un tipo de lector que sea capaz de pensar en
el juego y hacerse partícipe de él. Esto es lo que ocurrirá con el ya citado
“La tela de Penélope o quién engaña a quién”, “La Tortuga y Aquiles”,
“Pigmalión”, “Sansón y los filisteos” o “La sirena inconforme”.
La
relectura de los mitos clásicos ha sido muy recurrente dentro del campo del
relato moderno y posmoderno, buscando jugar con la ironía y presentar otra
visión de los grandes relatos, en un deseo por mostrar la relatividad de la
tradición y, así, del mundo. Recordamos así la reinterpretación de la figura
del minotauro que realizó Jorge Luis Borges con “La casa de Asterión” o “Circe”
del mexicano Julio Torri, que retoma de nuevo el viaje de Ulises, cuyos deseos
por entregarse a las sirenas eran tales que estas nunca cantaron para él.
Por
otro lado, el mito de Pigmalión que plantea Monterroso ha sido interpretado por
otro autor de relatos posmodernos español, Quim Monzó, en un texto con el mismo
nombre, “Pigmalión”, recogido en la colección El porqué de las cosas, donde conoceremos al maestro y su discípula
en sus encuentros sexuales.
También
resuenan, dentro de la cuentística norteamericana, los relatos que retoman mitos
clásicos como “Eneas consagrado a Arquitas” o “La hormiga que quiso hacerse
daño”, recordando a la tradición fabulística, ambos de Charles Bukowski. O los
textos de Percival Everett como Zulus,
For Her dark Sking (revisión de la Medea de Eurípides) o Frenzy (con relación al dios Dionisos) o
las novelas de John Barth unidas bajo el título Chimera.
En
otro aspecto, es destacable un cuento como “The Train” de Raymond Carver,
perteneciente a Cathedral, donde
parece retomar otra tradición americana, la de novela negra o policía, pero
realizando una nueva propuesta plagada de incógnitas que no serán resueltas.
Así,
estamos comprendido la complejidad del juego posmoderno, donde el lector renace
como una figura esencial, cuya labor va mucho más allá de la propia lectura y
al que se le exige una capacidad intelectual y cultural mayor: debe leer el
texto, abrir su mente a los diversos mundos presentados, reinterpretar los
juegos intertextuales y hacerse partícipe de ellos, así como entender la
apertura de los finales y ser cómplice de las posibilidades de lectura que el
relato ofrece.
4.- La disolución del sujeto: los personajes posmodernos
También
en el ámbito de la creación y concepción del personaje la visión posmoderna se
ha desarrollado por derroteros diferentes a los establecidos con anterioridad.
La importancia que se le otorgó en épocas pasadas se pone ahora en duda; la
comprensión completa de la ideología e idiosincrasia del personaje no es en
esta nueva narrativa un elemento indispensable, sino que un retazo de su vida
está puesto al servicio del narrador (a veces él mismo); no conocemos la vida
del personaje, pues sólo se usará aquel pequeño elemento que interesa al
escritor, con el fin de dibujarlo brevemente, para olvidar el resto de detalles
de su vida, porque no son grandes héroes o importantes seres de alta nobleza;
se trata de personas cotidianas, que podrían ser cualquiera y que tienen una
vida corriente como las demás, que no es motivo de profundización.
En Cathedral de Carver, ninguno de los
personajes está fuera de lo corriente o le ha acontecido algo que no pudiera
pasarle a otra persona en cualquier otro lugar. Por eso, en ocasiones, ni
siquiera se preocupa de nombrarlos, como rasgo universalizador que indica la
generalización de su carácter y acciones[7].
Por
su parte, Augusto Monterroso ha roto quizás aún más el cerco del personaje en
su regreso al mundo fabulístico con La
oveja negra y demás fábulas. Puesto que la crítica social afecta a todo el
mundo y cualquiera podría ser la persona a la que hace referencia, Monterroso
está metaforizando a través de los nombres de animales (en mayúscula inicial,
como si fuera un nombre propio) o míticos a los diferentes grupos o personas
que podemos encontrar en la sociedad.
El
escritor español noventayochista Ramón María del Valle Inclán consideraba que
habían tres propuestas para el enfrentamiento con el personaje: el escritor que
había visto a sus personajes «de rodillas» - como es el caso de los héroes
homéricos -; «en pie», frente a ellos - como en los textos realistas- ; o «en
el aire», como Valle Inclán creía que hacía él mismo, al enfrentarse a los
personajes desde una posición elevada, manejándolos con ironía, como si de
marionetas se tratara:
Y hay otra tercera manera, que es mirar al mundo
desde un plano superior (levantado en el aire), y considerar a los personajes
de la trama como seres inferiores al autor, con un punto de ironía. Los dioses
se convierten en personajes de sainete[8].
Estas
palabras pueden resultar muy adecuadas para comprender la narrativa posmoderna
donde los autores están viendo a sus personajes desde el aire, desde un plano
superior, donde se puede generar la fotografía de los mismos, la parodia, la
ironía cruel o la burla, como vemos tanto en Monterroso como en Carver.
Por
otro lado, debemos resaltar la aparición de personajes femeninos a los que se
les ha aportado una visión distinta a la tradicional. Monterroso, por ejemplo,
realiza revisiones de los mitos a través de las mujeres, que se han visto a lo
largo de la historia de la literatura en una posición más marginal. Así
ocurrirá con “La tela de Penélope o quién engaña a quién” o “La sirena
inconforme”.
En
Carver, es destacable la fuerza de muchos personajes femeninos. Aunque
primordialmente conoceremos las historias desde una focalización masculina (en
todos los relatos, excepto en “Chef´s house”, “Preservation” y “The Bridle”),
lo cierto es que parece haber un juego nuevo donde la mujer recobra
importancia. De esta forma, será ella la que abandone al marido en “Chef´s house”
(aunque el relato muestre el momento en que ha decidido regresar con él),
“Careful”, “Where I´m Calling From” o “Fever”, así como mostrará una presencia
fuerte en la toma de decisiones personales y su lucha por salir adelante en
“Preservation”, “A Small, Good Thing”, “Vitamins” o “The Bridle”.
El
juego con el perspectivismo del relato y dónde esté situada la focalización
suele ser la clave para su comprensión. En Movimiento
perpetuo de Monterroso o Cathedral de
Carver, el procedimiento del juego narrativo será el mismo: o encontramos un
narrador en primera persona o bien un narrador omnisciente que mantiene una
focalización completa sobre un personaje, lo que genera un relativismo por el
que sólo conoceremos una parte de la historia, no al completo, lo que fomenta
las posibilidades posmodernas de las diferentes perspectivas.
Para
La oveja negra y otras fábulas,
Monterroso elige una perspectiva omnisciente, la misma que en la tradición
clásica, donde prefiere los tiempos pretéritos para expresar hechos que aparentemente
sucedieron en fantasiosas generaciones pasadas, pero que acerca al público
contemporáneo con un lenguaje cercano y una expresión directa al lector,
siempre desde un estilo paródico.
5.- La poética del instante y la nueva estética espacial
Como
afirmaría Fredric Jameson, en la cultura posmoderna se están rompiendo todos
los esquemas culturales tradicionales, lo que también afecta en los cambios que
se producen en la concepción de la temporalidad, la realidad y la afectividad. (Jameson, 1991)
De
esta forma, en el ámbito de la temporalidad y el espacio se erigen diferencias
con las propuestas tradicionales.
En
primer lugar, en el ámbito temporal, debemos hablar de diversos niveles. Por un
lado, Monterroso está erigiendo en La
oveja negra y otros relatos dos campos temporales confluyentes, el mundo
mítico y fabulístico y el contemporáneo, pero en hechos, como veíamos, narrados
desde el tiempo pretérito. Sin embargo, tanto en Movimiento perpetuo como en Cathedral
de Carver encontraremos un tiempo actual sobre el que se formulan numerosos
juegos temporales.
Hallamos,
así, una tendencia a agilizar o ralentizar la narración, en un tiempo que
parece marcado por el fluir del pensamiento del personaje focalizado, por una
temporalidad subjetiva que él determina[9]. No
sucede como un tiempo real, pues en ocasiones se detiene en detalles ínfimos,
en una poética de la instantaneidad, que se rige por el instante del
pensamiento de cada personaje y en la que aparece, por tanto, un deleite por
elementos intrascendentes para la acción mientras que se articulan con rapidez
otras cuestiones de mayor importancia en las que el personaje no quiere
detenerse o no desea parar y que generan los espacios en blanco para el lector.
Como ejemplificación a este dato, pensemos en el pausado tiempo en el que se
articula todo el proceso de dibujo de la catedral en “Cathedral”. El mismo
tiempo lento del protagonista, por el deleite de la acción del dibujo, así como
a causa de las altas horas de la noche y el consumo de marihuana, generan un
tiempo paralizado, el instante preciso en el que está dibujándose la catedral,
mientras que se ha pasado de manera más rápida por las conversaciones entre el
ciego y su mujer, las cuales él reconocía no interesarle nada.
También
se establecen juegos temporales como el adelanto de lo que ocurrirá en el
futuro y la narración de la historia por medio de desniveles, con regresos al
pasado y vaticinios adelantados, como ocurre en “Vitamins”, con el adelanto de
la futura infidelidad con Donna, o en “Where I´m Calling From”, con las
historias interrumpidas de J. P. y el narrador.
En
algunos relatos, la marca temporal a través del fluir de conciencia del
personaje focalizado, de lo que ve y siente, se hará evidente, generando
arritmias en la narración, como ocurre en “Rosa tierno” de Movimiento perpetuo:
…
camina una vez más por entre advertencias de bocinas y luces de neón y de
vidrieras de tiendas de zapatos, camisas, sombreros, ropa interior, zapatos,
ropa interior, (…) mientras allá lejos alguien una vez más piensa con tristeza
en él o tal vez ha muerto en ese momento o está muriendo en ese momento; o
mientras fuma alguien desea estar con él mientras él llora de placer sin
podérselo explicar mientras él llora con placer sin poderse explicar nada ni
querer explicarse nada. (Monterroso,
1996: 196)
En
materia espacial, la estética posmoderna precisaba, como es obvio, de una nueva
espacialidad donde desarrollarse. De esta forma, la mayoría de relatos se
desarrollan en espacios cerrados que suponen una metonimia de aquello que se
está narrando; en Carver, por ejemplo, se tratará de la casa media típica,
descrita con numerosos detalles, que expresa el abatimiento y la rutina de los
personajes; encontramos una tendencia al espacio único, puesto que el
desarrollo argumental sucede, primordialmente, en la mente del personaje, en su
conciencia, sus recuerdos y decisiones.
Por
su parte, Monterroso elegirá una inexactitud espacial para la mayoría de los
relatos de Movimiento perpetuo, en
especial aquellos que se basan en reflexiones personales o metaliterarias de
algunos personajes.
La oveja negra y otros
cuentos se
desarrollará en torno a espacios propios de la fábula, aunque habrá menciones a
lugares concretos, como México, lo que desautomatiza lo planteado y genera el
elemento paródico.
6.- Conclusiones
Como
hemos podido comprobar, el relato breve y el microrrelato son dos géneros
narrativos que se acogen con especial soltura al campo del posmodernismo ya que
permiten, a partir de la brevedad que presentan, crear diferentes mundos
posibles confluyentes, jugar con la historia y dejar abiertos campos de
interpretación al lector. Dentro de este ámbito, Augusto Monterroso y Raymond
Carver son dos de los nombres más destacados; gracias a sus propuestas, nos han
sabido mostrar los entresijos de la posmodernidad. Así, hemos encontrado nuevos
temas, un acercamiento a la cotidaniedad, una búsqueda por mostrar la
existencia humana, desde la sencillez de sus propuestas, por analizar los
entresijos del ser humano, a la vez que un encuentro con las formas
tradicionales para reinterpretarlas, usarlas y parodiarlas, de manera que se
generen nuevas fórmulas para entender el pensamiento humano, la sociedad, la
crítica a los excesos de esta y la propia historia de la literatura y de la
humanidad.
Muchos
espacios debe todavía rellenar el arte posmoderno, pero lo cierto es que con la
lectura de Monterroso y Carver quedan completos muchos huecos y se abren nuevas
veredas para el análisis de la narrativa breve posmoderna, las mismas que dejan
ellos, en los finales abierto y la multiplicidad de posibilidades de sus
relatos.
7.- Bibliografía
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Valle Inclán, R. M. (1928,
diciembre 7). Declaraciones en el periódico ABC.
Madrid.
[1] «Cuando despertó, el dinosaurio
todavía estaba allí». (Monterroso, 1996: 59)
[2] El relato “Fecundidad” es también uno de los ejemplos de microrrelatos
en la producción de Monterroso: «Hoy me siento bien, un Balzac; estoy
terminando esta línea». (Monterroso, 1996: 119)
[3] “Obras completas” no pertenece a Movimiento
perpetuo, sino al libro de cuentos Obras
completas (y otros cuentos), pero resulta interesante su reseña puesto que
es un cuento sumamente destacable en la producción de este escritor. (Monterroso, 1981: 133 - 140)
[4] Los cuatro últimos títulos pertenecen al libro de Augusto Monterroso La oveja negra y otros relatos, al que
nos dirigiremos a continuación.
[5] Las
que encontramos en su libro ya citado (Hutcheon, 1988).
[6] Eco, u. (1981)
[7] Esto nos recuerda a la ya mencionada narrativa breve de Quim Monzó y a
su libro El porqué de las cosas,
donde en relatos como “Ciclo Menstrual” encontramos una pareja cuyos nombres
son Grmpf y Pti: «En tercero de biológicas, Grmpf está enamorada de Pti y Pti
de Grmpf» (Monzó, 2003: 22); o en “Vida Matrimonial”, donde leemos: «A fin de firmar unos
documentos, Zgdt y Bst (casados desde hace ocho años) tienen que ir a una
ciudad lejana» (Monzó, 2003: 17); también en “La honestida”: «-Señor Rdz, es hora de la cápsula» (Monzó, 2003: 9). En
otras ocasiones, los personajes sólo adquirirán como nominalización una
característica generalizadora, como en “La determinación”: «Por la tarde, la
mujer fatal y el hombre irresistible se encuentran en un café de paredes color
ocre» (Monzó, 2003: 40); también en “El juramento hipocrático”: «Al hombre sin entrañas le ha
costado mucho hacer beber desmedidamente a su amigo» (Monzó, 2003: 101); o
en “¿Por qué las agujas de los relojes giran en el sentido de las agujas de los
relojes?”: «El hombre azul está en el café, moviendo la cucharilla dentro de
una taza de poleo. Se le acerca un hombre magenta, de apariencia angustiada» (Monzó, 2003: 45).
[8] Valle Inclán (1928, diciembre 7): Declaraciones en el periódico ABC, Madrid. Para más información sobre
esta entrevista Buero Vallejo, 1973: 31-54.
[9] Ese tiempo subjetivo nos recuerda al que percibimos en la narrativa de
Virginia Woolf, como en su obra Orlando,
donde la temporalidad queda determinada por la conciencia del personaje, no
transcurre como el tiempo real.
Alba Saura Clares (1989) se licenció
en Filología Hispánica (2012) y cursó los estudios de Máster en Literatura
Comparada Europea (2013), ambos en la Universidad de Murcia. En 2010 realizó
una estancia por seis meses en la Universidad de Córdoba (Argentina). Presentó
su Tesina de Licenciatura sobre Dos
poéticas dramáticas en Teatro Abierto: Griselda
Gambaro y Roberto Cossa, así como realizó su Trabajo Final de Máster sobre La poética dramática de Aída Bortnik: una
mirada reflexiva y chejoviana en Teatro Abierto. Fue Becaria de
Colaboración en el curso 2011, publicó en la revista Cartaphilus “Furiosa Gambaro: crueldad, parodia y actuación
femenina en una nueva visión del mito de Antígona” y actualmente es beneficiaria de una Beca de
Iniciación a la Investigación por la Universidad de Murcia, de duración
trimestral, con vistas a iniciar los estudios de investigación
predoctorales.
REVISTA ÁGORA COLECCIÓN DE TEXTOS OCTUBRE 2013
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