ENTREGA DEL VI PREMIO DE POESÍA CHARO GONZÁLEZ, EN LA BAÑEZA (LEÓN)
El pasado 6 de septiembre, en la Casa de la Cultura de La Bañeza (León) se entregó el Premio de Poesía infantil Charo González. La ganadora fue la poeta sevillana Rosa Díaz, con su "Romance de las espinas", que puedes leer en esta página digital.
El Premio de poesía, instituido en memoria de Charo González, ha tenido este año su sexta edición; hay que agradecer la perseverancia en la promoción de la poesía, más aún en estos tiempos despoetizados en que se retiraron de la tierra de la cultura muchas de las instituciones públicas que ahí dejaban sus migajas. Tiempos de pan soñar estos, en que los poetas siguen escribiendo, porque ese es su don y su condena que solo hace un poco llevadera el patrocinio honesto de algunos, como la familia de Charo González impulsora de este Premio. El jurado, presidido por el patrocinador del Premio, Conrado Blanco, lo formaban
Rafael Cabo, Ana Cristina Herreros, Venancio Iglesias,
Ángela Lafuente y Mª del Camino Ochoa.
Foto Jurado del Premio Charo González. Por cortesía de Venancio Iglesias.
POEMA GANADOR
Romance de las espinas
En el bosque hay un camino,
en el camino una zarza,
en la zarza hay una mora
con la carita encarnada
que estaba haciendo una cuna
con la mejor de sus ramas
para que sus espinitas
durmieran acurrucadas.
Las tapó con cuatro hojas,
les fue cantando la nana,
y al arrorró se durmieron
mientras la mora pensaba
cómo decirle a sus hijas
por qué nadie las abraza,
si ellas no tienen la culpa
de tener las uñas largas.
-¡Nana de mis niñas chicas
sin cuentecitos de hadas
y esperando que su madre
esté más dulce que ácida!
Alfileritos sus dedos
para las telas de arañas,
ellas soñando palomas
y las palomas no pasan.
Al arrorró, cuando pasen,
que se acerquen con sus alas
que yo echaré cañamones
junto al charquito de agua.
Al aserrín, aserrán,
¿cuándo llegara la dama
que ponga un beso en sus frentes
y un dedito en sus almohadas?
Al arrorró, para ella
tengo hecha mermelada,
un pañuelito bordado
con una rosita grana,
y un anillo misterioso
con un diamante de escarcha
que se beben las hormigas
cuando llega la mañana.
La mañana es una niña
con la sonrisa muy blanca
que dobla la oscuridad
y la va guardando en cajas.
Acuesta a todos los búhos
despertando a las cigarras
y mientras que apaga estrellas
va encendiendo las ventanas.
Pone ternura sus manos
hasta donde no la llaman
y llega al viento, a las flores
y a todas las alimañas.
Y al aserrín, aserrán
como la Ternura es santa,
se quedó con las espinas
en la cunita de zarza.
Rosa Díaz
REVISTA DIGITAL ÁGORA OCTUBRE 2013
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