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domingo, 20 de octubre de 2013

De Guatemala a Guadalupe. Diario político y literario de F.M/ T2/13

Fuente: www.planetamurciano.com




              DIARIO POLITICO Y LITERARIO DE F.M, DONDE SE HABLA DE LO DIVINO Y DE LO HUMANO/ T2/13

                    DE GUATEMALA A GUADALUPE


Hace unos días participé en la presentación de la revista Ágora, en el Museo Ramón Gaya. Expuse, en voz alta, una reflexión crítica sobre la cultura, o sobre eso que hoy ha ocupado el nombre de la cultura, tanto en el plano nacional como en el de nuestra Autonomía. En los setenta del siglo pasado, casi coincidiendo con la Transición, se publicó en Murcia Tránsito, un revista literaria que alcanzó prestigio en todo el país, dirigida por Dionisia García. Fueron muchas las dificultades que tuvo que superar aquel medio cultural para mantenerse unos años. El tesón  de su directora, que recurrió incluso a loterías y sorteos a fin de obtener  fondos para la publicación, consiguió que Tránsito se convirtiera en una referencia en la cultura de su tiempo.  Ensayos de Eloy Sánchez Rosillo, sobre el genial poeta Leopardi,  junto a poemas de la misma Dionisia o de jóvenes poetas españolas, como la granadina Ángeles Mora, reflejaban en las páginas de la revista lo mejor de la literatura del momento.

Por aquellas calendas surgiría, un poco más tarde, la Editora Regional de Murcia, cuyos primeros directores, entre ellos el periodista Ángel Montiel, hicieron realidad una editorial que lanzó ediciones de libros de Miguel Espinosa, de José María Alvárez, de Ibn Arabí el Mursí (o sea, el murciano, y el mayor místico árabe, el san Juan de la Cruz sufí), a los que seguirían las primeras obras de poetas emergentes en la Región, y hoy  ya considerados en las letras nacionales: David Pujante, Javier Orrico, Manuel Susarte, Antonio Marín Albalate, etc.

Ambas iniciativas hicieron imposible sentir recelo o vergüenza de publicar en Murcia. Ese prejuicio que se impuso unas décadas después, y hasta hoy.  Pregunten a nuestros escritores si les parecería bien publicar una obra suya en nuestra Región. Le dirán que prefieren guardarla en el cajón. La Editora Regional se fue de bareta en poco tiempo, hoy creo que anda bajo el nombre cursi de Ediciones Tres Fronteras, tan rimbombante como insignificante en su presencia cultural.

Una cultura que no genera medios potentes de cultura está condenada a la insignificancia. Es así como nos entienden en Madrid o en Barcelona, y en cualquier otro centro de cultura donde podríamos tener presencia, incluido el ámbito hispanoamericano del español. Estamos sometidos  a la aculturación mediática: vean, si no, la prensa, y las páginas de “cultura” de los periódicos, que unánimemente han destacado, estos días, los premios Planeta. El nombre de la última ganadora ya está lanzado antes que el libro premiado;  en esta edición, sin embargo, me dice Francisco Javier Díez de Revenga que Clara Sánchez es una excelente novelista, y yo creo al sabio profesor. De la finalista “silemus”: callemos.

Volviendo a nuestros moutons,  la Murcia de Valcárcel, en lo cultural, se recordará como unos años de hierro. Se ha pasado de Guatemala a Guatapeor, y, como para demostrar que aun se puede caer más hondo en la insignificancia:  después de Guatapeor hemos pasado a Guadalupe, últimamente. Que represente la “marca Murcia” una nadadora catalana ¿no les merece una risa? ¿Que se gasten ustedes  millones de euros–pues los cuartos salen de ustedes-  para que una panda de mochileros venga al SOS, a dormir y mear a las puertas de los hoteles, más que a alojarse en ellos, y que el Consejero del ramo disponga de 1500 entradas VIP, ¿no les mosquea a ustedes?  Mil quinientas entradas VIP, ¿saben lo que es eso significa: entradas gratuitas y además con derecho a los mejores zumos de Escocia y de Francia, y a cena grandiosa pagada de rostro? Vale, hay entonces mil quinientos privilegiados, a los que trescientos espartanos mantenemos a escote, aunque no creo que a los invitados VIP les mole mucho la música, y sí más la compañía. Pues, como escribió Gracián, tomando estas palabras de su amigo el duque de Nocera: “No me preguntes qué quiero comer, sino con quién”.  Yo, por  estar  en  la compañía del consejero Pedro Alberto Cruz  en alguno de esos saraos culturales, hasta simularía dar saltitos sin perderme una sola nota de la cata del champán francés y del Chivas veinteañero.  ¡Y que haya quien pide agua!  El sediento  de agua no está en ninguno de estos tres supuestos: no es gente guapa, ni invitado del Consejero de Cultura, ni ha podido apañarse o comprar un pase VIP de otro very important people.

FULGENCIO MARTÍNEZ

Profesor de Filosofía y escritor

               REVISTA ÁGORA DIGITAL 20 DE OCTUBRE 2013


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