DIARIO POLÍTICO Y LITERARIO DE F. M... T2/12
DISTINTAS VARAS DE MEDIR
Es interesante detenerse a pensar, un momento, si no estamos
cometiendo una injusticia –con base en un agravio comparativo- al aplicar
distintos criterios de rigor al estudiante becario que suspende más de la mitad
de las asignaturas o créditos, y al corrupto y probado chorizo. En efecto, el
joven estudiante que obtuvo beca el pasado curso y suspendió más del cincuenta
por ciento de los créditos, no solo pierde la opción a beca para el curso
siguiente –hasta aquí sería una pena lógica y ya contundente- sino que debe
devolver el dinero de la beca, o en caso contrario, pasa a ser inhabilitado
para obtener beca durante cinco años. Lo cual, supuesto que la beca cumple la
función social de paliar la desigualdad económica y con el principio de
igualdad de oportunidades para todo español, según reza nuestra Constitución,
esa condena a cinco años supone prohibir el acceso a la Universidad o a otros
estudios a un número significativo de españoles. Recientemente se ha publicado
en la prensa que en Murcia hay más de doscientos casos de esos estudiantes que
han de devolver el dinero adelantado de la beca, al haber suspendido medio
curso. Nosotros decimos, desde el sentido común, que es casi equivalente esa
sanción a la pena de muerte; es decir, a dejar sin posibilidad de futuro a
muchos jóvenes. Pero, sobre todo, no vemos por ningún lado la lógica pena, o un
mínimo de sentido común. Vale que el Ministerio de Ignacio Wert tiene pocos
recursos y ha de administrarlos, pero aun en la modestia económica es útil el
sentido común, mirar al entorno, comparar con las sanciones que se imparten en otros
casos y esferas.
Curiosamente, querido lector, solo en otro sector de
sanciones es tan rigurosa la ley como en este caso del becario. Es el caso del
subsidio por desempleo. Si usted, desempleado, tiene la mala suerte de pasarse
un solo día de sellar la cartilla del paro, ¿qué sanción tendrá? ¿Usted qué
cree? Le quitan ya todo el derecho al paro, por unas horas o días en que se ha
olvidado de ir a sellar. Ya no digamos la pena casi de galeras que se impone a
quien, cobrando el paro, lo pillan en un trabajo esporádico de unas horas,
cobrando 5 o 6 euros por hora, una cantidad próxima a la servidumbre antigua.
¿Quién tiene en su mano la vara de medir y sancionar en
estos casos? No me digan que la
Ley, que esa señora es muy digna y no tiene culpa de “ná”.
Fulgencio Martínez
Profesor de Filosofía y escritor
ÁGORA OCTUBRE 2013
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