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lunes, 4 de diciembre de 2023

Un lunes sin Andrés Salom. Por Manuel Madrid. ÁGORA EN HOMENAJE A ANDRÉS SALOM. AVANCE DEL NÚMERO DOBLE 23-24

 

                                                                        

 

 

 

                                                                                                                                                      

                                                                                                                                                                                                         Manuel Madrid. La Verdad.



UN LUNES SIN ANDRÉS SALOM [1]

 

                 Por MANUEL MADRID

 

 

El escritor, poeta y flamencólogo Andrés Salom falleció este lunes en Murcia a los 96 años, según confirmó su hija a sus allegados. Era para muchos «el último comunista». Su vida, llena de avatares, transcurrió en los últimos años en la residencia de San Basilio (Murcia) rodeado de libros de sus autores predilectos, entre ellos el mexicano Juan Rulfo, según destacó el periodista Manuel Segura, que lo frecuentó en sus últimos meses de vida. Durante una época sobrevivió como pudo entre cárceles, tal y como contó a La Verdad en 1990 con motivo de la publicación de 'Anecdotario' (Editora Regional), sus memorias, en las que aparecía camuflado con el nombre de Pau Cocoví. «Me prendieron en varias ocasiones», contaba entonces, «y al final acumulé cinco años como prisionero político. Salí poco antes de la muerte de Franco porque me concedieron una redención de condena por escribir 'Didáctica del cante jondo'. Antes, un 'Manual de preceptiva literaria' que había en la cárcel me llevó a escribir versos como si fueran crucigramas. Hasta que descubrí a García Lorca y Cernuda no supe que la poesía es algo más que construir versos».

En esa entrevista con José María Galiana, Salom (Santaíly, 1934) recordaba que había aprendido a leer a los 18 años. «A los 8 ya era porquero, a los 11 yuntero y a los 15 albañil». Llegó a Murcia en la posguerra, con sensaciones muy extrañas y contrariadas: «En aquella Murcia no pasaba nada; salvo algún baile, en el Casino para señoritos o la verbena de la prensa, solo había cines y prostitución. Era una ciudad muy católica, pero alrededor de Comisaria, en la calle Huertas, en la Cuesta de la Magdalena y en centenares de casas desperdigadas la prostitución era el pan nuestro de cada día». En los años 50 ejercía como albañil y no estaba ni en sus ensoñaciones dedicarse a la política. Pero en la tertulia del Bar Santos se acentuaron sus ideales, contaba Galiana. «En el Santos había de todo pero nadie estaba afiliado a nada; allí se practicaba la tolerancia con todas sus consecuencias y lo hermoso es que nunca llegamos a enfadarnos. Tampoco se metían con nosotros porque en ocasiones venía don Ángel Valbuena, Antonio de Hoyos, Planes o Tierno Calván».

Por aquella tertulia del Santos frecuentó a Miguel Espinosa, Ceferino Moreno y Tere Soubrier: «También iba Paco Guerrero, Párraga, Molina Sánchez, el hermano de Parias y Julián Andúgar. La estrella de la reunión era Miguel, nos leía los capítulos de su 'Escuela de Mandarines' hasta la saciedad y los sabíamos de memoria. Julián también leía sus sonetos. Era una tertulia literaria, pero en los años cincuenta las inquietudes personales empezaban a bullir y andaba todo muy politizado».

En 1964 emigró a Francia y trabajó como albañil en Alpe D'Huez (fue un par de veces a ver a Federico Martín Bahamontes). Allí en el país vecino obtuvo el carnet del Partido Comunista y regresó a España «con mucha responsabilidad política; porque tenía a mi cargo los ayuntamientos de Molina, Alcantarilla y Murcia». Hizo durante 16 días de huelga de hambre en Jaén. El respeto y la fidelidad a los amigos, al trabajo y a la política estaban en el ADN de su personalidad. También gozaba de un gran sentido del humor. «Procuro tomar lo que la vida me ofrece. Aprendí a cazar a los ocho años y soy como los hurones; me gusta la caza furtiva y cuando puedo la practico», decía. Sobre su amor al flamenco, contó a Galiana que descubrió «la quejumbre del cante jondo» a los 12 años gracias a El Niño Valencia: «Incluso he llegado a cantar en público, pero el flamenco ha tenido tan mala prensa que daba hasta vergüenza decirlo». Una de sus anécdotas más contadas es cuando Eliodoro Puche le leyó de un tirón el libro 'Tierras de sol y angustia' de Francisco Sánchez Bautista.

 

MANUEL MADRID

 

 

 



[1] Este artículo apareció publicado en el diario La Verdad el Lunes 19 de octubre 2020.

 

 

Manuel Madrid. Periodista y poeta. Nació en Murcia, en 1979. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Jefe de Área de Culturas del diario murciano La Verdad.  Ha publicado, en poesía, Fondo de armario (2022, Col. Sudeste, ed. Balduque). Autor de libros de crónicas de viajes: Amarás América y Caladas de Cuba (2017). Es académico correspondiente de la Real Academia Alfonso X el Sabio de Murcia.

 

 

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