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miércoles, 8 de abril de 2020

ANTOLOGÍA DEL SONETO DEL SIGLO XX. (1). Yo sé que ver y oír a un triste enfada (soneto 19 de "El rayo que no cesa"), de Miguel HERNÁNDEZ/ G.A. BÉCQUER EN VERUELA (de "Cosas que quedaron en la sombra"), de Fulgencio MARTÍNEZ/ REVISTA ÁGORA DIGITAL ABRIL 2020




ANTOLOGÍA DEL SONETO DEL SIGLO XX


SONETO XIX 

Yo sé que ver y oír a un triste enfada
cuando se viene y va de la alegría
como un mar meridiano a una bahía,
a una región esquiva y desolada.

Lo que he sufrido y nada, todo es nada
para lo que me queda todavía
que sufrir, el rigor de esta agonía
de andar de este cuchillo a aquella espada.
 


Me callaré, me apartaré si puedo
con mi constante pena instante, plena,
a donde ni has de oírme ni he de verte.
 


Me voy, me voy, me voy, pero me quedo,
pero me voy, desierto y sin arena:
adiós, amor, adiós, hasta la muerte.


             
                     Miguel Hernández
          de El rayo que no cesa (1936)





G.A. BÉCQUER EN VERUELA

Yo quería decirte que vinieras 
a plantar mi corazón donde yace,
en el abismo. Te necesitaba
y quise escribirte desde mi celda

cómo paso la vida sin vivirla,
pues tú te has llevado toda la lumbre
de sus horas y se la has prometido
como miel a los muertos. Ahora lucho

entre mi orgullo y tu olvido, ahora
me da igual morir solo, como un perro
en una cuneta; ahora maldigo

mi voluntad si, allá, en el fin, 
al llenar mi vaso en el agua helada,
se inclina a hacerte el último brindis.


                     Fulgencio Martínez
       de Cosas que quedaron en la sombra 
                                                           (2006) 





ANTOLOGÍA DEL SONETO DEL SIGLO XX.
Publicamos hoy (miércoles, 8 de abril de 2020) la primera entrega: el soneto 19 de El rayo que no cesa, de Miguel Hernández, y G. A. Bécquer en Veruela, de Fulgencio Martínez, de su obra Cosas que quedaron en la sombra. Ópera plúrima. (2oo6).

El soneto de Miguel Hernández lo redactó el poeta, en su primera versión, para El silbo vulnerado: un proyecto de libro de 1934. Al parecer la primera destinaria del poema, la amiga amada, sería la poeta María Cegarra, la gran olvidada de la poesía española, a quien Miguel conoció en 1932 en Cartagena, y quien después de la Guerra Civil vivió discretamente en su pueblo murciano natal, La Unión.

"G.A. Bécquer en Veruela" se inspira en las Cartas desde mi celda, y en el temple de desengaño amoroso que el poeta sevillano sintió. Pertenece al libro Ciudad y desierto (1999-2000), inédito hasta que se incorporó a Cosas que quedaron en la sombra. Ópera plúrima, publicado en 2006, un volumen que recoge una especie de antología o autoantología ficticia de los ortónimos o voces poéticas de Fulgencio Martínez. El poema fue escrito, pues, a finales del siglo XX o en el limes del XXI, y entra en la perspectiva que hemos querido dar a la antología sonetil del siglo XX (o desde el siglo XX)


REVISTA ÁGORA DIGITAL /ABRIL 2020



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