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lunes, 6 de abril de 2020

"Mi padre no era un héroe". Carta de Marta Pérez López, hija de Luis Pérez, primer médico del Summa fallecido en Madrid.




"MI PADRE NO ERA UN HÉROE"


 Para escuchar la entrevista a Marta Pérez López en Tiempo de juego:


https://www.cope.es/deportes/noticias/noticia-marta-perez-tiempo-juego-05-04-20-20200405_670698



El pueblo español está cumpliendo con resignación el confinamiento decretado. La seriedad del compromiso de la gente llana y sencilla que aguanta en sus casas no se corresponde con la seriedad que están demostrando las autoridades que gobiernan el país. No es lógico que se esté pagando tan alto precio en vidas humanas (de médicos, de enfermeros y trabajadores sanitarios, de ancianos en residencias y en sus domicilios, así como de policías) debido a la falta de éxito de las medidas de los "expertos", a la mala improvisación y sobre todo a la ausencia de autocrítica y reciclaje de unas autoridades autocomplacientes, que mantienen a la ciudadanía en una ilusión óptico-ideológica: "nosotros lo estamos haciendo bien, hoy hay 600 muertos, pero lo positivo es que...". Siempre el "pero" justificando la culposa complacencia. Y obviando a los muertos. 

El Gobierno, a costa de parecer ignaro en biopolítica (lo que es la primera asignatura de cualquier poder), prefiere anticiparse no a la lucha contra el virus, sino a la lucha por el relato partidista y por el juicio de las postrimerías. Hacemos lo que nos dicen hoy nuestros expertos, mañana el comité científico, pasado mañana lo que recomiende la OMS. Foucault hubiera alucinado con esta aparente falta de discurso del biopoder, de la biopolítica, o, como la llamó Agamben, tanatopolítica.

Ese estado de cosas dibuja un poder nihilista y cínico, carente de la más mínima autocrítica y sensibilidad hacia los muertos “necesarios”. Transmite una gobernanza tan banal como escandalosa y narcisista, tan escandalosa que ya ni causa escándalo al habituado a escuchar la cifra de muertes en un tono optimista y tan narcisista que aún presume exhibiendo su vacío de discurso.

A este estado de cosas muchos empiezan a llamarlo genocidio. Es la misma estrategia nazi, que justifica la muerte, el holocausto de un grupo en beneficio supuestamente de la nación. Aquí los "judíos" son los muertos por el coronavirus. 


Mi dolor por todos ellos, y por sus familias. Pero, especialmente, porque me toca más cerca, por Luis. A quien conocí, como marido de mi prima Anabel, y del que recuerdo su bondadosa y luminosa sonrisa. 

Está siendo muy comentada en redes la emocionante, reivindicativa y valiente carta de su hija Marta Pérez. 


Luis Pérez Suárez, padre de tres hijos, radicado en Alcalá de Henares, con raíces gallegas, trabajador y bueno, obtuvo el dudoso premio de ser el primer médico del Summa fallecido en Madrid a causa del coronavirus, murió sin que se le hubiera hecho un test a tiempo. A diferencia de algunos políticos, quienes han disfrutado con rapidez, una o varias veces, de los fantasmales test.

¿Por qué aceptamos inermes y callados esta desvergonzada ley del embudo: lo ancho para los políticos, lo estrecho para los ciudadanos y para los que nos protegen? 

Su hija Marta ha escrito en twitter: "Hola papá, sabes lo cabezota que soy cuando me propongo algo. Te voy a echar mucho de menos. Quiero ser tu voz, para reivindicar todos los errores y admirar y proteger a quienes te cuidaron". #VoyASerTuVoz

Y ha publicado una hermosa, lúcida y humanísima despedida a su padre, que recomiendo leáis.




"Mi padre no era un héroe; están obligando a que los sanitarios se jueguen la vida".  Marta, que ha terminado Medicina y es jugadora de Baloncesto en el club Baracaldo, ha dejado también su grito de denuncia en un conocido programa de radio, "Tiempo de juego".  


"Ha habido desorganización por parte de nuestros gobernantes. No estoy de acuerdo con cómo están actuando, echando balones fuera y obligando a que los sanitarios se jueguen la vida por nosotros. Mi padre no era un héroe, era un ser humano, humilde y trabajador, y era padre y amigo, y como él todos los sanitarios de toda España" (Podéis conocer la entrevista en Radio Marca: https://www.marca.com/baloncesto/basketfeb/2020/04/06/5e8a6685268e3e1c7e8b460a.html


Grande eres, Marta, una gran hija, por ti nos debemos sentir orgullosos de pertenecer a la familia de la especie humana, que aún es capaz (a pesar del ruido adormecedor de la propaganda), de producir lo mejor: un espíritu valiente, inconformista y generoso como el tuyo. Ese espíritu te lo transmitieron tu padre y tu madre, y nunca podrá morir, al menos mientras haya un humano que lo valore y recoja.


Marta, alcalaína y madrileña. (Y un poco/mucho murciana, por tu madre Anabel). A pesar, o quizá, gracias a lo joven que eres, haces honor, mejor que muchos literatos de la hora, a Francisco de Quevedo y a Miguel de Cervantes, que nunca conocieron la mordaza.


Marta, ojalá tus palabras se escuchen en esta hora neroniana en que ni siquiera los humanos pueden despedirse de sus muertos queridos. Quiera el Amor que tus palabras, Marta, sean un bálsamo para todos los que sufren, para enfermos y sus familiares y para los ciudadanos confinados que sin duda se merecen mejor consideración.


Tus reivindicaciones nos deberían hacer pensar, en adelante todos deberíamos actuar con ese sentido común que reclamas por los que no lo han tenido. Una de las estrategias de la tanatopolítica que practican los gobiernos irresponsables es la utilización de los supuestos héroes sanitarios junto a la implementación de los aplausos acríticos que sirven de tapadera a sus culpas como gestores y de dormidera a los que ya tienen la tentación, la vocación o la irreprimible necesidad de sestear. Aplausos que cuando se repiten mecánicamente pasan de ser expresión de ánimo a ser manifestación de indecente falta de sensibilidad, no digamos ya de falta de un ápice de conciencia crítica, para la cual se ha dictado oficialmente temporada de veda. Prohibida la crítica como en China: Como allí, un solo líder y un solo rebaño. 


Esperemos, sin embargo, que las cosas aquí sean distintas, y que no se lleve el coronavirus la libertad de expresión y de conciencia, ante todo. Ni tampoco arrase con esos valores antiguos y modernos de la ética y la bioética, tales como, por ejemplo, el respeto al duelo, la dignidad de la vida personal y el derecho a protección frente a riesgos laborales: más ahora en que se habla tanto de proporción, no se pide más que una protección proporcionada al peligro a que se enfrentan los llamados "héroes". Aquiles o Áyax no iban con un trapito al campo de batalla de Troya, sino con buenas armas y protecciones de bronce. 

  
Bien lo dices, Marta:"Mi padre no era un héroe, era un ser humano, humilde y trabajador, y era padre y amigo".


Descanse en paz. 

(Hasta siempre, Luis).




FULGENCIO MARTÍNEZ
Poeta, profesor de Filosofía 

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