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jueves, 23 de abril de 2020

JORNADA DEL LIBRO, SIN LIBROS EN LA CALLE. DIARIO POLÍTICO Y LITERARIO DE FM. revista ÁGORA DIGITAL/ 23 DE ABRIL 2020



JORNADA DEL LIBRO, SIN LIBROS EN LA CALLE


                                                                 Por Fulgencio Martínez

Día de San Jorge en Aragón y día de Sant Jordi en Cataluña, es, también, el 23 de Abril la fecha de celebración del Día internacional de Libro, impulsada por la UNESCO. Como la poesía no se vende (y esta es su divisa y el precio de su libertad, nuestra libertad), valoramos esta jornada en lo que significa de vagabundeo lúdico e incluso lujurioso amor a los libros. Recordamos, el año pasado, por esta fecha, una ciudad de Zaragoza transcurriendo precisa y galanamente a orillas del Ebro, nuestro río íbero; la ciudad de pronto florecida con miles de puestos de libros, de todos los colores, olores y tamaños, sonora y cordial como siempre pero si cabe aquel día como hoy más navegable, más paseable por sus principales avenidas, la de la Independencia, la de la Constitución. Como no queriendo  faltar a la fiesta, una hermosa luz venía a posarse, desde algún palomar, en los ojos y en las manos de los zaragozanos y de los visitantes que disfrutábamos curioseando entre las ediciones recién horneadas de tantos libros benditos. Y, como casi siempre que ando Zaragoza, no sé por qué, oigo desde algún balcón salir unas notas de piano...que me acompañan, en la cabeza, durante un buen rato después de oírlas, cuando estoy en otra cosa. Con esa melodía iba yo, hace un año, del brazo de mi mujer, por las riadas de libros en Zaragoza.

Y, sin haber tenido personalmente aún la dicha de haber visitado las Ramblas de Barcelona en este día de Sant Jordi, por amigos y amigas que han vivido o viven esa cita con la delicia y con la cultura, y, claro que sí, por las noticias que casi todo el mundo tiene de esa tradición de la rosa y el libro, tan catalana, me pudo imaginar qué hermoso sería discurrir unas horas por las calles de la ciudad de los prodigios (para los poetas, también la ciudad de Joan Boscán) hasta llegar al encuentro con esos amigos, los libros. Libros como el de Anna Rossell, escritora y poeta en catalán y en español (Barcelona, aquells anys, /Barcelona, aquellos años), libros que solo podrán acudir virtualmente este año a la cita contigo. 

Desde estas páginas, hemos animado a ser críticos y a manifestar nuestros criterios como escritores y como gustadores del arte, de la cultura, de la filosofía. (Lo que hacemos no puede ser, sin pecado, un adorno. Dijo Celaya, ¿lo recuerdas?) No impide ello sumarnos a todos los impulsos por la lectura, por el libro y la convivencia, plural, lúcida, y a ser posible llena de encanto, por favor.

Nuestra felicitación al ganador del Premio Cervantes, de 2019, el gran poeta Joan Margarit, que también se merecería, creemos, el honor de recibir el aún no instaurado aunque pronto en futuras fechas disponible Premio Cervantes de las Letras en español, el auténtico, el Premio Cervantes imaginario, el del día 22, fecha más cabal para recordar al escritor más solitario y adelantado de todos los hemisferios. Felicidades, poeta.

Merecería El Quijote no una lectura raspada y continuada en este día solo; aunque hogaño, me dicen, que participarán en ella alguna reina y alguna princesa (que faltando la del Toboso la suplirán bien; me dicen).

Mereceríamos los intelectuales (perdón) que se nos llamara a corte a hablar de El Quijote,  a pelo o con pizarra como hacía otro gran Miguel (Hernández) en sus charlas sobre sus poemas gongorinos de juventud en ateneos populares.

Mereceríamos los intelectuales (esto mejor que una mano de azotes) que junto a profesores de Literatura (perdón, de nuevo), poetas y otras lenguas libres saliéramos de las frases de El Quijote y entráramos en las frases de El Quijote a explicarlas, a la llana, que pudiera ese castigo de unos ser ocasión para que otros muchos se aficionaran a leer y amar a su creador.

Y si, además, le decimos dos frescas a los malos gobiernos, si decimos las bárbaras, terribles, amorosas crueldades (como otra vez Gabriel Celaya, ese gran poeta olvidado), y ponemos "España en marcha" y hablamos por los que no tienen ya voz, pues, entonces, sí, me apunto, me sumo con toda el alma ("ya salió por fin el humo", toma Blas de Otero) a quedarme en casa y celebrar, leyendo, esta memorable jornada del Libro sin libros en la calle.

Afortunamente, esta casa donde vivo guarda algunos que están esperando su lectura, incluso unos ya su segunda lectura; libros que han publicado, esta temporada, mis amigos poetas; pero, dejadme que haga aquí el recuerdo a Miguel Labordeta y a Zaragoza, abriendo un libro, editado en 2015 por Larumbe, Textos aragoneses: Obra publicada, de Miguel Labordeta. Él es uno de los nuestros, aunque a veces nos cueste seguirlo en sus imágenes increíbles; tiene dureza, desarmonías a veces, pero también una gran ternura, una genialidad que no viene de escuela, y versos como látigos o manzanas, definitivamente puros ("en un exacto rendimiento del morir", por ejemplo); inimitable.

LIBERACIÓN

Aquí tienes mi médula personal,
mi vacilante encéfalo,
la espina dorsal sobre los pupitres,
los costados prestados al astrónomo muerto,
a cierta muchachita
le vendí mis ojos de agua
a cambio de su tierno dado falso;
y a ti,
antigua tumba mía,
te ofrezco sin tristeza
todo el destino futuro
de los vampiros humanos.
"¿Qué será de toda ala,
mi vieja soledad mía?"
Pero ha llegado la hora gloriosa
en que mi corazón rebosa ya de nadas fervientes,
la hora suprema del Hombre,
todo roto definitivamente sin meta,
en que su nuca es devorada
por la luz de los dones.
A cada orangután
le cedo sus siete en punto de la tarde.
A cada existente ofrezco mi ataúd sangriento.
A cada tranvía le condeno a los besos
y a toda mañana la hiero con cabezas flotantes
hermosamente moribundas de trabajadores
sumidos bajo el mar.
Más allá del afán de los pájaros por hablar,
más aquí de los intentos que los espejos rumian
secretamente enamorados de la rosa,
yo inicio lentamente mi danza neolítica
en torno a los viejos crepúsculos del embuste fálico
por todo aquello que tan toscamente he sido
florecido ya en olvidos
como adoración ardiente de incumplidos futuros
en un exacto rendimiento del morir,
hoguera de mis sueños de guijarro y de río,
penumbra de mis elefantes embriagados
de mis besos,
de mi nada.
Con despojada voluntad
de cumbre.

                                                          1947

MIGUEL LABORDETA
de Violento idílico (1949)

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