AMANECER Y NO HOMENAJE
Están sueltas, desencajadas
las letras de la vida.
Queda, tal vez, aquí, todo
junto y desvivido,
todo infinitamente
confuso, nada parece
real, ni es un sueño,
ni nuevo, ni repetido.
Ese alzarse de un pájaro
viniendo de lo mismo,
con la misma ala oscura
batiendo en nuestras sienes.
El reflejo de un sol en vilo
suena por ahí dentro
del pecho, a poco
de haberlo perseguido
frente a nuestra ventana.
Somos una invasión
hacia el interior de otro
y de otro pasillo
sin salida. Devastaciones.
Túneles ¿calles? Olas
en piscinas vacías
con el cartel de estío
pintado por la luna.
Sobre la curva
de horror indistinto
bocas, rosas, alientos
sin adioses, idos.
A golpes de degradación
debilitándose la mano
que perdió ya la cuenta de la muerte.
“Mejor mirar hacia otro lado”,
avisan almuecines locos.
“Oídlos volar y alzarse
viniendo de lo mismo,
con la misma ala oscura
batiendo en vuestras sienes”.
Son, de pronto, miles,
miles, un árbol de gritos
que vagan por ahí en el sol.
Y, a tiempo, vamos a la terraza
a estirar las sábanas
y, a tiempo, volvemos a no oírlos.
FULGENCIO MARTÍNEZ
20-4-2020
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