DUELO POR CUBA
Enrique Del Risco
Turcos en la niebla
Alianza Ed., 2019, 451 págs.
ANNA ROSSELL
Merecido el XX Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones a Turcos en la niebla. Los hechos
relatados provienen de un conocimiento íntimo y un profundo sentimiento de ternura
hacia sus protagonistas. Por ello sus historias resultan creíbles; sus
personajes, entrañables.
Enrique Del Risco (La Habana, 1967), historiador, doctor en literatura
latinoamericana, emigrado a España en 1995 y luego a Nueva York, en cuya
universidad es profesor, aborda en esta, su primera novela, un tema que le
afecta directamente: la emigración cubana en los EEUU. Sin embargo —no es detalle
menor—, su objetivo no es dar cuenta de la oposición al régimen castrista en
general, intención abocada fácilmente al fracaso. Tampoco adentrarse en la colonia
cubana de Miami, donde hubiera podido elegir entre una amplia palestra temática.
Miami no le interesa como tampoco interesa a los cubanos de su novela, gente de
la segunda generación de la revolución de Castro, desencantada, emigrada a los
EEUU entre los años ochenta y noventa del siglo pasado, pero en modo alguno
vendida al capitalismo. Del Risco evita lo que podría hacerle caer en burdo
maniqueísmo: instala su foco en el condado de Hudson (Nueva Jersey) y parte del
atrincheramiento armado del primer personaje, Wonder, en su taller de
carpintería, dispuesto a todo ante la amenaza de embargo por la autoridad local
—también los EEUU son objeto de crítica: «Mucho hablar de democracia y de derechos,
pero en este país, una vez que pones en marcha ciertos resortes del Gobierno,
no les queda otra opción que la de usar la fuerza»—.
Para dar una visión amplia del ambiente del exilio cubano crítico
y fiel a sus principios Del Risco echa mano de las nuevas tecnologías: los
personajes, amigos entre sí, se conectan grupalmente a Skype o a Facetime
mientras Wonder espera el fatal desenlace. La autobautizada Banda de los Cuatro:
Wonder, Alejandra, British y Eltico toman alternativamente la palabra para dar
cuenta de su vida anterior y actual. En primera persona, cada uno de ellos
aporta una parte de la historia desde su perspectiva y va sumando un número
considerable de personajes indirectos al relato: el Cenizo, amigo de Eltico;
Deyanira, artista visual, hermana de Wonder; Juan Carlos, marido de Alejandra;
April, amante de British… Bien diferenciados por carácter, los cuatro tienen
mucho en común (Dios los cría y ellos se juntan): su inconformismo visceral con
la hipocresía, su humanidad y la necesidad de calor de quienes sienten como
ellos. La autenticidad de su esencia aboca sus vidas al naufragio, pero la
dialéctica de su espíritu auténtico los mantiene asimismo a flote.
El relato de cada uno compone un puzzle que proporciona al lector
una idea de la entraña oscura del aparato cubano desde los años ochenta hasta
la actualidad: Wonder, hijo de revolucionarios, cuyo padre, falso preso en Cuba,
sirvió como chivato del Gobierno, dedicado luego al tráfico sexual y renegado
ideológico hasta acabar como preso real; Eltico, hombre bueno, antiguo voluntario
en las filas de la Contra nicaragüense; Alejandra, psicoterapeuta argentina,
huída a Cuba de la dictadura de Videla con su familia y emigrada después a los
EEUU; British, profesor universitario de Historia del Arte con falso título de
licenciado, experto en pintura, buen conocedor de la Escuela del río Hudson.
Sus conocimientos, el mundillo de galeristas y comerciantes de arte que
frecuenta, así como el excéntrico personaje de Deyanira abren una notable ventana
adicional al funcionamiento de los círculos artísticos relacionados con el
exilio cubano y dejan entrever el esnobismo añadido en su recepción por un
público que vive del conocimiento superficial de la realidad cubana.
El sentido del humor, común a todos los personajes, hace de la lectura una delicia.
El sentido del humor, común a todos los personajes, hace de la lectura una delicia.
© Anna Rossell
REVISTA ÁGORA DIGITAL/ ABRIL 2020
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