EL VALOR DE LOS VALORES
por Anna Rossell
El sábado, 18 de marzo, Laura Galaup publicó en elDiario.es una noticia que me impactó por su trascendencia y porque me atañe. Me refiero a la noticia sobre el PROTOCOLO DE REPARACIÓN PARA LAS VÍCTIMAS DE ACOSO Y ABUSO DE RELIGIOSOS. INSPECTORÍA SALESIANA MARÍA AUXILIADORA[1]
No la movía la promoción de escándalos por obtener titulares. El trabajo subyacente al artículo en cuestión me parece un ejemplo de corrección, objetividad y periodismo independiente. Agradezco la asepsia con que la noticia se publicó, que consultó antes a fondo a las partes y cita textualmente los párrafos del protocolo, el escándalo al que se remite. Sí, escándalo.
Ahora que, por fin, una gran persona, representante máxima de la Iglesia Católica, el Papa Francisco, se ha propuesto con valentía y determinación acabar (o reducir en lo posible) los males que socavan su institución y la desprestigian contraviniendo sus fundamentos, hay en su seno partes que, pretendiendo supuestamente seguir las directrices del Papa, saben componérselas para continuar con el ocultismo.
Se trata de las vidas de niños y niñas, de adolescentes, víctimas de pederastia. No quiero contribuir a echar leña al sensacionalismo morboso: ninguna institución está libre de culpa, aunque haya a quien le interese señalar a las entidades religiosas como si ellas fueran las más lacradas. La institución familiar es la que, según informaciones y estadísticas oficiales, es donde se dan más estos abusos, perpetrados por padres u otros familiares. Los religiosos son humanos y como tales tienen debilidades y/o dolencias psicológicas, al margen de su institución. Los religiosos que forman parte de los respectivos organismos —lo mismo si se trata de uno laico — no representan la institución, ellos actúan a título individual y sólo como individuos deben responder a sus actos. Sin embargo, la institución se hace culpable si, por temor al escándalo o a la vergüenza, encubre los hechos y contribuye a silenciarlos. Esto sucede cuando los respectivos responsables y portavoces de la entidad se involucran en los hechos por acción u omisión. Ello sucede en mi opinión cuando, detectados con pruebas hechos execrables, se traslada al responsable de tales a otra comunidad para correr un tupido velo (con lo cual se traslada el mismo abuso a otro lugar) o, cuando, en el caso de que los hechos estén bajo sospecha y no demostrados, las autoridades eclesiásticas o laicas competentes no emprenden la investigación necesaria para aclararlos. Así ha actuado tradicionalmente la Iglesia Católica, una actuación que ha denunciado el Papa Francisco, quien ha animado a deponer estas actitudes.
ElDiario.es ha seguido en los días sucesivos tirando del hilo y ha detectado una buena cantidad de casos de compra de silencio de víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia Católica fácilmente localizables en la publicación digital (cliquen elDiario.es salesianos)
Como trabajadora voluntaria desde hace muchos años de la ONGD Fundación Bosco Global, de base salesiana, me he sentido directamente implicada e interpelada moralmente. La noticia de elDiario.es «Los salesianos intentan comprar el silencio de una víctima de abusos sexuales con 40.000 euros» reviste la enorme gravedad que me impulsó a reaccionar inmediatamente como parte que soy de la entidad. El escándalo no recae en lo que todos sabemos: que el género humano está representado por criaturas de todo tipo y que, por lo tanto, las hay en todas partes capaces de los mayores horrores... No es pues sólo el hecho de que un salesiano, un tal J. R. según la noticia, hubiera destrozado la vida de un niño durante años hasta su adolescencia, abusando sexualmente de él, sino que lo verdaderamente escandaloso es el documento en el que se basó esta estructura eclesiástica, la Inspectoría Salesiana de María Auxiliadora, para llegar a un acuerdo económico de resarcimiento a la víctima. El acuerdo es claramente interpretable como un soborno, habida cuenta de que el protocolo-contrato obliga a la víctima a silenciar los hechos, incluso entre sus allegados más próximos (entiéndase por «hechos» lo que se quiera entender: tanto los abusos acontecidos como el procedimiento de soborno seguido por la Inspectoría para silenciarlos). ElDiario.es encabeza además su artículo con fotografías de dos páginas: la de portada del Protocolo, en el que puede leerse el título del documento, y la de una página interior en la que, con letras mayúsculas en diagonal y con «marcas de agua», se lee CONFIDENCIAL.
El documento, que lleva el título de PROTOCOLO DE REPARACIÓN PARA LAS VÍCTIMAS DE ACOSO Y ABUSO DE RELIGIOSOS. INSPECTORÍA SALESIANA MARÍA AUXILIADORA, es, por lo engañoso, más abominable aún, pues, simulando que se pretende la protección de las víctimas, lo que hace es imponerles el silencio, lo cual añade otro agravio al anterior.
Este Protocolo es de por sí vergonzosa y denunciable, y denunciables son, por culpables, quienes propiciaron su existencia. Pero la cadena de culpables adquiere cada vez más eslabones si, conociendo su existencia, no hacemos lo que esté a nuestro alcance para sacarlo a la luz con la intención de concienciar y poner en evidencia.
El mismo día en que conocí el Protocolo a través de elDiario.es envié el enlace con la noticia a las personas de mi confianza de Bosco Global y a los religiosos salesianos de cuya fiel y larga amistad disfruto, personas voluntarias y del equipo técnico, para recabar más información y saber de su posicionamiento. Pasado un tiempo prudencial, decidí ampliar el círculo de personas destinatarias de mi difusión de la noticia: Escribí un correo electrónico animando a la redacción y publicación de un documento colectivo que incitara a la explicación y a la transparencia. El correo iba dirigido en primera línea, aunque no exclusivamente, a los máximos responsables de la Fundación Bosco Global, dos religiosos salesianos: Ángel Asurmendi Martínez, inspector provincial y presidente de la Fundación Bosco Global, y Jordi Lleixà Jané, consejero inspectorial, responsable de Pastoral Juvenil y vicepresidente de la misma Fundación. Acompañé mi escrito de sólida argumentación. No recibí respuesta de ninguno de los dos. Transcurrido el tiempo me llamó Jordi Lleixà Jané, vicepresidente, quien intentó justificar la existencia del Protocolo con razones que en mi opinión no se sostienen: que el Protocolo haya «sido redactado por un bufete de abogados especialistas» no exime de responsabilidad a quien se lo encarga, menos aún a quien lo acepta y suscribe y lo utiliza. La conversación telefónica concluyó con el anuncio del vicepresidente de que no tenían previsto redactar un documento como el que yo proponía, aunque también apostilló que, «el tema se discutirá en la comisión correspondiente». Transcurridos días de la conversación escribí un nuevo correo electrónico a Jordi Lleixà Jané pidiéndole que me tuviera al corriente de la reunión en que se hablaría de este asunto, así como del acuerdo al que se llegara. También le solicité que me indicara dónde podría encontrar el texto completo del Protocolo, puesto que era mi deseo poder leerlo al completo y, consultada la página web de la inspectoría salesiana, https://www.salesianos.edu/ambiente-seguro/, había encontrado dos protocolos relativos a la protección de víctimas de abusos sexuales, descargables, ninguno de los cuales, sospechosamente, se correspondía con el que era mi deseo leer:
1. Código de conducta para la protección de menores y adultos vulnerables (11 páginas)
2. Protocolo de actuación para la protección de menores y adultos vulnerables en las casas salesianas de la inspectoría (11 páginas)
Hasta el momento de la redacción de este artículo y de su envío a la redacción de la revista, ningún alto responsable de la Fundación Bosco Global ni de otra institución salesiana ha hecho, que yo sepa, ningún gesto público para aclarar la situación ni se ha puesto en contacto conmigo, Ángel Asurmendi Martínez, el presidente, tampoco.
Tengo la necesidad —apremia— de emprender a título personal lo que me pesa, me aflige, me preocupa y debo a tantas compañeras y compañeros que trabajan conmigo en Bosco Global y a tantos amigos religiosos salesianos, que, lamentablemente, no están siquiera informados de ello. A todos y a la opinión pública en general dedico este artículo y conservo aún la esperanza de que a quien competa se dé por aludido y ponga en marcha la debida actuación.
© Anna Rossell
Voluntaria de La ONGD Fundación salesiana Bosco Global.. Profesora.
[1] Cf: https://www.eldiario.es/sociedad/salesianos-comprar-silencio-victima-abusos-sexuales-40-000-euros_1_10036522.html
REVISTA ÁGORA DIGITAL / CRÍTICA. OPINIÓN / ABRIL 2023
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