ENTREVISTA CON LOLA TÓRTOLA SOBRE SU LIBRO LOS DIOSES DESTRUIDOS
"Los dioses destruidos no hace referencia a ninguna idolatría moderna ni pretende ser una crítica a los dioses pasados, somos nosotros... Con nuestras dudas, nuestra incertidumbre, nuestro desasosiego…"
Los dioses destruidos fue accésit del Adonáis en 2022. El libro ha sido publicado recientemente por la editorial Rialp. Mantuvimos con su autora, Lola Tórtola, una conversación literaria... que quizá interese a nuestros lectores.
Entrevista de Fulgencio Martínez / Ágora / 6 de abril 2023 ______________________________
Fulgencio Martínez: Lola, en mi artículo[i] destaco muchas virtudes en tu libro Los dioses destruidos. También aludo al final a “algunas caídas” (lo cual no suele ser habitual entre la crítica poética, patio interior de vates que escriben y se dedican reseñas de sus libros, o más bien declaraciones de amistad).
Podrías hacer una autocrítica de Los dioses destruidos.
Lola Tórtola: Este poemario abarca cinco años de escritura. Si tenemos en cuenta el título del libro, que fue anterior a todo, incluso más. En él está desde el primer poema que escribí en mi vida hasta alguno de los últimos, antes de enviarlo al Premio Adonáis. A lo largo de esos años mis lecturas y mis sensibilidades han ido cambiando y eso se ha ido reflejando, en mayor o menor medida, en los poemas que en él aparecen. Es por ello necesariamente un poemario heterogéneo. Aunque creo que sí consigue cierta igualdad en el tono, hay diferencia de estilos en los poemas. Hay algunos poemas heterodoxos, como puede ser “Praxis de vida o muerte”, que seguramente horrorizarán a los más conservadores, pero son sin embargo los que más gustan a otros.
En otros poemas yo veo cierta ingenuidad en mis referencias literarias. En “La hora de violeta”, por ejemplo, veo innecesaria ahora la cita de Eliot. Por mucho que me guste, cuando escribí ese poema aún no había leído “La tierra baldía”, descubrí esa hora violeta más tarde, como una coincidencia. Pero cuando uno es joven, y creo que especialmente si viene de fuera de la academia literaria como es mi caso, siente la necesidad de legitimarse a cada rato demostrando que ha leído mucho y muy bien.
Mis lecturas y mi visión de la poesía han ido cambiado. Siento que hay en este libro poemas que ya no escribiría y también poemas que ya no podría escribir, para bien y para mal.
P: Tienes un poema titulado “A nuestro panteón en crisis”. La ironía es uno de tus recursos, magistralmente utilizados en el libro. En ese poema ironizas no sólo por los dioses occidentales sino también por el consumo de dioses nuevos, orientales o no. Incluso, pasas ese tratamiento irónico por nuevos dioses de la pantalla, de la neurociencia, de la psiquiatría. Es un poema extraordinario y demoledor. ¿Qué queda, en tu opinión, de esta cultura nuestra y si acaso, de algún sentido trascendente o de verdad, inmanente, humana?
R: Creo que en todas las cosas a las que rendimos culto hay humanidad, en las nuevas y en las viejas, en las que juzgamos buenas y en las que querríamos desechar, porque son el reflejo de nosotros mismos. Se ha acusado muchas veces a las nuevas tecnologías de alienantes y deshumanizadoras. No puedo estar más en desacuerdo. No veo nada más humano que el timeline de Twitter, con todo el mundo compartiendo desde la mayor barbaridad a algunas de las cosas más bella que he leído. Es terriblemente humano. Es nuestra plaza del pueblo, nuestra ágora. Tenemos esta visión idealizada y sesgada de la cultura grecolatina como algo puro, recto, siempre elevado… Estoy segura de que en el ágora griega también había de vez en cuando más de uno soltando barbaridades.
No pretendía con este poema ser crítica con estos dioses nuevos, a muchos de los cuales también adoro yo, sino meramente descriptiva con lo que importa a mi generación. El hecho es que tenemos unos cánones, una cultura occidental, que sentimos que ya no se ajusta a nuestros valores morales. Andamos en busca de algo con lo que enmendarla. Si estas nuevas cosas trascenderán ni lo sé ni pretendo adivinarlo, pero sí sé que serán necesariamente humanas porque en ellas nos estaremos reflejando.
P: La cultura, el arte, Italia, en la primera parte del libro, Centroeuropa, en la segunda parte, están muy presentes en tu obra. Sin embargo, tu formación académica no es clásica. (Bueno, miento; creo que eres médica, y la medicina es una ciencia griega, pero en fin, me atengo a los cánones…)
¿Cómo llegaste a interesarte tanto por la cultura clásica, el arte y la poesía en concreto?
R: Por casualidad, por curiosidad, por aburrimiento mientras estudiaba otras cosas… Porque, como decía Joan Margarit en “Museo de Empúries”, los símbolos me atraen y me creí lo de Grecia… Empecé leyendo a Cavafis como buena adolescente y parece que después de eso todo, incluyendo mi biografía, ha seguido un hilo conductor hacia Italia y Grecia. Debo gran parte de esas coincidencias a mi obsesión por el viaje, casi más como tema literario que como práctica. Como no he estudiado literatura desde que estaba en el instituto, no he tenido lecturas obligatorias, y todo lo que he ido leyendo ha sido por fascinación y por casualidad. No he leído a los clásicos directamente, sino a través de referencias a ellos a través de otros autores que me han llevado a algunos fragmentos de ellos. A veces en esos descubrimientos han tenido que ver los sitios, las ciudades, los museos que he visitado, pero creo que a la mayoría de ellos habría llegado de un modo u otro a través de mi ordenador y desde el escritorio de mi casa.
En tu artículo mencionas por ejemplo ese verso robado a Góngora de la Fábula de Polifemo y Galatea en el poema “De Perséfone”. Ese poema encierra una experiencia personal durante un viaje por Sicilia. A la vuelta del viaje quise buscar poemas en los que apareciera Sicilia para adornar el recuerdo. Fue así como llegué a él y me obsesionó ese fragmento. En algún momento eso se hiló con el mito de Perséfone, que según alguna fuente que consulté podría haberse ubicado también en Sicilia. En aquella época vivía en Roma, no lejos de Villa Borguese, donde está la escultura del Rapto de Proserpina de Bernini. Solía ir a menudo de visita al museo. Todo eso se mezcló en mi memoria y, haciendo uso de una especie de aliteración ficticia para evitar mencionar Sicilia, acabó surgiendo, pasado el tiempo, el poema.
P: Este es tu primer libro. ¿Lo escribiste a caballo de las vivencias, en medio de, después de, o de ambas maneras: a caballo y a pie, sentada contemplando lo vivido?
R: Hay algunas notas e ideas que tomé mientras viajaba o vivía esas cosas, pero siempre necesito que pase el tiempo, distanciarme de la experiencia, y contemplarlo todo desde el recuerdo y la tranquilidad de mi escritorio. Esos poemas están escritos principalmente en los ratos en los que debería haber estado estudiando medicina.
P: Una de las cosas que destacan, entre muchas (sería imposible referir todas en un libro tan lleno de sugerencias) es la presencia de la vida normal. Más aún tratándose de un poemario que al menos en superficie trata sobre la cultura patrimonio de Europa y del mundo, en un libro a su modo culturalista y de experiencias personales. Lo anodino de la vida en un fin de semana en una ciudad de Italia, en las afueras de Venecia, o en este poema titulado “Jornada ordinaria”, que me gustaría que comentaras. “Durante muchos años dormí en un sueño desierto, / dormí toda la noche …”, así comienza.
R: Este es precisamente uno de esos poemas escritos desde mi escritorio en casa. En él no hablo más que de la sensación de haber perdido tanto tiempo, tantas tardes y noches, encerrada en habitaciones y salas de estudio. Los cirios de led y tungsteno, el flexo para iluminar mis apuntes. El estudio casi como una liturgia. Cuánto quise simplemente salir a la calle, cuánto pensé en esas Noches del mes de junio de Gil de Biedma. Eso también es experiencia, igual que los viajes, los museos, las redes sociales, las fiestas y las lecturas. No concibo una separación de la cultura y la experiencia. Para mí son lo mismo.
P: Esa visión líquida del tiempo, dices en el poema, me lleva a preguntarte también por si escribir el libro te ha servido para fijar algo o reconciliarte con alguna de esas sensaciones.
R: Es curioso porque escribir estos poemas, y más aún publicarlos y que los lean otras personas, solo me sirve para alejarme del sentimiento y hasta despersonalizarlo un poco. Cito en otro poema un relato de Italo Calvino donde se expresa, creo, exactamente eso. En “Las ciudades invisibles” Marco Polo está relatando al Kan las ciudades que ha visitado, y llega el día en que el Kublai le pide que le hable de su Venecia, a lo que Polo se niega. Tiene miedo de perder el recuerdo de Venecia para siempre si habla de ella. “Las imágenes de la memoria, una vez fijadas por las palabras, se borran…”. Algo así siento que me pasa con lo que escribo. Deja de ser una experiencia íntima.
P: Ahora, sí: ¿cuáles son, para su autora, los méritos de Los dioses destruidos? (Puede que también quieras entrar a valorar, aparte del libro, a los dioses a los que alude)
R: Cuando comencé a escribir el libro no quería más que hablar de mis amigos, de las cosas que nos preocupaban y cómo nos enfrentábamos y veíamos el mundo. Los dioses destruidos no hace referencia a ninguna idolatría moderna ni pretende ser una crítica a los dioses pasados, somos nosotros. Mis amigos y yo. Con nuestras dudas, nuestra incertidumbre, nuestro desasosiego… Gran parte de los poemas están escritos en primera persona del plural porque en todos estaba pensando en ellos cuando los escribía. Incluso en los poemas de amor esa persona del plural incluye en muchas ocasiones a mis amigos.
Me gusta pensar que algo de eso he conseguido reflejar sin renunciar por ello al lirismo. Muchos poetas han hablado de estos temas de forma más directa, clara y en definitiva mejor que yo, pero algunas veces he echado en falta un lenguaje más lírico y menos prosaico. Ahora bien, yo defiendo que una cosa es lo que yo haya querido escribir y otra, diferente, lo que el poemario realmente diga al lector.
P: Te felicito como lector por tu poesía, que emociona y tiene impulso y trae reminiscencias de la poesía clásica y moderna, pero también visiones críticas de la cultura fragmentaria de nuestro tiempo. “Un destrozo endiosado” es la expresión afortunada que usas, ¿podrías comentar un poco por qué esa expresión en el libro, convertida, en mi opinión, en una definición general de la cultura actual?
R: Yo soy el destrozo endiosado. Si durante la primera parte del poemario los dioses destruidos eran mis amigos, en la segunda el título “Un destrozo endiosado” hace referencia a mí misma. La segunda parte pretende ser más intimista, el plural de la primera persona se vuelve menos frecuente y los poemas se hacen algo más oscuros (antes de arrojar algo de luz hacia el final). Yo con mis fallos, mis carencias, mis limitaciones propias y externas. Si yo soy el producto, bien podría entenderse como fruto de las dinámicas de la sociedad actual. “Lo que queda, podrido, entre los restos…”
P: Estás escribiendo poesía y creo que también prosa en el presente. ¿Ves una continuidad con el libro recién publicado, o, por el contrario, empiezas un nuevo rumbo? Y por otro lado, ¿cómo valoras la poesía actual, principalmente la poesía de tu generación, los que nacieron en la última década del s. XX?
R: Por fortuna, por desgracia o por falta de tiempo no estoy escribiendo nada de prosa ni planeo hacerlo en un futuro cercano. Me interesa mucho más continuar con la poesía. Pero visto el tiempo que he empleado en este libro, la cosa va para largo. Por supuesto que tendrá que haber cierta renovación y evolución en lo que venga a partir de ahora, de no ser así no tendría sentido, pero no creo que temas como la desmitificación y la sacralización vayan a dejar de obsesionarme tan fácilmente. Siento que no he terminado de decir todo lo que quería decir.
[i] https://diariopoliticoyliterario.blogspot.com/2023/03/los-dioses-destruidos-de-lola-tortola.html
Antes de mi comentario, apareció en el periódico La Opinión un artículo del profesor Francisco Javier Díez de Revenga titulado “Adiós a los cánones” (17 de marzo 2023). Muy recomendable para conocer la poética de Lola Tórtola.
LOS DIOSES DESTRUIDOS
LOLA TÓRTOLA
ED. RIALP. 2023
El libro será presentado en la librería Tipos infames, en c/ San Joaquín 3, en Malasaña (Madrid), el lunes 17 de abril, a las 19 h.
REVISTA ÁGORA DIGITAL / CONVERSACIONES CON..../ ABRIL 2023
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