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miércoles, 29 de marzo de 2023

"Los dioses destruidos", de Lola Tórtola. Comentario de Fulgencio Martínez. Revista Ágora-Papeles de Arte Gramático / Avance del N. 18 (Nueva Colección) / Bibliotheca Grammatica / Estudios de poesía española (actual) II

 


LOS DIOSES DESTRUIDOS, DE LOLA TÓRTOLA

  

                                                                                                                                                                                                                                                                       COMENTARIO DE FULGENCIO MARTÍNEZ

 

Lola Tórtola ha publicado Los dioses destruidos, que fue Accésit del Premio Adonáis en la edición de 2022. Es el primer libro de esta poeta, murciana, de 1977. El libro recoge una voz que es capaz de desdoblarse y de circular, con imperfecto equilibro a veces, entre lo concreto y lo abstracto, entre lo personal y lo colectivo (o lo generacional). Por imperfecto equilibrio no se entienda un demérito sino una cualidad que hace al libro más natural y da al contenido de su poesía una originalidad directa, sencilla y nada estereotipada, lo que suele ocurrir en muchos casos de poetas con gran capacidad de asimilar las formas y las fórmulas y ritmos de la poesía ya hecha, aunque se trate de poesía hasta cierto punto reciente.

La apuesta firme por lo concreto y personal en la vivencia poética de la autora se vierte a lo largo de todo el libro, y se desarrolla en las dos secciones del poemario, bien diferentes: “Los dioses destruidos” y “Un destrozo endiosado”.

En la primera, lo concreto y particular es la posición inquieta de la autora, de la voz poética en el libro, ante su tiempo. Estaría alguien autorizado a llamar al libro ”culturalista” si por esta etiqueta no se entendiera lo que suele entenderse. Lola Tórtola expresa en esta primera parte la conciencia de una voz nueva ante los testimonios de una cultura europea “destruida” (el libro adopta el cauce de un diario de viaje, de notas de una estudiante por Europa, e irán pasando ciudades de Italia -y de Centroeuropa, Praga, Bratislava).

El libro se abre con un poema brillante: “Ídolo adolescente”.

          Lo heredamos todo destruido (…)

 

          Voy a encargar un dios nuevo,

          lo haré a nuestra imagen y semejanza:

                                                                               pasará

          su bello cuerpo las noches en vela

          y no sabrá nada.

 

La “destrucción” o el amor, a la manera de Vicente Aleixandre, van unidas también en este libro. El amor a esa cultura europea y el testimonio crítico de su pérdida de sentido van de la mano en este libro de poemas, extraordinario, sincero, como solo una poeta no maleada por fórmulas podría dar.

El libro -como se evidencia sobre todo en esta parte primera que comento- es también una elegía (testimonio no tanto de dolor como de suave melancolía) por la pérdida de la juventud, canta el sic transit de ese tiempo de la vida, del que la autora deja constancia en sus poemas. A la vez que una cierta nostalgia prematura de las ciudades -Roma- que reflejarán su vida. Leamos este final, magistral, de un poema, “En Roma”, que pasa de una enumeración de los atractivos modernos y antiguos de esa ciudad, a lo personal:

 

                     Hay barrios y suburbios y rioni (…)

 

                    hay un lugar que busco y olvido. (…)

 

                    Hay el cuarto crepuscular de mis veinte años.

 

                    Hay una estancia velada para siempre.

 

                                                                                          En Roma

                    hay un espejo que me reflejará hasta la muerte.

 

                                                           

La segunda parte del libro, titulada “Un destrozo endiosado”, desarrolla, incluso más que la primera, el sentido de no sentido, el ritmo se vuelve más rápido en los poemas, hasta desencadenarse con furia y martilleo a veces, como en una sesión de jazz intensa, o quizá de heavy metal.

El poema “La muerte en Praga” es el más representativo de esta parte. Tanto en lo mejor como en la impronta de insistir en algo ya dicho: la repetición de la destrucción.

                             Dice siempre que sí la muerte en Praga

                             cuando a cada hora, a cada hora, (…)

 

La evocación de Venecia es inevitable. Pero la poeta sabe bien reubicarnos en sus propias coordenadas poéticas, en su mundo particular y propio.

De Venecia, no dirá el verso decadente y hermoso, sino que cantará la ciudad real, la “Venecia a las afueras”, donde capta “un parpadeo del tiempo”, una “imagen total”, lejos del tópico de Venecia. Las palabras y los nombres tienden a “destruir” las impresiones vivas, las imágenes personales captadas, de las cosas, del tiempo, que son la verdadera memoria de nuestras vidas. Las imágenes de la memoria, una vez fijadas por las palabras, se borran -cita la autora a Italo Calvino en el frontis del poema.

En fin, este poema sencillo y extraordinario nos revela el tema subyacente del libro: la destrucción de las huellas de cuanto existe (tanto personal como colectiva), que ha de pagar con su destrucción, paradójicamente, su pretensión de mantenerse.

 

A lo largo del libro (y entro, brevemente, en lo que más me importa, en lo formal), la poeta despliega una abundante paleta de recursos de deformación y destrucción. No solo la velada alusión paródica o crítica, como en aquel poema citado sobre la decadente Praga, donde aludía a Venecia, la Venecia decadente de Mann y de los culturalistas venecianos; sino que es, ante todo, un recurso más sutil, que sirve para destruir a la vez que conservar la huella destruida, de modo que esta forma de “pago” minimiza, por así decir, los daños y cuadra bien con la destrucción amorosa que desvela el poemario.

La pista de este hábil recurso nos lo va a dar un verso de un poema de la segunda parte del libro Los dioses destruidos.

La alusión culta es evidente en este otro extraordinario poema, “Perséfone”, que pertenece a la primera parte. Pero no me refiero tanto al nombre de los dioses clásicos ahí citados, sino a la cita trunca de Góngora: donde espumoso el mar (donde espumoso el mar siciliano, dice el poeta al comienzo de su "Fábula de Polifemo y Galatea").

La mutilación del verso, la cita trunca, cuadra perfectamente con una visión de la cultura “destruida”, que es el tema aparente del poemario. Es tan hermoso el verso conseguido por ese recurso del truncamiento, que parece haber revivido Góngora desde 1612.

La memoria conserva trozos de belleza, inmarchitos, señales de una vida intensa, que la poeta sabe evocarnos y hacernos por un momento ávidos… (del original, iba a añadir; quizá no sea necesario este matiz en una cultura posmoderna, ¿o, sí?)

Me voy a referir, para terminar, a un poema de la segunda parte, titulado “Sic transit”. Casi al final del libro, en la p. 60, se encuentra este poema. He aludido arriba a la temática parcial del sic transit de la juventud, abordada en el libro. Pero aquí, en este poema la autora se remota al famoso soneto sobre las ruinas de Roma, de Francisco de Quevedo, radicalizando más aún la visión del clásico: “Pasó cuanto creí era firme (…) pasó lo que fue leve (…)”.

Esa dolorosa visión de que todo pasa (pasó, más bien) está, por descontado, compuesta y hermoseada en el libro de Lola Tórtola por un lenguaje actual, vivo (no rehúye términos técnicos, del ámbito médico), y por una escritura culta, sin “humos” pedantes, y por una memoria literaria joven, sin duda, pero bien conducida en esta poesía para subrayar la voz personal.

Los dioses destruidos, incluso a pesar de alguna caída de intensidad (cuando el poema intenta dialogar con un “tú” evanescente), es un libro que sorprende por su apuesta por una poesía de conciencia crítica de la cultura y el acierto de actualizar esa temática, infrecuente en la poesía española, con una voz fresca, intensa, hábil en recursos y bien individualizada. El libro está publicado en una colección que ha vuelto a interesar en los últimos años.

 

REVISTA ÁGORA DIGITAL / BIBLIOTHECA GRAMMATICA / MARZO 2023

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