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miércoles, 22 de marzo de 2023

"Victoria menor", de Luis Escavy. Comentario de Fulgencio Martínez. Avance de Ágora n. 18 (Nueva Col.) /Bibliotheca Grammatica/ Estudios de poesía española (Actual) II


 

 

Victoria menor es el segundo libro de poemas de Luis Escavy (Murcia, 1994). Antes el autor publicó el poemario Otra noche en el mundo.

Victoria menor, recién publicado en marzo de 2023 por ediciones Rialp, mereció el primer premio en la 76ª edición del prestigioso Premio de Poesía Adonáis. El jurado destacó en el libro, según se puede leer en la solapa del mismo, “el sentido del ritmo, el respeto a los maestros” y llama al poemario “un cancionero amoroso con timbres trascendentes”. Todas esas notas que destaca en Victoria menor la valoración del jurado del premio, creo que son atinadas. Se evidencian ya en la primera lectura de esta obra. Pero, creo también, como lector de poesía, que el libro se mantiene e incluso gana en una segunda o tercera lectura personal. Es obra de una voz valiente (lo cual no contradice la opinión, también reflejada en la solapa del mismo, de que estamos ante un poeta “amable, intenso, asentado en la mejor tradición lírica que irrumpe a partir del mundo clásico y que tiene en él a un destacado continuador”). Considero que un poema como “Sahena” sólo se puede escribir hoy en día desde una valentía a prueba de gustos estereotipados y dominantes. El poema da voz a lo sagrado al mismo tiempo que es cauce de una experiencia personal sencilla, propia de un hombre, aún joven, que ama como cualquier otro joven de su tiempo. Dice el poema:

 

                    Te conocí en el día que empezaba

                    la Cuaresma. Un miércoles como este

                    Jesús entró desnudo en el desierto

                    igual que entró mi vida por la tuya.

                    Cuarenta días, ochocientas noches,

                    ayuno y abstinencia, amor, dolor,

                    y luz y más vacío. Ayer, domingo,

                    Jesús salió desnudo de la muerte

                    igual que entraste tú en mi dormitorio

                    celebrando que cumples veinticinco.

 

                                       (“Sahena”)

 

Unos diez versos solo, agrupados en una sola estrofa (parecido en esto a  los epigramas latinos) le bastan al poeta para sugerir su mundo poético rico en contrastes. El ansia de amor, frustrada y reavivada constantemente, y la necesidad interior del propio hombre. Esa necesidad que va unida a la forja de una persona en lucha espiritual con sus límites y desgarros, también con la jerarquía disputada entre sus deseos y su necesidad espiritual.

          El libro transmite un “mensaje” amable, lo cual no quiere decir que no haya antítesis, contradicciones en esta voz poética. Los poemas, sin embargo, están escritos al final de la lucha, que implícitamente aparece en ellos, dándoles una segunda lectura que los enriquece. Como en este otro poema, titulado “Lluvia”:

         

           Lo mejor que te puedo dar ahora

no es una de mis noches, ni mi cuerpo,

ni soy yo ni siquiera, ni es quererte.

Lo mejor que ahora puedo darte

es un silencio tranquilo, un paseo muy largo

mientras vamos hablando de tu vida y la mía

y corremos a casa, para huir de este tiempo,

para huir de ese miedo del que estamos cansados.

Amor también se dice lentamente

con palabras pequeñas como lluvia.

 

 Brevemente, quisiera destacar algunos aspectos formales, compositivos. La mayoría de los poemas de Victoria menor son monoestróficos, se presentan en una sola estrofa, tal que un diálogo interno del poeta. Es un inmenso acierto, en un autor aún joven, haber adoptado esta forma de composición, que de paso refuerza la unidad del libro. Como digo, salvo en los poemas más narrativos, que son solo unos cinco, el poeta emplea, con gran acierto, la composición más parecida al epigrama latino, herencia poética clásica que evidencia conocer con maestría este poeta y profesor. También es un acierto escoger la composición poliestrófica para los poemas más narrativos, en los que desarrolla una reflexión a partir de una anécdota (como en “Las costumbres de mi madre”).

Me gustan mucho esos poemas narrativos que, a pesar de permitirse una mayor extensión versal, el poeta ciñe a unas pocas referencias anecdóticas, para dejarnos una ceñida impresión poética más honda. Si los lectores me lo permiten, lean estos versos, y reparen en sus términos, como “oración”, que llaman la atención y se alejan del trivial poema de “la experiencia”; y de nuevo, igual que entre el amor y la necesidad espiritual, adviertan ahora la antítesis entre necesidad de soledad y el amor a la madre, con lo que conlleva indudablemente de necesidad emocional para el poeta; resuelta la contradicción de una manera tranquila, “amable”.

 

Me gusta trabajar cuando estoy solo

sin que nada interrumpa este lugar

que con mis propias sombras he creado.

 

A menudo mi madre me sorprende

con ruidos silenciosos y preguntas

que son como puñales que aceleran

el pulso del que no está prevenido.

 

Acepto que interrumpa mi oración

porque cuando era niño me asustaban

los pasos de la noche,

y solo su alboroto familiar,

el débil tintineo de su voz a lo lejos,

podía liberarme del espanto.

 

La tengo autorizada a sorprenderme.

Me acuerdo de su voz, y la perdono.

 

 

Son, no obstante, mis poemas preferidos en el libro aquellos que, monoestróficos, además de ser un monólogo interior o un diálogo in absentia con otra voz femenina, se ciñen a unos pocos versos, como eran en su origen los epigramas, composición clásica a la que he venido aludiendo. Me interesa destacar esta reactualización que lleva a cabo Luis Escavy. Dos poetas grandes, Francisco Brines y Luis Alberto de Cuenca, han actualizado el epigrama, pero en los aspectos más usuales de esta composición, el humor satírico o el guiño paródico, actualizados por estos poetas con un lenguaje moderno, vivo.

Pero Luis Escavy no reactualiza el epigrama en esos sentidos indicados, sino en otro, quizá más originario del epigrama: el filosófico, el sentencioso, próximo a su primo el aforismo, en prosa. Esa palabra reflexiva la tiñe de reflexión sobre su propia tema: el amor en lucha y abrazo con la necesidad de crecimiento espiritual. Seis o siete breves poemas magistrales podría citar en el libro; destaco dos: el titulado, con cita horaciana en el título: “Animae dimidium meae”, y “Nada raro hay en esta noche”.

Para que veamos esa extraordinaria actualización del epigrama que lleva a cabo Luis Escavy, tendríamos que abundar más en este artículo en cuanto al entronque, clásico, de su poesía con la de Juan Gil-Albert, que de todos los poetas que conozco del s.XX es el que me parece más próximo, por vías y fuentes, a este poeta nuevo, novísimo, en sentido latino, y tan maduro ya.

 

 Fulgencio Martínez

14 de Marzo 2023

 

ÁGORA DIGITAL / BIBLIOTHECA GRAMMATICA /  MARZO 2023

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