ARTÍCULO PUBLICADO EN EL PERIÓDICO LA OPINIÓN DE MURCIA. 23-11-2013
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2013/11/23/rouco/515781.html
MONSEÑOR ROUCO
Monseñor Rouco Valera ha manifestado su preocupación, como
pastor de la grey, por los asuntos políticos de España. Le preocupa estos
asuntos de un modo distinto a ustedes. Él habla no como ciudadano y
contribuyente español, sino como ministro, ciudadano y voz autorizada por el
Vaticano, pues ejerce autoridad –suponemos que también “auctoritas”-
eclesiástica y pastoral en la archi-archidiócesis hispana.
¿Qué asuntos le tienen por un momento ocupado y apartado del
rezo, la oración y el servicio ejemplar a sus apastorados, y lejos del estudio
de la Palabra divina? ¿Qué le tiene al
ministro de Dios engolfado en cuestiones profanas? Estas cuestiones son siempre problemáticas, y
a un filo de ser pecaminosas, sobre todo, si un religoso insiste en su trato, o
aun peor, si uno con celo religioso se
esfuerza en ellas y se obsesiona por
encontrarles una solución, cada siempre pensando –o prejuzgando que la tengan (
que quizá no: pues son humanas, demasiado humanas y relativas), y suponiendo –además- que
la respuesta por él encontrada deba ser válida para todos, una y
dogmática, universal e infalible, ya que
por deformación teológica –¿quién no comprende que toda formación es
deformación profesional a la larga?- está acostumbrado a pensar bajo ese
monoteísmo de la verdad.
Bien, estos temitas sobre los que se ha pronunciado el señor
Rouco Valera son nada menos que la unidad de España, y su peligro de
desarticulación por los separatismos –hoy, el catalán- y el matrimonio Gay (me
gusta ponerlo así con mayúscula, como si fuera una honesta familia, los Gay),
sobre esa ley nefanda, para el monseñor, aprobada por Zapatero. Nada menos que
por un socialista, y además tan de poco fuste.
Promete (ya ha avisado), promete el señor Rouco seguir
dedicándole más horas de reflexión a los asuntos humanos, y para próxima vez,
hablará – y revisará- el aborto, el divorcio… quizá, a ese ritmo, si le coge
una pensada larga, la teoría de la evolución de las especies de Darwin. En fin,
no se pierdan ustedes las interesantes palabras, fruto de sus mejores
elucubraciones, del señor Rouco.
También ha derramado, en este primer capítulo de sus
reflexiones, un recuerdo al Concordato del Estado de España con la Santa Sede,
para reconducirle al Gobierno a las obligaciones morales o de no sé qué otro tipo
con la ideología de la jerarquía católica. Quizá el Gobierno Rajoy haya pensado ya en merecer
la Gloria plena y bienaventuranza por entregarle la reforma de la Educación a
la Iglesia; no eso no basta, para tan alta recompensa. La Ley Wert no basta. No solo hay que
asegurarse que los chicos aprendan religión, la verdadera y única, en las
escuelas públicas, sino que se formen con principios cristianos desde todos los
ambientes y medios: la familia, los
medios de comunicación, las agrupaciones de ocio de barrio, los clubs de
deportes, y por qué, los sindicatos, los partidos, las Universidades, los
Parlamentos, las Unidades de bomberos, los Altos Hornos, las academias, de
tráfico o de mecanografía, los Cuatros Vientos, la Aviación, el Ejército, la
Zarzuela, la Judicatura y el sursum corda.
Incansable el señor Rouco es (o amenaza ser) el brazo
pensante y recatolizador integral en el nuevo tiempo light del Papado de
Francisco.
Su requisitoria al Gobierno del Estado español, que suena
tan puesta en razón, respecto a respetar por este lo acordado –o mejor,
concordado- con Roma, nos trae la duda si en esos acuerdos bilaterales hay
también, por parte de España, una cesión de soberanía nacional –además de
reconocimiento de minoría de edad moral y de falta de autonomía en sus
decisiones legales. Además, ¿a qué se obliga el Estado del Vaticano con España
en dichos concordatos? ¿Le diremos que apliquen los Derechos Humanos a ellos, y
que una mujer pueda ser Papisa, por ejemplo?
Fulgencio Martínez
Profesor de Filosofía
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