NOCHE DE HISPANIA
Identidades imposibles,
números trasracionales,
miniaturas del Universo
en un tenderete de souvenirs:
El toro y el matador,
que son el mismo antebrazo
-abrazados en un pase de pecho-,
la última potencia que tiene el agua
antes de dormirse en un cuenco o en un balde,
entre viejas hojas de periódico,
como un paraguas desencuadernado
que ya ninguno viene a abrir.
Lecciones de cosas a la deriva
en una historia triste, en una tierra
oscura, como España.
Aquí nace sin padre
cada generación.
La memoria es un río metafísico,
intra, no, don Miguel, sobrehistórico
la moral católica y la paz
de los cementerios
impuestas en el número del chasis
de un motor parado desde hace siglos.
No hay recuerdos vivos; aquí, no.
El presente es un anillo en el tronco
de aquel árbol cuyo fruto no dejan comer.
números trasracionales,
miniaturas del Universo
en un tenderete de souvenirs:
El toro y el matador,
que son el mismo antebrazo
-abrazados en un pase de pecho-,
la última potencia que tiene el agua
antes de dormirse en un cuenco o en un balde,
entre viejas hojas de periódico,
como un paraguas desencuadernado
que ya ninguno viene a abrir.
Lecciones de cosas a la deriva
en una historia triste, en una tierra
oscura, como España.
Aquí nace sin padre
cada generación.
La memoria es un río metafísico,
intra, no, don Miguel, sobrehistórico
la moral católica y la paz
de los cementerios
impuestas en el número del chasis
de un motor parado desde hace siglos.
No hay recuerdos vivos; aquí, no.
El presente es un anillo en el tronco
de aquel árbol cuyo fruto no dejan comer.
La corrupción de todo, el pueblo inculto
que derriba al poderoso y lo envidia,
y aprende por atajos las lecciones
cauterizando sus deudas oficiales.
La corrupción de arriba a abajo,
un rey aún más inculto,
el arco de la victoria de la ignorancia
en sus calles y plazas,
en sus periódicos y en su Parlamento.
¡La corrupción sobre todo!, y la paz
comprada al cerrar los ojos en vida.
El besamanos pidiendo gracia no justicia.
Los evasores, los espontáneos, los abogaos.
Las deudas del país que vaciaron unos cuervos
las paga el obrero, y su juventud
lavando en las cocinas de Europa.
Cada día, una flor
manda a la dulce Francia o a Alemania.
Pero hay otros que triunfan aquí
vendiendo cuchillos o matamoscas,
y son un símbolo.
¡Tierra de procesiones!
¡Amor al círculo!
¡Viva el infierno!
¡Movimiento sin fin!
Como el de estúpida noria de feria.
Mejor el infierno conocido
que inventar un paraíso en la tierra
con el trabajo y la energía santa.
Los pasos de ayer forman delante
una ligadura de notas futuras
donde el presente se vuelve frontera
despoblada, salvaje y peligrosa.
Los nuevos pozos donde abrevamos
están envenenados ya, de nuestras rutinas.
Triste es el pueblo que no tiene alma.
O tiene alma de zombi.
Vieja es su melodía y su presente
anciano, corto
su día de carnaval, y tan larga
la sombra del Miércoles de ceniza.
inédito
Cancionero de Acedo. Andrés Acedo
REVISTA ÁGORA NOVIEMBRE 2013
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