Los libros de la Frontera.
El Bardo. Barcelona 2013
LOS SOLES POR LAS NOCHES ESPARCIDOS
El
concepto de “circunstancia” en el ámbito de la escritura poética ha ido
reduciendo su significación hasta, meramente, aludir, y más bien
peyorativamente, a una obra producida o por encargo, o por compromiso, como si el
“obligar” al escritor o al artista a producir una obra, implicase mecánicamente la exención de una
calidad digna en la misma. Resultaría interesante redefinir el concepto de
circunstancia, no sólo para despejar tópicos sino para buscar el comentario
complejo de todo lo que late bajo lo que hemos convenido en llamar,
ampliamente, “circunstancia”: ese rapto, lucidez, herida, confusión luminosa o
trance desde el que se escribe y que, cabalmente, podríamos identificar como la
inspiración. Porque escribir desde la
circunstancia implica una experiencia radical del tiempo - su emprendimiento
radiante, su sublimación -, liberar el discurso a partir del corte específico
en el que uno tiene el cuerpo y la mente embargados por lo que milimétricamente
le acontece. Escribir desde la circunstancia es escribir al dictado de una
irresolubilidad: vivir la continuidad y el accidente que potencia y divide la
continuidad.
Con seguridad, encontraremos pocos libros recientes de poesía en los que el tiempo en que han sido gestados, constituya una singularidad digna de analizarse. Si en apenas dos meses, Montobbio acomete la escritura de más de dos centenares de poemas que vienen a constituirse en el volumen que comentamos, no podemos obviar, sin más, este aspecto que viene a confirmar que lo anecdótico- entendiendo con ello el sumirse emocionalmente en la imprevisibilidad del tiempo, convertir el período en metáfora de lo total -, es parte sustancial de la obra que se hace, o más exactamente: Montobbio hace de lo anecdótico, una continuidad habitable, vinculando esta tendencia a un modo de gestar la materia poética, o, quizá, a una poética: escribir, compulsivamente, mezclar las premuras del yo en la redes de lo inmanente.
Los soles por las noches esparcidos, viene a ser una continuación, en forma y estilo, de un libro anterior escrito de semejante modo, bajo el arrebato de las musas: La poesía es un fondo de agua marina. Dos partes de una misma llama, dos sesiones de un solo trallazo germinador. Si constatamos que el libro anterior, el que precede a La poesía es un fondo.., y que fue el primero del autor, hay que localizarlo veinte años atrás, describiremos la singladura de una escritura que no se produce sino en momentos de saturación, de explosión, tras largos períodos de contención anímica. Una escritura que fluctúa en el tiempo porque es en el fluir del mismo donde halla su encarnación constante, donde se materializan sus vislumbramientos. Todo son adioses repetidos./ Desde ellos/ mi poesía dirige instancias al olvido/ que digo por ver si se apiada de mí mismo./ Y así me borro, así transcurro/ del tiempo perseguido/…. Me extiendo y me repito./ Me pulso. /Soy última frontera de mí mismo.
El límite y el destino iluminador del poema es la temporalidad pura de ese yo en refriega, y es ahí donde la experiencia se afantasma bajo la onda de las repeticiones y de los reflujos verbales y de donde se derivan tanto las virtudes como las “contraindicaciones” de este tipo de escritura de la heterogeneidad íntima.
Leyendo uno tras otro, los poemas de Los Soles…, uno va introduciéndose en una aventura poética en la que las mixturas - la nota prosaica, el vuelo lírico, la anotación diarística convertida en poema, la oración - marchan paralelas, son aspectos de una sola simultaneidad, cómplices de la misma febrilidad. Todos los poemas de Los soles.. se suceden como los eslabones de un solo e inacabado poema, fragmentos autónomos y continuos que precisan de una materialización idéntica.
Y Montobbio lleva a cabo su acción en tiempo récord, como si la palabra poética se dijera siempre al límite, en el momento del fin del mundo, - del fin del poeta y de su mundo-. ¿Revela esta forma desbordada, extrema, de dar acontecimiento a lo poético que sólo cuando el poema está a punto de extinguirse se revela su naturaleza y entonces es cuando la liberación de la energía creadora bautiza su genuinidad?
Podríamos
decir que este libro de Montobbio, como los anteriores publicados, nos vuelve a
plantear la cuestión del dónde y cómo
brota la escritura poética, de la confianza puesta en el subjetivo manar de tal
experiencia, sin olvidar de qué precario equilibrio ha dependido la liberación
de tanto vislumbramiento vertido en el poema, testigo del largo proceso de un
instante.
José María Piñeiro
REVISTA ÁGORA DIGITAL MENSUAL NOVIEMBRE 2013
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