POEMAS VARIOS DE ANDRÉS ACEDO
AMOR DEL CIELO AL SUELO
Converso con el hombre que siempre va
conmigo.
ANTONIO MACHADO
A Soledad
Converso
con el amor imposible
que
siempre va conmigo, y que a veces
necesito
tenerlo en la distancia
para
que en su ausencia lo reconozca.
En mí halla razones la soledad
huraña,
contra el amor y el odio,
y
en mí tiene y dice su queja la otra
soledad descontenta de sí misma.
Se despierta por gracia del amor
el
desconcierto de todas las voces
de
mi alma, resonando en su espesa
materia
de tiempo, y de recuerdos.
A
poner paz en los ecos confusos
de
esa algarabía viene la sombra
del amor callada, tú como
un río
de
estrellas en mi cielo infierno
nocturno.
Tú que no eres una estrella
ni
el sol, me acercas a él poco a poco.
En
ti distingo la noche del día.
Llegando tú, se me muere la duda
(ese ruido de fondo de la vida)
y
nace la fe en el dios que no ha muerto
en
mí, y que me habla y a quien yo le hablo.
Como
la serenidad, me vas tú
apagando
la sed y la mentira
de recurrir a hipérboles y espejos
para
expresar un amor cotidiano.
MUJER
DE ESPALDAS, Y NIÑO DE FRENTE
MUJER
a orilla del mar
con
junio entre sus cabellos,
la
primavera azulada
como
la flor de azafrán,
soñaba
o solo miraba
el
agua gorgotear
ola
en un móvil espejo.
De
espaldas a mí está,
tranquila,
esbelta, de pie.
Mirando
el juego del mar.
DE
pronto, la mujer tose.
Su
vaho en un espejo y
en
otro, y en otro va...
De
repente, llama a un
niño
que, en algún lugar,
muy
lejos, juega perdido
entre
castillos de sal.
-
Ve a la vida. Deja el juego.
Y
el niño que estaba allá,
poco
a poco, se le acerca,
y
puedo verlo llegar.
Era
yo.
La voz de espaldas
me recogía del mar.
SIGO
viéndola, de espaldas,
pero
ya
sé
quién era
la
mujer frente a la mar.
Sin
rostro, su rostro era
cual
masa buena de pan,
que
adquiere forma en las
bocas
que ha de alimentar.
MADRE:
eras la flor azul,
la
primavera que se da
en
sangre de vida, roja,
a
sus hijos sin edad.
Eres
tú aunque no te veo
la
cara, al borde del mar,
la
flor azul que guardaba
tres
estigmas de azafrán.
Madre,
madre, hoy también
mujer
a orilla del mar.
Madre
que siempre nos guardas
en
la vida, y más allá
del
naufragio de la muerte.
Recógenos
de la mar.
BUSCANDO MI PRENDA
(Auto sacramental)
Ya cada cual estará con su Morfeo,
menos mis calzones, pinchados
como dieta de Lutero
en cardenales legajos.
¿Toda mi soldada, oh noches, oh cielos,
he venido gastando
en tan soso anís de aniquilamiento?
Si supiera dónde pintan los sabios,
sinceramente iría a su concejo.
A Salomón iría, el rey de bastos;
si antes no me descaminaran estos.
- Mis dos pies dicen que están cansados
de mí...
Sabría, así, a cuál de ellos
no le importa que me parta un rayo.
.....
- Mis dos pies disputan quién es mi
dueño,
quién me da rubio grano,
quién limpia quién no limpia el gallinero,
quién me lleva por malos pasos,
quién me manda buscar mal agujero.
Pido juicio al ilustre senado
de Salomón, el hebreo.
-Vean mi pleito rey e ilustre senado:
Dos
quieren el pollo entero.
Que soy suyo, su yo, dicen ambos.
En sus disputas están de acuerdo
en llevarme a la mesa de bocado:
En sus filosofías, soy el que pierdo.
Pido consejo sabio
de Salomón, el hebreo.
- Sea dividido el pollo en dos cachos
por igual y repartido entre sus dueños,
que les haga buen caldo
o cocido con pechuga y pescuezo,
muslo y sobremuslo, ala y espinazo.
Sabrás, así, a cuál de ellos
no le importa que te parta un rayo.
- Y seguirían disputando entre ellos
de quién soy suyo, sobre los pedazos,
sospecho de mis pies, rey, y de mis pelos,
de mi hombro y de mi espalda, de mis manos,
de cada átomo de mi cuerpo,
de mi cara y mis orejas (¡buen año
para la sospecha!), y de mi pecho
y de mi voz: de todo cuanto
tiene arte y parte, sobre mí, sospecho.
necesito tenerlo en la distancia
para que en su ausencia lo reconozca.
el desconcierto de todas las voces
de mi alma, resonando en su espesa
materia de tiempo, y de recuerdos.
de esa algarabía viene la sombra
del amor callada, tú como un río
nocturno.
soñaba o solo miraba
De espaldas a mí está,
- Ve a la vida. Deja el juego.
SIGO viéndola, de espaldas,
Eres tú aunque no te veo
Madre, madre, hoy también
Madre que siempre nos guardas
BUSCANDO MI PRENDA
(Auto sacramental)
Ya cada cual estará con su Morfeo,
menos mis calzones, pinchados
como dieta de Lutero
en cardenales legajos.
¿Toda mi soldada, oh noches, oh cielos,
he venido gastando
en tan soso anís de aniquilamiento?
Si supiera dónde pintan los sabios,
sinceramente iría a su concejo.
A Salomón iría, el rey de bastos;
si antes no me descaminaran estos.
- Mis dos pies dicen que están cansados
de mí...
Sabría, así, a cuál de ellos
no le importa que me parta un rayo.
.....
- Mis dos pies disputan quién es mi
dueño,
quién me da rubio grano,
quién limpia quién no limpia el gallinero,
quién me lleva por malos pasos,
quién me manda buscar mal agujero.
Pido juicio al ilustre senado
de Salomón, el hebreo.
-Vean mi pleito rey e ilustre senado:
Dos
quieren el pollo entero.
Que soy suyo, su yo, dicen ambos.
En sus disputas están de acuerdo
en llevarme a la mesa de bocado:
En sus filosofías, soy el que pierdo.
Pido consejo sabio
de Salomón, el hebreo.
- Sea dividido el pollo en dos cachos
por igual y repartido entre sus dueños,
que les haga buen caldo
o cocido con pechuga y pescuezo,
muslo y sobremuslo, ala y espinazo.
Sabrás, así, a cuál de ellos
no le importa que te parta un rayo.
- Y seguirían disputando entre ellos
de quién soy suyo, sobre los pedazos,
sospecho de mis pies, rey, y de mis pelos,
de mi hombro y de mi espalda, de mis manos,
de cada átomo de mi cuerpo,
de mi cara y mis orejas (¡buen año
para la sospecha!), y de mi pecho
y de mi voz: de todo cuanto
tiene arte y parte, sobre mí, sospecho.
De Cancionero y rimas burlescas. Andrés Acedo
REVISTA ÁGORA NOVIEMBRE 2013 LA POETRÍA CANCIONERO DE ACEDO
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