DIARIO
POLÍTICO Y LITERARIO DE FULGENCIO MARTÍNEZ, DONDE SE HABLA DE LO
DIVINO Y DE LO HUMANO/ 51
Cerramos
con este artículo el curso 2012-2013 de este diario. En septiembre
seguiremos comentando...
Publicado en La Opinión de Murcia, sábado 29 de junio 2013.
http://www.laopiniondemurcia.
NOMINACIONES
Ya
se acabó. en el Partido Popular y en el Gobierno, lo de "nos
hace buenos Zapatero".
El otro día, viendo en un telediario, la enésima vez que don
Mariano Rajoy en
sesión parlamentaria usaba ese mantra de argumentario desfasado en
respuesta a la Oposición, se me metió una raspa de risa en el
galillo mientras almorzaba.
La cómica
seriedad a lo Buster Keaton de nuestro Presidente, quien
superó el bachiller con un aprobado raspadillo, consiguió en este
profesor cansado transmitir un regocijo incontenible, más
inconveniente, si cabe, que la náusea cuando está uno a medio de
tragar un bocado. "Salí de casa con la sonrisa puesta",
recordando un estribillo de Tequila.
Por lo
general, los más días es náusea y cabreo lo que suelen provocarme
las discusiones entre Gobierno y Oposición, cuando las miro en la
tele. En casa, ya hemos decidido apagar la tele a la hora de comer, y
oír el Ángelus como antiguamente, ahora grabado con sonido
sonorámico en un hit moderno.
Es curioso
el efecto Gran Hermano que encierra el viejo caserón de la Carrera
de San Jerónimo, sede parlamentaria, como usted saben, de nuestras
Cortes democráticas. Allí, si no en clausura y apartamiento
mundanal, sí durante unas horas transcurren nuestros Diputados,
ajenos a la brasa de la calle, a los oídos y lenguas de la opinión
pública: y allí se embelesan en un diálogo interno, como si nadie
los viera ni oyera, ni hubiese cámaras de televisión que graben.
Levantan el argumento del "tú también, ladrón, lo eres" o del "tú más, Mariano, que te pillo", como si el juego consistiera en obtener puntos en un concurso de retórica: en quién es capaz de acusar de más incompetente o ladino al otro. Creen, en el fondo, como los concursantes de Gran Hermano, que lo que hacen, dicen, callan, se queda de puertas a dentro del Congreso. Piensan, tal vez, que la taquigrafía donde se reflejan las sesiones es solo un mecanismo para registrar con oficialidad el juego, y que, al final de casa sesión, el presidente del Congreso, don Jesús Posada, la revisa y puntúa los méritos obtenidos en la descalificación del contrario. Son tan infantiles los diputados... No extrañe que algunos conserven lagunas y mares que arrastran de su bachillerato elemental. Si levantara la cabeza el padre de nuestro presidente del Congreso (quien fue alcalde franquista, hombre de orden y convencido de la seriedad del servicio a la política), y viera a su hijo hacer el papel de la Milá.
Levantan el argumento del "tú también, ladrón, lo eres" o del "tú más, Mariano, que te pillo", como si el juego consistiera en obtener puntos en un concurso de retórica: en quién es capaz de acusar de más incompetente o ladino al otro. Creen, en el fondo, como los concursantes de Gran Hermano, que lo que hacen, dicen, callan, se queda de puertas a dentro del Congreso. Piensan, tal vez, que la taquigrafía donde se reflejan las sesiones es solo un mecanismo para registrar con oficialidad el juego, y que, al final de casa sesión, el presidente del Congreso, don Jesús Posada, la revisa y puntúa los méritos obtenidos en la descalificación del contrario. Son tan infantiles los diputados... No extrañe que algunos conserven lagunas y mares que arrastran de su bachillerato elemental. Si levantara la cabeza el padre de nuestro presidente del Congreso (quien fue alcalde franquista, hombre de orden y convencido de la seriedad del servicio a la política), y viera a su hijo hacer el papel de la Milá.
Pero, el
acabóse final para los populares lo está escribiendo estos días
Luis Bárcenas, preso como Cervantes en una cárcel
española. Veremos lo que pasa. Estaremos expectantes. Un editor
tendría ahí, en la pluma del cabrón, un éxito de ventas
asegurado: mucha lana que escardar. Se avecinan tiempos de
nominaciones y expulsiones en el PP, pero no estoy tan seguro de que
nosotros los veamos.
Fulgencio
Martínez
Profesor
de Filosofía y escritor cansado
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