Límite
de una "Filosofía española" y el lenguaje filosófico
alemán
a mi querido profesor Francisco Jarauta
"Sospechamos que la palabra nada,
tal como la emplea Machado, no puede nunca dar, ni no dar,
ni
parangonarse con la nada
de Heidegger; pero a favor de la
nada
martiniana".
A. Acedo (en conversación)
Aunque
suene un tanto a herejía, creemos en lo siguiente: la dificultad de
la traducción de Heidegger al español, deriva, en ocasiones, de una
"falta" en el propio idioma de Heidegger de conceptos
filosóficos que puedan traducirse, sin pérdida, al español. Se
trata de una "gedeonada" (como diría Mairena).
1. Por ejemplo, en el
"caso" de la heterogeneidad de la semántica (y la gramática) del término
"nada" en Machado y en Heidegger.
La idea de existencia en general se dice, en español, con la forma
"hay":
impersonal, existencial, formada por la tercera persona del presente
del verbo "haber", "ha",
seguida por el antiguo adverbio "y"
(aquí); originada a partir del latín vulgar "hat" (en
latín clásico: "habet") y el adverbio arcaico "i"
(allí -en latín clásico: "ibi").
A
partir del siglo XIII (véase Paul M. Lloyd: Del
latín al español,
1993, Madrid, ed. Gredos) es corriente ya esa forma, en la que el
adverbio de lugar (el equivalente al "da"
alemán) está aglutinado en la forma verbal.
Desde un análisis semántico-gramatical: La negación "no" y la absoluta negación "nada" (referente a cualquier cosa que especifique lo que habría de ocupar el espacio señalado por el verbo existencial), no eliminan del todo sino más bien presumen un campo de visión y una doble perspectiva: la del que ve y el campo abierto. En la forma española resultante, "hay", campo (o espacio, el "y") se funde con el ver-haber, es decir, gramaticalmente, con el verbo impersonal "ha", forma que, a pesar de ser impersonal, como todo verbo conserva una noción "humana": los verbos indican acciones, y solo puede haber acciones por analogía con lo humano. Hay ser, hay algo, hay nada, no hay nada: en gradación de más a menos se dice respecto a la relación de "mí" o mi cuerpo y un campo; en la última forma, se sobreentiende que el campo se ha estrechado contra mi pecho.
Desde un análisis semántico-gramatical: La negación "no" y la absoluta negación "nada" (referente a cualquier cosa que especifique lo que habría de ocupar el espacio señalado por el verbo existencial), no eliminan del todo sino más bien presumen un campo de visión y una doble perspectiva: la del que ve y el campo abierto. En la forma española resultante, "hay", campo (o espacio, el "y") se funde con el ver-haber, es decir, gramaticalmente, con el verbo impersonal "ha", forma que, a pesar de ser impersonal, como todo verbo conserva una noción "humana": los verbos indican acciones, y solo puede haber acciones por analogía con lo humano. Hay ser, hay algo, hay nada, no hay nada: en gradación de más a menos se dice respecto a la relación de "mí" o mi cuerpo y un campo; en la última forma, se sobreentiende que el campo se ha estrechado contra mi pecho.
En
cambio, la forma en alemán "es gibt" ("hay"), o
negativa:"es gibt nitcht", "no hay", o nichts -
"no hay nada"), construida a partir de "geben"
("dar", "donar") afecta a la semántica de unos
vocablos abstractos como "das Nichtseinde" ("la
nada"), formados a partir del verbo "sein", cuyo
participio de presente es "seind" , "lo que es".
(No pretendemos darnos de expertos en filología germánica. "Hay"
traduce bien, al español, la expresión existencial alemana "es
gibt", impersonal también, aunque con sujeto gramatical neutro
"es").
Resulta
interesante, para la filosofía, constatar que el español posee una forma tan
radical de negación impersonal existencial, que recae toda su fuerza
negativa en el verbo y a la vez afecta a verbo con partícula
adverbial aglutinada y objeto directo, además de impersonalizar
totalmente la oración, sin sujeto alguno gramatical.
En alemán, se mantiene ese sujeto gramatical, aun siendo impersonal
la estructura, y la negación casi siempre necesita apoyarse en un
"kein" que recae sobre el objeto. (En italiano y otros
idiomas la estructura existencial, sin embargo, es de concordancia
entre sujeto y predicado; no de objeto directo y verbo: ci
sono due, c'e
uno; non
c'e nessuno, non
c'e niente).
Mientras
"la nada", en castellano, deriva morfológicamente a partir
de la abstracción de la negación de la existencia en general, que
incluye el espacio en general y de cualquier objeto que lo ocupe; o
sea, gramaticamente a partir de "no hay nada"; "das
Nichtseinde" se origina no a partir de la forma verbal
existencial ("es gibt"), sino de la negación de los entes,
gramaticalmente del verbo
sein (ser)
en proceso ya de
una recategorización sustantivadora: la nada: lo que no es ente, lo
que no es o no está siendo. La sintaxis de su composición con la
forma existencial verbal "es gibt" expresa la noción de
ocultamiento de lo que es. "No hay nada" diría, en alemán,
"se oculta lo existente", "no se da más eso que es".
Cese. Subyace una noción temporal transitiva, el paso de un estado
anterior al presente. En cambio, la nada en castellano es espacial, sin
noción marcada temporal transitiva; indica ausencia de campo cuando
se está mirando el campo.
2. También, Abel
Martín, en sus poemas (como nos dice Mairena) emplea formas arcaicas
de verbos, como "seer", "veer", por "ser",
"ver". "Veer" subsiste en formas actuales como
"proveer, proveedor, "veedor". "Seer" es
forma intermedia en la evolución que hizo del latín vulgar el
romance aglutinando los verbos "esse" y "sedere"
("estar sentado"). "Sedere" se había debilitado
en "estar", más tarde, "ser", por lo que pudo
fusionarse con "esse".
"Estar"
se usó, primero, con el significado de "estar
de pie"
antes de usarse para cualquier modo o posición; en cambio, "seer",
"seyer" > "ser" significó "estar
sentado". (En otras posiciones, "yazer", indicaba
"posición echada, tumbada", "estar tumbado"; y
el antiguo "ficar", que subsiste en portugués, la
indeterminación del modo o posición en que se está en el espacio:
el estar ahí. "Fica" es "Queda ahí" en el
sentido del actual "parar por ahí". "Eso para por
ahí", "la carpeta debe parar en algún sitio".
"Parar" sin sentido de "estar de pie·, sino de "mero
estar"). En el castellano actual ese uso indeterminado del antiguo
"ficar" y del estar ahí indefinido en su modo, lo asume el
"hay". (Para un italiano, es casi imposible entender la
diferencia entre "está" y "hay", pues su
estructura tiende a pensar "estar" subrayando la presencia.
En cambio, el español subraya el verbo, despersonaliza la cosa
presente al no marcar tanto la presencia de la cosa como el "hay":una
acción que ocupa espacio).
Comprobamos cómo, en
castellano, en la forma "hay", el adverbio de lugar
-enclítico o no- desempeña un importante papel semántico. Tendría
el pensamiento en español que conjugar aquellos cuatro o más
sentidos del "ser" (de pie, sentado, echado, ahí en
general), y comprobar si son análogos a los verbos alemanes: "ist",
"stand", "steht"", liegt". Jugando, se
podría decir en español: la nada no es, pero "para" por
ahí.
3. Estas incursiones en la filología histórica (que nos han hecho
bucear en María Moliner, Diccionario
de uso del español,
y en el Diccionario
crítico-etimológico
castellano e hispánico, de Joan Corominas) quizá
no sean ociosas cuando se trata de pensar, en una lengua como el
español, sin exclusivismos, recogiendo el mayor conocimiento de
otras lenguas, pero desterrando la idea de que la filosofía habla
únicamente en alemán.
Es pensando a Machado desde la
estructura lingüística del español cómo podemos seguirlo.
Precisamente, tratándose de un pensador y gran poeta, la lengua da
el tono de su estilo de pensar.
"El tono lo da la lengua,
ni más alto ni más bajo;
sólo acompáñate de ella".
A. Machado. "Proverbios y cantares".
Nuevas canciones (Abril de 1924)
Nuevas canciones (Abril de 1924)
FULGENCIO MARTÍNEZ
REVISTA AGORA DIGITAL JUNIO 2013
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