LA ETERNA INMADUREZ DEL MATRIMONIO
Elizabeth von Arnim, Vera.
Traducció de Dolors Udina,
El cercle de Viena, Barcelona, 2013, 273 págs.
Traducció de Dolors Udina,
El cercle de Viena, Barcelona, 2013, 273 págs.
Publicada anónimamente
en 1921, esta novela de Mary Annette
Beauchamp, conocida en el mundo literario como Elizabeth von Arnim (Kirribilli Point –Australia- 1866, Charleston
–EEUU-, 1941) nos sumerge en la vida de una pareja de desigual sensibilidad,
abocada al fracaso desde los inicios de su relación. Su autora, que, casada con
el conde prusiano Henning August von Arnim y, al enviudar, con John Francis
Russell, había acumulado amargas experiencias matrimoniales, buscó refugio en
la escritura y se inspiró en sus propias vivencias. Ella, que ya en 1898
aireara su escepticismo hacia la institución matrimonial en su exitosa Elizabeth and her German Garden, que vio
veinte reediciones en un año, siguió ficcionando su autobiografía en The Solitary Summer (1899), The Benefactress (1902), Vera (1921), y Love (1925). Las historias que nos narra devienen así el elemento
que le era familiar y propio.
Desde el punto de vista narrativo y temático el libro no es rompedor; en ambos sigue la tradición de la novela burguesa decimonónica al estilo de Madame Bovary (Flaubert, 1856), Effi Briest (Fontane, 1896) o Anna Karenina (Tolstoy, 1873-1877): el ilusionado e ilusorio enamoramiento de una joven e ingenua mujer de un hombre que le dobla la edad, que verá deshecho el encantamiento de su amor tan pronto como su amado y ella, ya casados, se instalan en la casa propiedad de aquél y se ve tratada como un objeto más de su pertenencia.
El persistente éxito de esta temática en 1921, sesenta y cinco años después de la publicación de la de Flaubert, hace sospechar una actualidad que, con pocos retoques de maquillaje, bien pudiera alcanzar hasta nuestros días. Desde luego la novela no resulta hoy desfasada y puede leerse con empático interés, a lo que contribuye la pericia de von Arnim, que sabe trazar con maestría y sutileza de detalles el perfil psicológico de sus personajes.
Ambientada en el otoño de 1920 en Cornualles, la historia descansa sobre cuatro únicos pilares, uno de ellos ausente –Vera-, difunta mujer del personaje masculino Everard Wemyss, que curiosamente da título a la novela. La arquitectura de la narración tiene el mérito de estar precisamente organizada en torno a una protagonista que no existe sino de modo indirecto: Vera, que ha muerto recientemente en circunstancias no del todo claras –ingrediente añadido de suspense-, será el eje en referencia al cual se definen prácticamente todos los demás. Gran mérito de la autora es saber definir a sus personajes a partir de sus propios pensamientos. A diferencia de la novela realista y naturalista del siglo XIX, la voz narradora no desaparece tras el diálogo directo entre los protagonistas sino que los observa con rigurosa atención para poner al descubierto sus mecanismos de engaño y autoengaño hasta revelar al lector los más recónditos repliegues de su alma. Lo que piensa del otro cada uno de ellos no le sirve tanto a la autora para dar a conocer a ese otro como para definirle a él. Así von Arnim consigue soberbios retratos psicológicos sobre todo de Everard Wemyss, de Lucy Entwhistle y hasta de Vera –a la que es capaz de dibujar indirectamente con bastante precisión a partir de sus lecturas y de las invectivas que le dedica su viudo, y en segunda línea de la tía soltera de ésta, la señorita Entwhistle.
Lucy y Everard son fruto de una educación patriarcal condenada al desencuentro. Von Arnim no augura ningún futuro al matrimonio: él, seguro de sí mismo, autoritario, paternalista, egocéntrico, simple e insensible; ella, insegura, entregada al modelo paternalista, sensible, pero soñadora, que ha interiorizado los valores patriarcales, que acaban siempre por ahogar e imponerse sobre el realismo de su intuición.
De Elizabeth von Arnim se han publicado en español Elizabeth y su jardín alemán (Random House, 1998; Lumen, 200), Un abril encantado (Punto de Lectura, 2001; Alfaguara, 1993, 2000 y 2002), Amor (Punto de Lectura, 2002), Vera (Ediciones del Bronce, 2001), Todos los perros de mi vida (Lumen, 2008), El señor Skeffington (Lumen, 2009), Un matrimonio perfecto (Lumen, 2010).
Desde el punto de vista narrativo y temático el libro no es rompedor; en ambos sigue la tradición de la novela burguesa decimonónica al estilo de Madame Bovary (Flaubert, 1856), Effi Briest (Fontane, 1896) o Anna Karenina (Tolstoy, 1873-1877): el ilusionado e ilusorio enamoramiento de una joven e ingenua mujer de un hombre que le dobla la edad, que verá deshecho el encantamiento de su amor tan pronto como su amado y ella, ya casados, se instalan en la casa propiedad de aquél y se ve tratada como un objeto más de su pertenencia.
El persistente éxito de esta temática en 1921, sesenta y cinco años después de la publicación de la de Flaubert, hace sospechar una actualidad que, con pocos retoques de maquillaje, bien pudiera alcanzar hasta nuestros días. Desde luego la novela no resulta hoy desfasada y puede leerse con empático interés, a lo que contribuye la pericia de von Arnim, que sabe trazar con maestría y sutileza de detalles el perfil psicológico de sus personajes.
Ambientada en el otoño de 1920 en Cornualles, la historia descansa sobre cuatro únicos pilares, uno de ellos ausente –Vera-, difunta mujer del personaje masculino Everard Wemyss, que curiosamente da título a la novela. La arquitectura de la narración tiene el mérito de estar precisamente organizada en torno a una protagonista que no existe sino de modo indirecto: Vera, que ha muerto recientemente en circunstancias no del todo claras –ingrediente añadido de suspense-, será el eje en referencia al cual se definen prácticamente todos los demás. Gran mérito de la autora es saber definir a sus personajes a partir de sus propios pensamientos. A diferencia de la novela realista y naturalista del siglo XIX, la voz narradora no desaparece tras el diálogo directo entre los protagonistas sino que los observa con rigurosa atención para poner al descubierto sus mecanismos de engaño y autoengaño hasta revelar al lector los más recónditos repliegues de su alma. Lo que piensa del otro cada uno de ellos no le sirve tanto a la autora para dar a conocer a ese otro como para definirle a él. Así von Arnim consigue soberbios retratos psicológicos sobre todo de Everard Wemyss, de Lucy Entwhistle y hasta de Vera –a la que es capaz de dibujar indirectamente con bastante precisión a partir de sus lecturas y de las invectivas que le dedica su viudo, y en segunda línea de la tía soltera de ésta, la señorita Entwhistle.
Lucy y Everard son fruto de una educación patriarcal condenada al desencuentro. Von Arnim no augura ningún futuro al matrimonio: él, seguro de sí mismo, autoritario, paternalista, egocéntrico, simple e insensible; ella, insegura, entregada al modelo paternalista, sensible, pero soñadora, que ha interiorizado los valores patriarcales, que acaban siempre por ahogar e imponerse sobre el realismo de su intuición.
De Elizabeth von Arnim se han publicado en español Elizabeth y su jardín alemán (Random House, 1998; Lumen, 200), Un abril encantado (Punto de Lectura, 2001; Alfaguara, 1993, 2000 y 2002), Amor (Punto de Lectura, 2002), Vera (Ediciones del Bronce, 2001), Todos los perros de mi vida (Lumen, 2008), El señor Skeffington (Lumen, 2009), Un matrimonio perfecto (Lumen, 2010).
Revista Ágora digital Febrero 2014/ Bibliotheca Grammatica
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