¿MALOS OLORES O MALOS REGIDORES?
Últimamente eso que antes se
llamaba la sociedad civil está volviendo a dar signos de actividad. Hemos visto
cómo los movimientos vecinales en pueblos de Murcia conseguían hacerse oír en
el ámbito de las decisiones políticas. Han conseguido que se les tenga en
cuenta por los responsables del
Municipio de Murcia y por la ministra Ana
Pastor para que el futuro AVE llegue a Murcia soterrado… desde Nonduermas,
una pedanía del municipio de Murcia, a solo dos kilómetros de Alcantarilla. Precisamente
en esta población vienen ocurriendo también fenómenos vecinales,
manifestaciones para que la vía férrea
se soterre o se aleje del centro urbano de la localidad, pero hasta
ahora la petición popular no ha tenido padrinos. Además, como ha informado este
periódico, los vecinos de Alcantarilla
se han manifestado reclamando una solución contra la contaminación
medioambiental que padece el pueblo. Tampoco
en esto parece que vayan a tener mucho éxito. No se ha hecho público ningún
informe serio por parte de la Comunidad de Murcia sobre las causas y posibles
efectos nocivos para la salud que han ocasionado o pueden ocasionar en el futuro las externalidades
negativas de empresas químicas instaladas en el municipio. Se ha dado carpetazo
oficial al asunto con el titular de que se trata de “malos olores”. Sin embargo, la concejala de Medio Ambiente
del Municipio colindante al lugar de los hechos ha pedido a su homóloga de la
Comunidad un informe veraz sobre la repercusión de los incidentes en Alcantarilla
para la salud de los vecinos de Murcia, que deben tener una vida más que los del
municipio principal afectado por los derivados químicos que desahogan sus
externalidades dañinas al entorno.
Las externaiidades negativas son el impacto de
la actividad industrial sobre el medio social y ambiental. La empresa moderna
los tiene en cuenta en sus gastos de producción y compensa económicamente a la
población afectada por los gastos que ésta ha de desembolsar por mantener
limpio su aire, su tierra, sus ríos y por cuidar de la salud y la calidad de
vida del entorno humano perjudicado. Cierto es que ese presupuesto para
compensar externalidades negativas las empresas lo pueden dedicar a hacer una
campaña de información o desinformación que minimice o niegue los posibles
perjuicios que pueden causar al medio ambiente social; también pueden comprar
el silencio informativo o político. Otra
forma de hacer frente a la perjuicios medioambientales es a través del chantaje
a la localidad afectada con la amenaza de perder los puestos laborales. No
podemos siquiera pensar que, en este
caso, en el de las industrias químicas de Alcantarilla, estemos ante empresas salvajes,
anteriores al Tratado del Roma (de los años 70 del siglo pasado) que aconseja el
desarrollo industrial sostenible y respetuoso con el medio humano y físico. Que ni siquiera esas empresas tengan una
estrategia para estos casos, eso sería impensable. Significaría una lacra para
la imagen internacional de la industria española, una rémora en nuestro esfuerzo
de modernización , y , en fin, diría mal
de los responsables políticos que les han otorgado licencia.
En este caso y por generalización
en otros que se puedan plantear, el pueblo tiene derecho a saber si se da uno o
se dan varios de los supuestos anteriores. Si las empresas piensan compensar por las
molestias ocasionadas, si hay falta de celo, de competencia o de negligencia, o
de todo un poco, por parte de los políticos municipales, si su silencio se debe
a intereses propios o a estar protegiendo los de otros; pues no se explica que los responsables
públicos acaten con talante tranquilizador el titular de los “malos olores” que
han de soportar velis nolis los
vecinos del pueblo, como si fuera ello de suyo con la condición de estar
empadronados y pagar impuestos en el Municipio. Debería el señor Alcalde hacer saber a los vecinos si
el Ayuntamiento ha pensado en un nuevo plan de industrialización, diseñado por
asesores visionarios, que prioriza la instalación de empresas pesadas
contaminantes en la localidad, en detrimento de la industria conservera
tradicional, como la empresa HERO, cuya imagen de calidad, nacional e
internacional, puede verse afectada por la difusión de agentes contaminantes,
perdón: de “malos olores”.
Realmente, hay días en que el aire del pueblo se vuelve tan denso y
acre como si fuera la atmósfera de Marte. De lo cual puede dar fe este servidor,
quien al llegar a la Plaza del Mercado próxima a la casa de sus padres,
comprobó la dificultad de respirar y esa especie de momificación ácida que
invade a veces el aire del pueblo. Las personas más sensibles a estos problemas,
los ancianos y los niños, son bienes que la Junta del Ayuntamiento debería proteger a la más mínima
sospecha o alarma. Al alcalde y al concejal de Medioambiente aún se les espera
para que estén al frente de la pancarta contra la contaminación medioambiental.
Si es necesario, han de ir más allá de Nonduermas a manifestarse en nombre de
la calidad de vida de sus vecinos y votantes.
FULGENCIO MARTÍNEZ
PROFESOR DE FILOSOFÍA Y ESCRITOR
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