BORDES DE ARENA
aforismos poéticos de Andrés Acedo. Por Fulgencio Martínez
BORDES DE ARENA I
DE
COSMOLOGIA Y REENCARNACIONES
1.
“Con la
intención, basta”, dijo. Y Dios se apiadó de Sí, en domingo.
2.
El Creador del
Mundo sembró también las pruebas de su inexistencia –para ocultar las de su
inexperiencia.
3.
¿Quién es
experto la primera vez? Ni el Señor.
4.
La primera y
casi decisiva prueba de que no existe Dios se encuentra en la venganza. ¿Para
qué se creó ese sentimiento impráctico sino para exhibir la rabia de que no
existe un dios vengador de nuestros enemigos?
5.
No puede estar
más alejado de mi mente el acto de rezar; y, sin embargo, alguna noche… Mamá dormía
y se relajó la censura de mis esfínteres.
6.
Todos somos
niños ante la muerte. Esta frase debió pensarla Jesús y no viene en el
Evangelio.
……
7.
Algún otro me
pasó de largo. Fui yo quizá el último yo.
8.
Puse un dedo en
el temblor de la hoja, otra punta de mi dedo en la chispa de un fuego que me
desafía. Sobre el aire ascendí, y labré la tierra. Soy agua, amigos míos; nada
más.
9.
Pasado y
presente no tienen lengua. Pasos de futuro hacen ya aquí un rumor de navío que
quiere y no aún llegar a puerto.
10.
Tengo recuerdos que no son de nadie.
Amaneceres en la noche cerrada, crepúsculos a mediodía.
11.
Me dijeron que nací en un tren de deportados.
El hombre siempre va ahí, y su vida es un cambiar de vagón.
12.
No poseas más cosas que tu perro. Ni siquiera
tengas uno. Te creerás más dueño de él, que tuyo.
13.
Para otra vida no estoy preparado, en esta.
14.
Lo que prometen todas las religiones no es
cierto: nadie recuerda nada. Vive, muere, vive, muere, sin aprender de otro
ciclo anterior.
15.
El recuerdo
salió por los ojos. ¿No os habéis consolado
alguna vez al mirar los ojos sin brillo de un muerto? Todo lo que valió
no queda con nosotros, afortunadamente.
16.
Lo que mereció el aliento humano vive
repartido entre los hombres. Me gusta, en el invierno, cuando la jornada es más
corta, encender un buen fuego para añorar junto a él a mis amigos. Y aun tengo
el deseo de saber mañana aliñar unas olivas campesinas para degustarlas en
compañía.
17.
Si pudiera disponer de todo el tiempo de mi
vida, o de solo esa hipótesis, pienso que no haría nada para ser estimado por
los demás. Dedicaría todas mis horas, excepto las necesarias para la vida
física, a cultivar el placer.
18.
¿Hedonista? Sí, como el río que solo se dedica
a fluir, y a la vez deja que se bañen en sus aguas o se miren en su espejo los
paseantes. ¿Quién dijo que el hedonismo del río no es generoso?
19.
El placer de compartir es tan superior a la
mera ansia satisfecha, que ésta casi duda en llamarse placer.
20.
Los hijos son portales más potentes que
Google. Saben de nosotros más y nunca se parecen.
21.
Tierra y caminos
me dan lozanía, en la vejez. “Ser rapsoda”, me confesó, en un puerto de
Sicilia, el viejo filósofo Jenófanes, “no me da, algunos días, de comer, pero
voy de puerta en puerta, de pueblo en pueblo, por prescripción de mi físico”.
22.
Un hombre que se
gobierna a sí mismo. Dadme ese hombre. No disparen.
23.
Algunos días merecemos de nosotros un indulto in extremis. Otros, mentimos aun
dormidos, cuando nos sorprende aquel que aprieta el gatillo de una acusación
implacable. Entonces matamos a la pesadilla traidora, y despertamos a beber un
poco de agua.
24.
Me interesan poco los gritos, los silencios,
algo; nada, el sanedrín.
25.
Lo que aprueban todos está falto de uno. No es
un trabalenguas, es la experiencia. Sin embargo, ojo con los que se constituyen
en la excepción para reemplazar a todos; esos no suelen tener más que traje,
nada dentro. Cuidado con los que carecen de sentido autocrítico y se
autoproclaman excepcionales.
26.
El ideal democrático no está muerto, va
despacio hacia la muerte.
27.
El nuevo ideal aristocrático desfila en las
pasarelas, compra su propia bisutería por oro auténtico.
28.
Si quieres una norma, no te valdrá mi
confusión. La tuya vívela a fondo, y sácale la raíz, y la media; aprende a
restarle todo el reflejo de la falla en que vivimos, y cuando lo consigas,
entonces súbete un punto.
29.
Me dijeron que en el mundo solo importaba yo.
Así se licenció el demonio y ahora estudia para doctor.
30.
Cuando las obras de los demás merecen, las
tuyas brillan. Así suspendí en Primero.
31.
Nunca vuelve el mismo espejo a saludarnos.
32.
Diariamente me hice un sentimiento de soledad,
encajando pieza a pieza, con precisión de relojero, mis días. Volví a mirar
atrás: estaba lleno de multitudes que se parecía tanto a mí.
33.
El orden del mundo actual, sinceramente, no
existe. Es una fábula que ya ha sucedido.
34.
Ninguna de las personas que se llaman hoy
políticos resistiría la prueba del autoexilio que se impuso Arístides, a
exigencias de la honestidad, al escribir su nombre en la ostraca por petición
de un ciudadano iletrado, quien, por otra parte, ignoraba que aquel justo era
Arístides.
35.
Los vaticinios se parecen cada vez más a los
resultados. Dominan hoy los augures, no la libertad de voto.
36.
Cada día mi trabajo se acerca con una careta
más feroz, me comerá, tal vez. Enseña a niños y llegarás a tener miedo.
37.
El futuro de una generación que comienza a
vivir lo deciden en sus banquetes. Esa política les da buenas digestiones.
38.
Hay, sobre todo, un coro sumiso, y un ladrón
que hace el pino en la calle. ¿De qué país hablas? Oigo al coro interrogarme.
39.
De un solo paso humano adelante puedo estar
seguro. No deja que vayamos nunca en el mismo sitio ni hacia atrás el remador,
aunque estemos sentados y quietos sobre su barca en movimiento.
40.
De mis años vividos, los que he olvidado no
cuentan, tampoco los esquinados y los de leche computan. Al fin, no te miento
si crees que soy joven.
41.
Una ilusión vale como un pájaro, lo que no
tiene en el pico lo suelta.
42.
Las imaginaciones vuelven loco a los que no se
conocen los defectos de su cordura, a otros dan una lupa excesiva. Llegar al
justo medio requiere partir de dos y terminar siendo cuatro, en proporción a
uno.
43.
El sentido es difícil. Lo correcto es bajar y
subir, como un camino natural, sin diseño de la razón, cumpliendo con una razón
y otra, extraviándose en busca de la razón y el destino de ese zigzaguear hacia
lo lejano.
BORDES DE ARENA II
DIARIO DE OBSESIONES
44.
Escribir es llenar bordes de arena y no parar
de rellenar a contra viento.
45.
Confesarme en alto mis culpas daría bien en un
sermón al rebaño de los pecadores. Esto me hace sospechar que no haya pecado,
ni expiación.
46.
El pecado me llama a mí, a mí único.
47.
La libertad convoca a la comunidad, traza
lazos vitales entre los hombres.
48.
La hora pasada se deja coger de nuevo, la
oportunidad perdida vuelve a presentarse,
lo que superó su fecha de caducidad se puede comer. A la argucia del
ministro acudamos solo a última hora, o extra límite. Mientras tanto, seamos
sensatos y moderadamente optimistas.
49.
El pecado tiene un tiempo único. Un tiempo
limitado y eterno.
50.
Para quien vive la experiencia del pecado no
hay secretos.
51.
La sabiduría tuvo días más felices. Ahora es
el tiempo de sus cantores.
52.
Milagrosamente viviré un tiempo limitado
–después no creeré más en milagrerías.
53.
Los últimos que se marchan, siempre dejan la
puerta abierta.
54.
Pasaremos por lo alto de puentes, sobre rutas
de hierro, y sobre surcos de aguamarina y cabañas de nubes; para después de
todo, volver a esta huella en la arena.
55.
Escribir, dijo alguien, es llenar bordes de
arena, y se hundió.
56.
Buscaros un refugio contra los lobos. Están
ahí fuera.
57.
Ya no hay casas con paredes maestras. Ven
televisión también los muros.
58.
Quien quiera guardar su intimidad debe saber
abstenerse trescientos sesenta y cinco días.
59.
Por la luna salimos a las cinco. Todos
estuvimos expectantes hasta entonces, y
después nos fuimos a dormir.
60.
Los inventores de nuestra compañía, a veces
nos deberían dejar solos, por probar si así sabemos volver sin sus receptores.
61.
Meten hipotecas difusas al pensar, propagan el
refinamiento y lo achatan todo.
62.
Sobremesa con amigos: me voy a la labranza,
adiós.
63.
Última hora: nos sobró una noticia.
64.
Permanece de pie, aunque el cuello no dé para
mucho más.
65.
Aquel maestro que enseñaba Filosofía dijo que
quería tener alumnos de Valentía.
66.
Con el mismo billete puedes ser hombre, o
bestia.
67.
Los que se marchan últimos, olvidaron un
elemental principio de urbanidad.
68.
No seáis siempre niños, queridos niños, para
que otros también puedan serlo. Alguien tiene que pagar la luz y el recibo del
lechero. Cuando os toque a vosotros, asumid vuestra responsabilidad sin mala
leche ni ceguera de egoísmo. Ahora, a jugar.
69.
De aquel penal de los días felices, salí
pronto con la condicional. Justa es la misericordia y el castigo también
debería ser justo.
70.
Bondades mías os contarán, que yo desconozco.
Para mi propio valor siempre gasté en testigos.
Ahora que ignoro menos de mí, ya os no llegan noticias.
71.
La sinceridad bien merece la amistad de los
buenos, solo.
72.
Por saber la calle donde vives, recorreré lagos y montañas, tomaré buques y carruajes, alquilaré una lancha de tres
motores, bajaré al fondo del río y subiré al peñasco más grande, pero, después
de todo, te olvidaré. Vi en tu mano escritas tus señas.
73.
Extender el tiempo entre dos, tal vez sea el
amor.
74.
Un poco más despacio, un poco más rápido. Así
convenimos.
75.
Casi todos nuestros disgustos terminan a la
cinco. A la cinco nos vemos en la luna. Expectación, radiaciones de hormigas.
Luego, dormimos una siesta bien.
76.
Para no tener que pelearnos, no tenemos que
cenar de prisa, por una vez hemos prometido masticar y después lo que venga. Ya
saldremos de tanta pereza a flote, ya volverán las oscuras discusiones.
77.
No te preocupes en exceso, bajaré a robar un
piano y lo aporrearé con mi cabeza, así te compensaré.
78.
O bajaré y un robaré un pájaro, de la tienda
de enfrente, y de un mismo viaje llamaré a las campanas para que pongan sonido
sonorámico a tu ausencia.
79.
O continuaré por ti el crucigrama, cuando te
has ido ya a dormir, y bajaré a saltos de alegría la bolsa de basura al
contenedor verde.
80.
O pisaré una raíz amarga y véme ya convertido
en sapo, que volverá a ser príncipe, un día…
81.
Los decires del amor tierno y cruel son azares
tiranos que a veces, sin embargo, se cumplen.
82.
Las seducciones que trazan las palabras cuando
se nublan y acumulan en un gesto inocente, el sonido de los cuervos al yacer
sobre las cuervas, las hojas peregrinas de un calendario a otro, de un año a
otro, el vómito de un ángel sobre la ojiva de un reactor nuclear, el mercurio
de los termómetros peinando los cabellos de una haitiana, el acero descargado en
un muelle del Atlántico norte, los cinco segundos menos que batieron el récord,
las altas pastillas para dormir, los discursos en el parlamento, las hormonas
homónimas de las gemelas recién alumbradas, los lamentos del piso deshabitado,
del segundo derecha, las misas, los impuestos, las detonaciones, los
desahucios… Así no se puede amar.
83.
Los que tuvieron alguna ventaja, presentaron
una protesta al final de la carrera.
84.
Siempre has de esperar vencer a tu ritmo, no
deber nada a un soplo de aire.
85.
Por mis medios fui donde yo nunca había
pensado llegar. No sabía que mi piedra era una honda.
86.
Caminé cinco pasos, luego me senté en una
piedra. Cuando llegaron los ladrones, les cedí mi asiento.
87.
Ya no tengo males ni bienes, tengo todos los
días de la semana.
88.
Merecí mucho más, conseguí esto, me felicitaré
cuando no vengas, fracaso.
89.
No quiero ponerte nombre, ni cita; mejor,
rodar otro plano con el mar en fondo.
90.
Escribir y otra vez llenar bordes de arena, y
una vez más, sobreponerse a no lograr expresar el peso de un sueño.
BORDES DE ARENA III
Álbum
de niebla
A
mi hija Beatriz, que nació bajo la Musa pirenaica
91.
Como los viejos molinos, ya no se usan para
prensar la cosecha; son, ahora, paradores donde van a relajarse los relámpagos.
Como los viejos molinos ahora llenos de turistas, los pararrayos.
92.
En la montaña había cebras, jabalíes y dioses,
todo era territorio de la señora Pirene, de la inmortal Señora, como le oí
llamarla a una anciana del valle de Aínsa.
93.
La distancia de un tranco a otro, de un paso
en niebla hasta aquí, no se mide con medidas convencionales de superficie.
94.
Mis desvelos tienen ojos de búho. Mi
despertar, de la vigilia, mi descenso al sueño anuda el volante de la araña, se
enrosca bajo una manta de líquenes.
95.
Vi a una anciana con un haz de leña, subiendo
el monte. Era, de pronto, el siglo XII.
96.
En una cueva de Aínsa llovió, una noche. La
lluvia subía del suelo, como una llamarada de gas. Adiviné la salida y aun sigo
ahí.
97.
Todas las trompas sonaron, el fallecido mosén
que conjuraba tormentas desde el campanario de la iglesia, las uvas que ya se
comieron, todo eso, sobre el mantel, ahora; no falta nada, van a dar un nuevo
año.
98.
Una biografía es siempre una lombriz que
parasita en nuestro cuerpo.
99.
Escribir, insiste alguien, es llenar bordes de
arena, y venderlos al Sáhara.
100.
Escribir no
tiene casi nunca razón, nunca tiene razón, nunca tiene, nunca.
101.
Podría bajar a
comprar agua pero mejor robar vino, de la bodega de enfrente. Tranquilícese,
beba un poco de agua, para variar.
102.
Ni esa ebriedad
era real, fue cosa del espíritu. Fue un
espíritu y tiene cuerpo de espíritu.
103.
Los que bajaron
con los carros de mazorcas, los que nadaban en la alberca entre peces retacos y
anguilas de aguas limpias, y los que los vieron, alimentan el horno.
104.
Los ojos de los
montañeses, el trajín en el verano hasta llegar a la cuerda tendida en la
corriente del río, los bañistas, la nieve que vi por vez primera, el acordeón
de los ríos Ara y Cinca a vista de mi ventana, alimentan el recuerdo.
105.
Las nodrizas que
llevaban sacos de azúcar en sus haldas para sus propias crías, a cambio del
recado de leche que con ellas manaba para los hijos del señor, las increíbles
cebras junto a los riachuelos blancos adonde solía abrevar también el jabalí
con sus jabatillos mediopeludos, las nereidas y las otras ramas familiares de
la Señora inmortal, alimentan la imaginación.
106.
Memoria,
imaginación y ausencia son otras tantas sendas perdidas.
107.
¿Por qué la naturaleza
da también naranjas y limones bordes? Te preguntaste. Están ahí – tal vez de
adorno o contratiempo a la sed- pero no vienen con nosotros, como el fruto
logrado.
108.
Los cangilones
de la noria son un cajón abierto al cielo. Suben y bajan agua.
109.
Las palabras a
veces suben vacías, otras con agua. La palabra todos la usan. Cuando llegue mi
ador, cuando toque mi turno, con qué regaré.
110.
No te importe
repetir la búsqueda de otros: a la cosecha comunal estás siempre invitado.
111.
Aquello que
alguien encontró me pertenece como moneda corriente, que he de gastar para que
no disminuya.
112.
Las lecturas de
los maestros –Heráclito, Heidegger, Nietzsche, Mairena- no siempre se olvidan
al soltarlas, no todos sus pasos en lo alto se pierden al soltar el lastre de
su mochila en el descenso.
113.
Subí lo más
lejos que pude, llevando sus lecciones por camaradas. Cuando comenzó a nevar
fuerte, los dejé en
un refugio. Ahora los tengo a ellos sobre mí.
BORDES
DE ARENA IV
ALUMNOS
DE VALENTÍA
Primera clase
114.
Ya sabéis que yo os enseño
Filosofía, pero quiero sobre todo que seáis alumnos de valentía.
115.
Platón ponía esta virtud antes que la Sofía o sabiduría. Así que no os
consideréis nunca demasiado viejos ni demasiado jóvenes para ser valientes, y,
antes que otra cosa, valientes ante el tribunal de vosotros mismos.
116.
Sabéis también la lección de
Sócrates, en sus últimos días. Aceptó la condena a muerte. Aún hay disputas
sobre por qué: si era resignación, o una broma que se gastaba a sí mismo el
anciano ironista… Bien. Comprended, si alguna vez os dicen que se puede llegar
a ser filósofo en un curso de quince lecciones, la dura y continuada prueba en
la materia de valentía, que hay que se cursar antes de ser filósofo.
117.
Y aun el mayor sabio de los
hombres tuvo que afrontar una última y decisiva asignatura pendiente; la que
nos espera a todos… lo más tarde posible pido, para vosotros y para mí, que aún
somos bisoños alumnos.
Los que se
sientan al final
118.
Los que se sientan al final
de la clase tienen todos los reparos y resabios que necesita un aprendiz de
filósofo. Mañana, traed un resumen de las sospechas que encierra a priori su punto de perspectiva.
119.
Menón recordaba todo. Menos
unas cuantas mentirijillas…
120.
No seáis de broma
escépticos. Convenid que los toros son peligrosos. No es preciso probar lo mortífero de los
cuernos cuando se los ha visto de cerca.
121.
Te dirán los de allá lejos
que no te oyen, si hablas solo para ti. Pero, al final, los que desean
comprender inventan.
122.
Nueve de cada diez de las
verdades en las que creemos, no tienen suerte. La única, descreída, sale
verdadera.
123.
En mi casa no hay libros.
¿Cómo? Me los comí.
124.
Cuando era estudiante, vendí
un ejemplar de El ser y la Nada a un
buhonero, para pagarme el billete de tren al hogar de mis padres, por
vacaciones.
125.
A los últimos quizá yo nada les enseñe,
no habrá sorpresas ni revelación. Y sin espíritu de recibir, nada se queda.
126.
La sospecha vale sobre la
prueba. Eso pensó Carnéades.
127.
Para caminar, van bien estas botas. ¿No están lustradas? Oh, lo
siento, querido sofista.
128.
Mientras sigue lloviendo me
dais la razón. Cómo os gusta jugar a tenerme de patio.
129.
No llueve naderías, y sin
embargo, no ponemos estilo, gastamos de tópico, llamamos acento a un golpe de
tos.
130.
Leer, igual que pensar,
requiere digerir.
131.
No leáis a torbellinos, a
centellas, ni con el ojillo de la paloma. Abrid los ojos y comed despacio.
132.
¿Qué os enseño yo? A
masticar. Sed cuidadosos.
133.
Mentirijillas que eran unas
pocas monedas en la hucha. Valían más, cuando éramos niños, las cosas.
134.
Torpes dicen a los últimos
que llegan. No tienen éstos buenos periodistas de campo.
135.
Más que a un loco anónimo,
teme a un pirado que esté al timón.
136.
Desconfía de los que quieren
mandar a todos. Suelen ser autocandidatos a enriquecerse ellos.
137.
Mienten porque, de lo
contrario, despertarían. También la naturaleza lo ha creado, como fantasmas.
138.
Pasión por la política y por
los macarrones con tomate. Ríe, niño, que te traigo la luna… dijo el poeta.
139.
A bandadas ocupan los
ascensores.
140.
Son comensales y príncipes
de las mareas.
141.
Senadores, comprados;
comerciantes, que cambian por moneda falsa la buena.
142.
Llorar como Boabdil el
Chico. Porque lo merece tal o cual pérdida.
143.
Me puse zancos. Llegué a
cometer actos muy humildes.
144.
No conviene, amigos, rebajaros
tanto. Pegad, de vez en cuando, un corte de luz, y reír de vosotros, incluso de
vuestra humildad.
145.
Llegan días venenosos en los
que los sabios no van a su papel.
146.
Los recitadores, los
actores, el público, todos llegaron puntuales. Comience el espectáculo.
147.
Mientras los escuchaba, me
curé de un sabañón con la risa.
148.
Este Sócrates hortelano.
149.
Cambio la escritura por la
agricultura.
150.
La razón no vive escrita ni
bajo ningún sello. Por eso, es tan difícil encontrarla.
Cancionero y rimas burlescas (próxima publicación, Renacimiento, Sevilla)
Revista Ágora digital febrero 2013/La poetría
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