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miércoles, 12 de febrero de 2014

Bordes de arena. Aforismos poéticos de Andrés Acedo. Por Fulgencio Martínez/ Cancionero y rimas burlescas/ Revista Ágora/La poetría








BORDES DE ARENA 
 aforismos poéticos de Andrés Acedo. Por Fulgencio Martínez

                            BORDES DE ARENA I
                   DE COSMOLOGIA Y REENCARNACIONES

1.     “Con la intención, basta”, dijo. Y Dios se apiadó de Sí, en domingo.

2.     El Creador del Mundo sembró también las pruebas de su inexistencia –para ocultar las de su inexperiencia.

3.     ¿Quién es experto la primera vez? Ni el Señor.

4.     La primera y casi decisiva prueba de que no existe Dios se encuentra en la venganza. ¿Para qué se creó ese sentimiento impráctico sino para exhibir la rabia de que no existe un dios vengador de nuestros enemigos?

5.     No puede estar más alejado de mi mente el acto de rezar; y, sin embargo, alguna noche… Mamá dormía y se relajó la censura de mis esfínteres.

6.     Todos somos niños ante la muerte. Esta frase debió pensarla Jesús y no viene en el Evangelio.

                                     ……

7.     Algún otro me pasó de largo. Fui yo quizá el último yo.



8.     Puse un dedo en el temblor de la hoja, otra punta de mi dedo en la chispa de un fuego que me desafía. Sobre el aire ascendí, y labré la tierra. Soy agua, amigos míos; nada más.

9.     Pasado y presente no tienen lengua. Pasos de futuro hacen ya aquí un rumor de navío que quiere y no aún llegar a puerto.

10.                        Tengo recuerdos que no son de nadie. Amaneceres en la noche cerrada, crepúsculos a mediodía.

11.                        Me dijeron que nací en un tren de deportados. El hombre siempre va ahí, y su vida es un cambiar de vagón.

12.                         No poseas más cosas que tu perro. Ni siquiera tengas uno. Te creerás más dueño de él, que tuyo.

13.                        Para otra vida no estoy preparado, en esta.

14.                        Lo que prometen todas las religiones no es cierto: nadie recuerda nada. Vive, muere, vive, muere, sin aprender de otro ciclo anterior.

15.                       El recuerdo salió por los ojos. ¿No os habéis consolado  alguna vez al mirar los ojos sin brillo de un muerto? Todo lo que valió no queda con nosotros, afortunadamente.

16.                        Lo que mereció el aliento humano vive repartido entre los hombres. Me gusta, en el invierno, cuando la jornada es más corta, encender un buen fuego para añorar junto a él a mis amigos. Y aun tengo el deseo de saber mañana aliñar unas olivas campesinas para degustarlas en compañía.

17.                        Si pudiera disponer de todo el tiempo de mi vida, o de solo esa hipótesis, pienso que no haría nada para ser estimado por los demás. Dedicaría todas mis horas, excepto las necesarias para la vida física, a cultivar el placer.

18.                        ¿Hedonista? Sí, como el río que solo se dedica a fluir, y a la vez deja que se bañen en sus aguas o se miren en su espejo los paseantes. ¿Quién dijo que el hedonismo del río no es generoso?

19.                        El placer de compartir es tan superior a la mera ansia satisfecha, que ésta casi duda en llamarse placer.

20.                        Los hijos son portales más potentes que Google. Saben de nosotros más y nunca se parecen.

21.                       Tierra y caminos me dan lozanía, en la vejez. “Ser rapsoda”, me confesó, en un puerto de Sicilia, el viejo filósofo Jenófanes, “no me da, algunos días, de comer, pero voy de puerta en puerta, de pueblo en pueblo, por prescripción de mi físico”.

22.                       Un hombre que se gobierna a sí mismo. Dadme ese hombre. No disparen.

23.                        Algunos días merecemos de nosotros un indulto in extremis. Otros, mentimos aun dormidos, cuando nos sorprende aquel que aprieta el gatillo de una acusación implacable. Entonces matamos a la pesadilla traidora, y despertamos a beber un poco de agua.

24.                        Me interesan poco los gritos, los silencios, algo; nada, el sanedrín.

25.                        Lo que aprueban todos está falto de uno. No es un trabalenguas, es la experiencia. Sin embargo, ojo con los que se constituyen en la excepción para reemplazar a todos; esos no suelen tener más que traje, nada dentro. Cuidado con los que carecen de sentido autocrítico y se autoproclaman excepcionales.

26.                        El ideal democrático no está muerto, va despacio hacia la muerte.

27.                        El nuevo ideal aristocrático desfila en las pasarelas, compra su propia bisutería por oro auténtico.

28.                        Si quieres una norma, no te valdrá mi confusión. La tuya vívela a fondo, y sácale la raíz, y la media; aprende a restarle todo el reflejo de la falla en que vivimos, y cuando lo consigas, entonces súbete un punto.

29.                        Me dijeron que en el mundo solo importaba yo. Así se licenció el demonio y ahora estudia para doctor.

30.                        Cuando las obras de los demás merecen, las tuyas brillan. Así suspendí en Primero.

31.                        Nunca vuelve el mismo espejo a saludarnos.

32.                        Diariamente me hice un sentimiento de soledad, encajando pieza a pieza, con precisión de relojero, mis días. Volví a mirar atrás: estaba lleno de multitudes que se parecía tanto a mí.

33.                        El orden del mundo actual, sinceramente, no existe. Es una fábula que ya ha sucedido.

34.                        Ninguna de las personas que se llaman hoy políticos resistiría la prueba del autoexilio que se impuso Arístides, a exigencias de la honestidad, al escribir su nombre en la ostraca por petición de un ciudadano iletrado, quien, por otra parte, ignoraba que aquel justo era Arístides.

35.                        Los vaticinios se parecen cada vez más a los resultados. Dominan hoy los augures, no la libertad de voto.

36.                        Cada día mi trabajo se acerca con una careta más feroz, me comerá, tal vez. Enseña a niños y llegarás a tener miedo.

37.                        El futuro de una generación que comienza a vivir lo deciden en sus banquetes. Esa política les da buenas digestiones.

38.                        Hay, sobre todo, un coro sumiso, y un ladrón que hace el pino en la calle. ¿De qué país hablas? Oigo al coro interrogarme.

39.                        De un solo paso humano adelante puedo estar seguro. No deja que vayamos nunca en el mismo sitio ni hacia atrás el remador, aunque estemos sentados y quietos sobre su barca en movimiento.

40.                        De mis años vividos, los que he olvidado no cuentan, tampoco los esquinados y los de leche computan. Al fin, no te miento si crees que soy joven.

41.                        Una ilusión vale como un pájaro, lo que no tiene en el pico lo suelta.

42.                        Las imaginaciones vuelven loco a los que no se conocen los defectos de su cordura, a otros dan una lupa excesiva. Llegar al justo medio requiere partir de dos y terminar siendo cuatro, en proporción a uno.

43.                        El sentido es difícil. Lo correcto es bajar y subir, como un camino natural, sin diseño de la razón, cumpliendo con una razón y otra, extraviándose en busca de la razón y el destino de ese zigzaguear hacia lo lejano.
                               



                            BORDES DE ARENA II
                                 DIARIO DE OBSESIONES

44.                        Escribir es llenar bordes de arena y no parar de rellenar a contra viento.

45.                        Confesarme en alto mis culpas daría bien en un sermón al rebaño de los pecadores. Esto me hace sospechar que no haya pecado, ni expiación.

46.                        El pecado me llama a mí, a mí único.

47.                        La libertad convoca a la comunidad, traza lazos vitales entre los hombres.

48.                        La hora pasada se deja coger de nuevo, la oportunidad perdida vuelve a presentarse,  lo que superó su fecha de caducidad se puede comer. A la argucia del ministro acudamos solo a última hora, o extra límite. Mientras tanto, seamos sensatos y moderadamente optimistas.

49.                        El pecado tiene un tiempo único. Un tiempo limitado y eterno.

50.                        Para quien vive la experiencia del pecado no hay secretos.

51.                        La sabiduría tuvo días más felices. Ahora es el tiempo de sus cantores.

52.                        Milagrosamente viviré un tiempo limitado –después no creeré más en milagrerías.

53.                        Los últimos que se marchan, siempre dejan la puerta abierta.

54.                        Pasaremos por lo alto de puentes, sobre rutas de hierro, y sobre surcos de aguamarina y cabañas de nubes; para después de todo, volver a esta huella en la arena.

55.                        Escribir, dijo alguien, es llenar bordes de arena, y se hundió.

56.                        Buscaros un refugio contra los lobos. Están ahí fuera.

57.                        Ya no hay casas con paredes maestras. Ven televisión también los muros.

58.                        Quien quiera guardar su intimidad debe saber abstenerse trescientos sesenta y cinco días.

59.                        Por la luna salimos a las cinco. Todos estuvimos expectantes hasta entonces,  y después nos fuimos a dormir.

60.                        Los inventores de nuestra compañía, a veces nos deberían dejar solos, por probar si así sabemos volver sin sus receptores.

61.                        Meten hipotecas difusas al pensar, propagan el refinamiento y lo achatan todo.

62.                        Sobremesa con amigos: me voy a la labranza, adiós.

63.                        Última hora: nos sobró una noticia.

64.                        Permanece de pie, aunque el cuello no dé para mucho más.

65.                        Aquel maestro que enseñaba Filosofía dijo que quería tener alumnos de Valentía.

66.                        Con el mismo billete puedes ser hombre, o bestia.

67.                        Los que se marchan últimos, olvidaron un elemental principio de urbanidad.

68.                        No seáis siempre niños, queridos niños, para que otros también puedan serlo. Alguien tiene que pagar la luz y el recibo del lechero. Cuando os toque a vosotros, asumid vuestra responsabilidad sin mala leche ni ceguera de egoísmo. Ahora, a jugar.

69.                        De aquel penal de los días felices, salí pronto con la condicional. Justa es la misericordia y el castigo también debería ser justo.

70.                        Bondades mías os contarán, que yo desconozco. Para mi propio valor siempre gasté en testigos.  Ahora que ignoro menos de mí, ya os no llegan noticias.

71.                        La sinceridad bien merece la amistad de los buenos, solo.

72.                        Por saber la calle donde vives, recorreré lagos y montañas, tomaré buques y carruajes, alquilaré una lancha de tres motores, bajaré al fondo del río y subiré al peñasco más grande, pero, después de todo, te olvidaré. Vi en tu mano escritas tus señas.

73.                        Extender el tiempo entre dos, tal vez sea el amor.

74.                        Un poco más despacio, un poco más rápido. Así convenimos.

75.                        Casi todos nuestros disgustos terminan a la cinco. A la cinco nos vemos en la luna. Expectación, radiaciones de hormigas. Luego, dormimos una siesta bien.

76.                        Para no tener que pelearnos, no tenemos que cenar de prisa, por una vez hemos prometido masticar y después lo que venga. Ya saldremos de tanta pereza a flote, ya volverán las oscuras discusiones.

77.                        No te preocupes en exceso, bajaré a robar un piano y lo aporrearé con mi cabeza, así te compensaré.

78.                        O bajaré y un robaré un pájaro, de la tienda de enfrente, y de un mismo viaje llamaré a las campanas para que pongan sonido sonorámico a tu ausencia.

79.                        O continuaré por ti el crucigrama, cuando te has ido ya a dormir, y bajaré a saltos de alegría la bolsa de basura al contenedor verde.

80.                        O pisaré una raíz amarga y véme ya convertido en sapo, que volverá a ser príncipe, un día…

81.                        Los decires del amor tierno y cruel son azares tiranos que a veces, sin embargo, se cumplen.

82.                        Las seducciones que trazan las palabras cuando se nublan y acumulan en un gesto inocente, el sonido de los cuervos al yacer sobre las cuervas, las hojas peregrinas de un calendario a otro, de un año a otro, el vómito de un ángel sobre la ojiva de un reactor nuclear, el mercurio de los termómetros peinando los cabellos de una haitiana, el acero descargado en un muelle del Atlántico norte, los cinco segundos menos que batieron el récord, las altas pastillas para dormir, los discursos en el parlamento, las hormonas homónimas de las gemelas recién alumbradas, los lamentos del piso deshabitado, del segundo derecha, las misas, los impuestos, las detonaciones, los desahucios… Así no se puede amar.

83.                        Los que tuvieron alguna ventaja, presentaron una protesta al final de la carrera.

84.                        Siempre has de esperar vencer a tu ritmo, no deber nada a un soplo de aire.

85.                        Por mis medios fui donde yo nunca había pensado llegar. No sabía que mi piedra era una honda.

86.                        Caminé cinco pasos, luego me senté en una piedra. Cuando llegaron los ladrones, les cedí mi asiento.

87.                        Ya no tengo males ni bienes, tengo todos los días de la semana.

88.                        Merecí mucho más, conseguí esto, me felicitaré cuando no vengas, fracaso.

89.                        No quiero ponerte nombre, ni cita; mejor, rodar otro plano con el mar en fondo.

90.                        Escribir y otra vez llenar bordes de arena, y una vez más, sobreponerse a no lograr expresar el peso de un sueño.



                                   BORDES DE ARENA III
                                      Álbum de niebla
                                               
                                         A mi hija Beatriz, que nació bajo la Musa pirenaica

91.                        Como los viejos molinos, ya no se usan para prensar la cosecha; son, ahora, paradores donde van a relajarse los relámpagos. Como los viejos molinos ahora llenos de turistas, los pararrayos.

92.                        En la montaña había cebras, jabalíes y dioses, todo era territorio de la señora Pirene, de la inmortal Señora, como le oí llamarla a una anciana del valle de Aínsa.

93.                        La distancia de un tranco a otro, de un paso en niebla hasta aquí, no se mide con medidas convencionales de superficie.

94.                        Mis desvelos tienen ojos de búho. Mi despertar, de la vigilia, mi descenso al sueño anuda el volante de la araña, se enrosca bajo una manta de líquenes.

95.                        Vi a una anciana con un haz de leña, subiendo el monte. Era, de pronto, el siglo XII.

96.                        En una cueva de Aínsa llovió, una noche. La lluvia subía del suelo, como una llamarada de gas. Adiviné la salida y aun sigo ahí.

97.                        Todas las trompas sonaron, el fallecido mosén que conjuraba tormentas desde el campanario de la iglesia, las uvas que ya se comieron, todo eso, sobre el mantel, ahora; no falta nada, van a dar un nuevo año.

98.                        Una biografía es siempre una lombriz que parasita en nuestro cuerpo.

99.                        Escribir, insiste alguien, es llenar bordes de arena, y venderlos al Sáhara.

100.                  Escribir no tiene casi nunca razón, nunca tiene razón, nunca tiene, nunca.

101.                  Podría bajar a comprar agua pero mejor robar vino, de la bodega de enfrente. Tranquilícese, beba un poco de agua, para variar.

102.                  Ni esa ebriedad era real, fue cosa del espíritu.  Fue un espíritu y tiene cuerpo de espíritu.

103.                  Los que bajaron con los carros de mazorcas, los que nadaban en la alberca entre peces retacos y anguilas de aguas limpias, y los que los vieron,  alimentan el horno.

104.                  Los ojos de los montañeses, el trajín en el verano hasta llegar a la cuerda tendida en la corriente del río, los bañistas, la nieve que vi por vez primera, el acordeón de los ríos Ara y Cinca a vista de mi ventana, alimentan el recuerdo.

105.                  Las nodrizas que llevaban sacos de azúcar en sus haldas para sus propias crías, a cambio del recado de leche que con ellas manaba para los hijos del señor, las increíbles cebras junto a los riachuelos blancos adonde solía abrevar también el jabalí con sus jabatillos mediopeludos, las nereidas y las otras ramas familiares de la Señora inmortal, alimentan la imaginación.

106.                  Memoria, imaginación y ausencia son otras tantas sendas perdidas.

107.                  ¿Por qué la naturaleza da también naranjas y limones bordes? Te preguntaste. Están ahí – tal vez de adorno o contratiempo a la sed- pero no vienen con nosotros, como el fruto logrado.

108.                  Los cangilones de la noria son un cajón abierto al cielo. Suben y bajan agua.

109.                  Las palabras a veces suben vacías, otras con agua. La palabra todos la usan. Cuando llegue mi ador, cuando toque mi turno, con qué regaré.

110.                  No te importe repetir la búsqueda de otros: a la cosecha comunal estás siempre invitado.

111.                  Aquello que alguien encontró me pertenece como moneda corriente, que he de gastar para que no disminuya.

112.                  Las lecturas de los maestros –Heráclito, Heidegger, Nietzsche, Mairena- no siempre se olvidan al soltarlas, no todos sus pasos en lo alto se pierden al soltar el lastre de su mochila en el descenso.

113.                  Subí lo más lejos que pude, llevando sus lecciones por camaradas. Cuando comenzó a nevar fuerte, los dejé  en un refugio. Ahora los tengo a ellos sobre mí.


        



                            BORDES DE ARENA IV
                            ALUMNOS DE VALENTÍA

                                   Primera clase

114.                  Ya sabéis que yo os enseño Filosofía, pero quiero sobre todo que seáis alumnos de valentía.

115.                  Platón ponía esta virtud  antes que la Sofía o sabiduría. Así que no os consideréis nunca demasiado viejos ni demasiado jóvenes para ser valientes, y, antes que otra cosa, valientes ante el tribunal de vosotros mismos.

116.                  Sabéis también la lección de Sócrates, en sus últimos días. Aceptó la condena a muerte. Aún hay disputas sobre por qué: si era resignación, o una broma que se gastaba a sí mismo el anciano ironista… Bien. Comprended, si alguna vez os dicen que se puede llegar a ser filósofo en un curso de quince lecciones, la dura y continuada prueba en la materia de valentía, que hay que se cursar antes de ser filósofo.

117.                  Y aun el mayor sabio de los hombres tuvo que afrontar una última y decisiva asignatura pendiente; la que nos espera a todos… lo más tarde posible pido, para vosotros y para mí, que aún somos bisoños alumnos.


                   Los que se sientan al final

118.                  Los que se sientan al final de la clase tienen todos los reparos y resabios que necesita un aprendiz de filósofo. Mañana, traed un resumen de las sospechas que encierra a priori su punto de perspectiva.

119.                  Menón recordaba todo. Menos unas cuantas mentirijillas…

120.                  No seáis de broma escépticos. Convenid que los toros son peligrosos.  No es preciso probar lo mortífero de los cuernos cuando se los ha visto de cerca.

121.                  Te dirán los de allá lejos que no te oyen, si hablas solo para ti. Pero, al final, los que desean comprender inventan.

122.                  Nueve de cada diez de las verdades en las que creemos, no tienen suerte. La única, descreída, sale verdadera.

123.                  En mi casa no hay libros. ¿Cómo? Me los comí.

124.                  Cuando era estudiante, vendí un ejemplar de El ser y la Nada a un buhonero, para pagarme el billete de tren al hogar de mis padres, por vacaciones.

125.                  A los últimos quizá yo nada les enseñe, no habrá sorpresas ni revelación. Y sin espíritu de recibir, nada se queda.

126.                  La sospecha vale sobre la prueba. Eso pensó Carnéades.

127.                  Para caminar, van  bien estas botas. ¿No están lustradas? Oh, lo siento, querido sofista.

128.                  Mientras sigue lloviendo me dais la razón. Cómo os gusta jugar a tenerme de patio.

129.                  No llueve naderías, y sin embargo, no ponemos estilo, gastamos de tópico, llamamos acento a un golpe de tos.

130.                  Leer, igual que pensar, requiere digerir.

131.                  No leáis a torbellinos, a centellas, ni con el ojillo de la paloma. Abrid los ojos y comed despacio.

132.                  ¿Qué os enseño yo? A masticar. Sed cuidadosos.

133.                  Mentirijillas que eran unas pocas monedas en la hucha. Valían más, cuando éramos niños, las cosas.

134.                  Torpes dicen a los últimos que llegan. No tienen éstos buenos periodistas de campo.

135.                  Más que a un loco anónimo, teme a un pirado que esté al timón.

136.                  Desconfía de los que quieren mandar a todos. Suelen ser autocandidatos a enriquecerse ellos.

137.                  Mienten porque, de lo contrario, despertarían. También la naturaleza lo ha creado, como fantasmas.

138.                  Pasión por la política y por los macarrones con tomate. Ríe, niño, que te traigo la luna… dijo el poeta.

139.                  A bandadas ocupan los ascensores.

140.                  Son comensales y príncipes de las mareas.

141.                  Senadores, comprados; comerciantes, que cambian por moneda falsa la buena.

142.                  Llorar como Boabdil el Chico. Porque lo merece tal o cual pérdida.

143.                  Me puse zancos. Llegué a cometer actos muy humildes.

144.                  No conviene, amigos, rebajaros tanto. Pegad, de vez en cuando, un corte de luz, y reír de vosotros, incluso de vuestra humildad.

145.                  Llegan días venenosos en los que los sabios no van a su papel.

146.                  Los recitadores, los actores, el público, todos llegaron puntuales. Comience el espectáculo.

147.                  Mientras los escuchaba, me curé de un sabañón con la risa.

148.                  Este Sócrates hortelano.

149.                  Cambio la escritura por la agricultura.

150.                  La razón no vive escrita ni bajo ningún sello. Por eso, es tan difícil encontrarla.


                            Cancionero y rimas burlescas (próxima publicación, Renacimiento, Sevilla)

Revista Ágora digital febrero 2013/La poetría


















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