ARRANCÓ EL AÑO DE LA LENTITUD en el Museo Gaya
Fue presentado ayer, 3 de junio, El año de la lentitud. Libro que
hace el décimo de los publicados por Fulgencio Martínez, y que cierra y culmina
diez años de aprendizaje poético de su autor - de ensayos de poesía
filosófica, poesía cívica, lírica póvera o poetría, poesía
crítica y de sátira social. El libro ha sido editado
por Huerga y Fierro.
Recuperamos las palabras de la periodista Beatriz Montero en la presentación del libro de poemas.
"Para acompañarnos,esta tarde, contamos, en la mesa, con José
Luis Martínez Valero (catedrático de
Literatura, poeta y amigo de muchos de los presentes) y a su lado, con el filósofo Francisco Jarauta.
Francisco Jarauta ha sido y es profesor de Filosofía de Fulgencio, quien suele decir que Paco le enseñó, en un año (aquel en que hizo primero de la carrera aquí en Murcia) todo lo que podía enseñarle, en Filosofía, la Universidad -no sólo la de Murcia, aclara Fulgencio. Fueron sus ganas de viajar y conocer mundo, dice él, lo que le impulsó a mudarse a Madrid, primero a la Universidad jesuita de Comillas y por fin, a la Autónoma. De ésta aprendió, sobre todo, el valor de esta palabra "autonomía" que estaba en el nombre de dicha Universidad. Poco fue a las clases de sus profesores, aunque guarda recuerdos de algunos: Javier Sádaba, Juan Manuel Navarro Cordón. Él, Fulgencio, estudiante de Filosofía pura, iba más a las clases de la Facultad de al lado, la de Letras, y a las legendarias Fiestas de Primavera en el campus autónomo, donde se fumaba de lo lindo entre versos de Vallejo, citas de Wittgenstein y perfume de chicas en flor de campus. También se apuntó, cuenta Fulgencio, a un grupo de teatro de la Autónoma, por aquello de perder la timidez y algo más...; y a la revista y grupo literario que dirigía Pureza Canelo.
Francisco Jarauta ha sido y es profesor de Filosofía de Fulgencio, quien suele decir que Paco le enseñó, en un año (aquel en que hizo primero de la carrera aquí en Murcia) todo lo que podía enseñarle, en Filosofía, la Universidad -no sólo la de Murcia, aclara Fulgencio. Fueron sus ganas de viajar y conocer mundo, dice él, lo que le impulsó a mudarse a Madrid, primero a la Universidad jesuita de Comillas y por fin, a la Autónoma. De ésta aprendió, sobre todo, el valor de esta palabra "autonomía" que estaba en el nombre de dicha Universidad. Poco fue a las clases de sus profesores, aunque guarda recuerdos de algunos: Javier Sádaba, Juan Manuel Navarro Cordón. Él, Fulgencio, estudiante de Filosofía pura, iba más a las clases de la Facultad de al lado, la de Letras, y a las legendarias Fiestas de Primavera en el campus autónomo, donde se fumaba de lo lindo entre versos de Vallejo, citas de Wittgenstein y perfume de chicas en flor de campus. También se apuntó, cuenta Fulgencio, a un grupo de teatro de la Autónoma, por aquello de perder la timidez y algo más...; y a la revista y grupo literario que dirigía Pureza Canelo.
Volviendo a Francisco
Jarauta, pues ya creemos que hemos dicho bastante del autor del libro
que nos ocupa, le agradezco especialmente que pueda estar hoy aquí.
Por motivos que él sabe, era imprescindible su presencia. Igual que
la de José Luis Martínez Valero -con quien Fulgencio comparte
admiraciones y simpatía personal y literaria, amén de considerarse
ambos continuadores y discípulos de Miguel Espinosa, el novelista
más culto de la segunda mitad del siglo pasado.
Y agradecemos también la
imprescindible presencia del autor de la ilustración del pórtico y
portada del libro, el pintor oriolano y profesor José Aledo. Pepe
Aledo ha pintado un "guardián del paso" que ni
pintiparado, ni hecho a ciencia y conciencia, a presciencia divina,
hubiera ido mejor al libro: El año de la lentitud.
Hay quienes (se teme Fulgencio o Acedo) quienes gustarán o no del
libro, no tanto por su contenido, como por la ilustración de Pepe.
Es el destino de las novedades -dice Fulgencio-, novedades no quiere
decir originalidades, que es mucha presunción pensar esa igualdad.
Pero lo cierto es que,
casi hasta hoy, prevalece, en el mundo editorial, el prejuicio, fruto
de la pereza, acerca de que un libro de poesía ha de estar al margen
de una portada "interesante" (este término, interesante,
se deja a la interpretación del lector).
Y no por ser los últimos
en esta relación de nombres, son menos queridos para Fulgencio: como
tampoco por no tener cátedra en la Mesa (por mor de la programación
y el espacio de que disponemos) son menos catedráticos, en
escepticismo, como diría Juan de Mairena. Con nosotros, Antonio Rubio
López, de Caravaca y barcelonés de adopción
y devoción; Antonio compartió con Fulgencio y otros discípulos de
Jarauta el pan de la filosofía, en aquel curso filosófico sin otra
continuación ni segundas partes, al que ya nos hemos referido.
Agradecemos su venida de Barcelona, con la generosidad y el ánimo
siempre positivo que Antonio pone en cualquier asunto que se refiera
a su querida (y añorada quizá) Murcia.
Con nosotros, también, José Aledo Sarabia,
pintor, por derecho propio, y además coautor
de varios libros de poesía y pintura, como "El libro de Plomo", no
hace mucho editado por el colectivo Empireuma, de Orihuela, al que
perteneció.
Ignacio Portillo,
catedrático de Música en el conservatorio, maestro de la Guitarra
clásica, nos tiene preparada una sorpresa, que ha preparado con Pepa
Muñoz, la coordinadora del Taller de Arte Gramático.
Os agradecemos también a
todos vosotros vuestra presencia. Los poetas Juana Marín Saura, Eloy Sánchez Rosillo, Dionisia García, Soren Peñalver, Jesús Cánovas, y los escritores y amigos venidos de la Orihuela de Miguel: el sobrino de este, Vicente Hernández, el poeta José Luis Zerón Huguet, un saludo al pintor Pepe Rayos y a su compañera; también a los amigos y familia de Fulgencio, a Soledad, su mujer, y a Marina, Manolo Cutillas, Encarna Garrido, los doctores Jose Serrano y Pepe Gálvez, a Lola Jara, a Catalina García, a Paco Carreño, a Juan Soriano, a los compañeros de Fulgencio del Instituto Miguel de Cervantes, y a todos vosotros, a los que estáis aquí y los que no habéis podido asistir..."
Tras las intervenciones de los presentadores, el catedrático de Música
Ignacio Portillo puso el punto musical a la "i" de
"lentitud".
El profesor interpretó
dos piezas breves a la guitarra clásica-romántica: El Opus 6 del
compositor barcelonés Fernando Sor, conocido
como en su tiempo como el "Beethoven de la guitarra"; y el
Opus 60, del maestro
italiano romático Mateo Carcassi.
P.S. Publicamos en próxima entrega el texto de J. L.Martínez Valero junto a un comentario de uno de los poemas del libro, "MANTA DE ESCRIBIR".
P.S. Publicamos en próxima entrega el texto de J. L.Martínez Valero junto a un comentario de uno de los poemas del libro, "MANTA DE ESCRIBIR".
ÁGORA DIGITAL JUNIO 2013
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